Oliver Cromwell

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Retrato de Oliver Cromwell, realizado por Robert Walker.

Oliver Cromwell (Huntingdon, Inglaterra, 27 de abril de 1599 - Londres, 3 de septiembre de 1658) fue un líder político y militar inglés. Convirtió a Inglaterra en una república denominada Mancomunidad de Inglaterra (en inglés, Commonwealth of England).

Durante los cuarenta primeros años de su vida no fue más que un labrador noble, pero ascendió de forma meteórica hasta comandar el Nuevo Ejército Modelo y, a la larga, imponer su liderazgo sobre Inglaterra, Escocia e Irlanda como Lord Protector, desde el 16 de diciembre de 1653, hasta el día de su muerte.

Su carrera está llena de contradicciones. Fue un regicida que se cuestionó si debía o no aceptar la corona para sí mismo y finalmente decidió no hacerlo, pero acumuló más poder que el propio Carlos I de Inglaterra. Fue un parlamentario que ordenó a sus soldados disolver parlamentos. Fanático religioso seguidor del cristianismo protestante (puritanismo), sus campañas de conquista de Irlanda y de Escocia fueron brutales incluso para los cánones de la época, ya que consideraba que combatía con herejes. Bajo su mando, el Protectorado defendió la libertad de culto y conciencia, pero permitió que los blasfemos fueran torturados, además de perseguir cruelmente a los católicos. Se mostró a favor del criterio de equidad en la justicia, pero encerró a aquellos que criticaron su política de incrementar los impuestos sin el permiso del Parlamento de Inglaterra.

La traición a Inglaterra

Menasseh ben Israel, entre otros judíos, financiararon a Oliver Cromwell para que pudiera tomar el poder y conseguir que los judíos, expulsados en 1290, volvieran a Inglaterra.

En 1649, recién terminada la Guerra de los Treinta Años, hubo una revolución cultural en Inglaterra que sentaría las bases para el futuro imperio comercial y financiero de la "City de Londres", mismo que será erróneamente confundido en adelante con el concepto de "Imperio Británico". Oliver Cromwell, al frente de una extraña coalición que incluía al Parlamento inglés, a una facción militar, a diversas sectas protestantes, a la burguesía comercial urbana y a un grupo de diez mil matones en Londres, dio un golpe de Estado, decapitó al rey (algo insólito en la Europa del Antiguo Régimen, donde el rey era visto como una figura folklórica, paternal y protectora), se impuso como dictador y proclamó la República de Inglaterra, Irlanda y Escocia, a la que llamó la Commonwealth of England.

Cromwell, fundamentalista puritano ―es decir, calvinista de la rama inglesa― que creía firmemente estar guiado por Dios, estuvo financiado por poderosos judíos de Ámsterdam, descendientes de sefarditas expulsados de España y Portugal, tales como el rabino cabalista Manoel Dias Soeiro (mejor conocido por su nombre hebreo Menasseh ben Israel), Antonio Ferdández Carvajal (Moses Carvajal), Abraham Coen Gonsales entre otros. Estos círculos financieros de Ámsterdam consiguieron que Cromwell permitiese a los judíos, expulsados en 1290 por Eduardo I, volver a Inglaterra. Parece claro que el objetivo de la camarilla judía de Ámsterdam era tomar el control del Gobierno y de la economía de Inglaterra, en la que veían un vasto manpower y potencial comercial. Aquí es donde se debería buscar el motivo del crecimiento de Inglaterra a costa de la decadencia de Holanda: en las camarillas financieras que decidieron retirar su capital de Ámsterdam y utilizarlo para apostar por Londres. Muchos de estos judíos fueron responsables de la Leyenda Negra española e incluso inventarían que las perdidas diez tribus de Israel se hallaban en los Andes, con la esperanza de que Inglaterra u Holanda intervendrían para desestabilizar al Imperio Español y obtener una cabeza de puente en el litoral pacífico de América, preferiblemente en Chile o Ecuador. Los judíos de Ámsterdam, esta vez encabezados por Solomon Medina (el primer judío de la historia ordenado caballero en Inglaterra), volverían a colocar a un agente suyo en Londres en 1689: Guillermo III de Orange.

Cromwell mostró un escaso respeto hacia las tradiciones del país, destruyó gran cantidad de patrimonio artístico ("idolatría"), arremetió contra las tradiciones folklóricas del pueblo (paganismo, "brujería"), persiguió sin piedad a los católicos y llevó el terrorismo de Estado a Irlanda, de donde mandó a muchos habitantes como esclavos a las colonias penales de Barbados y Bermuda. Irlanda le debe a Cromwell la pérdida de un tercio de su población. En contraste, los judíos fueron bien tratados bajo su gobierno y se les permitió reasentarse en Inglaterra. El mandato de Cromwell marca la definitiva ruptura de Inglaterra para con el viejo orden, convirtiéndose en un pragmático y desalmado imperio comercial, ya libre de la influencia geobloqueante que sobre ella ejercía la católica Irlanda. La "vieja Inglaterra" folklórica, rural, de herencia céltica, romana, anglosajona, vikinga, normanda y netamente europea, quedó tocada de muerte. Sobre sus ruinas se alzó la Inglaterra talasocrática, comercial, industrial, burguesa, financiera, atlantista, urbana, conspiradora e imperialista, cuyos tentáculos no tardarían en extenderse por el mundo entero, incluyendo Sudáfrica.

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