Argentinos blancos

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Argentinos blancos son los Argentinos de ascendencia predominantemente europea. Son los descendientes de colonos provenientes de España y Portugal durante el período colonial hasta 1810, y principalmente de inmigrantes de Europa y el Medio Oriente durante la gran gran ola inmigratoria que tuvo lugar al final del siglo XIX y principios del siglo XX.[1][2][3] Aunque no existen datos censales oficiales, algunas fuentes internacionales afirman que los argentinos blancos componen entre el 86,1%,[4] el 89,7%[5] o incluso hasta un 97%[6] de la población de Argentina.

Uso del término

Argentino blanco es un término que abarca las muchas colectividades de argentinos eurodescendientes -incluyendo a los Italo-argentinos, Hispano-argentinos, Franco-argentinos, Hiberno-argentinos, Germano-argentinos, y muchas otras- además de la mezcla entre ellas. Este término es más frecuentemente utilizado en bibliografía y artículos en idioma inglés[7] [8]. Su equivalente en idioma español, "argentino blanco", también aparece en cierta bibliografía argentina,[9] aunque no se lo utiliza en Argentina como un término legal ú oficial.

Otro equivalente en español podría ser "Criollo", pero ese vocablo originalmente se restringía a los descendientes de españoles nacidos en América, sin mezcla con amerindios ni negroafricanos. Dada la gran diversidad de orígenes étnicos de los inmigrantes europeos de los siglos XIX y XX en Argentina, "Criollo" no sería el término más exacto. Sin embargo, esta palabra es usada a veces por algunos autores hispanoparlantes como un sinónimo de Latinoamericano blanco, sin importar la etnia europea de origen.[10] Además, en Argentina el significado de la palabra Criollo fue cambiado intencionalmente durante los años de la gran ola inmigratoria -volviéndose ambiguo- para así incluir a todos los individuos nacidos en Argentina, sin importar la raza, en oposición a todos los llegados desde Europa y sus hijos, quienes fueron colectivamente llamados Gringos.[11]

Algunas definiciones de Argentino blanco incluyen a los judíos (tanto ashkenazies como sefarditas), provenientes de Europa, y a los árabes provenientes del Medio Oriente. Aunque estos grupos son algunas veces considerados no-blancos, en Argentina se los considera "blancos" por su similitud con otros pueblos europeos mediterráneos y en oposición a todos los otros grupos étnicos amerindios, mestizos, negroafricanos/mulatos y asiático-orientales. Lo mismo ocurre en el resto de América; por ejemplo, la Oficina de Censos estadounidense define a la población blanca como "que tiene orígenes en cualquiera de los pueblos originarios de Europa, el Medio Oriente, o el Norte de África."

Distribución

Como puede apreciarse claramente en esta escena callejera tomada en Rosario, Santa Fe, los argentinos blancos abundan en las principales ciudades y pueblos de la región centro-oriental del país, conocida como la Pampa Humeda.

Puede encontrarse argentinos blancos en cualquier parte del país, pero su concentración varía de acuerdo a la región. Dado que la principal puerta de entrada de inmigrantes al país fue el puerto de Buenos Aires, éstos se asentaron especialmente en la región centro-oriental llamada Pampas (las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa),[11] y en la región meridional llamada Patagonia (las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego), pues ésta se pobló principalmente por gente proveniente de las Pampas. También residen importantes contingentes de argentinos blancos en la región centro-occidental llamada Cuyo (las provincias de Mendoza, San Juan and San Luis) y en la región nor-oriental llamada Litoral (las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa).

También se pueden encontrar argentinos blancos en las capitales provinciales de la región nor-occidental: Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero; pero son muy escasos en las zonas rurales, sólo en algunos viñedos de la zona. Su menor presencia en esta región se debe a varias razones: ésta era la región más densamente poblada del país (principalmente por amerindios y mestizos) hasta la gran ola inmigratoria de 1857-1940, y además fue la zona donde los recién llegados europeos se asentaron menos.[11] Durante las últimas décadas, debido a la migración interna desde estas provincias norteñas, y debido a la inmigración desde Bolivia, Perú y Paraguay (que tienen mayorías poblacionales amerindias y mestizas[12][13][14]), el porcentaje de argentinos blancos en varios municipios del Gran Buenos Aires, y en las provincias de Salta and Jujuy ha disminuído significativamente.[15]

