¿Qué es el revisionismo?

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(Artículo de Eduardo Arroyo Pardo, publicado en la Revista Cedade Nº 169, de agosto de 1989)

Si usted un día necesitara una sierra para cortar esa rama de árbol que le impide contemplar la extraordinaria vista de la ventana de su cuarto, no dudaría un momento en pedírsela a su vecino de enfrente. No nos cabe duda de que este es lo suficientemente amable como para prestársela, pero considere por un momento que su vecino de abajo, que por algún motivo le tiene una inexplicable manía, va diciendo por ahí que usted es una mala persona que no merece en modo alguno los favores de los demás miembros de la comunidad. Su vecino de enfrente, recién llegado y que apenas le conoce cae víctima de las persistentes murmuraciones y juzga inapropiado prestarle nada. En consecuencia usted no solamente no podrá cortar la rama que tanto te molesta, sino que además deberá sufrir, por su supuestamente réproba conducta, las iras de todos sus vecinos. Para subsanar el mal ya hecho deberá convencerles de que las cosas no sucedieron como ellos creen. Es decir, deberá de hacer un revisionismo.

Lo importante de esta situación trivial es que alguien (su vecino de abajo), difundiendo algo que no es verdad, ha sido capaz de lograr el fin que se proponía: predisponer a toda la comunidad en contra y amoldar así el comportamiento de los demás a sus propios objetivos. La conclusión más inmediata que se desprende de estas breves líneas es que la información es poder y puede provocar hábitos de comportamiento según los designios del que la controla.

La esencia del proceso radica en que las personas pueden percibir y retener sensaciones en concepto de material aprendido que, junto a sus capacidades innatas, condicionan su mismísimo comportamiento. Por todo ello, y sin caer en ambientalismos nefastos, obran y emiten juicios en función de lo que conocen, de lo que conocen mayormente gracias a los medios de comunicación. Sin duda alguna el binomio dinero-información se haya en nuestra sociedad completamente integrado. Quien tiene dinero puede "emitir" más información hacia aquellos que carecen de él. En la única cosa en que parecen diferir los componentes de tan funesto tandem es en que el dinero hace poderoso a quien más logra acaparar, en tanto que la información confiere poder a quien más la distribuye, asemejándose todo ello a un cierto tipo de emisor-receptor. En este contexto todos tenemos en mente el viejo tópico, no por ello menos auténtico, del individuo destruido por una campaña adversa de los medios de comunicación. Así, los hombres de las modernas sociedades del sistema, ya sean orientales u occidentales, se encuentran inmersos dentro de dinámica del hombre-masa, paradigma del espíritu de rebaño, precisamente porque en nuestras sociedades ya hace mucho tiempo que la información es un auténtico monopolio.

Evidentemente esto no solo hace referencia a periódicos, telediarios, etc, sino a la capacidad de difundir modas a escala mundial y de hacer por consiguiente que en naciones de culturas dispares imperen los mismos patrones en cuanto a ritmos de vida, gustos musicales y artísticos en general, que impiden el desarrollo natural de las diferentes culturas.

El poder omnimodo de la información alcanza cotas que ni los más inveterados colonialistas del siglo XIX se atrevieron a pronosticar y que hoy día se está socavando es la mismisima individualidad de pensamiento. El hombre-masa actual, cuya auténtica adoración por la letra impresa y la onda electromagnética televisiva le lleva a no cuestionarse nada excepto las necesidades más inmediatas, es reacio a oír aquello que no está acostumbrado a oír. Incluso "disidencias" aparentes como los movimientos juveniles rebeldes, "pensadores" contestatarios se hayan en consonancia con el espíritu del sistema, pues el sistema es antes que nada un espíritu que se trasluce en una manera de ser, y no hacen más que contribuir a la fatídica obra de dinamitar colectivamente lo que en su tiempo fue la Cultura Occidental.

El amoldar contra natura la información a unos fines preestablecidos implica necesariamente la falsificación de la Verdad Histórica. Sin embargo sabemos por perogrullo que las cosas son solo de una manera y por ello el movimiento revisionista pretende romper el monolito informativo del sistema para después reivindicar la Historia tal y como fue. En las líneas siguientes denunciaré la persecución legal, no legítima, de los revisionistas de todos los países del mundo con el único fin no de suprimirlos físicamente sino más bien de impedirles que se hagan oír, aún cuando el simple asesinato o la intentona del mismo no se ha escatimado en ningún momento. También expondremos las principales razones por las que es necesario continuar esta labor.

Ahora más que nunca debe apelarse a los últimos vestigios de personalidad y espíritu critico que el sistema ha olvidado aniquilar en su obra devastadora. Nuestro propósito es el de revelar, conscientes de la desproporción de medios, la existencia de un movimiento que niega la versión establecida de la Historia contemporánea al tiempo que denuncia la manipulación y tergiversación de la misma con fines políticos y principalmente ideológicos. No le vamos a contar detalladamente qué es lo que dicen los diversos autores pero si se lo esbozaremos brevemente con el fin de que sepa a quien dirigirse si toma la audaz decisión de profundizar en este apasionante, campo. Ahora es momento de olvidar sus prejuicios, de pensar por sí mismo y descubrir que solamente de usted, querido lector, depende el seguir leyendo estas páginas.

¿Qué pretende el revisionismo?

Hoy en día, los hombres forman sus opiniones por lo que los medios de comunicación. La tesis fundamental más o menos implícita en todos los textos revisionistas es que la omnipotencia de dichos medios de comunicación ha conseguido falsificar, tergiversar, cuando no inventar ciertos periodos de la historia, para conseguir la hegemonía política e ideológica del credo político vencedor en el año 1945. Por ello, aunque existen historiadores revisionistas cuya obra se ha centrado en periodos históricos tales como la revolución francesa, mientras que otros han pretendido efectuar un revisionismo de toda la historia contemporánea. Pero el principal caballo de batalla del revisionismo se centra en la Segunda Guerra Mundial y más concretamente en tres cuestiones clave.

1. La culpabilidad en el desencadenamiento de la misma que recae exclusivamente sobre la Alemania nacionalsocialista.

2. La cuestión de las presuntas atrocidades alemanas. Este punto comprende a su vez otros dos:

a) La ejecución premeditada de seis millones de judíos como parte de un plan oficial del gobierno alemán para borrar a los judíos de la faz de la Tierra. Dichas supuestas ejecuciones tuvieron lugar mediante la utilización de cámaras de gas especialmente diseñadas al efecto, mientras que los cuerpos eran incinerados en hornos crematorios o en enormes piras al aire libre.

b) Los bombardeos aéreos terroristas de poblaciones civiles no consideradas objetivos militares.

Ambas acusaciones son los dos pilares fundamentales de la tesis hoy mundialmente aceptada de la extraordinaria brutalidad nazi.

3. Por último, divulgar y esclarecer las atrocidades, científica e históricamente demostrables, cometidas por los principales miembros del bando vencedor y ocultadas gracias a la complicidad de los medios de comunicación de todo el mundo.

Estos son los principales frentes de la lucha revisionista mundial. Sin embargo el edificio principal de las acusaciones sobre el bando perdedor se levanta en torno al manoseado "holocausto" de seis millones de judíos y el pilar de semejante leyenda no es otro que el campo de concentración de Auschwitz. Tras enunciar someramente dichas acusaciones consideramos que el lector conoce sobradamente cual es la versión de la historia más ampliamente difundida acerca de estos temas. Dicha versión no es sino la que el "establishment" informativo ha conseguido inculcar en las mentes de todo el mundo. Por ello resulta obligado enunciar brevemente cuales son las posturas revisionistas que hacen referencia a los tres temas.

1. En cuanto a la culpabilidad en el desencadenamiento de la guerra, el revisionismo considera que dicha guerra no comenzó en 1939 sino mucho antes; concretamente el mismo día en que el NSDAP alcanzaba el poder el 30 de enero de 1933. En aquella fecha se desencadenó una ofensiva mundial ideológica, económica y diplomática cuyo culmen se alcanzaría el 1 de septiembre de 1939 y que finalizaría con el aplastamiento de Alemania y de sus aliados. Semejante ofensiva fue llevada a cabo por grupos de presión internacionalistas y apátridas cuyos intereses chocaban frontalmente con las tesis nacionalsocialistas y además divergían radicalmente de los intereses auténticos de los países en guerra con las potencias del Eje. Dichos grupos de presión no son otros que los que conforman el movimiento sionista internacional. Este movimiento no es una frase hecha. Existe oficialmente desde el Congreso Sionista celebrado en Basilea en el año 1897, aunque de forma oficiosa venía actuando desde mucho antes.

2. Aunque en el tema anterior los diferentes autores hacen distinto hincapié, con algunas diferencias de matiz, en este la posición es unánime. Según el profesor Arthur R. Butz, autor de "La fábula del Holocausto": "Nadie pretende negar la posibilidad o probabilidad de que nunca un judío fue muerto o maltratado por un alemán. Pero seis millones de judíos no murieron jamás en los campos de concentración. Jamás hubo orden de exterminarlos. Jamás los alemanes practicaron el tan manoseado genocidio". Nosotros añadiríamos que jamás existieron las cámaras de gas. En cuanto a los bombardeos, los alemanes eligieron zonas de interés estratégico como los centros industriales de Coventry y Londres. Los aliados comenzaron antes y con el objetivo de machacar y minar la moral popular alemana. Es históricamente demostrable que los dirigentes alemanes aguantaron un cierto tiempo antes de aplicar represalias que nunca alcanzaron la magnitud apocalíptica de los bombardeos de Tokio, Berlín, Hamburgo, París y principalmente Dresde.

