Adolfo Agorio

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Tapa del libro de Agorio

Adolfo Agorio fue el caudillo, el Gran Hombre de los revolucionarios. Liberal batllista en la juventud, socialista en los años veinte, escéptico y nihilista destructivo en los años de entreguerra, simpatizante del fascismo luego.

A fuerza de buscarla, Agorio nunca encontró la Verdad. Leopoldo Lugones, Giovanni Papini, fueron otros tantos que abrevaron en distintas aguas, en un mundo de incertidumbres del que no fue ajeno Agorio. Porque la vida para ellos era "vivir peligrosamente". El sentido de la existencia era el ideal heroico en oposición a la vida burguesa, de chata mediocridad, y al hedonismo de la plebe. El culto a lo heroico era, para ellos, el rechazo del espíritu superficial y materialista, el desprecio por la seguridad. Esta se debía sacrificar por un ideal, por la acción.

Inicios intelectuales

Agorio se destacó como periodista, ensayista y crítico teatral. Fue, además, viajero incansable y entusiasta defensor del mundo de las Ideas. Formó parte del grupo de críticos y ensayistas que ascendió a la vida intelectual entre 1915 y 1920. Entre los que se destacaron encontramos a Dardo Regules, Gustavo Gallinal, Alberto Zum Felde, Antonio M. Grompone, Emilio Oribe y Horacio Maldonado.

La primera etapa intelectual, inscripta en las ideas liberales, transcurrió desde su ingreso en la redacción de "El Día", en 1914, hasta la publicación de la obra "Ataraxia" en 1923. Desde las columnas del diario batllista siguió el desarrollo de la Primera Guerra Mundial defendiendo la causa de los aliados y las ideas democráticas. Con la trilogía "La Fragua" (1915), "Fuerza y Derecho" (1916) y "La Sombra de Europa" (1917) ganó vasto renombre intelectual, tanto en Uruguay como en Europa. Como dato relevante cabe consignar que su primer libro fue prologado por el expresidente del Consejo de Ministros de Francia, J. Caillaux, y que en 1917 el gobierno de Clemenceau le otorgó la medalla de la "Reconnaisance National", en mérito a sus esfuerzos intelectuales favorables a Francia durante la guerra.

La trilogía mencionada reúne las crónicas e ideas que él escribiera sobre los sucesos de la guerra mundial. La guerra representó para Agorio la lucha entre la democracia y el militarismo imperialista encabezado por Alemania. "En la angustiosa partida –dice Agorio- se juega la suerte de las libertades humanas y de la democracia internacional". (1) Francia –que a fines de los años treinta representaría para el ensayista todos los males ideológicos del mundo contemporáneo- era en 1916 "la verdadera madre de nuestra alma", la que "nos ha formado en la escuela de la democracia".

Finalizada la guerra, los tiempos cambiaron. La causa aliada ya no fue objeto de atención para Agorio. En 1919 publicó "La Rishi-Abura. Viajes al país de las sombras", una novela de corte fantástico, metapsíquica y ocultista, donde se narraban las aventuras exóticas y siniestras de una bruja en los pantanos de la India.

Giro hacia el fascismo

La obra que lo apartó definitivamente del liberalismo y de la democracia fue "Ataraxia" (1923), publicada en Madrid. El desdén de Agorio hacia la democracia asumió un tono enfático. Lo único que producía esa forma de gobierno era medianía niveladora, el materialismo y el hedonismo del demos. Argumentaba que la ley del número excluía el perfeccionamiento selectivo y acarreaba la descomposición de los valores morales que hacían la verdadera esencia humana. "La democracia es la superchería que más ha perdurado a través de sus diversas formas contradictorias. (...) Es el invento por el cual se ha hecho creer a los pueblos que ellos gobiernan". Más adelante afirmaba que "faltaba la teoría que explique el fin del mundo por la democracia, que es la descomposición de todos los valores nobles que hacen la única dignidad del hombre".

La historia ha sido, entiende Agorio, la dominación de la estirpe de los amos sobre la estirpe de los esclavos. "Las muchedumbres, [que] son genéticamete ingratas", y no comprenden los verdaderos valores nobles, deben ser contenidas por una minoría que nació para dominarlas. Para encauzar la moral del rebaño que tiende a invadirlo todo nació el conductor, el Dictador. "La especie forja en los dictadores las defensas naturales contra ese culto excesivo del rebaño que convierte a los espíritus superiores en células muertas de un todo inorgánico".

