Batalla de Wireless Ridge y Cortley Ridge

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La Batalla de Wireless Ridge y Cortley Ridge fue un enfrentamiento de la Guerra de las Malvinas, que tuvo lugar en la noche del 13 al 14 de junio de 1982, entre el 2º Batallón de Paracaidistas británico del Teniente Coronel David Chaundler y el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 Coronel Conde del Teniente Coronel Omar Giménez, durante el avance hacia la ciudad principal de las Islas Malvinas, Puerto Argentino.

Fuerzas argentinas

El sector que le correspondió defender a la unidad argentina era uno de los más difíciles del frente. En un peligroso sector minado de varios kilómetros que incluía el Wireless Ridge (Cordón de la Radio) y Cortley Ridge ubicado precisamente en la Península de Camber.

En esta posición argentina, dos compañías, la B (Capitán Luis Eduardo López y Subofcial Mayor Ramón Joaquín Crespo) en la posición Longdon y la C (Capitán Hugo Alfredo García y Suboficial Mayor Raúl Esteban Ibañez) en el cerro Rough Diamond, ocuparon el frente en ese orden de oeste a este, y la A (Capitán Jorge Ricardo Calvo) cerca del río Murrell y la Apoyo (Capitán Raúl Eugenio Daneri) un poco más atrás en medio de las A y C. La Sección de Exploración (Teniente 1º Ramón Galíndez Matienzo) cubrió el centro como reserva, con lo cual quedó limitada. Así la totalidad del Regimiento se encontraba en el frente sin retaguardia.

Fuego de ablandamiento

El incesante bombardeo de ese y días anteriores habían logrado con creces sus objetivos de ablandamiento, destruyendo buena parte de las armas de apoyo y cables telefónicos, dejando sin defensas las trincheras al ataque directo. El día 12, 13 y 14, el ablandamiento de la posición en Wireless Ridge fue intenso. Más de 6.000 bombas y proyectiles de morteros cayeron sobre las posiciones argentinas en Wireless Ridge. En este bombardeo se destaca el suboficial mayor José Ramón Pizarro de la Compañía de la Plana Mayor de la 10.ª Brigada, que con un Land Rover se mueve a través de las zonas batidas, evacuando heridos de Wireless Ridge y la posición de bloqueo en el valle de Dos Hermanas y Longdon.

En la posición de la Compañía C estaba el soldado Carlos Daniel Sotelo, uno de los pocos sobrevivientes de la Batalla de Monte Longdon:

"Nos mandaron unos pocos refuerzos, cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada MAG, que fueron para adelante, a posiciones que conocíamos bien y que sabíamos que eran muy complicadas: te dabas cuenta que había un esfuerzo desesperado por resistir. Lo peor era escuchar como habíamos escuchado por la radio del comando, los pedidos de ayuda de las otras posiciones: eso te queda en la cabeza para siempre."[1]

Infantes de marina también estuvieron presentes en el Regimiento 7 como refuerzos, de acuerdo al soldado Miguel Savage:

Ese día, en nuestros merodeos, habíamos visto a tres infantes de marina construyendo una posición para instalar una ametralladora 12,7 milímetros, que serviría para reforzar nuestra compañía. Cuando empezó a caer la noche nos volvimos al pozo y nos metimos debajo de las mantas. El frío era insoportable. De pronto, escuchamos a otros dos infantes de marina rogando en voz alta que alguien les hiciera un lugar para pernoctar. Ellos recién llegaban y estaban preguntando en dónde quedaba la sección Apoyo ... Haciendo un esfuerzo grande, apretujándonos, compartimos el pozo, sintiendo el emocionado placer de haberlos podido salvar del congelamiento. Conversamos un rato una vez acostados, y nos enteramos que nuestros huéspedes eran un suboficial y un soldado ... Ellos habían traído -a mano- desde el Moody Brook, una cohetera de Pucará montada sobre un eje que tenía las ruedas de una mezcladora de cemento, ¡un lanza cohetes casero, al cual le darían ignición con una batería de auto! Por lo visto, la creatividad argentina no tiene fin.[2]