En este apartado la acusación revisionista sobre el bando vencedor es implacable. Comprende los siguientes puntos:

a. Bombardeos terroristas sobre Alemania, Austria y el resto de la Europa ocupada.

b) Bombardeos terroristas sobre el Japón.

c) Soldados alemanes, incluyendo prisioneros y heridos, víctimas de los partisanos y también italianos "ejecutados" por partisanos en el norte de Italia. Este punto se incluye por ser la guerra de guerrillas contraria a los acuerdos de la convención de Ginebra de la cual eran signatarios todos los países beligerantes con excepción de la Unión Soviética.

d) Oficiales polacos asesinados en Katyn.

e) Civiles alemanes asesinados en Polonia antes de la declaración de guerra.

f) "Auslandsdeutsche" asesinados en:

1. Los sudetes.

2. Checoslovaquia.

3. Yugoslavia.

4. Banato (rumano y húngaro).

5. Polonia (durante y después de la guerra).

g) Depuración legal en Alemania amparándose en leyes retroactivas.

h) Asesinatos colectivos en Alemania y Austria en el período posbélico.

i) Muertes de civiles a consecuencia de las deportaciones forzosas en el este europeo.

j) Refugiados alemanes muertos por los soviéticos al intentar huir de Prusia Oriental.

k) Soldados croatas, ucranianos, rusos, musulmanes, serbios, y albaneses víctimas de la operación "Keelhaul" y muertos en la deportación.

l) Ciudadanos americanos de origen japonés muertos en los campos de concentración de Arizona.

m) Ciudadanos franceses víctimas de la depuración legal con leyes retroactivas en Francia.

n) Ciudadanos franceses "ejecutados" sumariamente tras la reocupación de Francia por los aliados.

o) Italianos de Istria, Dalmacia y Venecia Julia ejecutados por los "titistas".

p) Víctimas de depuraciones en Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Polonia, Lituania, Estonia, Letonia, Bulgaria, Rumania, Eslovenia, Yugoslavia, Albania, Grecia, Hungría, Ucrania y Rusia, e Italia.

Como el lector puede ver se trata de opciones contrapuestas siendo la "opción revisionista" una negación radical de la versión oficial del "establishment". Por ser la Historia una disciplina que estudia hechos objetivos no pueden admitirse soluciones intermedias o de compromiso. Los acontecimientos históricos suceden únicamente de una manera y solo con el trabajo minucioso puede desentrañarse la trama de sucesos. De esto se desprende que la Historia no puede cambiarse aunque sí el registro histórico. A continuación veremos qué razones de peso existen para cambiarlo y para mantener una versión falseada de los hechos y como ha podido hacerse.

Por qué es necesario el revisionismo

No hace falta subrayar que la tesis "oficial" de la extraordinaria brutalidad nazi es algo comúnmente aceptado. La piedra angular de dicha teoría no es otra que el pretendido "Holocausto" de los judíos. Contra el "holocausto" se han alzado las voces de los revisionistas más reputados del mundo.

En el curso de todas las guerras contemporáneas ha existido la propaganda llamada "de atrocidades". Durante la Primera Guerra Mundial el bando alemán fue víctima de lo que hoy nos parecerían cómicos chascarrillos. Se les llegó a acusar de haberse comido a niños belgas y de haberse divertido arrojándolos al aire para ensartarlos al caer con la punta de sus bayonetas. Más tarde se inventó el absurdo de las fábricas de glicerina que utilizaban cadáveres de soldados británicos como materia prima y la fábula de los jabones humanos.

Sin embargo al finalizar el conflicto el ministerio de asuntos exteriores inglés se retractó públicamente de semejantes acusaciones y reconoció que se trataba de propaganda de guerra. Este propósito de enmienda no tuvo lugar tras la Segunda Guerra Mundial sino que, muy al contrario, los vencedores emprendieron una persecución legal atendiendo a los mismos infundios propagandísticos que habían crecido a la sombra de la guerra. Dicha persecución dura hasta nuestros días en los que, cuarenta y tres años después de finalizar las hostilidades, se sigue acosando y deteniendo, cuando no raptando, a oscuros y septagenarios personajes del ejercito alemán bajo acusaciones que cuadran perfectamente con los esquemas de la propaganda del holocausto. Por ello ahora podemos preguntarnos ¿A qué se debe esta diferencia en las actitudes entre los dirigentes de los bandos vencedores de ambos conflictos? La diferencia estriba en que la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto ideológico. La victoria de las armas aliadas supuso paralelamente la victoria de unas tesis sobre las que se ha edificado el mundo posterior a 1945. En aras de esa hegemonía ideológica, consecuencia de la victoria militar y tan importante como ella, la propaganda debe mantenerse. No se trata sino de una justificación a gran escala. De alguna manera había que justificar los crímenes, esta vez auténticos, que hemos enumerado más arriba y de paso impedir por todos los medios el resurgimiento en Europa del credo-doctrina derrotado en los escombros de Berlín.

Contrariamente a las ideologías vencedoras en el conflicto, que siempre accedieron al poder por conspiraciones de palacio, intrigas internacionales y con el apoyo de oscuros potentados, los movimientos a los que podríamos llamar "fascistas" especialmente el nacionalsocialismo fueron todos movimientos de masas que despertaron un entusiasmo popular desconocido hasta la fecha. Dichos movimientos fueron, y continúan siéndolo, enterrados en infundios. Era preciso que los derrotados fueran "malos". Más aún: que fueran los peores entre los malos, para representar perfectamente su papel en una obra maniquea de "buenos" muy buenos y "malos" muy malos. Sin embargo hay algo más. Y esto es el miedo inconfesable al enemigo que a punto estuvo de aplastar al credo político del siglo XIX representado por los vencedores de 1945, por los auténticos vencedores de la Segunda Guerra Mundial: la Unión Soviética y el comunismo que le da vida. Como muy bien dice el revisionista español Joaquín Bochaca, es el miedo del que "todavía recuerda como un adversario que debía atender multiples frentes a la vez, le puso al borde de la derrota y le infringió tremendos golpes pese a una apabullante inferioridad numérica y material, un adversario cuyo renacer hay que impedir por todos los medios... es el miedo patológico de los viejos, el pánico senil; es el espectáculo de las ruinas, el pánico de los vencedores militares, de los cuarenta aviones contra uno, de los tres mil barcos contra quince submarinos, de las cuarenta naciones contra una... Miedo, en definitiva, es la palabra."

Pero el mito no solamente ha actuado como antídoto ideológico, sino que también ha tomado parte activa en el mantenimiento del '"establishment". Ello lo ha hecho fundamentalmente bajo dos aspectos:

1. Utilizando el "holocausto" como arma antinacional.

2. Haciendo del tema racial una cuestión tabú.

El "holocausto" judío, o el "genocidio", como gustan llamarlo sus defensores en los Estados Unidos, se ha utilizado indiscriminadamente para reprimir ideológicamente cualquier forma de nacionalismo. Quienquiera que se atreva a hacer bandera del nacionalismo de una manera inoportuna para el sistema será políticamente aniquilado con una simple asociación de ideas entre su actitud y la del nacionalsocialismo. El caso más ilustrativo de este ejemplo lo constituye Jean-Marie Le Pen y su Frente Nacional al que, aun siendo nada más que una organización de derechas, gracias a la cuestión de la emigración masiva proveniente del Tercer Mundo se le ha echado en cara un supuesto "nazismo" en verdad inexistente. Como dice el revisionista inglés Richard Harwood en su opúsculo ¿Murieron realmente seis millones?: "Mientras este mito (el del Holocausto) se mantenga, los pueblos de todos los países serán sus esclavos; la ONU les meterá en la cabeza la necesidad de la tolerancia y de la comprensión hasta que la nacionalidad misma, verdadera garantía de la libertad, sea suprimida".

A este respecto podemos citar, por recomendación del propio Harwood, el libro de Manvell y Frankel, "The incomparable crime" (Londres, 1967), como ejemplo típico de empleo del holocausto como arma antinacional. En su página 14 dice claramente que "las razas blancas de Europa y América se han acostumbrado durante siglos a considerarse un "Herrenvolk". El siglo XX, el siglo de Auschwitz, ha hecho también realidad la primera etapa de la asociación multirracial". Con esta frase, clara síntesis de lo que venimos diciendo, pasamos a ocuparnos de la segunda cuestión; la del tema racial, estrechamente ligado al primero.

Tema racial: tema tabú

Es sabido que en la actualidad el tema racial, la cuestión de si existen o no diferencias innatas entre las distintas razas que pueblan el globo, se ha convertido en un tema tabú. Ninguna otra cuestión despierta emociones tan enconadas del modo en que lo hace el tema racial. Tampoco ninguna otra vuelve a las personas tan irascibles. Paradójicamente este tipo de reacciones se dan de un modo más marcado en aquellos países donde se supone que existe una mayor libertad y una ausencia de prejuicios. En las más modernas sociedades occidentales usted puede criticar aspectos u opiniones que han sido tradicionalmente considerados en nuestra cultura como sagrados, pero si se atreve a cuestionar cierta política gubernamental que permite la inmigración masiva e incontrolada de no-europeos hacia Europa será inmediatamente tachado de "racista". Tal y como aseguran los medios de comunicación, los nacionalsocialistas eran racistas según el más puro estilo de Hollywood e igualmente sabemos lo que estos llevaron a cabo: el asesinato planificado de seis millones de judíos.

Aceptando como verdaderos estos silogismos ninguna persona en su sano juicio dejaría de admitirlos como correctos y lo mismo pasaría con la conclusión a la que conducen. No obstante el revisionismo histórico los denuncia como falsos ya que el "holocausto" judío jamás tuvo lugar. La leyenda de los seis millones tiene como misión principal alimentar la mentira de la perversidad intrínseca de toda política racista a la vez que deforma y tergiversa la intencionalidad de la misma. En el aspecto teórico se ve complementada con la vieja tesis NUNCA DEMOSTRADA, común tanto a marxistas como a liberales, de la igualdad innata de todos los hombres y que ha dado a luz a todas las dogmáticas escuelas ambientalistas. En la actualidad podemos decir sin equivocarnos que el problema demográfico es el más grave de cuantos tiene planteados el Occidente. Cuando decimos Occidente incluimos también a los pueblos de detrás del telón de acero y a todos aquellas naciones de ultramar que crearon los europeos a lo largo del devenir histórico. Si pensamos que es el mayor de los problemas se debe a que creemos que está en juego la misma existencia física de los pueblos europeos.