En 1925 Agorio viajó a la Unión Soviética y escribió sus reflexiones en "Bajo la Mirada de Lenin" (1925). Para varios críticos –entre ellos Zum Felde- este libro era contradictorio con sus posteriores obras, donde exaltará el ideal fascista. Sin embargo, las contradicciones no eran tales. Para Agorio, la disciplina y el orden eran bienvenidos tanto si los establecía el comunismo o el fascismo. "Lenin hoy es tan fuerte como Marx, y querer modificarlo significa lo mismo que pretender corregir a Dios". Los comunistas, como los primeros cristianos, poseen una "disciplina de hierro" que "salvó entonces la integridad del espíritu" religioso, del mismo modo que "la inquisición roja constituyó un innegable factor de victoria para el bolchevismo". Por el contrario, "los partidos burgueses carecen de disciplina, porque no saben lo que quieren ni a dónde van"; a diferencia de estos, "ser miembro del Partido Comunista impone sacrificios, deber de responsabilidad de todo género". Si en esta argumentación sustituyésemos bolchevismo por fascismo, coincidiría perfectamente con lo que Agorio afirmará luego del ascenso de Mussolini y Hitler al poder.

Con la publicación de "Roma y el espíritu de Occidente" (1934), Agorio se consagró como un intelectual entregado al fascismo y al ideal ascético de la vida. Este libro constituyó, para su autor, lo que para Leopoldo Lugones fue el "Discurso de Ayacucho" (1924): había llegado la "hora de la espada" para las sociedades modernas. Una autoridad indiscutible, la voluntad de dominio del Estado, "se imponía como un medio de vivir socialmente". La civilización moderna podría resucitar si el Estado recuperaba el principio de autoridad, de manera que contuviera "los egoísmos primarios", el imperio de "las cosas materiales que perturban el verdadero significado de la vida humana". ( Occidente, que se hallaba inmerso en la decadencia moral y política por obra del liberalismo y de la demagogia democrática, sería salvado por el fascismo, que encarnaba los valores de la "Roma eterna". "´Roma o muerte´ es el lema que cobijó los prolegómenos de la revolución fascista, como un ideal de la suprema jerarquía del sacrificio contra el dominio de los bienes materiales. (...) Ahora es el Occidente entero, en esta hora de desfallecimiento, el que reclama la gracia espiritual de Roma, (...) la fuerza homogénea, recia, simbolizada por tres mil años de civilizaciones".

En julio de 1935 Agorio fue invitado como periodista, junto con otros colegas latinoamericanos simpatizantes de la Alemania nazi, a participar del primer viaje del Zeppelin Hindenburg entre Rio de Janeiro y Berlín. Durante su estadía en Alemania se publicaron en "La Mañana" artículos referidos a la situación política, los que posteriormente fueron recopilados en "Impresiones de la Nueva Alemania" (1935).

A su arribo, pronunció un discurso en la radio agradeciendo la recepción ofrecida por los alemanes del Tercer Reich. En la alocución criticó a la Alemania de Weimar, argumentando que estaba dominada por la banca extranjera y por las finanzas internacionales. Aquel era un país, decía Agorio, anarquizado por los partidos políticos, que habían aprovechado la política en beneficio propio. En cambio el presente, la Alemania de Hitler, mostraba la esencia del pueblo alemán. Los sucesivos artículos que Agorio envió a "La Mañana" enaltecían el régimen Nacionalsocialista, elogiaban el orden, la disciplina y el trabajo sacrificado, y ensalzaban el nacionalismo, la raza y la juventud alemana, pilares y símbolos de la "Nueva Alemania".

Fuentes

  • Agorio, A.; "La Fragua", Mdeo., Claudio García editor, 1915, p.39.
  • Agorio, A.; "Fuerza y Derecho", Mdeo., Claudio García editor, 1916, p.65.
  • Agorio, A.; "Ataraxia", Madrid, s/e, 1923, p.110.
  • Ibíd., p.145.
  • Ibíd., p.110.
  • Agorio, A.; "Bajo la mirada de Lenin", Bs. As., Editorial Pax, 1925, p.41.
  • Agorio, A.; "Roma y el espíritu de Occidente", Mdeo., Monteverde y Cía., 1934, p.113.
  • "Audacia"; junio de 1937, nº23, año II.
  • "Audacia"; julio de 1936, nº4, año I.
  • Caetano, G.; Jacob, R.; "El nacimiento del terrrismo. El golpe de Estado", tomo III, Mdeo., EBO, 1991, pp.140-141.
  • Caetano, G.; "La República conservadora", tomo II, Mdeo., Ed. Fin de Siglo, 1993, p.204.
  • Citado por Rocca, P.; "Carlos Real de Azúa: el pensamiento crítico", p.255. En: Raviolo, Heber; Rocca Pablo (directores); "Historia de la literatura uruguaya contemporánea", tomo II, Mdeo., EBO, 1997.
  • "Fragua"; 15 de marzo de 1940, nº18, año II.
  • Agorio, A.; "Ataraxia", op. cit., p.112.
  • "Audacia"; junio de 1937, nº23, año II.
  • "Corporaciones"; noviembre de 1936, nº9, año I.
  • "Fragua"; octubre de 1939, nº19, año II.

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