Día de la Lealtad (Argentina)

De Metapedia
Saltar a: navegación, buscar
El Día de la Lealtad se conoce en la Argentina a la conmemoración anual del 17 de octubre de 1945, fecha que marcó la historia del pueblo argentino. Sus efectos políticos y su realización aún perduran: nació el peronismo.

El coronel del pueblo

El presidente, general Edelmiro J. Farrell nombró al coronel Juan Domingo Perón secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación, cargos en los que desempeñó una intensa actividad. Las movilizaciones populares que se produjeron el 17 de octubre de 1945 serían de esperar: como secretario de Trabajo y Previsión, Perón se había granjeado la lealtad de los obreros, a través de importantes medidas, como numerosos aumentos de salarios, y proyectos que poco después se concretarían, como la Justicia de Trabajo o el pago de las vacaciones y el aguinaldo.

El sindicalismo argentino, hasta entonces desanimado por las propuestas de lucha de comunistas y socialistas, se aproximó a las soluciones reales y concretas que les ofrecía el General Perón. Pero el 8 de octubre de 1945, el general Avalos pidió a Farrell que destituyese a Perón. Señalado como la eminencia gris del gobierno, Perón fue detenido y llevado a la isla Martín García, y luego al Hospital Militar. Amplios sectores populares que no respondían a ningún partido tradicional, sino a un hombre y un proyecto nacional, irrumpieron en la vida política. Marcharon a Plaza de Mayo y reclamaron la libertad de su líder.

Desde las primeras horas de la mañana del 17, llegan columnas de manifestantes con banderas y pancartas a la Plaza de Mayo. Vienen desde Avellaneda, Lanús, Banfield, Quilmes, San Martín. Cruzan el Riachuelo por el puente Pueyrredón. Cuando la policía lo levanta siguen cruzando en botes, tablas o a nado. Los manifestantes, refrescándose los pies en las fuentes de la Plaza, se convertirían en todo un símbolo del movimiento nacional y popular mas importante de Argentina: El Peronismo.

Cómo comenzó todo

Acosado en todos los frentes, el Presidente de facto, Edelmiro Farrell, levanta el estado de sitio en agosto de 1945, lo que permite grandes manifestaciones opositoras. A fines de septiembre, un movimiento militar contra el gobierno es abortado en Córdoba. Esto le sirve como pretexto al Presidente Farrell para reinstaurar el estado de sitio, ocupar las universidades y practicar numerosas detenciones. A principios de octubre, la guarnicion de Campo de Mayo le exige a Farrell el alejamiento de Perón de todos sus cargos (Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo). El Presidente acepta y ordena la detencion de Perón en la isla Martin Garcia.

Pero un inesperado movimiento popular avanza sobre Buenos Aires el 17 de octubre. La gente ocupa la Plaza de Mayo y exige la liberación de Perón. Una vez en libertad, Perón habla desde la Casa Rosada. Entonces, anuncia su retiro del Ejército y su lanzamiento a la acción política. Semanas mas tarde, después de su casamiento con Eva Duarte, se dedica a la creación del Partido Laborista. Esta agrupación y la disidencia radical, llamada UCR junta Reorganizadora, apoyaran su candidatura presidencial.

La movilización

Los seguidores de Perón iniciaron la movilización. La C.G.T. convoco a una huelga general para el 18 de octubre, mientras tanto algunos gremios y militantes políticos anticipaban manifestaciones.

En Berisso el Sindicato Autónomo de la Industria de la carne (cuya creación había sido respaldada por Perón), dirigido por Cipriano Reyes, durante la madrugada del 17 avanzo sobre la ciudad de La Plata y solicitaron al interventor la liberación de Perón.

En Buenos Aires miles de personas provenientes de diferentes puntos del Gran Buenos Aires marcharon sobre la ciudad al grito de libertad para el líder, quien había sido trasladado de la Isla Martín García al Hospital Militar de Buenos Aires, por supuestos problemas de salud. Previo anuncio del Presidente Farrel desde el balcón de la Casa Rosada, Perón se dirigió a la multitud que lo aclamaba.

Evita

Encabezó una gran campaña de agitación en los medios laborales (el movimiento de los descamisados, apelativo con el que se conocía al proletariado urbano que apoyaba masivamente a Perón), para conseguir la excarcelación de su esposo que había sido recluido en la isla de Martín García a causa de un golpe militar. El 17 de octubre de 1945 y la masiva movilización de pobres y discriminados a Plaza de Mayo trajo aparejado no solo la liberalización de Perón, sino que sello el mas fuerte noviazgo de Evita con ese pueblo históricamente relegado. Así fue como Eva se convirtió en Evita, y se puso al frente de la Secretaria de Trabajo y de la Fundación que lleva su nombre, desde donde comenzara a forjar la leyenda que aun hoy perdura merced a sus políticas sociales plasmadas en derechos y no en la mera asistencia.

Cuando el Coronel Perón es destituido y llevado preso a la isla Martín García, Evita, como empezó a llamarla el pueblo trabajo clandestinamente junto a los sindicatos en los preparativos del 17 de Octubre. El 22 de octubre de 1945 se casan en el Registro Civil de Junín.

Relato del 17 por Martín Lucero

(Fragmento del libro "Perón y el 17 de Octubre", selección de ensayos y recopilación de discursos publicado por la Biblioteca del Congreso de la Nación, 2002)

El 17 de octubre de 1945 se despertó la gran masa anestesiada, eclosionó el alma silenciosa y silenciada del pueblo, las columnas de obreros se movilizaron espontáneamente con un único objetivo: Rescatar al líder de los trabajadores argentinos, Juan Domingo Perón.

Obligado a renunciar por la oligarquía y preso en la isla Martín García el pueblo se organizo y salio a las calles. Las columnas obreras empezaron a poblar la ciudad, el rumor del pueblo fue creciendo y agigantándose, la multitud coreaba una canción popular: "yo te daré, te daré Patria Hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P, ¡Perón!". Y aquel Perón resonaba como un cañonazo, el cañonazo del pueblo que venia a rescatar a su líder, las grandes masas populares se decidieron a dictar el veredicto lapidario ante la crisis política producida por la obligada renuncia del líder de los trabajadores.

Los trabajadores abandonaron las fábricas, los surcos, los hiérvales, las chacras, los servicios de transporte. Grupos compactos de trabajadores fueron atravesando los puentes que unen Avellaneda con Buenos Aires y se dirigían hacia el centro de la ciudad. Sus gritos y voces despiertan el pánico de los habitantes, los comerciantes bajan las cortinas de sus negocios.

Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y de Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerias del riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor y el mecánico de automóviles, el tejedor la hilandera y el empleado de comercio.

El sector céntrico de la ciudad era irreconocible. Buenos Aires era ocupada por centenares de miles de trabajadores enfurecidos.

Las manifestaciones obreras confluían en la Plaza de Mayo y, rendidos por la marcha, numerosos manifestantes refrescan sus pies en las fuentes de la plaza, como un duro mensaje a quienes observan horrorizados desde los balcones "la conquista de Buenos Aires".

Otros llegan montados en caballos, agrupados en camiones, trepados al techo del tranvía, amontonados en colectivos que debieron cambiar su recorrido y dirigirse hacia Plaza de Mayo con carteles improvisados brindando su apoyo y exigiendo a las autoridades la inmediata liberación de Perón.

Esa gigantesca concentración obrera inauguraba el 17 de octubre, era la unión entre el pueblo trabajador y su líder, Perón, era el subsuelo de la Patria sublevado, era el cimiento básico de la Nación que asomaba y que inscribía un nuevo capítulo en la historia Argentina.

Con improvisadas antorchas hechas con ejemplares de "La Prensa" retorcidos en llamas los trabajadores iluminaron esa maravillosa noche, hasta que se asomo al balcón el líder rescatado por su pueblo, y sellando un pacto de lealtad eterna, Perón los llamó por primera vez por su nombre: ¡Trabajadores!

La Patria sublevada

(artículo "El 17 de octubre" por Raúl Scalabrini Ortiz, en Hechos e Ideas, febrero 1946.)

Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.

La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía.

Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado".

Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.

Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.

Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.

Discurso del general Perón

(Fuente: Presidencia de la Nación, Subsecretaria de Informaciones, Dirección General de Prensa)

"Trabajadores:

Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenia tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino.

Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y los laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón y ponerme con este nombre al servicio integral del autentico pueblo argentino.

Dejo, pues, el honroso y sagrado uniforme que me entrego la Patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora en el trabajo la grandeza del país.

Con esto doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa inmensa que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino.

Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria, el mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho.

Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda someter a esta masa grandiosa en sentimiento y en numero.

Esta es la verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas, para llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar sus auténticos derechos.

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Nación.

Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo, por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, mezclado con esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.

Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vinculo de unión que haga indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejercito y la policía; que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y autenticas fuerzas de la nacionalidad y del orden; que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad sino también sepa defenderla dignamente. Esa unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la Patria no es amar sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos. Esa unidad, base de toda felicidad futura, ha de fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que al mostrarse hoy en esta plaza, en numero que pasa de medio millón, esta indicando al mundo su grandeza espiritual y material.

(El pueblo pregunta: "¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?...")

Preguntan ustedes donde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes.

No quiero terminar sin enviar un recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones, en todas las extensiones de la Patria. A ellos, que representan el dolor de la tierra, vaya nuestro cariño, nuestro recuerdo y nuestra promesa de que en el futuro hemos de trabajar a sol y a sombra para que sean menos desgraciados y puedan disfrutar mas de la vida.

Y ahora, como siempre, de vuestro Secretario de Trabajo y Previsión, que fue y que seguirá luchando a vuestro lado por ver coronada la obra que es la ambición de mi vida, la expresión de mi anhelo de que todos los trabajadores sean un poquito mas felices.

(El pueblo insiste: "¿Dónde estuvo?")

Señores: ante tanta insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado, porque los hombres que no son capaces de olvidar, no merecen ser queridos ni respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo.

Ha llegado ahora el momento del consejo. Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra, la unidad de todos los argentinos. Diariamente iremos incorporando a esta enorme masa en movimiento a todos los díscolos y descontentos, para que, junto con nosotros, se confundan en esta masa hermosa y patriota que constituyen ustedes.

Pido también a todos los trabajadores que reciban con cariño mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que han tenido por este humilde hombre que les habla. Por eso les dije hace un momento que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido por mí los mismos pensamientos y los mismos dolores que mi pobre vieja habrá sufrido en estos días.

Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que siempre han esperado aun las mejoras que nunca llegaban. Tengamos fe en el porvenir y en que las nuevas autoridades han de encaminar la nave del Estado hacia los destinos que aspiramos todos nosotros, simples ciudadanos a su servicio.

Se que se han anunciado movimientos obreros. En este momento ya no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo.

Y por esta única vez, ya que nunca lo pude decir como Secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son las esperanzas mas puras y mas caras de la Patria.

He dejado deliberadamente para lo último recomendarles que al abandonar esta magnifica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que ustedes, obreros, tienen el deber de proteger aquí y en la vida a las numerosas mujeres obreras que aquí están.

Finalmente, les pido que tengan presente que necesito un descanso, que me tomare en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar codo con codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso.

Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos mas reunidos aquí, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días".

El 17, paso a paso

(por Norberto Galasso)

Primera semana de octubre del '45

Durante los primeros días de octubre se agrava la tensión política. El día 5 se decreta la clausura de la Universidad y fuerzas policiales desalojan violentamente a los estudiantes de los centros de estudio, produciéndose más de dos mil detenciones. En las refriegas entre estudiantes y grupos de la Alianza Libertadora Nacionalista, muere un joven reformista: Aarón Salmún Feijoó. Por su parte, la Secretaría de Trabajo continúa con sus medidas avanzadas: la sanción del laudo gastronómico -prohibiéndose la propina por razones de dignidad- implica no sólo un aumento salarial sino la intervención de los delegados gremiales en la información contable de los restaurantes.

La embajada norteamericana -el 2 de octubre- comunica al Departamento de Estado que es "necesario llegar hasta las últimas consecuencias", si bien conviene evitar "medidas coercitivas si éstas pueden ser reemplazadas, con éxito por la paciencia", quedando aquellas "como última instancia para cuando quede demostrado que la tendencia actual del pueblo argentino a resolver el problema por su cuenta haya fracasado en alcanzar sus objetivos" [1] Mientras, en Campo de Mayo, algunos altos oficiales, tomando como excusa las relaciones sentimentales de Perón con la actriz Eva Duarte, descargan su animadversión contra él, originadas, en muchos casos, en la declaración de Guerra a Alemania. Precisamente, en esos días, circula la versión de que la designación de Oscar Nicolini- el 5 de octubre, como Director de Correos y Telecomunicaciones- obedece a la presión de Eva Duarte. Esta cuestión opera como detonante en algunos sectores militares, hondamente trabajados ya por la gran prensa, así como por la campaña desarrollada por Braden. Incluso oficiales de alta graduación, de Campo de Mayo, filiados al nacionalismo –hasta ese momento, coincidentes con el coronel Perón- manifiestan su desagrado.