Los romanos decían "Primum vivire et postridie philosophare" (Primero vivir y luego filosofar). Resulta obvio que de no existir los europeos no habría que cuestionarse acerca de la cultura occidental. Lo contrario sería poner el carro delante de los bueyes. El problema del que hablamos presenta sin embargo una doble vertiente. Por un lado la natalidad de los pueblos europeos y de Europa en su conjunto es suicida. Apenas alcanza para mantener constante el número de habitantes. La población europea no hace más que descender y sin embargo los gobiernos de nuestros países pretenden hacernos creer que esto es un símbolo de "desarrollo"', por ser una característica común a todos los "países desarrollados"; es decir, europeos. Paralelamente no dejan de apoyar insensatas campañas de "control de la natalidad" mientras que en muchos países occidentales la natalidad se halla tácitamente penalizada por una agobiante política fiscal. Por si fuera poco el hedonismo imperante entre la juventud europea, fomentado al cien por cien por el sistema, no ha hecho sino acelerar esta carrera insensata hacia el suicidio demográfico. Hoy en día podemos hablar de países "en vías de extinción" y que, al revés de lo que sucede con algunas especies animales, no han sido declaradas "especies protegida" por los estadistas actuales, sino que persisten dentro de las mismas directrices.

Esta es la razón por la que los gobiernos actuales son objetivamente antipopulares. Sí el objetivo de un gobierno es, mediante el bienestar en todos los sentidos (no solo el material), conservar un pueblo y asegurarle el futuro está claro que, dentro del contexto político actual, entramos dentro de una flagrante contradicción ya que el futuro de los países occidentales es la nada demográfica. Además nuestros gobiernos están fomentando con una tolerancia tácita la inmigración masiva e incontrolada de elementos no europeos. Más aún, están promoviendo la "integración" y el mestizaje mediante la anulación de la conciencia racial europea y el desarraigo popular que ya es total en cualquiera de las ciudades de la Europa actual. Por si fuera poco la presión demográfica de los inmigrantes es muy elevada y su tasa de natalidad no es raro que doble a la de los europeos.

No hace falta darse cuenta de que la situación es realmente desesperada, Europa está en situación de legítima defensa. Ahora bien, cualquiera que se atreva a denunciar la existencia objetiva de un verdadero problema racial con gravísimas implicaciones biológicas y políticas será tildado de "racista", y este es el peor estigma que existe en nuestra sociedad. Además, como todo el mundo sabe los nazis, los "genocidas", eran "racistas" luego existe un antecedente histórico comprobado, al menos eso dicen los medios de comunicación, de que el "racismo" trajo consecuencias funestas: el asesinato de seis millones de judíos. El ya mencionado Harwood en su obra anteriormente citada nos dice: "Cuando Enoch Powell, en uno de sus primeros discursos, llamó la atención sobre el peligro que representa la inmigración de gente de color a Gran Bretaña, un eminente socialista evocó el espectro de Auschwitz y de Dachau para hacerlo callar. De esta manera se desalienta efectivamente toda discusión razonada sobre los problemas raciales y sobre los esfuerzos que deberían intentarse para conservar la integridad racial."

En líneas anteriores el mismo autor sentencia de modo apocalíptico pero no por menos cargado de razón: "Varios países anglosajones y particularmente Gran Bretaña y los Estados Unidos se ven hoy expuestos al peligro más grave de toda su historia, al peligro que representan las razas extranjeras que se encuentran en su seno. Si nada se hace en Gran Bretaña para detener la inmigración y asimilación de los asiáticos y africanos habremos de sufrir, además de la efusión de sangre provocada por un conflicto racial, el cambio y la destrucción biológica del pueblo británico tal como existe en esta tierra desde la venida de los sajones.

Evidentemente basta un análisis superficial de la situación europea para darse cuenta de que las palabras de Harwood pueden hacerse extensibles a todo el Occidente, incluida la Rusia blanca donde está demostrado que la natalidad suicida se complementa con un incremento en la tasa de natalidad en las repúblicas asiáticas.

Así pues debe quedar bien claro que el objetivo último de los fraudes que el revisionismo histórico combate no son otros que los expuestos más arriba. Por ello una obra que tras desbaratar con pruebas contundentes los embustes de la propaganda no denuncie del mismo modo los objetivos ideológicos más profundos de dicha propaganda debe considerarse como incompleta. A este respecto muchos autores revisionistas consideran el mito del holocausto como una fábula destinada a justificar la existencia del Estado de Israel, bien dando carta de legitimidad a la declaración de la ONU de 1948 o bien posibilitando que la economía israelí se mantenga a flote merced a las "reparaciones" que Alemania Federal tiene que pagar.

Si bien todo esto es cierto nunca debe considerarse de otro modo que no sea un objetivo secundario. Nunca se repetirá lo suficiente que el verdadero motivo del mantenimiento del mito del "holocausto" es de índole ideológica y pretende crear en todos los pueblos de estirpe occidental un sentimiento de culpa tal que les impida ser los dueños de su propio destino. Evidentemente resulta lógico que las leyes represivas más duras en contra del revisionismo se daban en Alemania Federal. En la Alemania Oriental se daba un auténtico aislamiento informativo con respecto al occidente, pero en ambos casos el fin era el mismo: desposeer a los pueblos de su historia a base de inculcarles un sentimiento de vergüenza y repulsa por su propio pasado. Es una verdadera castración mental que impone el rechazo instintivo a toda forma de conciencia nacional en favor de las tendencias mundialistas e internacionalistas que poco a poco van ganando terreno. Es la destrucción definitiva e irreversible de la nacionalidad mediante la "integración racial" o mestizaje. Es el super estado mundial, la uniformidad total, el reino de la cantidad, del hombre-masa, del hombre-hormiga gris sin pasado ni futuro salvo a la hora de consumir las tonterías que el sistema le ordena. Es la esclavitud del espíritu por la materia llevada a sus extremos más degradantes y también la vergüenza del propio origen y por consiguiente el rechazo a una parte de sí mismo.

Esto para el pueblo, claro. Para una pequeña élite significa el dominio del globo y el disfrute del poder total. Es el poder por el poder: la pasión más mortífera de todas.

De este modo la política mundial sionista, que es la principal instigadora de los problemas demográficos de Europa, es también parte interesada en mantener el absurdo status del oriente medio, auténtico polvorín siempre a punto de estallar. De otro modo no se explica la política norteamericana de apoyo incondicional al Estado de Israel, con miles de millones de dólares, tanto en dinero como en armas, que los Estados Unidos regalan anualmente a dicha nación. Los medios de comunicación internacionales, en una de sus características maniobras de desinformación organizada, han logrado que la gente asimile el apoyo de la judería americana hacia su auténtica patria israelí a los verdaderos intereses nacionales de los Estados Unidos, cuando esto es precisamente al revés. No es de extrañar que los comunistas de todo el mundo crean que atacando al estado de Israel atacan también la política USA en el oriente medio, actitud que cuadra a las mil maravillas con su típica fobia antiamericana. En este sentido también han conseguido engañar a los árabes, principales perjudicados en el eterno contencioso árabe-israelí, haciendo de paso que la política norteamericana les sea tan ingrata.

Sin embargo quienes han denunciado los manejos del sionismo internacional, tanto en lo que a su guerra total contra occidente se refiere como en lo tocante al descarado apoyo de los judíos norteamericanos a Israel, han sido estigmatizados con la variante más funesta del racismo: la del antisemitismo. Esta palabra se ha empleado indiscriminadamente para denigrar a los que exponen la funesta política sionista y por ello hemos de concluir que el mantenimiento del mito de los seis millones interesa a la judería mundial en la misma medida en que les sustrae a toda crítica.

Visto todo lo anterior debe tenerse bien claro que siempre es el fundamento ideológico el que prima en todo este asunto. Los pagos de "reparaciones" a Israel, el sojuzgamiento del pueblo alemán, así como otros factores circunstanciales deben entenderse siempre como consecuencias lógicas de una verdad esencial. Esta no es otra que la existencia de un clima mental tendente a la aniquilación de las defensas nacionales de los pueblos, para favorecer los planes sionistas de conquista mundial. Es, en definitiva, suprimir el derecho a la nacionalidad de todos los pueblos de la Tierra para afirmar la propia nacionalidad, la judía o, si se prefiere, se trata de un nacionalismo negativo. Así, la lucha por el mantenimiento del mito de los seis millones se lleva a cabo en medio de una represión creciente y a menudo brutal, pues los intereses en liza son demasiado grandes La historia de esta represión es también la historia del revisionismo de posguerra, Y esto es lo que vamos a tratar en las siguientes líneas.