Estimaciones

Reina de la colectividad italiana en la Fiesta del Inmigrante en Oberá, Misiones. Se calcula que más de 20 millones de argentinos -un 52%- poseen al menos un antepasado italiano.[16]

Como ya se explicó en la introducción de este artículo, no existen datos censales oficiales sobre la cantidad o el porcentaje exactos de argentinos blancos en la actualidad; esto se debe a que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) argentino no realiza censos con categorías raciales, ni incluye preguntas sobre etnicidad en sus cuestionarios censuales. El reciente Censo Nacional efectuado el 27 de Octubre de 2010 sólo incluyó preguntas sobre Pueblos indígenas -completando la encuesta realizada en 2005- y sobre Afro-descendientes.[17]

Sin embargo, la mayoría de las fuentes internacionales coinciden en afirmar que los argentinos blancos conforman alrededor del 85% de la población de Argentina. Worldstatesmen.org -una enciclopedia en línea- estima un 89,7% (86,4% blancos europeos más 3,3% árabes),[5] y el World Fact File publicado por Dorling Kindersley Books también estima un 83%.[18] Otras enciclopedias también muestran porcentajes similares.[19]

El Joshua Project -que proporciona información sobre grupos étnicos de todo el mundo, con fines misioneros- afirma que los argentinos blancos, sumados a otros europeos y árabes en Argentina comprenden el 86,1% [4] de la población total. Este porcentaje no es explícito, pero tras algunos cálculos, los resultados son los siguientes: los "Argentinos Blancos" -el grupo étnico resultante del crisol de razas de la inmigración en Argentina- suman 29.102.000, o sea el 71,4% de la población. Los otros grupos étnicos europeos, sumados a los uruguayos blancos suman 4.805.600 (11.8%), y finalmente los árabes suman 1.177.100 más (2,9%). Si se suman todos estos grupos, se concluye que la población blanca de Argentina representaría 35.084.700 o el 86,1% de una población total de 40.769.430.

La obra Ethnic Groups Worldwide: A Ready Reference Handbook, esrita por David Levinson, también aporta una estimación de 85% de eurodescendientes en Argentina.[20] Otro trabajo, titulado Composición Étnica de las Tres Áreas Culturales del Continente Americano al Comienzo del Siglo XXI, el cual es un estudio muy completo y detallado sobre la composición étnica de Iberoamérica escrito por el académico mexicano Francisco Lizcano Fernández de la UAEM, también estima una población blanca del 87.8% residiendo en Argentina, o unas 32.551.000 personas en 2000. Esta cifra comprende 85% de Criollos (el término que él emplea como sinónimo de Blancos) más un 2,8% de árabes, que él clasifica como "Asiáticos".[10]

La cifra de 97%[6] provista por el CIA Factbook parece ser muy exagerada; o bien cuenta a las poblaciones blanca y mestiza juntas,[20] o es el resultado de la exitosa campaña implementada por la elite gobernante argentina a principios del siglo XX para presentar al país lo más blanco posible.[11] Esta fuente es frecuentemente consultada para muchos artículos periodísticos.[21]

Según una encuesta organizada por la consultora Cohesión Social, llevada a cabo en una muestra de 10.000 personas de 7 países latinoamericanos distintos, un 63% de los argentinos encuestados se autoidentificaron como "blancos".[22] Otros artículos estiman que un 75% - 80% de la población argentina sería blanca.[23]

Historia

Períodos Colonial y Post-independencia

La presencia de gente blanca en lo que hoy es Argentina comenzó en 1516, cuando el Adelantado español Juan Díaz de Solís exploró el Río de la Plata y lo llamó "Mar Dulce". En 1527, el explorador Sebastián Gaboto fundó el fuerte de Sancti Spiritus, cerca de Coronda, Santa Fe; éste fue el primer asentamiento español en suelo argentino. El proceso de ocupación española continuó con expediciones provenientes del Alto Perú (hoy Bolivia), que fundaron las ciudades de Santiago del Estero en 1553, y luego San Miguel de Tucumán (1565) y Córdoba (1573). Tomando Asunción como base de operaciones, otras expediciones españolas fundaron las ciudades de Buenos Aires (1580) y Corrientes (1588).