7 de octubre

El General Avalos visita a Perón para informarle que el nombramiento de Nicolini ha caído muy mal en Campo de Mayo y que debería ocuparse de que esa designación quede sin efecto. El coronel le contesta que está cansado de imposiciones y que está dispuesto a renunciar.

8 de octubre

Perón cita a jefes militares a su despacho y les informa acerca del planteo que le han hecho el día anterior: "...De un tiempo a esta parte vengo observando que Campo de Mayo llega hasta el Ministerio con verdaderas imposiciones... Primero, impusieron el alejamiento del interventor de la provincia de Buenos Aires (Bramuglia), luego, la eliminación de la subsecretaría de Informaciones y Prensa y también se realizó. Ahora exigen la renuncia del señor Nicolini, nombrado por el Presidente de la Nación, a propuesta del ministro del Interior. Yo no estoy dispuesto a intervenir para que renuncie, prefiero irme a mi casa".[2] La conversación deviene en altercado por lo cual el Gral. Avalos propone asumir la representación de Campo de Mayo y mantener un encuentro privado con Perón. Producido éste, Avalos le informa al coronel que para resolver el diferendo, presentará el retiro y que no hará nada que perturbe la tranquilidad del país. Disuelta la reunión, Perón informa lo sucedido al presidente Farrell. Pero en la noche se efectúa una nueva reunión en Campo de Mayo y allí se produce el amotinamiento. La mayoría de oficiales designa al Gral. Avalos para que a la mañana siguiente entreviste al presidente y le exija la renuncia de Perón a todos sus cargos.

9 de octubre

En la mañana, Avalos cumple su misión. Farrell lo escucha y deciden de común acuerdo una visita a Campo de Mayo para conversar con los jefes sublevados. En el Ministerio de Guerra, Perón recibe la propuesta de varios jefes adictos para reprimir a los amotinados, pero se niega – por ahora- pues ésa es una decisión del presidente. Se disponen aprestos en varias guarniciones para el caso de que Farrell decida reprimir.

En Campo de Mayo, Farrell intenta disuadir a los jefes más exaltados, pero no lo consigue. La guarnición mantiene sus exigencias, por lo cual el presidente concluye por ceder. A las 17 y 30 horas, los generales Von der Becke y Pistarini entrevistan a Perón, en el ministerio de Guerra, para informarle que Farrell considera conveniente su renuncia. Perón recuerda: "Entonces, llamé a mi ayudante de campo y le dije- Al Jefe de operaciones, que detenga todo movimiento de tropas y que retornen a sus cuarteles, tráigame papel para escribir mi renuncia... El Gral. Pistarini me dijo que era mejor que dijera que renunciaba por el llamado a elecciones que se había decidido ya, que me retiraba para actuar desde fuera del gobierno. Le contesté: mi General, no interesa la causa más que a mí. Y escribí: Excelentísimo señor presidente de la Nación: renuncio a los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión con que vuestra excelencia se ha servido honrarme" y firmé. La entregué al Gral. Pistarini y le dije: Se la entrego manuscrita para que vean que no me ha temblado el pulso al escribirla. Se había cerrado un capítulo de mi vida. Di gracias a Dios por haberme permitido hacerlo sin sacrificar una sola vida en holocausto de la irreflexión o el apasionamiento".[3] Al mismo tiempo, por documento aparte, el coronel solicita el retiro de la institución. "Al faltarme el apoyo militar, decidí retirarme".[4]

En esa tarde, el gran estanciero y dirigente conservador don Antonio Santamarina, visita al Secretario General de Partido Comunista -Victorio Codovilla- en la Penitenciaría, informando, a la salida, a los periodistas del penal: "Le he dicho a Codovilla que de un momento a otro ha de producirse el estallido que aguardamos. Estamos apurados por obtener su libertad porque él puede orientarnos".[5]

En la noche, el ministro del Interior -Dr. Quijano- comunica que el gobierno ha resuelto convocar a elecciones generales para el mes de abril de 1946 y que el coronel Perón ha renunciado a todos sus cargos, pues se había comprometido a dejar sus funciones a partir del momento en que se produjese la convocatoria electoral. Conjuntamente con este comunicado en el que se intenta disfrazar la verdad de lo ocurrido, las radios informan que han renunciado dos jefes militares adictos a Perón -los coroneles Filomeno Velazo y Domingo Molina- a la jefatura y subjefatura de la Policía Federal.

Esa misma noche, Perón permanece en su departamento de la calle Posadas en compañía de Evita, Mercante y algunos oficiales que se acercan a pedir información y a brindarle su solidaridad. "Todo esto es cosa del tanito de Villa María (Amadeo Sabattini) -señala el coronel-. Lo ha enloquecido a Avalos. Le prometió la vicepresidencia y ese irresponsable ha jugado el destino de la revolución".[6] Además, le señala a Roberto Pettinato: "No haga nada. Ha terminado todo, por el momento. Ahora, hay que esperar el curso de los acontecimientos."[7] A la misma hora, a pocos kilómetros de allí –en el campo de deportes del Sindicato de Cerveceros, en Quilmes- se lleva a cabo una reunión de dirigentes y militantes sindicales. Son alrededor de 70. De esa reunión, sale la designación de varios gremialistas- entre otros, Luis Gay, Alcides Montiel, Ramón Tejada y Juan Pérez- para que visiten al coronel, a la mañana siguiente y se informen de lo ocurrido, para trazar la táctica adecuada.

10 de octubre de 1945

Al mediodía, el grupo sindical entrevista a Perón, en su departamento. Allí se decide la realización de una concentración frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión para que Perón se dirija a los trabajadores, al abandonar el cargo. Se ignora quién propuso ese acto, que habría de alcanzar suma importancia en el antagonismo vivido durante esos días. ¿Fue una propuesta de los delegados obreros a Perón, según el recuerdo de Gay?.[8] O, por el contrario, ¿fue una sugerencia de Perón que los delegados asumieron con entusiasmo? Difícil saberlo, pero lo cierto es que el acto se realiza en condiciones muy particulares: a) se convoca para el mismo día, no dando tiempo al enemigo para orquestar su respuesta; b) se obtiene, a través de una gestión realizada por Mercante, la transmisión por la red oficial de radios, lo cual indicaría cierta complicidad del presidente Farrell.