Breve historia del revisionismo

Para encontrar los primeros antecedentes del revisionismo histórico quizás haya que remontarse al mismisimo final de la Segunda Guerra Mundial, cuando ciertas personas cuyas nacionalidades pertenecían al bando vencedor, comenzaron a dar testimonio de una versión de lo que estaba ocurriendo que no era la que aparecía en la prensa mundial. Existen de ello numerosos ejemplos dignos de mención. Francis Parker Yockey era funcionario en los tribunales militares aliados que en Wiesbaden juzgaban a nacionalsocialistas de rango inferior, mientras que Charles F. Wennerstrum presidía el caso número 7 del Tribunal Militar de Nüremberg (caso de los Estados Unidos contra List) el cual juzgaba a alemanes de primer rango. Jockey tras haberse significado públicamente en cuanto a ideas políticas se refiere mayormente gracias a su obra "Imperium" en 1952 el departamento de estado rehusó renovarle el pasaporte al tiempo que el FBI le vigilaba estrechamente. Jockey murió el 17 de junio de 1960 y la radio anunció que se había suicidado ingiriendo cianuro. No hubo autopsia pese a ordenarlo la ley y las causas de su muerte aún permanecen en el campo de la conjetura. Por su parte el juez presidente Wennerstrum se pronunció de este modo tras dictar sentencia: "... si yo hubiera sabido hace siete meses lo que se ahora nunca habría venido aquí. Obviamente, la victoria en una guerra cualquiera no es el mejor juez de las culpas por crímenes de guerra. Se diga lo que se quiera es imposible convencer a la defensa, a su consejo y a todo su pueblo de que el tribunal trata de representar más bien a la humanidad entera que al país que designó a sus miembros. Lo que he dicho acerca de el carácter nacionalista de los tribunales es válido para la acusación. Los elevados ideales que se dijeron que motivaban la creación de estos tribunales no se ven por ningún lado. El fiscal no ha logrado mantener por convicción la objetividad lejos de la venganza y de las ambiciones personales. No ha conseguido esforzarse en sentar los precedentes que puedan ayudar al mundo a evitar nuevas guerras. Nada de esta atmósfera es saludable. Debería ir a Nüremberg. Vería un palacio de justicia donde el noventa por ciento de la gente tiene intereses dentro de la acusación". (Chicago Tribune 23-2-48, New York Times 23-2-48)

Como puede verse ambos expresaron su más profunda repulsa por lo que estaba ocurriendo dentro de la maquinaria jurídica del ejercito americano. Sin embargo ninguno de ellos constituye de por sí un caso aislado pues durante el tiempo de guerra, e incluso después, hubo numerosas personas conscientes de la constante manipulación informativa de su época.

Ahora bien, el primer testimonio por escrito que podemos llamar "revisionista" dentro de la acepción moderna que el termino tiene aparece en el año 1948. La obra se llama "Passage de la Ligne" y su autor es el francés Paul Rassinier. Podemos decir que Rassinier es, sin lugar a dudas, el pionero del movimiento revisionista mundial. Contrariamente a lo que muchos neófitos del revisionismo pudieran pensar, Rassinier constituye el clásico ejemplo de autor que no simpatiza con las ideas del bando vencido en la Segunda Guerra Mundial.

Miembro del Partido Comunista francés en 1922 militó desde 1934 en el Partido Socialista Francés, Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO). Formó parte de la mitica Resistencia francesa dentro del grupo "Liberation Nord". Fue detenido por los alemanes en 1943 y a consecuencia de la guerra quedo inválido al 90%. En el libro antes mencionado narra sus experiencias como político de izquierdas recluido en los campos de concentración de Dora y Buchenwald en los que fue "generalmente recibido con simpatía, provocando solo en ciertos lugares sordos e inconclusos chasquidos de diente" (sic). En 1950 Rassinier publica "La Menssogne d´Ulysse" (La mentira de Ulises), una crítica de toda la literatura concentracionaria de aquél entonces, en la que cuestiona seriamente la existencia de las cámaras de gas, si bien no expresa ningún veredicto definitivo: "Es aún muy pronto para pronunciar un juicio definitivo sobre las cámaras de gas".

Por aquellos años la persecución del revisionismo con visos de legalidad empezaba a cobrar fuerza y el libro anterior levantó una violenta campaña de prensa seguida de acciones legales contra el autor, el prologuista y el editor. En un principio fueron absueltos, luego condenados a multas, daños y perjuicios y sentencias de prisión suspendida y por último fueron absueltos. En 1955 ambos libros se incluyen en lo que sería la segunda edición de "La Menssogne d'Ulysse" y en 1961 la quinta edición de este mismo libro incluye un opúsculo titulado "Ulysse Trahi por les Siens" que consiste en tres ensayos en los que se pronuncia en contra de la existencia de las famosas cámaras de gas. El último de los tres ensayos es un discurso pronunciado en varias ciudades austríacas y alemanas a comienzos de la primavera de 1960. Dos años después, en 1962, aparece su sensacional "Le Véritable Próces Eichmann" (La verdad sobre el proceso a Eichmann) a lo largo del cual estudia todos los supuestos crímenes alemanes. Por entonces su conclusión acerca de las cámaras de gas no podía ser más concreta: "Una mentira histórica, la mayor y más macabra impostura de todos los tiempos". El estudio que Rassinier aborda en este libro puede comprenderse bajo una doble perspectiva. Si bien realiza un estudio bastante exhaustivo atendiendo a los datos que aparecían en documentos y medios de comunicación, el enfoque demográfico de la cuestión está aún dando sus primeros pasos. No sería hasta 1964 en que estudia dicho aspecto con todo detalle en "Le Drame des Juifs Européens" ("El drama de los judíos europeos"). Su análisis le lleva a afirmar que alrededor de 900.000 judíos murieron durante la Segunda Guerra Mundial a raiz de diversas causas (por enfermedades, por la guerra en si y también debido a "La política nazi"). En 1965 aparece su última obra "L´Operation Vicaire" (La operación Vicario), una crítica a la obra teatral de Rolf Hochhuth, "El Vicario". En julio de 1967 Rassinier muere dejando tras de sí no solamente una extensa bibliografía sino más bien una obra que trasluce coherencia y el profundo amor por la verdad de un pionero valiente.

Pero no solamente es en Francia donde aparecen autores que cuestionan toda la mitología de la Segunda Guerra Mundial. También en los años sesenta el autor judío alemán Josef Ginsburg publica tres libros cuyas tesis se oponen a la presunta "verdad histórica". En 1962 Ginsburg publica su obra "Schuld und Schicksal" (Complejo y culpa) bajo el pseudónimo de J.G. Burg. Posteriormente, en 1967 y 1968 aparecen "Sauendenboecke" (Chivo expiatorio) y "NS-Verbrechen" (Crímenes NS). Sus libros presentan el inconveniente de basarse en lo que ha leído en los periódicos y en sus experiencias como judío deportado a los territorios orientales ocupados por judíos y rumanos. Su ventaja radica por el contrario en ser un testimonio de primera mano. Cree que la guerra y la política alemana causaron la muerte de muchos judíos pero sin embargo los alemanes jamás planearon el exterminio. Según Ginsburg la cifra de judíos muertos se sitúa todo lo más en torno a los tres millones pero en realidad debe ser mucho menor. Tras la guerra Ginsburg marchó a Israel pero allí se convirtió en anti-sionista convencido y por ello regresó a Europa con su familia, montando en Munich una tienda de encuadernación. Debe destacarse que como premio a sus esfuerzos por conocer la verdad, Ginsburg, un hombre anciano y débil, recibió una paliza a manos de sus gamberros correligionarios mientras visitaba la tumba de su esposa en el cementerio judío de Munich.

Aunque pudiera parecer sorprendente Ginsburg no es el único caso de un judío que se enfrenta a las tesis oficiales del sistema. Roger Dommerque, miembro de una de las más ilustres familias de Francia y profesor de psicología en la Sorbona durante treinta años, ha expuesto numerosas veces en libros y artículos, en inglés y en francés, sus devastadoras criticas al marxismo, al capitalismo y a las maquinaciones de los banqueros judíos. En el tema que nos ocupa, resulta bastante clara su denuncia del mito del holocausto judío e incluso llega a justificar la subida al poder del nacionalsocialismo.

En 1968 apareció en los Estados Unidos la nueva edición corregida de "Advance to barbarism", escrito por el abogado e historiador británico F. J. P. Veale, sobre el mito de la extraordinaria "crueldad nazi" comparada con la de las democracias.

Un año después, y también en los Estados Unidos, le tocó el turno a "El Mito de los Seis Millones", obra anónima de calidad mediocre. La primera edición en castellano apareció en octubre de 1983 y debe entenderse como uno de los primeros balbuceos del revisionismo USA iniciado por Harry Elmer Barnes cuyo panfleto "Blasting the Historical Blackout" (No existe en español. Su título podría traducirse por "Rompiendo el silencio histórico") se encuadra dentro de una perspectiva más extensa que el simple estudio sobre los supuestos crímenes de guerra y se trata más bien de un análisis de la situación del revisionismo de entonces y de las tesis revisionistas en general.

En los setenta

Las obras más importantes de los años 70 aparecieron en la segunda mitad de la década. Como anticipo, en 1973, en Munich, Emil Aretz publica un libro titulado "Hexen - Einmal-Eins einer Luege" (Tampoco existe en español. Su titulo equivaldría a "La tabla de multiplicar de las brujas es mentira"). El contenido de este libro es más bien una defensa generalizada de la nación alemana y respecto al tema de los supuestos crímenes dice solo algo más que Rassinier. Aquel mismo año se publica una obra trascendente dentro del revisionismo histórico, mayormente por las repercusiones que tendría en el futuro. Su titulo "Die Auschwitz Luege" ("La mentira de Auschwitz" escrita por el campesino alemán Thies Christophersen.

Christophersen había sido soldado del ejército del Reich y varias veces durante la guerra pudo visitar Auschwitz. Es por tanto un testigo presencial. Este autor ya había sido condenado a cuatro meses de prisión por la publicación en alemán del libro "Nosotros los racistas" e igualmente había tenido problemas con las autoridades suizas e italianas al impedir estas la reunión en sus respectivos países del grupo dirigente de la revista "Die Bauernschaft" que edita Christophersen. La publicación de "La mentira de Auschwitz" le obligó a exiliarse en octubre de 1982 tras ser condenado a 18 meses de cárcel. Tras una irregular e ilegal expulsión de Bélgica, actualmente reside exiliado en Dinamarca. Como complemento a la obra de Christophersen en 1974 apareció en Inglaterra el opúsculo titulado "Did six million really died?" ("¿Murieron realmente seis millones?") bajo el pseudónimo de Richard Harwood. Su verdadero autor es un graduado de Historia del Arte por la universidad de Londres llamado Richard Verrall. Bajo el mismo pseudónimo, David McCalden publica en 1976 su panfleto "Nüremberg y otros procesos criminales de guerra. Una nueva visión". La primera obra ha sido traducida al francés, alemán, sueco, español, holandés, afrikaaner, italiano, griego, y finlandés. En Canadá y en Alemania está prohibido al igual que en Sudáfrica donde le fue cambiado el nombre con la intención de burlar la prohibición. Su valor reside en su gran poder de convicción, así como en su capacidad de síntesis y en el análisis de la cuestión ideológica que subyace tras todo este asunto.