Aunque las estimaciones varían, es un hecho que la inmigración española desde la Península Ibérica hacia el Nuevo Mundo fue escasa durante todo el período colonial. Algunas estimaciones afirman que menos de 200.000 españoles llegaron a América durante el período 1509-1790.[24] Por el contrario, M. Mönier calculó que cerca de 437.669 peninsulares se asentaron en las posesiones americanas entre 1506 y 1650.[25] De este total, una cifra de entre 10.500 y 13.125 Peninsulares se establecieron en la región del Río de la Plata durante el siglo XVIII.[26]

General Manuel Belgrano (1770-1820), creador de la bandera argentina; su padre había nacido en Liguria, y su madre era una criolla de Santiago del Estero.

No fue hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, que se realizaron los primeros censos con clasificación de castas. El Censo ordenado en 1778 por el virrey Juan José de Vértiz en Buenos Aires reveló que, de una población total de 37.130 habitantes (incluyendo la ciudad y la campiña circundante), los españoles y criollos sumaban unos 25.451, o sea el 68,55% del total. Otro censo realizado en el Corregimiento de Cuyo en 1777 mostró que la población española/criolla alcanzaba los 4.491 (el 51,24%) de una población total de 8.765 habitantes. En Córdoba (ciudad y campiña) los españoles/criollos representaban el 39,36% (unos 14.170) de 36.000 habitantes.[27]

Sin embargo, estos censos generalmente se limitaban a las ciudades y las zonas rurales adyacentes, por lo que se sabe poco de la composición racial de extensas áreas del virreinato -como el Litoral, por ejemplo- aunque se supone que los españoles y criollos eran una minoría, con las otras castas conformando la mayoría. Cabe destacar también que, dado que una persona que era clasificada como peninsular o criollo tenía acceso a más privilegios en la sociedad colonial, muchos castizos (mestizos con fenotipo caucásico) compraban su limpieza de sangre. Este pasaje o cambio de casta fue bastante común durante el período colonial, así que algunas de las cifras citadas arriba podrían incluir castizos que "pasaron" y fueron censados como blancos.[27]

Pese a ser una minoría en términos demográficos, los criollos jugaron un rol protagónico durante el movimiento independentista que comenzó en 1810 y derivó en la independencia argentina de España en 1816. Los próceres argentinos Manuel Belgrano y José de San Martín, militares como Cornelio Saavedra, José Rondeau, Carlos María de Alvear y Miguel de Azcuénaga, y políticos como Juan José Paso, Mariano Moreno, Juan José Castelli, y Gervasio Posadas eran todos criollos de ascendencia española, italiana o francesa; algunos españoles también colaboraron con el movimiento, como Domingo Matheu y Juan Larrea. Sin embargo, el esfuerzo de guerra recayó sobre las poblaciones mestiza, mulata y negra, quienes componían la mayoría de las tropas durante las guerras de independencia, y sufrieron fuertes pérdidas de vidas, pues fueron frecuentemente utilizados como "carne de cañón".

Bartolomé Mitre (1821-1906), Presidente de Argentina (1862-1868); su familia tenía origen griego, originalmente apellidada Mitropoulos.[28]

En 1822, Bernardino Rivadavia -entonces Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires- ordenó a Ventura Arzac la realización de un nuevo Censo en la ciudad, y éste arrojó los siguientes resultados: la ciudad tenía entonces 55.416 habitantes, de los cuales 40.000 eran blancos (un 72,2%). De este total de personas blancas un 90% eran criollos, un 5% eran españoles, y el 5% restante era de otras naciones europeas.[29]

Pasadas las guerras por la independencia, sobrevino un largo período de feroz lucha interna. Durante el período 1826-1852, la lucha fue entre los Federales (aquellos quienes apoyaban las autonomías provinciales) y los caudillos Unitarios (quienes apoyaban un gobierno centralizado). Luego de la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852, y hasta 1861, el conflicto fue entre los autonomistas de la Provincia de Buenos Aires y el gobierno federal de la Confederación Argentina. Nuevamente, los líderes involucrados en la lucha fueron casi todos criollos de ascendencia española, siendo las tropas en su mayoría compuestas por mestizos y mulatos. Entre estos jefes criollos estaban: Juan Manuel de Rosas, Ángel Pacheco, Facundo Quiroga, Juan Lavalle, Gregorio Aráoz de Lamadrid, Pedro Ferré, Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Santiago Derqui, etc. Durante este período algunos europeos se establecieron en el país, en varios casos porque fueron contratados por los gobiernos locales. Entre ellos se destacan: el litógrafo saboyano Charles H. Pellegrini y su esposa irlandesa Maria Bevans (padres del futuro Presidente Carlos Pellegrini), el periodista napolitano Pedro de Angelis, y el médico/zoólogo alemán Hermann Burmeister.

