Benito Juárez

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Benito Juárez

Benito Pablo Juárez García nació en San Pablo Guelatao, Oaxaca, México, el 21 de marzo de 1806 y murió en Ciudad de México, el 18 de julio de 1872. Fue un abogado y político mexicano, de origen indígena, presidente de México en varias ocasiones, del 18 de diciembre de 1857 al 18 de julio de 1872.

Benito Juárez vivió una de las épocas más importantes y difíciles de México, considerada por muchos historiadores como la consolidación de la nación como república. Juárez marcó una división en la historia nacional, y fue protagonista de primer nivel de esta época. Su biografía durante los años que ocupó la presidencia es una parte importante de la historia de México.

Personalidad

Sus contemporáneos lo definen como una persona "cerrada", "de inteligencia mediocre" y "no muy buen orador", no hablaba mucho, ni reía. Cuando llegó a ser gobernador de Oaxaca, fue un buen feligrés, exhortaba a sus trabajadores a que pagaran el diezmo, se confesaran y comulgaran para pedir auxilio divino. Posteriormente pasará de ser un cristiano laico al más encarnizado perseguidor de la Iglesia. Esto gracias a las la influencia recibida de parte de los maestros francmasones que albergaba el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, donde recibiría su educación profesional.

Juárez no demostró jamás estar orgulloso de su origen indígena, al contrario, al parecer se sentía avergonzado pues casó a toda su descendencia con gente de orígenes caucásicos.

Se deshizo de sus enemigos políticos fuera de todo orden constitucional y de guerra y asesinó con toda impunidad. En cinco años, de 1867 a 1872, derramó más sangre a espaldas de la ley que el general Porfirio Díaz en treinta años.

Ascenso al poder

Cuando Juárez llega al poder después de la Guerra de Reforma, se encargó de instaurar un gobierno completamente "liberal" y pretendió, lo que 60 años antes se había divisado en la Guerra de Independencia: "una nación donde todos los individuos fuesen iguales". Muchas comunidades indígenas se opusieron a ese proyecto de nación porque no se consideraban mexicanos. Entonces Juárez comenzó una seria represión en contra de estas comunidades.

En las elecciones presidenciales de 1871, Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Profirio Díaz se presentaron como candidatos, resultando ganador Benito Juárez, aunque con evidentes fraudes electorales, por lo que nunca fue presidente constitucional ni elegido por el pueblo, sino que aprovechó las circunstancias de la guerra. En respuesta, Porfirio Díaz se levantó en armas con el Plan de la Noria para arrojar del poder a Juárez, pero fracasó. Juárez se hizo pasar por presidente durante 11 años (1858-1864 y 1867-1872) sin ningún respeto por la legalidad existente pues la Constitución establecía cuatro años para el poder ejecutivo. Más tiempo que Antonio López de Santa Anna, quien apenas pudo sumar unos seis o siete años de gobierno. Además Juárez salía frecuentemente del país hacia lugares como Panamá, La Habana, Nueva Orleáns, sin permiso del congreso.

Tratado McLane-Ocampo

Juárez autorizó y firmó una serie de tratados que pisoteaban y aniquilaban la soberanía del país en beneficio de los EE.UU., Justo Sierra dijo de ellos que constituían un "crimen político". En ellos se concedía a militares estadounidenses los accesos en los pasos de Mazatlán a Matamoros, Nogales a Guaymas y en todo el Istmo de Tehuantepec (de Tabasco a Chiapas), con permiso de matar, arrestar y poseer tierras. Este era el Tratado McLane-Ocampo firmado el 14 de diciembre de 1859, que no se llevó a cabo por la negativa del senado estadounidense. Juárez también pidió dinero al gobierno de EE.UU. para que, en apoyo a las Leyes de Reforma, se construyeran campos de concentración con el propósito de internar a militares eclesiásticos y conservadores.

Acosado por Miguel Miramón y preocupado porque los estadounidenses no le prestaban ni un centavo, Juárez y sus esbirros se parapetaron tras las murallas de San Juan de Ulúa, y para fortuna de ellos, los conservadores rechazaron la propuesta de los norteamericanos cuando éstos les ofrecieron 15 millones de dólares por la compra de Baja California, Sonora y Chihuahua, acto seguido enviaron a Lerdo de Tejada como representante liberal ante el embajador norteamericano comunicándoles el deseo de Juárez de que los estadounidenses invadieran México, que se impusiera el idioma inglés y se prohibiera la religión católica, también propuso la "americanización" con la inmigración masiva de norteamericanos e importar oficiales para que enseñaran al ejército mexicano disciplina militar.

