Calígula

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Según una leyenda, Calígula nombró cónsul a su caballo Incitatus. El equino tendría la función de comandar los ejércitos.[1]

Cayo Julio César Augusto Germánico (en latín: Gaius Caesar Augustus Germanicus; Anzio, 31 de agosto de 12-Roma, 24 de enero de 41), más conocido como Calígula, fue el tercer emperador romano, gobernando desde el año 37 al 41.

Biografía

En 38, Calígula, el sucesor de Tiberio, manda a la problemática ciudad de Alejandría a su amigo Herodes Agripa I, para vigilar a Aulo Avilio Flaco, el prefecto de Egipto, quien no gozaba precisamente de la confianza del emperador y que —según el filósofo judío Filón de Alejandría ("Contra Flacco")— era un auténtico villano. La llegada de Agripa a Alejandría fue acogida con grandes protestas por parte de la comunidad griega, ya que pensaban que venía para proclamarse rey de los judíos. Fue insultado por una multitud, y Flaco no hizo nada para castigar a los ofensores, a pesar de que el ofendido era un enviado del emperador. Esto animó a los griegos a exigir que se colocasen estatuas de Calígula en las sinagogas, como provocación hacia la judería. Para apaciguar los ánimos de los griegos y los egipcios, y para contentar al emperador —uno de cuyos emisarios acababa de ser insultado—, Flaco puso estatuas de Calígula en las sinagogas de la zona, que no eran pocas.

Problemas con los cristianos y los judíos

Este simple acto pareció ser la señal de un alzamiento: los griegos y egipcios atacaron las sinagogas y les prendieron fuego. Los judíos fueron expulsados de sus casas, que fueron saqueadas, y de ahí en adelante se les segregó en un gueto del cual no podían salir, puesto que se les apedreaba, apaleaba o quemaba vivos, mientras que otros acababan en la arena para servir de comida a las fieras, en aquellos macabros espectáculos circenses tan comunes en el mundo romano. Según Filón, Flaco tampoco hizo nada para impedir estos disturbios y asesinatos, y hasta los apoyó, igual que el egipcio Apión, a quien hemos visto criticando a la judería en el apartado dedicado al antisemitismo helenístico. Para celebrar el cumpleaños del emperador (31 de Agosto, un shabat), se arrestó a miembros del consejo judío y se les azotó en el teatro; otros fueron crucificados. Al reaccionar la judería, los soldados romanos toman represalias saqueando e incendiando miles de casas judías, profanando las sinagogas y pasando a cuchillo a 50.000 judíos. Cuando se les ordenó cesar la matanza, la población griega local, enardecida por Apión (no sorprendentemente, Flavio Josefo tiene una obra llamada "Contra Apión") prosiguió los disturbios. Desesperada, la judería mandó a Filón de Alejandría para razonar con las autoridades romanas. El filósofo judío escribió un texto titulado "Contra Flacco" y, junto con el informe seguramente negativo que Agrippa le había dado a Calígula, el gobernador fue ejecutado.

Después de estos eventos, las cosas se calmaron y los judíos no sufrían violencia con tal de que se mantuviesen dentro de los límites de su gueto. No obstante, aunque el sucesor de Flaco le permitió a la judería alejandrina dar su versión de los hechos, en el año 40 hubo de nuevo disturbios entre los judíos (quienes se indignaron por la construcción de un altar) y los griegos, quienes acusaron a los judíos de negarse a rendir culto al emperador. Los religiosos judíos ordenaron destruir el altar y, en represalia, Calígula tomó una decisión que realmente evidenciaba lo poco que conocía a la judería: ordenó colocar una estatua de sí mismo en el templo de Jerusalén. Y es que, según Filón, Calígula "consideraba sospechosos a la mayoría de judíos, como si fueran las únicas personas que deseaban oponérsele" ("De la embajada a Cayo y Flaco"). Publio Petronio, gobernador de Siria, que sí conocía bien a los judíos y temía la posibilidad de una guerra civil, procuró retrasar cuanto pudo la colocación de la estatua, hasta que Agripa convenció a Calígula de que era una mala decisión.

En el 41, Calígula, que ya prometía ser un emperador antijudío, fue asesinado en Roma, lo cual desató la violencia de sus guardaespaldas germanos, que no habían podido evitar su muerte y que, por su peculiar sentido de la fidelidad, intentaron vengarle matando a numerosos conspiradores, senadores y hasta viandantes inocentes que tuvieron la mala fortuna de estar en el sitio equivocado y en el momento menos indicado. Claudio, el tío de Calígula, pudo erigirse en dueño de la situación y, tras ser nombrado emperador por la Guardia Pretoriana, ordenó la ejecución de los asesinos de su sobrino, muchos de los cuales eran magistrados políticos que querían reinstaurar la República.

Referencias

  1. He aquí la probable causa de la inaudita difamación histórica de este emperador. Los textos de la historia romana caerían finalmente en manos de los cristianos, quienes en su mayoría eran de procedencia judía y detestaban visceralmente a los emperadores. Puesto que, según George Orwell, "quien controla el pasado controla el presente", los cristianos adulteraron la historiografía romana, convirtiendo en monstruos perturbados a los emperadores que se les habían opuesto a ellos y a sus antecesores judíos. De ese modo, no tenemos un solo emperador romano que haya participado en duras represalias judías y a quien no se haya difamado con acusaciones de homosexualidad, crueldad o perversión. El historiador Roldán Hervás ha desmontado buena parte de estas acusaciones falsas contra la figura histórica de Calígula.

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Predecesor:
Tiberio
Emperador de Roma
37 – 41
Sucesor:
Claudio