Una estimación realizada por José Ingenieros afirma que en 1826 el territorio argentino estaba poblado por 630.000 personas, de las cuales sólo 13.000 eran blancas. Si estas cifras son correctas, la población blanca representaba un mero 1,66% del total.[30] Según los cálculos del historiador John W. White, estos porcentajes apenas se habían alterado para 1852; de un total de 785.000 habitantes, unos 22.000 -sólo el 2,8%- eran blancos (divididos en 15.000 criollos y 7.000 europeos).[31]

Debido a la larga lucha civil, casi no hubo recursos económicos ni estabilidad política para realizar ningún censo hasta la década de 1850, cuando se realizaron varios censos provinciales. De todos modos, estos censos no continuaron con la clasificación en castas típica del período pre-independencia. El segundo censo post-independencia realizado en Buenos Aires tuvo lugar en 1855; éste reveló que 26.149 europeos residían en la ciudad. Entre los nacionales no hay distinción de raza, pero sí se distingue entre alfabetizados y analfabetos; cabe recordar que en ese tiempo la educación formal era un privilegio casi exclusivo de los sectores más pudientes de la sociedad, que eran predominantemente blancos. Si se suman a los residentes europeos con los 21.253 alfabetizados argentinos registrados en el censo, se podría estimar que había unas 47.402 personas blancas residiendo en Buenos Aires en 1855; ellas comprendían el 51,58% de una población total de 91.895 habitantes.[32]

La gran ola inmigratoria desde Europa (1857-1940)

General Julio A. Roca, Presidente de la Nación (1880-1886); él comandó la Conquista del Desierto en 1879, que permitió que Argentina ocupara nuevas tierras para que los inmigrantes las compraran y cultivaran.

En Febrero de 1856, el gobierno municipal de Baradero otorgó tierras para el asentamiento de diez familias suizas en una colonia agrícola cerca del pueblo. Más tarde ese mismo año, inmigrantes suizos fundaron otra colonia en Esperanza, Santa Fe. A pesar de estas aisladas iniciativas provinciales, no fue hasta que la Confederación Argentina y la Provincia de Buenos Aires se unieron definitivamente en 1862 -y pudo establecerse un gobierno central fuerte- que los presidentes Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda implementaron políticas que incentivaron la inmigración europea masiva. En 1876, durante el período presidencial de Avellaneda, el Congreso votó y sancionó la nueva Ley 817 de Immigración y Colonización. Durante las siguientes décadas, olas de colonos europeos se instalaron en Argentina.

Reunión de inmigrantes italianos en el barrio de La Boca.

Los datos proporcionados por la Dirección Nacional de Migraciones argentina afirman que Argentina recibió un total de 6.611.000 inmigrantes europeos y del Medio Oriente durante el período 1857-1940.[33] El principal grupo inmigrante fueron casi tres millones de italianos llegados durante este período (un 44,9% del total); inicialmente provenían de las regiones de Piamonte, Véneto y Lombardía, y después de la Campania, Calabria y Sicilia.[34] El segundo grupo en importancia fueron los dos millones de españoles (31,4% del total); la mayoría eran gallegos y vascos, pero también llegaron asturianos, cántabros, catalanes y andaluces). En números más pequeños pero significativos llegaron unos 230.000 inmigrantes franceses (principalmente de la región de Occitania) y 180.000 polacos. Desde el Imperio Ruso vinieron unas 177.000 personas (el 2,6%); no eran solamente rusos étnicos, sino también ucranianos, bielorrusos, alemanes del Volga, lituanos, etc. Del Imperio Otomano el aporte fue principalmente de armenios y árabes (en su mayoría de Líbano y Siria), en total unos 174.000 (2,6%). Muy de cerca en números siguen los provenientes del Imperio Alemán, unos 152.000 (2,2%). Del Imperio Austro-Húngaro vinieron unas 111.000 personas (1,6%), repartidas entre austríacos, húngaros, croatas, bosnios, serbios, rutenos y montenegrinos. Entre los 75.000 inmigrantes británicos hubo muchos provenientes de Inglaterra y Gales, pero la mayoría eran irlandeses que escapaban de la hambruna de la papa o del dominio británico. Otros grupos menos numerosos fueron los portugueses (65.000), los eslavos de la ex-Yugoslavia (48.000), los suizos (44.000), los belgas (26.000), los dinamarqueses(18.000), estadounidenses (12.000), los holandeses (10.000), y los suecos (7.000). Hasta pueden encontrarse colonos de Australia y Bóers de Sudáfrica en los registros de inmigración argentinos.