Tres años después, en mayo de 1977, apareció en los Estados Unidos la primera edición de "The Hoax of the 20th Century" ("La Fábula del Holocausto") del ingeniero norteamericano Arthur R. Butz. Esta obra es uno de los más minuciosos estudios históricos sobre el tema de las pretendidas cámaras de gas. Alcanza una gran fama en los restringidos círculos revisionistas de entonces y hasta febrero de 1983 vendería en los Estados Unidos seis ediciones. En septiembre del año siguiente Wilhem Stäglich denuncia públicamente los procesos contra los crímenes nazis y el gigantesco fraude histórico perpetrado con el campo de prisioneros de Auschwitz. Aunque el Estado recortó en un veinte por ciento su pensión de jubilado, en diciembre del mismo año publicó su definitiva obra, un estudio de 477 páginas titulado "Der Auschwitz Mythos" cuya primera edición aparece en los Estados Unidos en diciembre de 1986. En diciembre de 1980 Stäglich tuvo que pagar una multa de 6000 marcos por "ofensas contra los judíos" (sic).

Al norte de los Pirineos

El revisionismo histórico fue extendiéndose como una balsa de aceite por todo el mundo y en enero de 1978 llego a Francia: el profesor Robert Faurisson, de la Universidad Lyon, denuncia públicamente el fraude de las cámaras de gas, levantando un tremendo revuelo en aquel país que no cesa cuando en junio del mismo año en un elaborado artículo de "Defense de l´Occident" afirma cosas parecidas. A partir de entonces publicó numerosas obras y opúsculos sobre el tema, haciendo caso omiso de la violentísima campaña levantada en su contra, que solamente en el año 1981 le supuso, tras cuatro juicios, pagar multas por valor de 50 millones de pesetas, cuatro meses de cárcel, y la expulsión de su trabajo. Desde 1978 se le prohibe enseñar literatura francesa y consultar los archivos de la universidad de Lyon, pese a que el rector de dicha universidad manifiesta "que Faurisson es inatacable, no ha cometido ninguna falta profesional ni se ha dedicado a enseñar a sus alumnos sus teorías sobre las cámaras de gas".

El caso de Robert Faurisson es el típico delito de opinión que fue castigado aún cuando los tribunales siempre admitieron no tener ni autoridad ni conocimientos para pronunciarse sobre el tema histórico que se debatía e igualmente ninguno se atrevió a decir que Faurisson era un embustero o un timador ya que ningún tribunal quiso decir si las cámaras de gas existieron realmente o no. En el verano de 1982 el estadounidense Journal of Historical Review publica un artículo de Faurisson que lleva por título "Es verdadero el diario de Ana Frank". Se trata de un minucioso estudio en el que el autor francés, experto y profesional de la critica de textos históricos, tras numerosas entrevistas a supuestos testigos presenciales se ve obligado a concluir que el famoso diario de Anne Frank "es solo un simple fraude literario". El opúsculo se hallaba tal y como se incluyó en el articulo en agosto de 1978, cuando fue enviado como tal, traducido al alemán, al juez Jurgen Rieger, ahogado defensor de Ernst Remer que había sido llevado a los tribunales por poner en duda la autenticidad del conocido diario. El juicio fue aplazado "sine die" lo cual constituye un éxito dada la manera en que suelen acabar casi todos estos juicios y teniendo en cuenta además, que el gobierno federal, a raíz de este juicio y por boca de su canciller Helmut Schmidt, se había pronunciado fuertemente a favor de la autenticidad del diario.

Siguiendo la ruta revisionista, en abril de 1979 le tocó el turno a España: al otro lado de los Pirineos aparece la primera edición de "El mito de los seis millones", obra del historiador revisionista español Joaquín Bochaca. Su temática resulta muy didáctica para iniciarse en el tema y en cierto modo abarca toda la cuestión en general, insistiendo en la perspectiva política del asunto cosa que suelen hacer muy pocos autores. Esta obra, que forma parte de una muy extensa bibliografía, se vio complementada en 1982 con su secuela "Los crímenes de los buenos" que constituye un análisis general de los crímenes del bando vencedor así como de las culpas en el desencadenamiento de la última guerra mundial.

Al año siguiente, nuevamente en los Estados Unidos, aparece otro libro de gran trascendencia. Se trata de "The Dissolution of the Eastern Jewry" ("La Disolución de la Judería Oriental"), de Walter Sanning. Es este sin duda el estudio demográfico mejor y más extenso sobre la situación de los judíos en Europa oriental.

Al servicio de la verdad

En los años ochenta el revisionismo da un gran paso adelante al dejar de ser una simple bibliografía para convertirse en una institución. Con esta idea nació en los Estados Unidos en 1979 el Institute for Historical Review (IHR) que pasará a ser el mayor centro de difusión mundial revisionista. Sus fundadores, muchos de ellos pacifistas, creen que la mejor manera de evitar las guerras es conocer las causas que las provocan y su intención es "poner de acuerdo la historia y los hechos". Atendiendo a estos principios el IHR creó el Journal of Historical Review y las IHR Newsletters. Además será el organizador de numerosas conferencias internacionales de autores revisionistas del mundo entero. Por todo ello y dada su creciente relevancia, el 4 de julio de 1984, fiesta de la independencia de los Estados Unidos, el IHR fue destruido a raíz de un atentado. Pese a que Irvin Rubin (jefe de la Liga de Defensa Judía) convoca una rueda de prensa diciéndose conocedor del verdadero culpable, un tal Larry Winston, miembro de la policía de Los Angeles, y aplaudiendo el atentado, la policía federal no interviene y, más aún, en el informe anual que el FBI realiza acerca del terrorismo dentro de las fronteras de los Estados Unidos ni siquiera se alude al atentado contra el IHR. A pesar del tremendo revés que esto supuso, un año después, entre los días 16 y 19 de febrero de 1985, tiene lugar la Sexta Conferencia Internacional Revisionista, dedicada esta vez al pionero del revisionismo Harry Elmer Barnes. En ella se tratan temas que van desde la política estalinista de hambre en Ucrania hasta los "juicios por sedición" de Roosevelt en los años 40. De acuerdo con las declaraciones del propio director del IHR Tom Marcellus los organizadores consideran la conferencia un éxito.

En la primavera de 1986 tiene lugar lugar la Séptima Conferencia Internacional Revisionista, ahora dedicada al antes mencionado F.A.P. Veale. Los temas tratados comienzan con una ponencia sobre el movimiento legionario rumano a cargo del exiliado rumano Dr. Alexander Ronnett. A esta le seguirán "El futuro de Sudáfrica" a cargo del británico Donald Martin, "Abraham Lincoln y los orígenes de la guerra civil" por Sam Dickson, una exhaustiva conferencia sobre Tito del historiador croata Ivo Omrcanin autor de quince libros y cuarenta artículos en siete idiomas, "Cuales son los verdaderos orígenes de la Segunda Guerra Mundial?" por el alemán Dr. Georg Franz Willing y por último la ponencia de Ted O'Keefe acerca de las conexiones entre el "Office of Special Investigations" y la policía secreta soviética demostrando que la deportación de ciudadanos americanos a la Unión Soviética bajo acusaciones de crímenes de guerra es una superchería. Naturalmente se habló del Holocausto, siendo este el terna que suscita mayor interés.

En 1987 es el departamento de estado el que intenta boicotear la Octava Conferencia Internacional Revisionista denegando el permiso de entrada en los Estados Unidos a tres de los principales asistentes: el economista argentino licenciado en Harvard Walter Beveraggi Allende, el alemán nacionalizado canadiense Ernst Zündel, cuyos escritos sobre la Segunda Guerra Mundial y la política internacional posterior le han valido una encarnizada lucha legal con el "Establishment" canadiense que más adelante detallaremos, y el escritor y analista político sudafricano Ivor Benson. Todos ellos entraron numerosas veces en los Estados Unidos. De hecho el Dr. Beveraggi Allende tiene una hija viviendo en ese país. Por fortuna dos de los asistentes más importantes consiguen escapar a la trampa del departamento de estado. Se trata de Henri Roques y del ya mencionado Robert Faurisson. Aunque este último ya nos es conocido, hablaremos del primero más adelante por constituir un caso bastante especial. La conferencia fue dedicada a Austin App, pionero del revisionismo actual y en ella también se recordó a François Duprat, historiador francés asesinado con un coche bomba el 18 de marzo de 1978 por el autodenominado "Comando del recuerdo". Como ponentes asistieron el general alemán Otto Remer, quien en su día desbarató el atentado del 20 de julio de 1944 contra Hitler; Bradley Smith, encargado del proyecto de organizar una radio revisionista y autor del libro "Confessions of a Revisionist Historian" (Confesiones de un historiador revisionista) en el que narra sus aventuras dentro del mundo revisionista, y el Dr. Karl Otto Braun, diplomático alemán retirado que reveló los entresijos de la red de espionaje del mundialmente famoso Richard Sorge a quien conoció personalmente durante su misión diplomática en Japón.

Hasta el día de hoy no se han celebrado más conferencias pero debe subrayarse que casi ningún periódico ni ningún otro medio de comunicación de importancia nacional o internacional notificó ninguna de las conferencias, pese a los intentos realizados desde las más altas esferas ofíciales para impedir los congresos.

Esperamos que haya quedado lo suficientemente claro que el revisionismo es un movimiento mundial que, independientemente de la ideología política de sus sostenedores, pugna por hacerse escuchar en medio de un escenario francamente hostil. Hasta qué punto este escenario es hostil lo saben mejor que nadie los propios revisionistas y por ello sería mejor que fueran ellos mismos los que nos lo contaran de viva voz y por ello, en su defecto, hemos creído necesaria la inclusión de un epígrafe que hable de la represión. De la represión que en todo el mundo padece el revisionismo histórico.