Primeros ataques

El 12 de junio, la Compañía C al mando del capitán García, que se encontraba en el puesto Rough Diamond, en medio de un batallón enemigo en el cerro Longdon y la Compañía A del Regimiento 7, que estaba a orilla de la entrada del río Murrell en Apple Pie, sufrió un violento ataque de de artillería. A pesar de su tenaz resistencia con fuego de morteros y cañones antitanques Czekalski, García no pudo mantener la posición y fue evacuado gravemente herido. Según el Soldado Conscripto Jorge Bratulich, abastecedor de mortero pesado del Regimiento 7:

Teníamos un observador adelantado que nos iba dando la información. A partir del quinto tiro, la placa base del mortero se va hundiendo y ya no se puede seguir disparando. En ese momento, empieza a caer la réplica del fuego enemigo. Un fuego muy intenso. Los ingleses tenían detectores de calor, sabían desde dónde tirábamos. Entonces nos ordenan sacar los morteros, y replegarnos. Cuando estoy cumpliendo esa orden, me explota un proyectil de 81mm. en la zona abdominal. Todo el mundo estaba ocupado en ese momento. Pero mis compañeros me acercaron detrás de una roca y siguieron combatiendo. Yo me arrastro hasta la posición del jefe del Regimiento. Me evaluaron, me bajaron con una camilla, no pensaba si iba a morir, pero estaba asustado por el contexto de la situación.[3]

A las 22:30 PM, el segundo jefe (Suboficial Mayor Ibañez) abandonó Rough Diamond en dirección a Apple Pie. Su última orden a sus hombres en la Compañía C fue clara: "luchar hasta el último cartucho". Pero las condiciones no posibilitaban sostener una larga resistencia. Raúl Marcelo Ronco, soldado conscripto que estuvo en la Compañía A, combatió en Apple Pie:

Después de dominar el Longdon, del 13 al 14, los ingleses atacan todas las posiciones. Nuestro jefe nos dice que nos vayamos. Tengo amigos que se despertaron el 13 y ya no estaban ni el teniente ni el sargento. Sólo los soldados. Y los ingleses vienen avanzando con bombardeo, artillería, tiran con todo, todo el tiempo. Y ya no había ningún espíritu de defender la posición, no había instrucción, no había jefe. Todos se iban replegando, nos decían “no tiren, somos de la Compañía “A”. Cuando vi que nos estaban recagando a tiros y no había nadie, nos fuimos a la mierda.[3]

Unos 300 paracaidistas británicos (paras) de las Compañías A (Mayor Charles Dair Farrar-Hockley) y B (Mayor John Crosland), después de haber sido obligados inicialmente a retirarse debido al fuerte fuego de los hombres del capitán Calvo, se hicieron fuertes en el punto más elevado de Wireless Ridge en Apple Pie, derrotando finalmente a los defensores y estableciendo tanques desde donde bombardear el punto fuerte Blue Berry Pie con más dinamismo.

Las compañías del Regimiento de Infantería 7 del Teniente Coronel Giménez, formadas también por Soldados Continentales que habían recientemente llegados, se desmoronaron; sus hombres y los refuerzos que los acompañaban huyeron hacia Moody Brook. No obstante el Mayor Antonio Arnoldo Pérez Cometto permaneció entre los soldados del Pelotón de Morteros Pesados del Teniente 1º Horacio Antonio Estrada (gravemente herido y evacuado). Su abnegación y su coraje fueron hasta reconocido por el Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas (CECIM) de La Plata.[4]

El certero y continuo fuego británico en estos primeros avances causó una gran mortalidad entre los refuerzos pertenecientes al Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10 del capitán Rodrigo Alejandro Soloaga en Blue Berry Pie.[5]

Cuenta el soldado conscripto Guillermo Velez de la Compañía de Apoyo del Capitán Raúl Eugenio Daneri:

"Nosotros estábamos junto a un suboficial, que a su vez dependía de un oficial. Pero ya, en medio de ese desorden, no podíamos buscar al oficial. Decidimos bajar a la ciudad ... El ataque de ellos había sido fulminante y había dejado a nuestras líneas en total desorden. Así y todo bajamos con miedo. No sabíamos si teníamos que habernos quedado. Pensamos que tal vez eso que hacíamos era desertar ... Y resulta que cuando llegamos a Puerto Argentino nos dimos cuenta de que habíamos sido los últimos en replegarnos."[6]

El Teniente Coronel Giménez, pues quedaba reducido a sus propios medios, su unidad carecía de reserva para contraatacar. La Compañía C, que hubo de replegarse ante la ferocidad del ataque que precedió al del Apple Pie, se hallaba reorganizando en la cancha de fútbol para recuperar la parte penetrada por los paras con sus propias fuerzas.