Dentro de los inmigrantes provenientes de los Imperios Alemán y Ruso había también muchos (judíos askenazis), y de la región siria del Imperio Otomano vinieron también judíos sefardíes. En Argentina reside la quinta comunidad judía más numerosa del mundo.

Este flujo migratorio tuvo principalmente dos efectos en la demografía argentina:

1) El crecimiento exponencial de la población del país. En el primer Censo Nacional de 1869 la población argentina era de sólo 1.877.890 habitantes; en 1895 se había duplicado a 4.044.911, en 1914 había alcanzado los 7.903.662, y para 1947 se había vuelto a duplicar, alcanzando los 15.893.811. Se estima que para 1920, más de la mitad de la población residente en la ciudad de Buenos Aires era extranjera. De acuerdo a la estimación de Zulma Recchini de Lattes, si esta gran ola inmigratoria desde Europa y el Medio Oriente no hubiera ocurrido, la población de Argentina para 1960 no hubiera llegado a los 8 millones, mientras que el Censo Nacional efectuado ese año dió como resultado una población de 20.013.793 personas.[35]

El impacto de la inmigración europea sobre la composición étnica argentina ya era reconocido internacionalmente a principios del siglo XX. Este mapa, publicado por Lothrop Stoddard en su libro The Rising Tide of Color Against White World-Supremacy (1920), muestra en rojo que las Pampas, Cuyo y la Mesopotamia argentinas -junto con Uruguay, el sur de Brasil y el centro de Chile- eran consideradas regiones con mayoría de raza blanca en sus poblaciones.

2) Un cambio radical en su composición étnica; El Censo Nacional de 1914 reveló que cerca del 80% de la población nacional estaba compuesta por inmigrantes europeos, o bien sus hijos y nietos.[36] Del 20% restante (los descendientes de la población local anterior a la gran ola inmigratoria), aproximadamente un tercio eran blancos. Puesto en números, esto significa que en 1914 alrededor del 86,6% de una población de 7.903.662, o sea unas 6.844.000 personas residentes en Argentina eran de raza blanca.[37]

La distribución de estos inmigrantes no fue uniforme a lo largo del país; la mayoría de los recién llegados se asentaron en las ciudades costeras y las praderas de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Por ejemplo; el Censo Nacional de 1914 demostró que, de casi tres millones de personas -2.965.805 para ser exactos- que vivían en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, 1.019.872 eran inmigrantes europeos, y un millón y medio más eran hijos de madres europeas. Por lo tanto, los blancos representaban el 84,9% de la Pampa Gringa, tal como se la llamó. Pero esta no era la misma situación en las áreas rurales de las provincias del Noroeste; allí los inmigrantes (en su mayoría de origen sirio-libanés) comprendían sólo un 2,6% (unos 15.600) de una población rural total de 600.000 personas en Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.[11][38]

La inmigración europea siguió siendo la fuente de más de la mitad del crecimiento demográfico del país durante la década de 1920, y continuó siendo importante -aunque en menor cantidad- tras la Segunda Guerra Mundial.[36]

Origen de los inmigrantes hasta 1940

Inmigración Neta por Nacionalidad (1857–1940)
País de Origen Cantidad Total de Inmigrantes Porcentaje del total
Italia 2.970.000 44,9%
España 2.080.000 31,5%
Francia 239.000 3,6%
Polonia 180.000 2,7%
Imperio Ruso (1) 177.000 2,7%
Imperio Otomano (2) 174.000 2,6%
Imperio Alemán 152.000 2,3%
Austria-Hungría (3) 111.000 1,7%
Reino Unido (4) 75.000 1,1%
Portugal (5) 65.000 1,0%
Yugoslavia (6) 48.000 0,7%
Suiza 44.000 0,7%
Bélgica 26.000 0,4%
Dinamarca 18.000 0,3%
Estados Unidos 12.000 0,2%
Países Bajos (7) 10.000 0,2%
Suecia 7.000 0,1%
Luxemburgo[39] (8) 1.000 0,02%
Otros 222.000 3,4%
Total 6.611.000

Fuente: Dirección Nacional de Migraciones, 1970.