Con autorización de Juárez comenzaron a maquinar la idea de hacer de México un "protectorado" estadounidense y concedieron todo lo que éstos pedían a cambio de asistencia económica y militar para la "noble" causa liberal. Sólo que las gestiones se estancaron momentáneamente ya que James Buchanan, presidente de EE.UU. de ese entonces, no quería protectorados sino territorios mexicanos.

Desesperados por el avance conservador comisionaron al francmasón Melchor Ocampo para volver a negociar ayuda y en 1859 reciben a Robert M. McLane, embajador de EE.UU. ante el "gobierno" liberal, negrero explotador y también socio de la Louisiana Tehuantepec.

Las Leyes de Reforma y la separación entre la Iglesia y el Estado

Juárez no fue el autor de las Leyes de Reforma como vulgarmente se cree. Los principios en que se inspiran las Leyes de Reforma fueron dadas al también francmasón Valentín Gómez Farías en la Junta Anfictiónica de Nueva Orleáns (logia masónica de Estados Unidos) en septiembre de 1835, y éstas no son, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, la simple separación de la Iglesia y el Estado, sino que se fue más allá, promulgando la subordinación total de la Iglesia al Estado, despojándola de sus bienes y libertades. Juárez no quería ninguna separación de poderes, sino una "Iglesia Mexicana" sometida a su voluntad en la que él desempeñara el oficio papal.

En realidad, la famosa separación entre Iglesia y Estado fue hecha por Ignacio Comonfort y Sebastián Lerdo de Tejada, no por Juárez. Juárez sólo firmó la Ley Juárez que suprimía tribunales especiales de militares y eclesiásticos así como la anulación de su fuero.

Juárez y la masonería

Benito Juárez con atuendo masónico.

Muchos de los maestros de Juárez durante sus estudios profesionales en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca eran masones, tal es el caso de Porfirio Díaz quien fue profesor de Derecho en ese mismo instituto. Juárez se inicia en la masonería en el Rito Yorkino en Oaxaca. Luego se pasa al Rito Nacional Mexicano, en el que asciende hasta llegar al máximo grado, el nueve, que equivale al grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El Rito Yorkino era de ideas más liberales y republicanas respecto al Rito escocés que también existía en México, el cual era de ideas políticas centralistas. El Rito Nacional Mexicano surgió a partir de un grupo de masones yorkinos y otro grupo de masones escoceses cuyo objetivo común era independizarse del extranjero.

A la ceremonia de iniciación de Benito concurrieron distinguidos masones, como Manuel Crescencio Rejón, autor de la Constitución de Yucatán de 1840; Valentín Gómez Farías, presidente de México; Pedro Zubieta, comandante General en el Distrito Federal y el Estado de México; el diputado Fernando Ortega; el diputado Tiburcio Cañas; el diputado Francisco Banuet; el diputado Agustín Buenrostro; el diputado Joaquín Navarro y el diputado Miguel Lerdo de Tejada. Realizada la proclamación, el aprendiz masón Benito Juárez adoptó el nombre simbólico de "Guillermo Tell".

Benito fue ferviente en la práctica masónica. Su nombre se conserva con veneración en muchos ritos. Muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado como un símbolo sagrado.[1]

"Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"

Comúnmente se cree que Benito Juárez no sólo pronunció aquella célebre frase, sino que fue original del propio Juárez. Efectivamente esa frase fue pronunciada por Benito Juárez en un discurso que dio cuando regresó a la ciudad de México el 15 de julio de 1867, después de que Maximiliano de Habsburgo fuese fusilado. Sin embargo, la frase no es de su autoría. La frase al parecer se inspiró en una escrita por Immanuel Kant en su obra La Paz Perpetua. Kant era un filósofo a quien Juárez admiraba. Además, no sólo Juárez usó esa frase, también fue citada por el masón José Martí.

Referencias

Bibliografía

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