Incursión de comandos británicos

Aproximadamente a las 2300 horas, soldados argentinos en Cortley Ridge avisaron al Mayor Jorge Alberto Monge de la presencia de lanchas de desembarco en la costa norte de la Península de Camber. Inmediatamente el Mayor Monge ordenó abrir fuego con armas pesadas, al tiempo que informó al General de Brigada Jofre. El comandante de la 10a Brigada ordenó el desplazamiento de las Compañías de Comandos 601 y 602 a Cortley Ridge y simultáneamente dispuso alertar a los jefes de los Regimientos 3 y 25 para reforzar la zona del Arroyo Felton en apoyo a los defensores de Wireless Ridge, los que más tarde se realizaron.

Los corresponsales británicos Max Hastings y Simon Jenkins en el libro La batalla por las Malvinas (Emecé, 1984) relatan así esta acción:

En la noche del 12 de junio cuatro hombres del Escuadrón de Ataque de los Infantes de Marina, cuyo Jefe era el Capitán Chris Baxter, desembarcaron en la isla Kidney, al NO de Wireless Ridge. Se mantuvieron ocultos durante el día y en la noche del 13 salieron para cumplir una rápida gira de ataque a las posiciones enemigas con el confín E de Wireless Ridge. Ya en ruta, se les sumaron veinte hombres del Escuadrón D SAS que había cumplido el ataque a la Isla Pebble y un equipo SBS la partida estaba apoyada por sesenta hombres de los Escuadrones D y G que darían cobertura cercana de fuego de mortero, Milán y GPMG desde la orilla norte de la caleta, apenas tocaron la playa se descargó sobre ellos fuego abrumador de artillería antiaérea.

Cuatro lanchas de desembarco fueron alcanzados y abandonados y los comandos británicos debieron abandonar sus planes de desembarco, habiendo sufriendo tres o cuatro gravemente heridos.[7]

Ataque final

Mientras se distraía la jefatura del Regimiento 7 con el ataque contra Cortley Ridge, dos compañías avanzaron en medio de la oscuridad hacia Apple Pie y se situaron en posiciones de asalto mientras caía una lluvia espantosa de artillería enemiga. El Mayor Emilio Nani quien dirige los cañones Oto Melara en la defensa de Blue Berry Pie con eficiencia y coraje, cae gravemente herido:

En la madrugada del 14 de junio, en pleno combate, muy cerca de mí estalla un obús inglés y yo siento un repiqueteo en el muslo derecho. Creí que era turba desparramada por la explosión, pero me palpo y encuentro sangre. Cortaduras. Después supe que tenía seis esquirlas. No sentía dolor, seguimos combatiendo. Ya muy de madrugada, al arremeter los británicos y combatiéndose desde posiciones muy cercanas, recibo un balazo en el gemelo de la pierna derecha, y ahí sí el dolor fue intenso. Nuestras posiciones se estaban deshaciendo y el 7 comenzaba a replegarse. Quedo aislado por un rato, me las arreglo para arrastrarme hacia abajo... estoy solo. Hacía 20 bajo cero y tenía amagues de desvanecimiento. [8].

La situación de la defensa argentina no podía ser más débil. Un batallón enemigo completo atacando y medio escuadrón de tanques livianos reforzándolo era una fuerza demasiado grande contra las tres compañías desgastadas del Regimiento 7.

El Soldado Conscripto Alfredo Daniel Rubio recuerda las últimas horas del combate el Wireless Ridge:

Cada uno bajaba como podía. No hubo una organización, no había nadie que te dijera, “andá para allá”. Era el Titanic que se estaba hundiendo… Esa imagen, para mí, la tuve cuando pasé por una carpa redonda que habíamos apodado ´El Circo´. Tenía muchas provisiones. Estaba a cargo de un capitán (Raúl Eugenio Daneri, Capitán Ayudante del jefe del Regimiento 7) que manejaba la logística del Regimiento, uno de los oficiales que se hacía poner los borceguíes por los soldados. En el desbande, con muchos bombardeos, nos acercamos a la carpa y escuchamos las radios al rojo vivo, ´manden refuerzos… tenemos heridos”, Todo el mundo sabía que en la carpa se recepcionaban los pedidos de ayuda. Pero entramos y estaba vacía, con todos los micrófonos colgando. Ahí me dije: “Se acabó. Fuimos”. Eso fue el 13 de junio a la noche.[3]

Toda la noche se combatió fieramente en las posiciones restantes en medio de la confusión causada por la oscuridad y por la presencia de comandos de dos escuadrones de la SAS/SBS infiltrados en el Regimiento 7.