(1) Esta cantidad incluye a ucranianos, alemanes del Volga, bielorusos, polacos, lituanos, etc. que ingresaron a Argentina con pasaporte del Imperio Ruso.
(2) La diferenciación entre turcos, palestinos, sirios, libaneses, árabes o armenios, comenzó a hacerse localmente recién después de 1920. Hasta ese entonces, todos los inmigrantes provenientes del antiguo Imperio Otomano tenían pasaporte turco, y esto causó que incluso hoy en día las personas de ascendencia árabe sean coloquialmente llamadas "turcos". De hecho, cada inmigrante se identificaba por su aldea de origen.
(3) Esta cifra incluye a todos los pueblos que vivieron dentro de los límites del Imperio Austro-Húngaro entre 1867 y 1918: austríacos, húngaros, checos, eslovacos, eslovenos, croatas, bosnios, rutenos y gente de las regiones de Voivodina en Serbia, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania en Rumania, y Galitzia en Polonia.
(4) El Reino Unido abarcó Irlanda hasta 1922; es por esto que la mayoría de los inmigrantes británicos-apodados "ingleses"- eran en realidad irlandeses, galeses y escoceses.
(5) Portugal poseyó hasta 1974 las siguientes colonias: Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Macao, Mozambique, Santo Tomé y Principe, y Timor Oriental. Por esto, algunos de los "Portugueses" podrían ser de hecho mulatos caboverdianos.
(6) Yugoslavia se desintegró en 1992 formando cinco estados independientes: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, ARYM y Serbia. A estos se agregaron Montenegro en 2006 y Kosovo en 2008.
(7) Los inmigrantes provenientes de los Países Bajos eran casi todos frisones.
(8) Alrededor de un 0,5 % de la población total de Luxemburgo emigró a Argentina durante la década de 1880.

Segunda ola inmigratoria después de la Segunda Guerra Mundial

Mauricio Macri -actual presidente del país- es hijo del empresario Francisco Macri, quien nació en Roma y emigró a Argentina en 1949.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, muchos europeos huyeron a Argentina, escapando del hambre y la pobreza del período de post-guerra. Según los datos brindados por la Dirección Nacional de Migraciones, durante el período 1941-1950 al menos 392.603 europeos ingresaron al país: 252.045 italianos, 110.899 españoles, 16.784 polacos, 7.373 rusos y 5.538 franceses.[40] Entre los inmigrantes italianos célebres de este período figuran el cantante de protesta Piero De Benedictis (emigró con sus padres en 1948),[41] los actores Rodolfo Ranni (emigrado en 1947)[42] y Gianni Lunadei (1950),[43] César Civita (1941),[44] el empresario Francisco Macri (1949),[45] Pablo Verani (1947),[46] y el músico rockero Kay Galiffi (1950).[47]

Argentina recibió además a miles de alemanes y judíos ashkenazis, quienes llegaron en bancarrota -como Oskar Schindler y su esposa, por ejemplo-. Entre los inmigrantes alemanes hubo cientos de funcionarios y jerarcas acusados de criminales de guerra por los vencedores de la contienda. Tal fue el caso de Adolf Eichmann, Josef Mengele, Erich Priebke, Rodolfo Freude (quien fue el primer director de la Secretaría de Inteligencia del Estado), y el líder croata, Ante Pavelić -entre otros- entraron al país en este período. Todavía hoy es materia de debate si el gobierno argentino de ese entonces estaba enterado de la presencia de estas personas en suelo argentino; pero el hecho concreto es que Argentina les acogió a lo largo de varias décadas.[48]

Presidente de-facto Leopoldo Galtieri (1926-2003), de ascendencia italiana.[49]

Los argentinos blancos probablemente hayan alcanzado a representar el 90% de la población para el momento en que se realizó el Censo Nacional de 1947. El flujo de inmigrantes europeos continuó durante los años 1950, pero -comparado con la década anterior- es evidente que estaba disminuyendo considerablemente. El Plan Marshall implementado por Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental a recuperarse de las consecuencias de la guerra estaba dando resultados, y la emigración ya no era tan necesaria. Durante el período 1951-1960, sólo 242.889 europeos llegaron a Argentina: 142.829 eran italianos, 98.801 eran españoles, 934 franceses, y 325 polacos. En la década siguiente (1961–1970), la cantidad total de inmigrantes europeos apenas alcanzó los 13.363 (9.514 españoles, 1.845 polacos, 1.266 franceses y 738 rusos).[40]

Raúl Alfonsín (1927-2009) primer Presidente democrático luego del Proceso (1983-1989). Su padre tenía ascendencia gallega[50] y alemana, y su madre era descendiente de galeses.

