Marihuana

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Hoja de cannabis


Se conoce como cannabis o marihuana a las sustancias psicoactivas obtenidas de la planta Cannabis sativa, originaria de las cordilleras del Himalaya, en Asia. Se utiliza con fines recreativos, religiosos y medicinales.

Existen tanto detractores como defensores de la despenalización de la marihuana. Sin embargo, la mayoría de los países la han prohibido o establecido serias restricciones a su posesión u consumo. Los consumidores de dosis altas de marihuana pueden experimentar una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y una pérdida del sentido de la identidad personal o autorreconocimiento. Por todo ello, la marihuana se relaciona con conductas antisociales.[1]

Popularidad

Un rastafari fumando marihuana.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas se trata de la sustancia ilícita más utilizada en el mundo.[2] En 2004, el organismo estimó que aproximadamente el 4% de la población mundial adulta (162 millones de personas) consume marihuana anualmente y alrededor del 0,6% (22,5 millones) lo consume a diario.[3]

Cannabis medicinal o marihuana médica

El cannabis medicinal, también conocido como marihuana médica, es el cannabis que tiene el fin de tratar o aliviar un síntoma, una dolencia o una enfermedad en lugar de propósitos recreativos. Pero en la actualidad solo es recetado en algunos países a pacientes terminales con muy baja expectativa de recuperación.

Cannabis en la medicina tradicional

La historia del uso de la marihuana medicinal se remonta a las fases primigenias de la medicina y la farmacología, cuando los humanos empezaron a usar deliberadamente las plantas por sus efectos sobre el cuerpo en lugar de como fuente de alimento. La primera mención de la cual hay constancia, del uso del cannabis en un contexto médico procede de la Shennong pên Ts’ao ching (la Gran [enciclopedia] Herbal del Emperador Shennong), uno de los primeros textos de la medicina herbal que data del 2700 a. C.

El cannabis siguió siendo parte esencial de incontables medicamentos, desde el jarabe para la tos hasta los preparados digestivos, desde los analgésicos hasta los parches para callos. Después de los opiáceos, el cannabis era el extracto medicinal de plantas más recetado, hasta que fue prohibido en muchas zonas del mundo durante la década de los treinta. En décadas recientes, hubo un redescubrimiento de las ventajas naturales de la marihuana como medicina ha conducido a un resurgimiento en su utilización.

La estructura química de sus componentes activos (los “cannabinoides”) no se dilucidó hasta principios de los años 1960, y hubo que esperar tres décadas más para que se comenzara a comprender cómo actúan dichos compuestos en nuestro organismo. Todos estos descubrimientos han contribuido al renacimiento del estudio de las propiedades terapéuticas de los cannabinoides.

Efectos

La marihuana produce relajación y euforia al activar el sistema de gratificación del cerebro, de igual manera que lo hacen casi todas las drogas, es decir, estimulando las células cerebrales para que liberen una sustancia química llamada dopamina.

Otros de sus efectos varían considerablemente entre los usuarios, e incluyen aumento en la percepción sensorial (por ejemplo, los colores se ven más brillantes), risa, percepción alterada del tiempo y aumento en el apetito. La euforia pasa después de un tiempo y el usuario puede sentir sueño o depresión. A veces, el consumo de marihuana produce ansiedad, temor, desconfianza o pánico[1].

Efectos a corto plazo

  • Deterioro de la memoria a corto plazo
  • Deterioro de la atención, el juicio y otras funciones cognitivas
  • Deterioro de la coordinación y el equilibrio
  • Aumento en el ritmo cardíaco
  • Episodios psicóticos

Efectos persistentes a mediano plazo

  • Deterioro de la memoria y las habilidades para el aprendizaje
  • Deterioro en el sueño

Efectos a largo plazo y efectos acumulativos

  • Puede llevar a la adicción
  • Aumento en el riesgo de la tos crónica y la bronquitis
  • Aumento en el riesgo de psicosis y esquizofrenia en personas susceptibles
  • Puede aumentar el riesgo de ansiedad, depresión y síndrome amotivacional.

Consecuencias del consumo

Las investigaciones realizadas en la década de los años 2000 se han centrado en si el uso de la marihuana realmente causa otras enfermedades mentales. La evidencia más fuerte hasta la fecha sugiere que sí existe un vínculo entre el consumo de cannabis y la psicosis. Por ejemplo, una serie de estudios prospectivos grandes que siguió a un grupo de personas por un tiempo mostró una relación entre el consumo de la marihuana y el desarrollo posterior de psicosis.[4]

Además, el consumo de la marihuana deteriora la capacidad para crear recuerdos nuevos y para desviar la atención de una cosa a otra. También entorpece la coordinación y el equilibrio al adherirse a los receptores en el cerebelo y los ganglios basales, que son las partes del cerebro que regulan el equilibrio, la postura, la coordinación y el tiempo de reacción. Por lo tanto, también se ve afectada la capacidad de realizar tareas complicadas, de hacer deportes, de aprender y de conducir un vehículo.

Los consumidores de dosis altas de marihuana pueden experimentar una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y una pérdida del sentido de la identidad personal o autorreconocimiento[1]. Las reacciones psicóticas a corto plazo a las concentraciones altas de la droga son distintas a los trastornos de mayor duración, parecidos a la esquizofrenia, que han sido asociados con el uso del cannabis en las personas susceptibles.

Lo que se conoce sobre los efectos a largo plazo de la marihuana en el cerebro es limitado. Una pregunta constante en este campo es si las personas que dejan de fumar marihuana, incluso después de haberla consumido en grandes cantidades a largo plazo, pueden recuperar algunas de sus habilidades cognitivas. Un estudio reporta que en los consumidores establecidos de marihuana a largo plazo, la capacidad para recordar las palabras de una lista se vio afectada hasta una semana después de haber dejado de usar la droga, pero volvió a la normalidad después de cuatro semanas. Sin embargo, otro estudio encontró que los efectos de la marihuana sobre el cerebro pueden acumularse y con el tiempo pueden deteriorar las habilidades críticas de la vida. Estos efectos pueden ser aún peores en los pacientes con otros trastornos mentales o como resultado del proceso normal de envejecimiento.

El deterioro producido por la marihuana en la memoria ocurre porque altera la manera en la que la información es procesada por el hipocampo, el área del cerebro responsable por la formación de la memoria.

Hay evidencia limitada que sugiere que el riesgo de que una persona sufra un ataque al corazón durante la primera hora después de fumar marihuana es cuatro veces más que el riesgo normal. Esta observación podría explicarse, en parte, porque la marihuana eleva el ritmo cardíaco y reduce la capacidad de la sangre de transportar oxígeno, y en algunos casos también eleva la presión arterial.

Un estudio breve de tres semanas encontró que fumar marihuana se asocia con algunos efectos negativos estadísticamente significativos en la función inmunológica de los pacientes con SIDA; otro estudio pequeño de estudiantes universitarios también sugirió la posibilidad de que la marihuana podría tener efectos adversos sobre el funcionamiento del sistema inmunológico.[1]

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 National Institute on Drugs Abuse
  2. World Drug Report 2010, United Nations Publication, p. 198. Consultado el 19 de julio de 2010.
  3. United Nations Office on Drugs and Crime (2006). Cannabis: Why We Should Care. (PDF) (vol. 1), S.l.: United Nations, p. 14. ISBN 9-2114-8214-3.
  4. ¿Existe una relación entre el consumo de la marihuana y la enfermedad mental?

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