Hacia las 0500 AM los esfuerzos en la defensa de la posición principal se agotaban al aumentar drásticamente el numero de asaltantes y disminuir por las bajas el de los defensores. Desde Apple Pie, tanto la Compañía A y B británicas apoyaban al Mayor Neame con fuego de ametralladoras y de tanques que estaban en la colina. Batieron los cañones Czekalski sin retroceso y ametralladoras MAG con que los hombres del escuadrón del Capitán Soloaga y los paracaidistas del Subteniente Gustavo Alberto Aimara (Regimiento de Infantería Aerotransportada 2 General Balcarce) apoyaban al Pelotón de Comunicaciones del Teniente Jorge Alberto Guidobono del Regimiento 7.

El Capitán Rodrigo Soloaga, recordó los combates iniciales en Blueberry Pie:

Del fuego enemigo, puedo decir que me quedó grabado su asombrosa precisión, aún de noche; el empleo de toda munición trazante, que ejercía sobre nuestra tropa un efecto de aplastamiento constante y prematuro, y el empleo de munición explosiva de sus armas automáticas, se tornó cada vez peor, sobre todo en un momento en que mi fracción era la única que respondía el fuego, y sobre ella se concentraba gran parte del fuego enemigo.[9]

El olor a pólvora y sangre impregnó el aire. Blueberry Pie se convirtió en un infierno. Sin embargo, los argentinos combatieron con su reconocida intrepidez. Los paras, prevalidos de su enorme superioridad de fuego, tuvieron que conquistar la posición Blue Berry Pie trinchera por trinchera, reducto por reducto, en feroz combate cuerpo a cuerpo.[10]

Contraataques argentinos

El general Oscar Jofré ordena a la Policía Militar y el teniente coronel Eugenio Dalton del Estado Mayor de la Brigada 10 con varios comandos e infantes de marina a hacerse cargo del Regimiento 7. “Era un panorama desolador”, recuerda el jefe de la 2.ª Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 601, el teniente primero Fernando García Pinasco, “por la retirada de los soldados de los Regimientos, dentro de cuyas filas podían venir ingleses mezclados; una retirada lamentable.” Mientras el teniente coronel Dalton se hizo cargo de la situación, la Compañía B del teniente I° Miguel Angel Machi del flamante Regimiento 25 (tipo Rangers[11]), entrenados por comandos, fue a reforzar las unidades en la salida de Puerto Argentino.

Asombrado en extremo por la moral quebrantada de los soldados del Regimiento 7, el Mayor Guillermo Ruben Berazay[12][13], jefe de operaciones del Regimiento 3, preparó la Compañía "A" Tacuarí del Regimiento 3 para contraatacar y proteger a las tropas comprometidas en el combate. El teniente primero Víctor Hugo Rodríguez cruzó las heladas aguas del arroyo Felton apenas unas horas antes del amanecer junto con dos pelotones que no contaban con radios o visores nocturnos, y con esas pocas fuerzas atacó al 2 PARA, obligando a retroceder inicialmente al batallón británico. Durante el asalto , el teniente británico Jonathan Page recibió un balazo en una granada que tenía colgada en su pecho que milagrosamente no explota, a pesar del cual se mantuvo al mando de su pelotón hasta que los argentinos cesaron en sus intentos de contraataque. Los argentinos tuvieron 3 muertos y 27 heridos en el contraataque.[14]

El teniente Horacio Alejandro Monez Ruiz, al ver que Rodríguez y su gente se replegaba hostigado por el enemigo, tomo la iniciativa de apoyarlos con una ametralladora.[15]Durante el contraataque nocturno, el sargento Manuel Villegas cayó herido y le pidió al soldado Esteban Tríes que lo matara. Pero éste, con ayuda de otro conscripto, José Cerezuela, lo evacuaron y les salvaron la vida.[16]

