Antiperonismo

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Spruille Braden, embajador estadounidense, uno de los principales impulsores del antiperonismo.

El antiperonismo es una posición política que se caracteriza por una categórica oposición al peronismo, un partido político de la Argentina.

En 1955 a partir de una expresión usada en un programa humorístico, comenzó a llamarse gorilas a los sectores antiperonistas. Con el correr de los años el término pasó a ser utilizado por peronistas y no peronistas para denominarlos pero con un sentido despectivo.

Origen

El embajador estadounidense en Argentina, Spruille Braden,[1] en 1945 apoyó el movimiento antiperonista promoviendo una amplia coalición integrada por partidos políticos de izquierda y de derecha, el movimiento estudiantil, y las organizaciones empresariales. Estados Unidos impulsó el antiperonismo a través de su embajador como respuesta a la neutralidad mantenida por Argentina durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial por parte de los gobiernos (1939-1943) y el gobierno militar (1943-1946), así como las políticas industriales y sociales impulsadas por el peronismo.

Poco después la alianza antiperonista formó un frente electoral denominado la Unión Democrática para presentar en las elecciones del 24 de febrero de 1946, un candidato único contra la candidatura de Juan Domingo Perón apoyada por los sindicatos y un desprendimiento de la Unión Cívica Radical.

Pocos días antes de las elecciones Braden impulsó la invasión de la Argentina desde la OEA, mediante una publicación conocida como el Libro Azul. Juan Domingo Perón respondió con el argumento de la autodeterminación argentina frente al imperialismo norteamericano, postura que resumió en el eslogan "Braden o Perón". En las elecciones Perón triunfó en forma contundente con el 56% de los votos.

Características

La aparición del peronismo en 1945 en la Argentina produjo una clara división social y política de la población, entre peronistas y antiperonistas, con componentes altamente emocionales.

En términos sociales, el antiperonismo tiene un gran arraigo en la clase alta, en la que casi no hay simpatizantes peronistas, y una importante presencia en las clases medias urbanas, sobre todo de la Ciudad de Buenos Aires.

Si bien Perón era militar y hubo muchos militares peronistas, como los que defendieron al gobierno en el criminal bombardeo a la población civil del 16 de junio de 1955, el antiperonismo tuvo una gran presencia en las Fuerzas Armadas, y muy especialmente en la Marina. El almirante Isaac Rojas, el general Alejandro A. Lanusse y el general Jorge Rafael Videla mantuvieron una estricta posición antiperonista.

Los partidos políticos argentinos tendieron a dividirse en un sector abiertamente antiperonista y un sector más orientado a la convivencia y a establecer alianzas con el peronismo. La Unión Cívica Radical se dividió en 1957 y el sector antiperonista se organizó en la Unión Cívica Radical del Pueblo, liderada por Ricardo Balbín. El conservador Partido Demócrata Nacional también se dividió entre los que no se oponían al peronismo (Vicente Solano Lima) y los que mantenían una dura posición antiperonista encabezados por Thedy. El Partido Socialista también se dividió y el sector más antiperonista, liderado por Américo Ghioldi, se organizó como Partido Socialista Democrático, habiendo Ghioldi participado del Bombardeo a la Plaza de Mayo. El Partido Comunista también adoptó una posición radicalmente antiperonista representada por Victorio Coddovila.

El término "gorilas"

En 1955, poco antes del golpe militar que derrocó al presidente Perón, espontáneamente los antiperonistas comenzaron a llamarse a sí mismos "gorilas".