La represión

Quizás sorprenda al lector que en una época en la que todos los países que se precien de tales se insultan entre si cual verduleras achacándose siempre el ejercer la represión contra los disidentes del régimen, alguien pretenda algo parecido de naciones supuestamente libres de toda sospecha. Porque eso es precisamente lo que vamos a contar en las sucesivas líneas: la historia de cómo el sistema hace callar a los verdaderos disidentes, no a aquellos cuyas diferencias ideológicas con sus respectivos gobiernos se hayan integradas dentro la dinámica que marca el mismisimo sistema.

En primer lugar es necesario matizar que la represión del revisionismo no es un fenómeno aislado dentro de la política contemporánea, sino más bien una lucha encarnizada por sostener un "Establishment" cuyos fundamentos se tambalean violentamente. Durante la Segunda Guerra Mundial, en los países aliados se encarcelaba a todos aquellos a quienes la alianza de las democracias con el imperialismo soviético no parecía precisamente la mejor de las elecciones. La instauración del decreto "Regulación 18 b" en Inglaterra y los "juicios por sedición" en los Estados Unidos durante los años cuarenta son buenos ejemplos de ello. Comprendemos que el tiempo de guerra exige una legislación distinta a los tiempos de paz y que durante las guerra se llevan a cabo legalmente acciones que solo entonces serían posibles. No obstante a lo que nos oponemos sin paliativos es a que el mismo tipo de censura junto con, si cabe, una persecución más encarnizada todavía se ejerza en tiempo de paz incluso varias décadas después de finalizada la contienda. Las pasiones enconadas que despierta el tema de la Segunda Guerra Mundial dejan bien patente que fue un conflicto ideológico aún no resuelto, mayormente por subsistir las mismas contradicciones que la provocaron. De otro modo sería inexplicable que casi cincuenta años después de 1945 se siga haciendo "propaganda de guerra", bien en forma de libros o de películas cuyo carácter infantil y maniqueo "ad absurdum" debería aparecer bien claro a los ojos de todos, e igualmente sería inexplicable que el deparLamente de estado de los Estados Unidos despojara de sus derechos constitucionales a ciudadanos octogenarios para deportarlos hacia una muerte segura en países cuyas garantías para la celebración de un juicio justo son nulas (este es el caso de Artukovic y Demjamjuk), todo ello con la agravante de que la ilegalidad y turbidez de dichos juicios queda enmascarada por una atmósfera de histeria colectiva fomentada ex profeso por los medios de comunicación. Cuanto estamos diciendo queda aún más claro al ver que la persecución "legal" del revisionismo nace precisamente con él.

Ya Paul Rassinier sufrió juicios y persecuciones por expresar libremente sus ideas e incluso, lo que es bastante inusitado, por el solo hecho de intentar formarse una opinión. Uno siempre creyó que la gente era censurada por lo que había dicho y no por lo que pudiera llegar a decir. Tan sorprendente suceso tuvo lugar cuando el mismísimo gobierno germano-occidental negó a Rassinier el visado de entrada en el país para asistir como observador al circense juicio organizado en torno a los guardianes del campo de prisioneros de Auschwitz en 1964. Sin embargo el "historial delictivo" de Rassiníer comenzó, catorce años antes cuando en 1950 publicó '"Le Mensogne d'Ulysse". En dicha obra solo cuestionaba la existencia de las cámaras de gas diciendo que era "aún demasiado pronto para emitir un juicio definitivo". La frase, representativa del tono general del libro, destaca por su tibieza pero solamente esto bastó para desencadenar una violenta campaña de prensa así como acciones legales contra el escritor, el autor del prólogo y el propio editor, que desembocaron en multas y sentencias de prisión suspendidas a pesar de que al final fueran absueltos. Sin embargo, la saña contra Rassinier alcanzaría hasta expulsarle de la Asamblea Nacional Francesa bajo presión de los comunistas.

La historia de Rassinier es la historia de todos aquellos que se atrevieron a denunciar la verdad oficial. Así en 1959 un profesor de Hamburgo, Lothar Stileau, fue demandado por Otto Frank, padre de la famosa Ana Frank, por expresar ciertas dudas sobre la autenticidad del famoso diario. El profesor Stileau fue expulsado de su trabajo al tiempo que tuvo que pagar una multa y a presentar al señor Frank disculpas por escrito. Merece la pena subrayar que, a pesar de ser la sentencia favorable al señor Frank, cuando en marzo de 1977 fue entrevistado por el profesor Robert Faurisson, el señor Frank ocultó deliberadamente algunos hechos de interés (como por ejemplo la existencia de una tercera peritación del texto), los cuales fueron incluidos en el demoledor opúsculo de Faurisson "¿Es verdadero el diario de Ana Frank?". Como dijimos anteriormente, este folleto fue enviado en agosto de 1978 al juez por Jurgen Rieger, defensor ante un tribunal de Hamburgo de Ernst Remer, quien al igual que Stileau fue demandado por expresar públicamente sus dudas sobre la autenticidad del susodicho diario.

Años después, el 18 de marzo de 1978 , tuvo lugar uno de los casos más vandálicos contra del revisionismo. El profesor François Duprat, miembro del Consejo Político del Frente Nacional y responsable de la difusión en Francia de una serie de estudios negando el holocausto judío, fue asesinado en un atentado (una bomba instalada en su coche por un tal "Comando del recuerdo") cuando se hallaba preparando un libro sobre el "Holocausto". La persecución alcanzaría incluso a aquellos judíos que por su honestidad intelectual se destacaron en la denuncia de los fraudes sionistas. El ya mencionado Josef Burg pagó por preservar su decencia con el ostracismo y la calumnia. Fue expulsado de la Sociedad de Cultura Judía de Múnich, amén de ser apaleado, como ya hemos dicho, cuando se dirigía a depositar flores sobre la tumba de su esposa. Por si fuera poco se desató un boicot contra sus libros y contra las librerías que los vendían.

Un caso similar es el de Aldo Dami, medio judío, casado con una judía y ex cautivo en los campos de concentración alemanes. Tuvo que sufrir el silencio y el boicot por su obra "Le Dernier des Gibelins" en la que decía que el número de judíos muertos, por todas las causas, durante la Segunda Guerra Mundial solo pudo ascender a 400.000. Junto a Dami podemos mencionar a Oswald Rufeisen, judío a quien los alemanes condenaron a muerte por espía y que, tras la guerra, se convirtió al catolicismo ingresando en la orden del Carmelo como Padre Daniel Rufeisen. El Estado de Israel le denegó la nacionalidad israelí, por lo que marchó a Europa y allí, basándose exclusivamente en fuentes oficiales sionistas concluyó que, por todos los conceptos, no pudieron perecer en la Segunda Guerra Mundial más de tres millones de judíos. Otros casos similares son los de los judíos Benjamin H. Freedman y el Rabino Goldstein. Este último, denunció algunas exageraciones sionistas y fue depuesto de su cargo para, más tarde, sufrir un atentado a manos de sus propios correligionarios.

En octubre de 1978 el ex comisario de Asuntos Judíos del Gobierno de Vichy, Louis Darquier, consiguió atraer la indignación de la prensa del sistema al declarar que en Auschwitz solo se gasearon piojos, que las cámaras de gas del museo fueron construidas en la posguerra y que las fotos de atrocidades fueron adecuadamente falsificadas. Fue acusado, en medio de una atmósfera de histeria medieval, de fomentar el resurgimiento del nacionalsocialismo, todo ello acompañado de una extraordinaria campaña "informativa". Darquier escapó al lichamiento de la "justicia" francesa por estar refugiado en España.

Años después, ya en la década de los ochenta, la represión, a menudo brutal en contra del revisionismo histórico se iría acentuando más y más principalmente debido al auge de esta escuela de investigadores. En julio de 1980 y después de una demanda del consistorio central israelita de Bélgica, presidido por el judío Jean Bloch, se abre acción judicial contra Robert Debbaudt por publicar la "Carta al Papa" del General Léon Degrelle, referente a la visita de aquél al campo de prisioneros de Auschwitz. Se invoca el artículo 123 del Código Penal aplicado entonces por vez primera que prevé tres años de prisión para cualquiera que publique un texto de Leon Degrelle. Esta extraña ley se encuadra dentro de la poco conocida "lex Degrelliana" belga, que es, creernos, uno de los únicos casos de la historia mundial de una ley hecha "a medida". Ante la tremenda presión Debbaudt elige el exilio.

Casi un año después, en marzo de 1981, el editor Erwin Schönborn es condenado a dos años y ocho meses de prisión por haber enviado numerosas cartas y folletos en las que decía entre otras cosas que "ningún judío habla sido gaseado en un campo de concentración alemán". Schönborn ya había sido condenado a ocho meses de prisión por marchar en un grupo de diez personas en las que tres de ellas portaban una mascara de burro y un letrero que decía "Debo ser un asno, todavía creo que los judíos fueron gaseados en Alemania". Dentro de lo que cabe tuvo suerte pues un mes después de su segunda condena el gobierno federal preparaba un proyecto de ley que endurecía la persecución de ideas disidentes prohibiendo la simple reproducción de escritos nacionalsocialistas así como su importación. Bajo esta ley el profesor de gimnasia danés Povl Riis Knudsen fue arrestado en septiembre de 1978 por difundir escritos nacionalsocialistas en Alemania. Más tarde aparecería en dicho país una ley institucionalizando el delito de opinión: la "Auschwitz Mythus Gesetz" o "Ley del mito de Auschwitz" que prohibe expresamente contradecir la versión oficial sobre lo ocurrido en dicho campo de concentración. Con ello, Alemania Federal es uno de los primeros países que institucionaliza el delito de opinión. Junto a ella se encuentran Francia con la "Ley Pleven" y Dinamarca con su artículo 266 B del código penal. Concretamente en Francia existe el "delito de apología de crímenes de guerra o delitos de colaboración" así como el "delito de provocación a la discriminación, al odio y a la violencia". Bajo tan pomposos titulares el sistema condena por "racismo" o "apología del nazismo" a todos sus disidentes. La última nación en adherirse a tan democrática medida fue el Canadá con una ley especial contra la "Hatred propaganda" (propaganda del odio) que entró en vigor el 23 de diciembre de 1987 y que en su momento comentaremos.