Antes de que amaneciera, el mayor Carlos Carrizo Salvadores (segundo jefe del Regimiento 7) con un pelotón de fusileros de los sobrevivientes de los Regimiento 4 y 7, realizaron el último contraataque de la guerra,[1] contra los hombres del mayor Neame. Los soldados Horacio Cañeque y Santiago Gauto describen en los libros Así peleamos Malvinas (Fundación Soldados) y Los Dos Lados Del Infierno (Planeta) lo que sucedió e indican que el mayor junto a los sobrevivientes de Monte Longdon que lo acompañaban mediante el grito, ¡Esos que tienen pelotas, síganme! se lanzaron al asalto de las últimas posiciones argentinas capturadas en Wireless Ridge. Pero no tuvieron suerte. Los paracaidistas británicos ya habían conquistado Blue Berry Pie, y la niebla se había levantado.

Cese del fuego

Apenas entrada la mañana, en el puesto de comando de la 10a Brigada, el teniente coronel Dalton llegó con un informe desolador: "Muchos soldados están en un estado extraño y los kelpers corren riesgo de salir lastimados. Un pelotón del Regimiento 3 se le ha ordenado entrar en las casas por un teniente fanático ... Algo horrible está pasando."[17]No era literalmente así, porque la bien entrenada Compañía C del capitán Ramón Alberto Varela del Regimiento 3 había tomado posiciones de bloqueo afuera de la capital malvinense, frente al arroyo Felton.

Para entonces, Puerto Argentino era un mar de soldados argentinos que se habían replegado desde las posiciones: muchos habían abandonado sus armas, sus cascos, sus equipos; otros (los defensores del Monte Tumbledown) habían retrocedido en forma más ordenada pero igual de confusa; todos buscaban refugio en la capital.

Quién finalmente puso orden en Puerto Argentino fueron los soldados de la Compañía de Policía Militar 181 que bajo la amenaza de las armas terminaron con la quiebra de disciplina en el Regimiento 7. Hubo además tiempo para destruir los motores del los cazatanques Panhard, misión que llevaron a cabo los cuadros (oficiales y suboficiales) del Escuadrón Panhard.

Los defensores no podían combatir en la capital debido al gran número de civiles que habitaban en ella, hacer eso supondría una carnicería innecesaria, además, las cantimploras de agua solo estaban llenas para durar un día más al ser alcanzado por fuego naval el estación de bombeo de agua.[18]Un último combate se desarrolló en la entrada de la Península de Camber, donde tras desembarar del barco Forrest, 45 comandos argentinos fueron duramente bombardeados junto a los soldados conscriptos agregados del mayor Monge, mientras avanzaban en cercanías del ex cuartel de los Royal Marines en Moody Brook. Por todos aquellos motivos, el general Mario Benjamín Menéndez optó por la que quizá fuese la decisión más difícil de su vida: rendir Puerto Argentino.

Poco antes de la evacuación por barco de los defensores de Cortley Ridge de aquel 14 de junio, las tropas del 2 PARA entraron victoriosas en Puerto Argentino.

Decenas de periodistas, fotógrafos, camarógrafos y grabadores de cassette recogieron el histórico momento.

Definitivamente a las 21:30 horas se firmó la capitulación de Puerto Argentino.