Durante los años 1970, la inmigración europea fue casi inexistente; la lucha intestina dentro del peronismo -provocada por el intento de la organización terrorista Montoneros de apoderarse del movimiento fundado por Juan Domingo Perón- y la proliferación de las guerrillas marxistas desencadenó una suerte de guerra civil que obligó a las Fuerzas Armadas del país a tomar el control del gobierno para evitar el caos social. Tal situación interna alentó más la emigración europea que la inmigración, y esto se vio reflejado en los números: durante el período 1971-1976 al menos 9.971 europeos abandonaron el país.[40] Además, entre los años 1976 y 1981, miles de argentinos blancos -y numerosos europeos- fueron capturados y ejecutados por desarrollar actividades subversivas en contra del Estado nacional.

Inmigrantes latinoamericanos blancos

Como ya se explicó en la sección "Distribución", a partir de la década de 1960 hasta la actualidad, la fuente principal de inmigración cambió de Europa a los países limítrofes sudamericanos. Durante el período intercensal entre 1895 y 1914, los inmigrantes europeos comprendían el 88,4% del total, y los inmigrantes lationamericanos representaban sólo el 7,5%. Para el decenio 1960-1970, esta tendencia se había revertido completamente: los inmigrantes latinoamericanos eran el 76,1% y los europeos un mero 18,7% del total.[51]

Dado que las principales fuentes de inmigrantes sudamericanos desde los años 1960 han sido Bolivia, Paraguay y Perú, la mayoría de estos inmigrantes son amerindios o bien mestizos, porque estos grupos conforman las mayorías étnicas/raciales en sus países de origen.[12][13][14] La creciente cantidad de inmigrantes de estos países ha provocado que el porcentaje de argentinos blancos se esté reduciendo significativamente en ciertas áreas del Gran Buenos Aires; principalmente en los partidos de Morón, La Matanza, Escobar y 3 de Febrero, y en los barrios porteños de Flores, Villa Soldati, Villa Lugano y Pompeya.[15] Desafortunadamente, muchos amerindios o mestizos de origen boliviano/paraguayo/peruano han padecido discriminación y violencia racista [52][53] o han sido víctimas de esclavitud sexual[54] y trabajo forzado en talleres textiles clandestinos.[55]

Natalia Oreiro es una actriz/cantante uruguaya blanca descendiente de gallegos, italianos y franceses; reside en Argentina desde 1993, y está casada con Ricardo Mollo, el guitarrista de Divididos.

Sin embargo, no debe caerse en generalizaciones; algunos inmigrantes de raza blanca nacidos en Bolivia, Perú y Paraguay han ingresado a Argentina. Entre los inmigrantes paraguayos, por ejemplo, ha habido muchos con ascendencia alemana y eslava, apellidados Hoffmann, Schneider o Surnyak. Otro ejemplo es el reconocido actor Arnaldo André, quien inmigró en los años 1970 y ha desarrollado una larga y exitosa carrera en Argentina.

Los inmigrantes uruguayos constituyen un caso muy distintivo, porque pueden no ser notados cono "extranjeros". Uruguay recibió una gran parte del mismo flujo inmigratorio que cambió el perfil étnico de Argentina, por lo que la gran mayoría de los uruguayos son blancos. De acuerdo a la última encuesta de hogares realizada en 2006, la población autorreconocida como blanca en Uruguay comprende un 87,4%[56] del total. Además, uruguayos y argentinos hablan la misma variedad lingüística; el español rioplatense, el cual está fuertemente influenciado por los patrones de entonación de los dialectos meridionales del idioma italiano.[57] A diferencia de los muchos casos de discriminación racista contra bolivianos, paraguayos y peruanos, los uruguayos no han sufrido casos de racismo o xenofobia en su contra.