En la tarde, alrededor de 70.000 trabajadores se nuclean en torno a la Secretaría de Trabajo, desde donde habla el coronel, por altoparlantes y en conexión con la radio oficial. En su discurso, Perón anuncia que deja dos decretos firmados, a favor de los trabajadores. Uno de ellos, establece un nuevo régimen de asociaciones profesionales- otorgándoles autonomía, entre otros derechos- y el otro, un aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y participación en las ganancias. Sostiene, además: "Deseo manifestar, una vez más, la firmeza de mi fe en una democracia perfecta. Dentro de esa fe democrática, fijamos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la oligarquía. Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos... No se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización. Por ello, les pido que conserven una calma absoluta y cumplan con lo que es nuestro lema de siempre: del trabajo a casa y de casa al trabajo... Tranquilidad y calma es lo que necesitamos para seguir invencibles. Y si un día fuese necesario, he de formar en sus filas para obtener lo que sea justo. Mientras tanto, que sea la calma y la tranquilidad lo que guíe los actos de los obreros para que no se perjudique esta magnífica jornada de justicia social. Pido orden para que sigamos adelante nuestra marcha triunfal, pero si es necesario, algún día pediré guerra".[9]

El discurso provoca fuerte irritación. Algunos jefes militares se sienten engañados por Farrell y Perón y exigen la remoción del presidente. Otros, como el mayor Desiderio Fernández Suárez-once años después responsable de la masacre de José León Suárez- reacciona con más furia y parado sobre una mesa del círculo Militar proclama: Hay que matar a Perón.[10] También el General Manuel A. Mora, en la Escuela Superior de Guerra, juzga necesario "organizar un plan de asesinato".[11]

Esa noche, Perón vuelve a reunirse en la calle Posadas, con oficiales de su confianza. El coronel Juan Giordano recuerda que Perón le dijo que si los obreros salían a la calle podía desencadenarse una guerra civil. "¿Qué hacemos para evitarlo? le pregunté. Perón nos dio la siguiente directiva: -Pónganse de acuerdo con jefes y oficiales de la causa, para que las unidades militares de la Capital reciban a los obreros que salgan a la calle y coordinen con ellos la forma de operar. El resto de las tropas de San Martín y El Palomar deben evitar que Campo de Mayo marche hacia la Capital.[12]

"La Razón" informa, esa misma noche: "Al conocerse la noticia de la renuncia de Perón, suben las acciones de los ferrocarriles en la Bolsa de Londres. También suben en Nueva York otros valores colocados en la Argentina".[13]

11 de octubre de 1945

En la mañana del jueves, ya está en Buenos Aires el Dr. Amadeo Sabattini, caudillo de la Intransigencia Nacional del Radicalismo, de Córdoba, quien viene a entrevistarse con el Gral. Avalos. Arturo Jauretche intenta convencerlo de que asuma el gobierno: "Yo sé que Avalos le entregaría el gobierno a usted. Si se lo ofrece, tómelo. Y llévelo a Perón con usted. Sáquelo a flote. Y aún, si el Ejército quiere enterrarlo, hágale un entierro de seis caballos. Pero no se ponga en contra de este hombre que representa un nuevo espíritu. Concilie ese nuevo espíritu con el viejo del radicalismo intransigente y va a salir adelante... Que hable por radio un hombre que represente al radicalismo, por ejemplo, Elpidio González. Que diga que el Ejército ha resuelto que ningún militar puede ser candidato. De ese modo, usted, desde arriba, hará el proceso que Perón quería hacer. Es la última oportunidad que tal vez le da a usted la Historia, personalmente. Y la oportunidad tiene una sola trenza".[14] Sabattini aprueba la propuesta, en principio, pero luego conversa con dos miembros del Comité Nacional y finalmente, le contesta a Jauretche: -El Comité Nacional ha resuelto que se debe entregar el poder a la Corte y... yo acato esa resolución".[15] Jauretche le responde: -Sepa, Dr. Sabattini, que la oportunidad ha pasado al lado suyo y usted no la agarró por la única trenza que tiene. Ya no hay otra alternativa para el país que Perón o la oligarquía. Nosotros, nos vamos con Perón. No le extrañe que el pueblo haga lo mismo... Hemos jugado a la vieja política la última carta que era usted. Y usted no ha entendido. Usted está terminado políticamente y me despido con dolor porque nunca más lo volveré a ver.[16]

Ese día, Perón le comunica al Gral. Avalos, ahora ministro de Guerra, que "a fin de esperar mi retiro, he solicitado licencia y desde la fecha me encuentro en la estancia del Dr. Subiza", en San Nicolás.[17] Sin embargo, junto con Eva, se traslada a la localidad de Florida, a la casa de Elisa Duarte.

12 de octubre

En la mañana, Perón y Eva se trasladan a una isla del Tigre, a una casa que les ha ofrecido Rodolfo Freude, hijo de un poderoso empresario alemán. Mercante lo despide y luego marcha a una reunión con veinte dirigentes gremiales... "Fue el primer intento- señala Félix Luna- de organizar alguna reacción a favor de Perón".[18]

Por su parte, los opositores al gobierno militar-y en especial, a Perón- movilizan sus fuerzas. Ya el día 11, se han concentrado diversos grupos civiles frente al Círculo Militar donde se discute la salida a la crisis. Pero este viernes 12 de octubre, afluye más gente, que se asienta en Plaza San Martín. En el interior del Círculo, altos jefes militares intercambian ideas con políticos de diversos partidos (desde los socialistas Alfredo Palacios, Américo Ghioldi y Carlos Sánchez Viamonte hasta conservadores como José María Paz Anchorena, Adolfo Bioy y Bernardo Houssay pasando por radicales como José María Cantilo y Ernesto Sanmartino) Afuera: "un público selecto -según "La Prensa"- formado por señoras y niñas de nuestra sociedad y caballeros de figuración social, política y universitaria, jóvenes estudiantes que lucían escarapelas con los colores nacionales, trabajadores que querían asociarse a la demostración colectiva a favor del retorno a la normalidad".[19] Armando Cascella describe de este modo ese llamado "picnic oligárquico": "Fiesta campestre, con señoras y señoritas de la clase ‘bien’, sentadas en las capotas de sus lujosos automóviles, o en rueda sobre el verde césped de ese aristocrático paseo, en amable y entusiasta tertulia ‘democrática’ mientras los mozos del Plaza Hotel y de otras proveedurías vecinas, ayudados por jóvenes galantes, iban y venían presurosos, con las bandejas cargadas de copetines, de botellas de champagne y suculentos sándwiches de pollo, de pechuga de pavita y de caviar’".[20]