El término se hizo popular a raíz de su utilización en un popular programa cómico radial de la época llamado La Revista Dislocada, conducido por Délfor Dicásolo. El periodista Cristian Vitale relata las circunstancias del siguiente modo:

"Délfor Dicásolo la usaba mucho en sus tiras radiales diarias, por la popularidad que la palabra había adquirido en Marabunta, uno de los espectáculos más taquilleros de la época, que el mismo cómico había presentado en un teatro de la calle Corrientes. En uno de los sketches más graciosos de la obra, un científico alcoholizado lideraba una expedición en busca de un cementerio de gorilas. Y en el camino, cada vez que escuchaba un ruido, el investigador, con varias copas de más, repetía "deben ser los gorilas, deben ser". La frase se transformó por entonces en un dicho enormemente popular: no sólo provocó la aparición de una canción (Deben ser los gorilas) que vendió 60 mil copias en una semana, sino que dejó grabada una de las palabras con más peso simbólico de la historia política argentina".

Aldo Cammarota (1930-2002), guionista de la Revista Dislocada y él mismo activo político antiperonista, se ha atribuido personalmente la creación del término. En 1985, Cammarota contó el hecho en una columna escrita para el diario Clarín:

"En marzo de 1955, hice por radio (en La Revista Dislocada) una parodia de "Mogambo", una película con Clark Gable y Ava Gardner, que sucedía en África. En el sketch había un científico que ante cada ruido selvático, decía atemorizado: "deben ser los gorilas, deben ser". La frase fue adoptada por la gente. Ante cada cosa que se escuchaba y sucedía, la moda era repetir "deben ser los gorilas, deben ser". Primero vino un fallido intento de golpe y luego el golpe militar de 1955. Al ingenio popular le quedó picando la pelota: "deben ser los gorilas, deben ser". Los golpistas se calzaron gustosos aquel mote.

Con el paso del tiempo el término dejó de ser utilizado de modo autoreferencial, pero permaneció como expresión muy extendida para designar a los antiperonistas, a veces con una significación despectiva, y a veces para designar una marcada actitud antiperonista.

También se empezó a usar en algunos sectores para referirse, de un modo mas general, a los defensores de la derecha política y de medidas antipopulares y/o autoritarias.

Aspectos discriminatorios del antiperonismo

Algunos sectores antiperonistas desarrollaron posiciones discriminatorias de alto contenido emocional y gran difusión, en la que se considera a los peronistas como "negros", dándole a la palabra "negro" un sentido sumamente peyorativo.

En esta posición discriminatoria antiperonista se destaca el rechazo a un amplio sector social denominado peyorativamente como "cabecitas negras". El término cabecita negra fue aplicado por el antiperonismo para designar a las personas que migraron a a partir de la década 1930-1940 desde las zonas rurales y más atrasadas del país hacia las grandes ciudades y en especial Buenos Aires y se incorporaron como obreros industriales en las nuevas fábricas abiertas por el proceso de industrialización, dando lugar luego a las denominadas "villas" en el conurbano bonaerense a partir de la década de 1930. También se crearon fenómenos similares en las zonas aledañas a las demás ciudades más pobladas del país: Córdoba y Rosario principalmente. Formando así los conglomerados denominados Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, etc. Que son constituídos entonces, por la periferia de estas grandes ciudades. Social y culturalmente se diferenciaban de los trabajadores inmigrantes europeos que habían llegado a la Argentina en las décadas anteriores.

Otro término que esta ideología ha utilizado es la denominación de los peronistas como aluvión zoológico. También la frase ¡Viva el cáncer!, pintada en las paredes de las ciudades cuando Eva Perón moría de esa enfermedad, constituyó una manifestación extrema del antiperonismo.

El antiperonismo también representó a diversos sectores sociales, estudiantiles y políticos, que cuestionaban el carácter populista del fenómeno peronista.

Referencias

  1. Scenna, Miguel A. (1974), Braden y Perón, Buenos Aires: Korrigan

Bibliografía

  • Ciria, Alberto (1976). La Argentina dividida: peronistas y antiperonistas, Historia integral de la Argentina: etapa final de una experiencia. Buenos Aires: CEAL.
  • Scenna, Miguel A. (1974). Braden y Perón. Buenos Aires: Korrigan.

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