Según la colectividad uruguaya, 218.000 uruguayos migraron a Argentina entre 1960 y 1980.[58] Los censos oficiales muestran un lento crecimiento de los inmigrantes uruguayos: 51.100 en 1970; 114.108 en 1980 and 135.406 en 1991; pero el Censo Nacional de 2001 evidenció un leve descenso: 117.564.[59] Otras fuentes estiman el número de uruguayos blancos y sus descendientes en 727.000.[4] Entre los inmigrantes uruguayos que se han establecido, desarrollado sus carreras profesionales, y tenido sus hijos en Argentina, podemos encontrar a: el periodista deportivo Víctor Hugo Morales, el actor/comediante Berugo Carámbula, su hijos María y Gabriel Carámbula, la actriz/cantante Natalia Oreiro, las actrices China Zorrilla y Adela Gleijer, los actores Osvaldo Laport y Juan Manuel Tenuta, entre muchos otros.

Argentina también ha recibido gente blanca de otros países latinoamericanos, como Chile y Cuba. Las estimaciones de población blanca de Chile oscilan entre porcentajes mayoritarios del 52,7%,[10] 60%[60] y hasta un máximo del 90%[61][62], mientras que los estudios genéticos realizados con fines epidemiólogicos también coinciden con un predominio del componente europeo del 64%.[63]. Por todo esto, podría estimarse que al menos la mitad de los inmigrantes chilenos (212.429 en 2001[59]) y sus descendientes en Argentina podrían ser de raza blanca. Según su último censo oficial (2002), Cuba posee una mayoría poblacional blanca del 65.06%;[64] aunque algunas fuentes externas la reducen al 37%.[10] Entre los inmigrantes blancos de esta nacionalidades, podemos mencionar a la modelo/DJ chilena Cecilia Amenábar (quien fue esposa de Gustavo Cerati y tuvo dos hijos con él), María Ostoić - madre del ex-presidente Néstor Kirchner (nacida en Punta Arenas en una familia de ascendencia croata)- y al neurocirujano cubano Roberto Quiñones (hijo de la disidente cubana Hilda Molina; está casado con una argentina blanca, y juntos tienen dos hijos.[65])

Tercer ola inmigratoria desde Europa Oriental (1994-2000)

Presidente Carlos Menem (1989-1999); sus padres eran de ascendencia siria. Ofreció a la Unión Europea ser receptor de inmigración de Europa Oriental en 1992.

En 1992, luego de la caída de los régimenes comunistas en la Unión Soviética y sus aliados, los gobiernos de Europa Occidental estaban preocupados por un posible éxodo masivo desde Europa Oriental y Rusia. El entonces Presidente Carlos Saúl Menem -en el marco político de sus relaciones carnales con el Mundo Occidental- ofreció recibir parte de esa ola emigratoria en Argentina. El 19 de diciembre de 1994, se promulgó la Resolución 4632/94, autorizando un "tratamiento especial" para todos los postulantes que desearan emigrar desde las repúblicas que conformaban la ex-Unión Soviética. En resumen, desde enero de 1994 hasta diciembre de 2000, un total de 9.399 europeos orientales viajaron y se establecieron en Argentina. De este total, 6.720 eran ucranianos (71,5%), 1.598 eran rusos (17%), 160 eran rumanos (1,7%), 122 búlgaros (1,3%), 94 armenios (1%), 150 georgianos/moldavos/polacos (1,6%) and 555 (5,9%) viajaron con el pasaporte soviético.[66]

Un 85% de los recién llegados tenían menos de 45 años, y un 51% tenía educación terciaria, por lo que la mayoría se integraron rápidamente en la sociedad argentina, aunque algunos debieron trabajar por sueldos más bajos de lo esperado al principio.[67] Entre ellos, había 200 familias rumanas de gitanos que llegaron en 1998, y 140 rumanos gitanos más que emigraron a Uruguay en 1999, sólo para ingresar a Argentina más tarde cruzando el río Uruguay por Fray Bentos, Salto o Colonia.[68]

Después de esta ola proveniente de Europa Oriental, la inmigración blanca/europea a Argentina no se ha detenido. De acuerdo con la Dirección Nacional de Migraciones, unos 14.964 europeos se han asentado en Argentina (3.599 españoles, 1.407 italianos y 9.958 de otros países) durante el período 1999-2004. A esta cifra pueden agregarse parcialmente unos 8.285 estadounidenses y 4.453 uruguayos, dado que estos países tienen mayorías poblacionales blancas del 72,4%[69] y del 87,4%[56] respectivamente.[70]

Referencias

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