Un dirigente stalinista -Rodolfo Aráoz Alfaro- recuerda aquella escena: "En el Círculo se sucedían las reuniones... Nosotros, en la plaza, pronunciábamos discursos, exigiendo la rendición incondicional del gobierno... Las consignas eran de furiosa oposición al conjunto de las Fuerzas Armadas, con lo que contribuíamos a unificarlas contra nosotros".[21] Desde los balcones del Círculo, el almirante Vernengo Lima intenta persuadir a los manifestantes que reclaman "el Gobierno a la Corte": "Si bien la Corte Suprema de Justicia es una tabla de salvación para el país, éste tienen instituciones armadas y el pueblo tiene la obligación de respetarlas".[22] Pero desde los verdes canteros rugen gritos de desaprobación: ¡Militares no! ¡El gobierno a la Corte! ¡Militares al cuartel!. El almirante insiste: -El país debe confiar en que el Ejército y la Armada honestamente le propicien un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo". Se renuevan los abucheos: ‘Son todos iguales’... ’Está mintiendo’... El Almirante se indigna: Usted no tiene derecho a dudar de la palabra del Almirante Berengo Lima... Desde la plaza, gritan: ‘Habla como Perón’... Ante semejante comparación, el Almirante hierve de ira y rechaza lo que considera una afrenta: ¡Yo no soy Perón!...El griterío le dificulta continuar la exposición, pero alcanza informar que "Todos los culpables de este estado de cosas serán castigados, comenzando por Perón...".[23] "Durante más de diez horas -recuerda Juan José Real- esta concentración de apellidos ilustres, de jóvenes universitarios y de militantes comunistas, reclamó la entrega del poder al alto tribunal y se desgañitó cantando un estribillo con música de la marcha radical: "Adelante, ciudadanos/ Adelante, sin cesar/ No queremos dictadura/ ni gobierno militar".[24] María Rosa Oliver testimonia: "...Los comunistas, al contrario de los anarquistas, inflexibles y líricos, se habían unido para ganar la guerra a todos los que perseguían el mismo fin (a esto se llamó ‘browderismo’, en Estados Unidos), lanzando la consigna 'vencer al fascismo'.

Por serles fieles, no tuvimos reparos en aceptar el apoyo abierto del nuevo embajador norteamericano Spruille Braden. Ese día estuve puntual, a las 9 de la mañana, en plaza San Martín... Desde donde estoy no llego a oír lo que en sus arengas dicen el radical, el conservador, el comunista, el socialista y el demócrata progresista. A todos los aplauden por igual. Terminado el aplauso, un solo clamor: Gobierno a la Corte... Me acerco a Jerónimo Arnedo Álvarez (uno de los principales dirigentes del Partido Comunista) y le pregunto si este es el pueblo con que contamos. Me asegura que los obreros empezarán a llegar después de las cuatro. Alentada, decido esperar... No me cabe duda: los asistentes a este acto pertenecemos a una clase social definida... Pasadas las cuatro.. miro y miro sin ver llegar lo que espero. Gente nueva afluye a la plaza, pero no es obrera."[25]

Esa misma tarde, Farrell, después de conversar con Vernengo Lima, decide la detención de Perón argumentando que se tata de una medida de seguridad pues su vida corre peligro. Sin embargo la decisión consiste en llevarlo preso a un buque de la Armada, lo cual podría indicar que la decisión le ha sido impuesta por el Almirante.

Poco después, el Jefe de Policía coronel Mittelbach se dirige a Tres Bocas, en el Tigre, para apresar a Perón. Mientras, esa noche, la policía dispersa a los manifestantes de Plaza San Martín, produciéndose graves enfrentamientos, de los cuales resulta muerto un médico, militante de los grupos opositores al gobierno.

13 de octubre

A la una de la madrugada, en el Tigre, Mittelbach le comunica a Perón que tiene orden de trasladarlo a un buque de guerra. Perón se niega a acompañarlo argumentando que no quiere ser sacado de su jurisdicción y solicita que se comuniquen con Farrell para modificar la orden, al tiempo que él se traslada a su departamento de la calle Posadas, donde esperará novedades. Alrededor de las dos y media del sábado 13, el subjefe de policía -mayor D’Andrea- se presenta en dicho departamento y se traslada, con Perón, en carácter de detenido, a la cañonera "Independencia", para tomar rumbo hacia la isla Martín García. Mercante los acompaña y recuerda la despedida: "Perón susurró unas palabras recomendándome a Eva y luego, suelto y natural, subió la pasarela. Me quedé mirándolo desde abajo. De pronto advertí que el marinerito que montaba guardia a mi lado, estaba llorando. Por su rostro morocho corrían las lágrimas silenciosamente. ¡Entonces sentí una enorme tranquilidad y supe con claridad total que íbamos a ganar la partida!.[26] Lo sucedido indicaría que el Gral. Farrell ha cedido frente a la presión del Almirante Vernengo Lima y del Gral. Avalos. Ambos jefes se reparten transitoriamente las carteras del gabinete, mientras el presidente encomienda al D. Juan Alvarez -hombre de la judicatura- la reorganización ministerial.

"Crítica" titula: "Perón ya no constituye un peligro para el país".[27] [28]

En la noche del 13 de octubre, el profesor Juan Fentanes, nuevo secretario de Trabajo y Previsión, se dirige a los obreros por radiofonía intentando disipar inquietudes acerca de la pérdida de conquistas sociales, aunque manifestando su convicción de que el Estado no debe cumplir papel relevante en los conflictos laborales "pues obreros y patrones deben resolver directamente sus problemas".[29] Entre sus primeras medidas, se informa que se ha declarado feriado "no pago" al día 12 de octubre.

En la tarde de ese mismo día, Perón le escribe una carta al presidente Farrell manifestándole la injusticia de que es objeto, especialmente porque "si me encuentro detenido a disposición del Poder Ejecutivo, creo tener los derechos elementales que me acuerda la ley". Señala, asimismo, que no sabe de qué se lo acusa y que "hubiese preferido ser fusilado por cuatro viejos montañeses y no pasar por lo que estoy pasando", en jurisdicción militar y peor aún, bajo la custodia de los hombres de la Armada. Además, le solicita a Farrell que acelere su trámite de retiro del Ejército. También le escribe a Eva, carta que lamentablemente no se ha encontrado hasta ahora. Una tercera carta va dirigida a Mercante : "... Me hace mucha gracia que algunos creyeran que yo me iba a escapar. Son unos angelitos pues si lo hubiera querido hacer, tenía diez embajadas con amigos que me hubieran acogido con los brazos abiertos. Ellos olvidan que yo soy un soldado de verdad y que si no hubiera querido entregarme, hubiera sido otro el procedimiento que habría seguido. Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo. Saludo a todos los amigos y en especial al "peronismo"... Querido amigo. Usted es de los excelsos, por eso vivirá amargado pero con una conciencia feliz. La conciencia es la madre del alma, por eso nos adormece con una canción de cuna cuando está pura y limpia".[30]

Con respecto a esta declaración de "me caso y me voy al diablo", algunos suponen que fue un momento de agotamiento y de hastío por parte del coronel. Otros, como Fermín Chávez, sostienen que se trata de una maniobra para confundir al enemigo, en conocimiento de que todas sus cartas serían leídas por sus carceleros antes de ser remitidas.