Referencias

  1. 1,0 1,1 «Historias de amargura y dolor en el último día de la guerra» - Clarín, 16 de junio de 2002.
  2. Malvinas: Viaje al Pasado: La historia de una herida que no para de sanar, Miguel Savage, Amazon Digital Services, 2011
  3. 3,0 3,1 3,2 «Monte Longdon: las horas finales, el fuego enemigo, la rendición» - Clarín, 01 de abril de 2012.
  4. «Memorias de guerra de los excombatientes» - La Gaceta, 06 de abril de 2008.
  5. "Al capitán Soloaga el fuego de artillería y los misiles Milán le iban poniendo fuera de combate las ametralladoras. Los efectivos del escuadrón tuvieron seis bajas mortales entre el 12 y 14 de junio." Malvinas Testimonio de su Gobernador, Mario B. Menéndez y Carlos M. Turolo, p. 294, Editorial Sudamericana, 1983:
  6. Crónica Documental de las Malvinas: La Guerra, Hugo Gambini, p. 818, Editorial Redacción, 1982
  7. "A six-man team from 3 SBS ... with D and G Squadrons, SAS, with the object of creating a diversionary assault from the sea ... were to move across the Murrell River by four fast power-boats ... The raiders had no option but to withdraw. One of the RRCs was badly damaged and limped back on hardly any power. The coxswain steered her by the hospital-ship for a shield and the boat died on them just as they reached the water's edge. Another sank just offshore, but close enough for the team to swim to safety ... An SBS corporal and two SAS troopers were wounded ... The RRCs were riddled with holes and had to be destroyed.." SBS: The Inside Story of The Special Boat Service , John Parker, Hachette, 2013:
  8. «“Los ingleses fueron un rodillo sobre nosotros”» - Río Negro, 13 de agosto de 2012.
  9. Malvinas: Relatos de Soldados, Martín Antonio Balza, Círculo Militar, 1986
  10. "El enemigo ha reconocido que las fuerzas propias se replegaron combatiendo de "bunker a bunker." Malvinas: La Defensa de Puerto Argentino, P. 260, Editorial Sudamericana, 1987
  11. "La batalla por Puerto Argentino, había terminado. El Teniente Coronel inglés DAVID, encargado de la evacuación del personal argentino se acerca al Teniente Coronel Seineldín a ofrecerle su vehículo para trasladarlo hasta el campo de prisioneros, en razón de no verlo bien de salud, después de varios días de hemorragias. Seineldín, rechaza la invitación, pero a su vez lo invita a compartir una ración de combate, en respuesta a su atención. "Good afternoon sir. Thank you for your invitation". Entra DAVID en la estrecha trinchera del puesto de comando, donde como era costumbre resonaba el grabador con marchas militares argentinas. La conversación se desarrolla en forma amena, hasta que de pronto Seineldín realiza una pregunta:-"¿Por qué, en vez de atacar la Posición de Puerto Argentino por delante, lo hicieron por la parte de atrás?" -"Nosotros, por doctrina militar, respetamos a las Unidades de Fuerzas Especiales, en razón de que nos provocan muchas bajas. En DARWIN-GOOSE GREEN, su compañía "C" nos produjo muchas bajas, entre ellos un jefe de batallón. Seineldín, tal vez esbozo una sonrisa de orgullo dentro de su dolor, cuando contestó: -"Para su conocimiento DAVID, ustedes se enfrentaron en ese lugar con conscriptos de sólo dieciocho años, con dos meses de instrucción y apenas un curso acelerado de operaciones especiales, pero eso sí, con un gran espíritu de combate". -"Really, I can't beleave". Contesto consternado el Ingles, mirando a su ayudante. Mas tarde, DAVID se aleja en su vehículo dos veces rechazado, y Seineldín comienza a caminar seguido por sus hombres hacia el primer Puesto de Control y Requisa inglés. Acompañado seguramente por el espíritu de sus hombres caídos, todos ellos héroes y repitiéndose en voz baja: ¿Por qué yo no? si siempre estuve al frente." Malvinas: Un Sentimiento, Mohamed Alí Seineldín, Editorial Sudamericana, 1999
  12. El Mayor Guillermo R. Berazay se instaló en una casa como puesto de comando para dirigir sus fuerzas y centro de socorro a los heridos.
  13. Según el soldado Horacio Benítez: "Ya en ese momento el descontrol era total por la desorganización y la falta de orden de mando. Cuando nos ordenan avanzar, un Mayor se subió a una de las piedras, sacó una espada, que nunca supimos cómo la consiguió, y gritó: ¡Al combate, a vencer o morir!, todos empezamos a caminar y después nos dimos cuenta que el hijo de puta se quedó en su lugar"
  14. «"Me dijeron que me bajaban el pulgar porque Cristina estaba sensible"» - Clarín, 04 de abril de 2008.
  15. «Testimonio de un Veterano, sus vivencias en la Guerra de Malvinas» - El Malvinense, 28 de abril de 2009.
  16. «Rescatando al sargento Villegas» - La Nación, 11 de julio de 2009.
  17. Razor's Edge: The Unofficial History of the Falklands War, Hugh Bicheno, Weidenfeld & Nicolson, 2006
  18. British naval gunfire had destroyed the roof of Port Stanley's water pumping station, causing the valves, filters and pipes to freeze up and split. The Scars of Wars, Hugh McManners, p. 315, HarperCollins, 1993
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