Contra las cuerdas

El año 1981 resultaría de extrema dureza para uno de los principales puntales del revisíonismo mundial pues tan solo en este año el ya aludido profesor de la Universidad Lyon, Robert Faurisson tuvo que soportar cuatro juicios cuyo resultado fue de varios meses de cárcel, la expulsión de su trabajo, y multas por valor de 3.580.000 francos franceses (unos 50 millones de pesetas). El primero de ellos fue interpuesto por León Poliakov, científico y propagandista profesional judío que se querelló contra Faurisson y su editor por "difamación". Faurisson, en su libro "Memoria contra los que me acusan de falsificar la Historia" acusó a Poliakov de haber reproducido en su famosísima obra "Breviario del odio" diferentes versiones (todas falsas) del documento Gerstein al tiempo que le denunciaba como manipulador de textos y mentiroso. Según Faurisson "tenía tal cantidad de pruebas irrefutables que estaba en condiciones de demostrarlo ante cualquier tribunal... hasta un niño podría verlo". El hecho es particularmente importante pues Poliakov es director del "Centro Nacional de Investigaciones Científicas". Pese a que la acusación se percató de que el caso era indefendible, pese a que nunca respondieron a la acusación de manipulación de textos, pese a que Faurisson fue descrito como un personaje "diabólico de intenciones nazis", ¡Poliakov ganó el proceso! El tribunal alegó que este "había podido, sobre puntos de detalle, ignorar el rigor histórico, sin que sin embargo se pudiera decir que fuera un manipulador o falsificador de textos". De los cuatro juicios fue en el único en el que Faurisson estuvo presente y fue condenado a pagar 12.577 francos (unas 200.000 pesetas).

El 17 de diciembre de 1980 Faurisson pronunció por Radio Europa Número 1 un comunicado de unas sesenta palabras que decía lo siguiente: "Las pretendidas cámaras de gas hitlerianas y el pretendido genocidio de los judíos forman parte de una sola y misma mentira histórica, que ha permitido una gigantesca estafa político financiera de la que los principales beneficiarios son Israel y el sionismo internacional y de la que las principales víctimas son el pueblo alemán, no sus dirigentes, y todo el pueblo palestino".

Tras la oportuna demanda, el proceso fue iniciado por la "Amical Auschwitz" y a pesar de que Faurisson ha demostrado que toda la cuestión de las cámaras de gas es una solamente una estafa. Y agregó: "Yo afirmo que Nahum Goldmann y David Ben Gurion (que fue el presidente del estado pirata de Israel) son los que montaron y dirigieron la estafa de carácter internacional de la que obtuvieron primero el Estado de Israel y, después, gracias a sus relaciones de chantajes con Adenauer (Canciller de Alemania Occidental) la obtención de enormes reparaciones financieras de Alemania a Israel y a organizaciones sionistas. En 1976 Nahum Goldmann reveló en una larga entrevista llena de cinismo, como ellos habían jugado con Adenauer (ver "Le Nouvel Observateur" 25 de octubre de 1976). Cómo con frialdad de hombres de negocios (no como políticos o reclamadores de justicia) lograron el dinero, las presiones que utilizaron, etc.

Sin embargo el tribunal no mostró interés en conocer si lo que Faurisson decía era o no verdad. En su sentencia solamente afirmó que "la simple lectura de la frase de Faurisson constituye un grave atentado contra el honor de los judíos" y en consecuencia fue multado con 3.088.599 francos franceses (unos 40 millones de pesetas).

El tercer proceso contra Faurisson fue promovido por la LICRA (Liga Contra el Racismo y el Antisemitismo) bajo la acusación de "provocación a la discriminación racial, al odio y a la violencia racial" y esta vez los jueces, los mismos que en los dos juicios anteriores, "solo" le condenaron a pagar 419.300 francos (unos 6 millones de pesetas). Sin embargo el juicio que más extraordinariamente se desarrolló de todos cuantos hubo de padecer el profesor Faurisson fue el iniciado el 8 de julio de 1981 promovido por la LICRA, la "Amical Auschwítz" y otras siete organizaciones sionistas más. Desde la denuncia tardó dos años en celebrarse y, a pesar de que dichas asociaciones gastaron tiempo y dinero en buscar una sola prueba sobre las cámaras de gas solo pudieron presentar un montón de falsos testimonios. Faurisson fue acusado oficialmente de "daños" por las opiniones vertidas en 1979 en "Le Matin" y "Le Monde", así como de falsificar la Historia. El tribunal se declaró incompetente para juzgar la cuestión. No obstante la historiadora judía y gran especialista en la historia de la deportación Olga Wormser Migot escribió a Faurisson el 7 de septiembre de 1979, y aunque en su tesis de 1968 sobre las "cámaras de gas" manifestó que no existieron ni en Ravensbrück ni en Mauthausen (lo cual le valió serios problemas) en dicha carta decía: "La Historia ha de esperar a que el tiempo permita un estudio sin la agresividad de ciertos problemas de horror."

Faurisson presentó esta carta ante el tribunal como prueba de que la primera especialista en historia de la deportación no creía en la existencia de las cámaras de gas. Pero el tribunal sentenció que el acusado "había permitido con ligereza y con una conciencia clara dejar tomar sus argumentos a otros con la intención de hacer apología de los crímenes de guerra y la incitación al odio racial". Faurisson debió pagar una multa de 60,001 francos (un millón de pesetas).

Adviertase que la condena sobreviene por los usos que otros puedan hacer de argumentos propios. Asombroso y al mismo tiempo atentatorio contra el sentido común. Pero esto no es todo pues en una situación similar a la del caso Remer antes mencionado, Faurisson envió a Alemania Federal un informe de cinco páginas con sus conclusiones acerca de su investigación sobre la existencia de las cámaras de gas. Dicho informe fue firmado ante notario y remitido a dicho país amparándose en el "Journal Officiel de la República Francesa" según el cual una firma legalizada en Francia es también válida en Alemania Federal. El gobierno de Bonn se zafó alegando que "Faurisson" ¡Era un pseudónimo! y del mismo modo rechazaron el testimonio del profesor Arthur R. Butz.

Mentiras y más mentiras

En el año 1985 comenzarían los primeros balbuceos de lo que se ha dado en llamar el "affaire Roques" y que acabaría teniendo una repercusión en toda Francia y, por supuesto, en todo el mundillo revisionista. El 15 de junio de 1985 Henri Roques defendió su tesis doctoral ante un tribunal de la universidad de Nantes, demostrando que el "documento Gerstein" era una falsificación. Antes intentó hacerlo en la Sorbona, pero su director de tesis Jacques Rougeot, debido sin duda al carácter explosivo de la temática del trabajo, no consiguió convencer al número de personas necesarias para formar el tribunal. A principios de 1985 Roques propuso a Jean Claude Rivieré, profesor de Nantes, tomar el puesto de Rougeot como ponente de la tesis. Rivieré aceptó. Formó el jurado e incluyó como ayudante suyo asociado a Thierry Buron quien, por su condición de ayudante asociado, no tenía capacidad deliberadora a la hora de que el tribunal emitiera el resultado de sus deliberaciones. En Nantes aquel fue rápidamente constituido y Roques obtuvo la calificación de "trés bien" (que en francés significa "muy bien"). Aunque de momento no venga al caso diremos que el señor Buron no apareció ni durante la defensa de la tesis ni durante las deliberaciones del tribunal.

Sin embargo en octubre de 1985 la prensa francesa e internacional fue informada de la cuestión apareciendo como detonante un artículo muy hostil de George Weilers en la publicación "Mundo Judío". Para los periodistas la veda estaba ya abierta y el señor Roques fue invitado a la emisora de radio "Europe 1" de primera audiencia en Francia. El tropel de acusadores con el que el señor Roques se encontró carecía de argumentos para refutarle pero ello no impidió que el señor Claude Lanzmann (director del célebre film "Shoah" ("Holocausto") le tratara de "sucio hocico de rata" delante de seis millones de radio oyentes. Más adelante "Nouvel Observateur" le tachó de "falsario" al tiempo que "Liberation" calificaba sus tesis como "antisemitas". Estas graves acusaciones enfrascaron al señor Roques en una demanda contra "Le Nouvel Observateur" que llegaría hasta la primera cámara del tribunal de Primera Instancia de París. Como colofón, en julio de 1986 el ministro francés Alain Devaquet revocaba la defensa de la tesis tras una investigación de procedimiento ordenada por él mismo, a pesar de que Roques le acusa de ni siquiera haber leído la tesis. Curiosamente la firma del antes mencionado señor Buron, que recordemos que ni tenía capacidad deliberadora ni estuvo presente durante la ponencia, ¡Figuraba entre la de los miembros del tribunal! y además ... ¡Falsificada! Aunque se leía su nombre, la letra era de una persona totalmente distinta. Se encontró pues un defecto de forma y el 2 de julio de 1986 el señor Devaquet, ministro de Francia, pudo informar en rueda de prensa sobre el feliz hallazgo. Turbio y desvergonzado asunto como se ve.