14 de octubre

"La Epoca" informa que el planteo de los dirigentes políticos de entregar "el gobierno a la Corte" significaría la asunción, como presidente, del Dr. Roberto Repetto, "gran amigo de Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte".[31] Transcribe, asimismo, una declaración del Comité Centro y Constitución del Partido Comunista: "Por la entrega del poder a la Suprema Corte y un ministerio de conciliación nacional. Pueblo de la Capital: las bandas nazifascistas juntamente con su policía gestapista y con la complicidad del Gral. Avalos, han ametrallado a mansalva al pueblo de Buenos Aires congregado en la Plaza San Martín, en el día de ayer. Numerosos muertos y heridos constituyen el saldo de esta vandálica represión -sin precedentes en la historia argentina- contra toda la ciudadanía que exige la entrega del Gobierno a la Suprema Corte y la constitución de un ministerio de Unidad Nacional, donde estén representados todos los partidos políticos antifascistas, el movimiento obrero independiente, el estudiantado y todos los sectores económicos y sociales, civiles y militares de la Nación que aspiran al retorno inmediato de la normalidad constitucional. No hay solución política actual a espaldas del pueblo. Pueblo argentino: No intimidarse. Salid a la calle y aplastad a los nazis y pistoleros peronianos".[32]

Ese mismo día 14, el Gral. Avalos visita a Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el dirigente stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: "El dirigente comunista habría dicho: - Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde. Rodolfo Puiggros se refiere a esta entrevista y comenta que, por supuesto, "al decir este gobierno, Codovilla se refería al que representaba Avalos,[33] es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón. A su vez, otro dirigente del mismo partido da fe de su vocación "democrática" visitando al otro gran enemigo de Perón, el jefe de la Armada: "Con un grupo de personas- recuerda Rodolfo Ghioldi- fuimos a ver al almirante Vernengo Lima al ministerio y me permití decirle: - Pero, ustedes van a ser derrocados pasado mañana; la policía está en las mismas manos, la policía no deja que los sindicatos hagan asambleas, persigue gente que quiere luchar y salir a la calle, les está metiendo palos y llevándola a los calabozos... Me dijo que estaba equivocado y como yo insistiese, se comprometió a comunicárselo al Gral. Avalos".[34]

Mientras, en Martín García, Perón escribe dos cartas. La primera, al Gral. Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa... por lo cual solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos y de acuerdo a la ley, disponer en consecuencia mi procesamiento o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde".[35] La segunda es una nueva carta a Eva, caracterizada por las expresiones cariñosas hacia su compañera. En lo que atañe al aspecto político, afirma: "... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida... Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos... Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene razón ...".[36]

Este proyecto de alejarse de la acción pública- aunque, al mismo tiempo, anuncia su decisión de escribir un libro para continuar la lucha- constituiría, según algunos ensayistas peronistas, un nuevo intento de despistar a quienes revisasen la correspondencia. Sin embargo, parece más razonable entenderlo como una actitud propia de quien se encuentra detenido, traicionado por sus camaradas de armas y cuando aún no se ha producido la reacción popular en su defensa.

A media tarde de ese día 14, llega a Martín García el capitán-médico Miguel Angel Mazza, quien desde hace años atiende la salud de Perón. Mazza le trae la siguiente información, que le envía el coronel Franklin Lucero: "Según Lucero, había que contar con tres generales: Sosa Molina, Solari y Urdapilleta. El Ejército del interior no podía estar con Campo de Mayo... La famosa Escuela de Guerra, termómetro de la reacción en el Ejército, estaba ahora dividida y se balanceaba a favor de Perón".[37] Acerca de los obreros, Mazza le informa que "el mayor Estrada estaba en contacto con Alcides Montiel y que se trabajaba secretamente".[38] Mazza y Perón conversan extensamente y convienen en plantear -tomando por base unas radiografías de años atrás- que el clima húmedo de la isla daña seriamente su salud, reclamándole a Farrell que disponga su traslado a la Capital.

15 de octubre

El Dr. Mazza entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón, "lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario".[39] Farrell asiente, en principio, a la solicitud, pero envía a Mazza para que formule la misma petición ante el ministro de Guerra, Gral. Avalos. El médico sabe que su argumento es un arma poderosa: las Fuerzas Armadas no pueden cargar con la responsabilidad, frente al pueblo, de que Perón enferme gravemente, con peligro de muerte, a causa de su detención, la cual, según los informes oficiales, procura protegerlo ante amenazas contra su vida. Horas después, ya en su consultorio, Mazza es citado por el Alte. Vernengo Lima quien opone reparos a lo que considera demasiada buena voluntad de Farrell. A la Armada le disgusta la posibilidad de flexibilizar el control sobre Perón y además, mantiene dudas acerca de la veracidad de la información médica. El traslado de Perón provoca diversas reuniones y tarda en definirse.

Mientras, el Dr. Juan Alvarez continúa parsimoniosamente sus gestiones dirigidas a constituir el nuevo gabinete. Los diarios recogen versiones de que se recurriría a viejos políticos conservadores, entre otros, Alberto Hueyo, Isidoro Ruiz Moreno, Jorge Figueroa Alcorta y Tomás Amadeo. Por su parte, la embajada norteamericana celebra la detención de Perón: "Perón está fuera del juego políticamente hablando, sin apoyo palpable en el Ejército y muy poco del sector gremial colaboracionista".[40]

Pero la diplomacia norteamericana se equivoca. "El 15 de octubre se declara la huelga revolucionaria por tiempo indeterminado en todos los ingenios ", recuerda Luis René Villacorta, dirigente de la FOTIA.[41] Los trabajadores tucumanos del azúcar exigen, además, la reunión del Comité Central Confederal de la C.G.T. Asimismo, en Berisso, al impulso combativo de Cipriano Reyes, los trabajadores de la Carne comienzan a movilizarse y al atardecer recorren las calles de esa localidad a los gritos de ¡Viva Perón y la Secretaría de Trabajo!".[42] "La Epoca" informa la irritación que cunde en la clase trabajadora, bajo el título, en pág. 2: "Iniciaron los patrones su ataque a las conquistas sociales".La nota explica que dada la resolución del nuevo Secretario de Trabajo, los empleadores se niegan a abonar el feriado del 12 de octubre y que en algunas fábricas han aparecido carteles, colocados por la patronal en las puertas de acceso, con el siguiente texto: "El 12 de octubre vayan a cobrárselo a Perón".[43] Esta actitud provoca incidentes en varias fábricas.

La cúpula de la Central Obrera, atemorizada por la presión que viene desde las bases, visita al Gral. Avalos para solicitarle garantías de que las conquistas sociales no serán derogadas.[44] También solicitan audiencia al presidente Farrell, para el día siguiente, a fin de asegurarse que sus reclamos serán escuchados y ante los reclamos del interior convocan al Comité Central Conferederal para el martes 16 de octubre, a las 18 horas, en Buenos Aires, organismo al cual proponen se declare una huelga general en todo el país.

En la noche del 16, "la policía disuelve una manifestación que daba vivas al coronel Perón en Florida y Corrientes, pleno centro porteño".[45] En el Chaco se anuncia paro general... En Avellaneda y Rosario se producen manifestaciones con participación de miles de trabajadores... Paran los obreros ferroviarios de Junín... Huelga en el frigorífico Wilson, de Puente Alsina.[46]

16 de octubre

En la mañana, los dirigentes de la CGT visitan al presidente Farrell, al cual participan de su preocupación por la salud del coronel Perón, así como que algunos gremios, en forma parcial, han salido a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres del conservadorismo. El Gral. Avalos intenta tranquilizarlos manifestándole que Perón se halla "protegido" por el Gobierno y al mismo tiempo, emite un comunicado en el que "hacer saber a la población que el coronel Perón no se encuentra detenido".[47] Perón, desde su cautiverio, le envía un mensaje a Avalos: "Comunico al señor Ministro que mientras la radio anuncia que no estoy detenido, hace cuatro días que me encuentro detenido e incomunicado y con dos centinelas de vista en la prisión de esta isla".[48]

Un hombre de FORJA, Darío Alessandro, testimonia acerca de su encuentro, en esos días, con oficiales de Campo de Mayo que se encuentran replanteando su posición. La oficialidad, de posición nacionalista, ante los rumores de que regresarían al poder los viejos políticos conservadores, manifiestan su disconformidad y sostienen que ellos "al provocar la caída de Perón, no pensaban en replantear la vuelta a la vieja Argentina y menos aún de esa gente de la oligarquía".[49] Estos oficiales habrían influído sobre el resto de Campo de Mayo para debilitar el apoyo al Gral. Avalos.

"La Epoca" expresa el cambio de situación que se está produciendo: "Desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego y desde el Atlántico a los Andes, se pide, se clama y se exige la libertad del coronel Perón".[50] "Los trabajadores de todo el país se han puesto de pie para reclamar la libertad del coronel Perón".[51]

Al mediodía, el presidente Farrell decide – a propuesta de Vernengo Lima- que los doctores Nicolás Romano- de antigua militancia radical- y José Tobías, acompañados del capitán de corbeta Andrés Tropea y el comisario Rodríguez, viajen a Martín García para establecer el verdadero estado de salud de Perón y decidir acerca de si corresponde o no su traslado a un hospital de Buenos Aires. A media tarde, esas personas parten a cumplir su misión arribando a la isla al anochecer. Aproximadamente a la misma hora, inicia sus deliberaciones el Comité Central Confederal de la CGT en la sede de la Unión Tranviarios. Por su parte, "La Unión Obrera Local -expresión sindical del Partido Comunista- sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".[52] En el mismo sentido se expresa la Federación Obrera de la Carne, en manos del stalinismo: "...bandas armadas, extrañas a los obreros de los frigoríficos, encabezadas por Cipriano Reyes, tratan de impedir el ingreso al trabajo. Los trabajadores no deben abandonar sus tareas y deben movilizarse para terminar de una vez con estas maniobras del nazifascismo que atentan contra la libertad, la democracia y el progreso del país".[53] A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".[54]

Al llegar la comitiva a Martín García, durante la noche, Perón se niega a ser revisado pues él tiene su médico y ésta ya ha informado al respecto. El capitán Tropea vacila, pero finalmente se comunica con sus superiores. Se produce una situación confusa. Perón afirma que "por orden expresa del presidente, en contra de la decisión del ministro de Marina" se decidió el traslado.[55] Hacia la medianoche, se realizan los preparativos para conducir al coronel al Hospital Militar. A esa hora ya se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11 , "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".[56]

17 de octubre de 1945

A las 6 horas, Juan Perón ingresa al Hospital Militar. A las 7, en Brasil y Paseo Colón, la policía dispersa alrededor de mil personas que se dirigían hacia la Casa de Gobierno. A las 8 y 30 es disuelta una manifestación en Independencia y Paseo Colón. A las 9hs , por Alsina, hacia el oeste, va una columna estimada en 4000 trabajadores. A las 9 y 30hs es dispersada una concentración reunida frente al Puente Pueyrredón de alrededor de 10.000 personas.[57] A mitad de mañana, grupos de trabajadores reclaman frente al Hospital Militar, exigiendo ver a Perón. Las radios informan que se está generalizando la huelga, no obstante que la CGT declaró el paro para el día 18. Al mediodía, la policía vuelve a dispersar a grupos de manifestantes que se habían concentrado en Plaza de Mayo. FORJA da una declaración donde sostiene que "en el debate planteado en el seno de la opinión, está perfectamente deslindado el campo entre la oligarquía y el pueblo... y , en consecuencia, expresa su decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus conquistas sociales".[58] Por entonces, el coronel Gemetro le sugiere a Avalos: General, si a esa gente no la para la policía, lo podemos hacer nosotros con unos pocos hombres... -Quédese tranquilo. No va a pasar nada- contesta Avalos. Todo lo que la gente quiere es ver a Perón, saber que está bien. Después, se irán como vinieron".[59]

Después del mediodía, la policía modifica su actitud frente a los manifestantes. "La crisis del poder liberó los sentimientos de los agentes de la tropa -afirma Perelman- muchos de ellos provincianos y con bajos sueldos... Los vigilantes se declararon peronistas".[60] Esto es verdad, pero también es cierto que un amigo de Perón, el coronel Filomeno Velazco, controla ya la planta baja del Departamento de Policía y da órdenes a los agentes.