Sin embargo el señor Roques recibió repentinas muestras de solidaridad que darían un súbito cambio a la cuestión. El 2 de agosto de 1986 el diario "Ouest France", uno de los de mayor tirada, publicó una larga entrevista con el historiador Michel de Bouard, ex deportado en Mathausen, antiguo miembro de la resistencia y Comandante de la Legión de Honor en la que decía que "la tesis es una buena edición critica..." así como otras opiniones favorables al señor Roques. Más adelante declaraba "el dossier (Gerstein) está podrido" e igualmente el 13 de septiembre de 1986 el académico Alain Decaux, en el diario de izquierda "Le Matin" le dedicaba palabras de apoyo y de encomio a su erudita labor. Por último en Suiza una capitana del ejército helvético, Mariette Paschoiud, elogió en un pequeño diario la tesis del señor Roques e incluso aceptó figurar junto a él en la conferencia de prensa que este dio en el Hotel Scribe de París y que le valió diversos problemas con la asociación "SOS Racismo". ¡En consecuencia fue abierta en Berna una investigación para determinar las posibles repercusiones de las opiniones de la señora Paschoud sobre sus funciones militares!

Cerca de la verdad. Como el lector habrá podido ir comprobando, resultan frecuentes los procesos de apariencia legal contra todas aquellas personas que cuestionan la verdad oficial de la Historia. Sin embargo sería en 1985 cuando el movimiento revisionista mundial, cuyo auge en alza ya no puede detenerse, protagonizara dos juicios en apariencia usuales pero de los cuales uno cobraría una dimensión trascendente. Ambos tuvieron lugar en Canadá. El primero, quizás el menos importante, comenzó en marzo de 1985 contra el profesor de Ciencias Sociales del "High School" de Eckville, Alberta, Jarnes Keegstra, acusado bajo el artículo 218.2 del código criminal canadiense, por "promover el odio contra un grupo determinado" concretamente entre los años 1978 y 1982. El segundo contra el publicista profesional germano canadiense Ernst Zündel por "difundir falsa información" publicando el antes mencionado opúsculo de Richard Harwood "Did six million really die?". Ambos acusados compartirían al abogado defensor Dough Christie.

El primer encausado, James Keegstra, ejerció el oficio de maestro durante veinte años. Se trataba de un hombre muy religioso y de moral intachable. A raíz de las acusaciones sobre él vertidas fue despedido de su trabajo al tiempo que el Ministerio de Educación le retiró su licencia de profesor amén de las presiones de índole personal tales como la violencia física contra sus hijos. Según la propia ley canadiense no se incita al odio cuando las afirmaciones se realizan de buena fe y por medios honestos, si lo dicho tiene importancia para el interés público o si se hace con la intención de suprimir el odio entre distintos grupos. Por ello la acusación intentó demostrar que los antisionistas odian visceralmente a todos los judíos y con esta intención el juez togado Larry Philippe llamó a declarar a veinte antiguos alumnos para que, públicamente, leyeran los apuntes tomados durante las clases impartidas por el acusado. La alumna Holly French declaró que aunque lo dicho en clase demostraba la existencia de una conspiración judía ella no odiaba a los judíos y que además los apuntes solo hacían referencia a los sionistas. De igual modo el alumno de veinte años Danny Desrosiers declaró al tribunal que de las notas tomadas se desprendía que no todos los judíos conocían la conspiración. Meses más tarde la alumna Gwen Mathews describió a Keegstra como "honesto, abierto, nada falso, muy inteligente y con una gran conciencia social". El profesor Dave Hoeksema, sustituto de Keegstra en la misma institución, declaró que no le gustaba que le hubieran expulsado y que era muy popular entre los alumnos, pero pese a todo finalmente era condenado aunque en ningún momento se especifica qué es lo que dijo que resultara falso o que incitara al odio.

Paralelamente al juicio de Keegstra, Ernst Zündel es juzgado bajo la sección 177 del código criminal canadiense por "difundir falsa información perjudicial para el interés publico racial y la tolerancia comunitaria". El proceso duró siete semanas y se convirtió en el centro de atención de los a tal número de revisionistas de todo el mundo. Ninguna otra persona había antes conseguido antes, alista bajo su causa a tal número de expertos de distintas partes del mundo en materias tan diversas, prescindiendo de sus puntos de vista políticos e ideológicos. Pese a todo, en un primer intento Zündel es condenado a quince meses de prisión. Su defensa apeló y, debido a graves errores legales en el procedimiento y también a la publicidad conseguida por los seguidores del encausado, el Tribunal de apelación de Ontario comienza un nuevo proceso bajo las mismas acusaciones el 18 de enero de 1988. Dicho proceso concluiría el 11 de mayo con la condena de Zündel a nueve meses de cárcel por difundir conscientemente falsa información. No obstante le fue concedida la fianza después de fírmar un documento comprometiéndose a no hablar o escribir nada sobre el holocausto hasta que no finalizara su proceso de apelación. Pese a todo el gobierno canadiense llevó a cabo presiones con el fin de expulsar a Zündel del Canadá, debido a su condición de emigrante, antes de que se leyera la apelación. A lo largo de este segundo proceso la acusación llamó a declarar a miembros de organizaciones masónicas que, según el cronista del diario norteamericano "The Spotlight", Michel Hoffman II, eran muy frecuentes en la sala.

Afuera, grupos provocadores de la organización sionista Liga Antidifamación, cuya tenebrosa historia excede los límites de este folleto, intentan agredir a Zündel y a sus guardaespaldas a la entrada del juicio. Delante de la casa de aquél se congregan fanáticos sionistas que profieren amenazas tanto verbales como telefónicas o mediante cartas. El ambiente era de extrema tensión. Para la acusación declara Raoul Hilberg, autor de la famosísima obra "La destrucción de los judíos europeos", pilar central de los sostenedores del fraude, quien cita el desprestigiado "documento Gerstein" a pesar de que fue en su momento fue rechazado como documento probatorio por el mismísimo Tribunal de Nüremberg. Al mismo tiempo el equipo de investigadores del profesor Faurisson, que va a declarar a favor de Zündel, no obtiene permiso para testificar. Los días 3 y 4 de febrero de 1988 el profesor Faurisson se entrevista en Boston con Fred A. Leuchter un ingeniero de 45 años residente en dicha ciudad y experto en el diseño y fabricación de instrumental de ejecución utilizado a lo largo de los Estados Unidos. Entre sus principales proyectos está el diseño de la nueva cámara de gas de la Penitenciaría Estatal del Estado de Missouri. Tras regresar al Canadá, Zündel solicita al profesor Faurisson que pida al ingeniero Fred Leuchter una peritación de experto sobre las supuestas cámaras de gas de Auschwitz, Birkenau y Majdanek.

La prueba definitiva

Leuchter aceptó la petición y después de pasar en Toronto un fin de semana revisando fotografías aéreas tomadas durante la guerra, así corno planos de los crematorios y de las pretendidas cámaras de gas, documentos relativos al gas Zyklon B y diapositivas tomadas por el investigador Ditlieb Felderer, el 25 de febrero de 1988 Leuchter salió para Polonia junto con su esposa Carolyn y un equipo de colaboradores. Regresó el 3 de marzo de 1988.

El informe presentado comprende 192 páginas incluidos los apéndices y sus conclusiones no dejan lugar a dudas: "no hubo cámaras de gas de ejecución en Auschwitz, Birkenau y Majdanek y las pretendidas cámaras de gas que hay allí no pudieron haber sido, ni entonces ni ahora, utilizadas o seriamente consideradas para funcionar como cámaras de gas de ejecución".

Los días 20 y 21, de abril de 1988 Fred A. Leuchter testificó en Toronto. Primero contestó a las preguntas de los abogados de Ernst Zündel, Dough Christie y sus ayudantes Keltie Zubko y Barbara Kulaszka, y luego fue sometido a las repreguntas del acusador John Pearson y su equipo en el que había numerosos consejeros judíos sentados justo detrás de él en la sala. Junto al profesor Faurisson, presente también en aquella sala, estaba un equipo de expertos revisionistas entre los que se contaba William Lindsey, jefe de investigación química de Dupont Corporation hasta su jubilación en 1985.

Después de Fred Leuchter declaró el Dr. James Roth (Ph. D. por la Universidad de Cornell) gerente de los Laboratorios de Análisis Alpha de Ashiand, Massachussetts, quien declaró que el análisis de las muestras de suelos, paredes y otras estructuras tomadas en el interior de las pretendidas cámaras revelaba la ausencia de rastros de cianuro. Era el fin de la mayor estafa de todos los tiempos. La ciencia había aportado una prueba definitiva, una prueba científica, acerca de la imposibilidad material de aquello que ha sido repetido durante tantos años. No se gaseó a nadie ni en Auschwitz, ni en otros campos alemanes. Como dice el Dr. Wilhelm Stäglich "la tesis del exterminio se mantiene o se cae con la afirmación de que Auschwitz era una fábrica de la muerte". Palabras similares podremos leer del Dr. Arthur R. Butz en su "Fábula del holocausto". Pero la imposibilidad de ganar aquel juicio procedía del campo político: no estaba dentro de lo ideológicamente factible que Zündel ganara el proceso. La historia se repite y, al final del proceso Ernst Zündel, en un tono absolutamente heroico, declara que el proceso "ha merecido la pena" porque en él se han sentado las bases científicas de la destrucción del fraude y ha servido para que David Irving, número uno de los historiadores en lengua inglesa y figura de renombre mundial, declare que el "Informe Leuchter" es un documento "demoledor" y cambie así de idea respecto a la veracidad del holocausto. Una nueva batalla ha sido librada esta vez con un saldo positivo dentro de lo que cabe. Sin embargo quedan aún muchas otras por delante.

Por todo lo que hemos visto podemos afirmar que la leyenda del pretendido "holocausto" judío no es sino una impostura, ya hace mucho desmontada, que ha recibido de manos de un ingeniero de Boston el golpe de gracia definitivo. Sin embargo la inmensa mayoría de la población mundial ignora todos estos hechos así como las importantísimas consecuencias que se derivan de alterar la Historia. Debemos de hacer llegar a todo el mundo la auténtica verdad de nuestro siglo así como desenmascarar a los benficiarios del fraude y sus móviles. La reconciliación entre los pueblos y la Paz mundial de la que hoy tanto se habla nunca serán posibles mientras en la raíz de todo anide la mentira. Es pues el Revisionismo ante todo una labor de Paz. Y esta no es sino el propósito de este texto.

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