A las 15 y 30, un grupo de sindicalistas mantiene una reunión con Perón en el Hospital Militar. En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen, en Avellaneda, ante el puente. "Era una muchedumbre de 50.000 personas -sostiene Cipriano Reyes-... Minutos después, las pasarelas del puente comenzaron a bajar y la muchedumbre se lanzó para pasar al otro lado".[61]

"Nosotros no participamos del 17 de octubre -recuerda un dirigente gremial del Partido Comunista-. Los metalúrgicos que nosotros controlábamos trabajaron el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos costó muy caro".[62] Un periodista afirma que a las 13 hs. "el ministerio de marina rechaza un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados, de esa tendencia, enfrenten a los trabajadores peronistas".[63] "Yo estaba avergonzado e indignado Eso es, indignado y avergonzado", recuerda Jorge Luis Borges.[64]

Han pasado ya las 16 horas cuando, ante el crecimiento de la concentración popular, el presidente Farrell envía a algunas personas de su confianza para conversar con Perón y encontrar una salida a la crisis. Así, el brigadier Bartolomé de la Colina y el Gral. Pistarini conversan con Armando Antille, radical irigoyenista que viene colaborando en las tareas de acercamiento. En un piso alto del Hospital Militar, el coronel, en pijama, recibe información de lo que ocurre y espera el desarrollo de los acontecimientos. "Estábamos allí- recuerda Franklin Lucero- sus amigos de las buenas y malas horas...".[65] "Las llamadas desde la Casa de Gobierno se sucedían. Farrell quería calmar a la muchedumbre. En determinado momento, Perón me preguntó: - ¿Hay mucha gente? Realmente, ¿hay mucha gente, che?... Nunca me había tuteado. Pero su creciente entusiasmo, se comenzaba a apreciar en su cambio físico y espiritual"[66]. Mientras, en la plaza de Mayo, el Gral. Avalos intenta infructuosamente dirigirse a los trabajadores. La respuesta de la plaza es contundente: "Queremos a Perón".[67]

"Se hacía evidente que el gobierno quería parlamentar- testimonia el capitán Russo. Recuerdo que entonces Perón me dijo textualmente: - Ha llegado el momento de aprovechar la debilidad del enemigo".[68] Poco después, se conviene que el Gral. Avalos se traslade al Hospital Militar, para conversar con Perón. "Avalos me expresó - recuerda Perón- sus deseos de que yo hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se retirara de la plaza de Mayo".[69] De esta conversación surge la conveniencia de una reunión Farrell- Perón. Mientras tanto, en la Casa Rosada, Vernengo Lima presiona a Farrell para disolver la concentración apelando a la fuerza militar: "Usted está cometiendo un grave error. Esto hay que disolverlo a balazos y va a ser difícil, hay mucha gente".[70] El presidente se niega a recurrir a la represión: "El ministro de Marina insiste, explicando que las ametralladores están en el techo: Si tiramos al aire, se van a ir....Pero el Presidente se mantiene inconmovible: -No, señor. No se hace ningún disparo. La gente puede morir por el pánico. Yo no autorizo nada.[71]

Los diarios de la tarde informan acerca de la situación, desde su perspectiva reaccionaria: "Numerosos grupos, en abierta rebeldía- según "La Razón"- paralizaron en la zona sur los tranportes y obligaron a cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación"[72]. Acompaña la noticia con una declaración del Partido Comunista de la Provincia de Buenos Aires donde se denuncian "los desmanes de elementos peronistas de Cipriano Reyes y demás aventureros a sueldo de la Secretaría de Trabajo que en bandas armadas han ido provocando a la población y obligando a los obreros a hacer abandono de sus trabajos. Tales hechos han sido denunciados al ministro del Interior Gral. Avalos por este comité"[73]. "Crítica", por su parte, aparece con grandes titulares: "Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población... En varias zonas de Buenos aires, los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes".[74] Los periódicos informan, además, que el Dr. Juan Alvarez ha visitado la Casa de Gobierno con el listado de los hombres de doble apellido que conformarían el nuevo gabinete.

Desde el Hospital Militar, Perón se aviene a conversar con Farrell pero, pone condiciones: "Primero, que Vernengo Lima se mande a mudar, segundo, que la Jefatura de Policía la ocupe Velazco, tercero, que lo busquen a Pantín y lo pongan al frente de las fuerzas de mar y que Lucero se haga cargo del Ministerio de Guerra. Además, hay que traer inmediatamente a Urdapilleta, que está en Salta, para que se haga cargo del ministerio del interior. Esas son mis condiciones".[75]

Rato después, Farrell y Perón conversan en la residencia presidencial. "Me dijo Farrell:- Bueno, Perón, ¿qué pasa?. Yo le contesté: Mi General, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha... -Esto está listo, me contestó y no va a haber problemas. -Bueno, le dije:- Entonces, me voy a mi casa. -

No, déjese de joder, me dijo y me agarró de la mano: Esa gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno!.[76]

Aproximadamente a las 23 horas, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. -Venga, hable, me dijo Farrell, recuerda Perón. Minutos después, el coronel ingresa al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una inmensa muchedumbre, que algunos estiman en trescientos mil , otros en quinientos mil y el diario "La Epoca" en un millón de personas, vibra coreando su nombre: ¡Perón! Perón. Los diarios encendido a manera de antorchas resplandecen sobre la negrura nocturna celebrando la victoria popular . Alguien alcanza una bandera hasta el balcón: es una bandera argentina que lleva atada una camisa. El coronel la toma y la hace flamear de un lado a otro, ante la algarabía popular. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!. Farrell y Perón se abrazan, produciendo un nuevo estallido de júbilo popular. El presidente intenta vanamente dirigirse a los manifestantes, pero el impresionante griterío no se lo permite. Finalmente, pronuncia unas pocas palabras para comunicar que el gobierno no será entregado a la Corte Suprema, que ha renunciado todo el gabinete, que el coronel Mercante será designado Secretario de Trabajo y Previsión y que "otra vez está junto a ustedes el hombre que por su dedicación y empeño ha sabido ganar el corazón de todos: el Coronel Perón".[77]

El coronel, profundamente conmovido, se acerca al micrófono. "¡Imagínese -recordará años después- ni sabía lo que iba a decir... Tuve que pedir que cantaran el himno para poder armar un poco las ideas".[78] Concluido el himno nacional, el coronel se dirige a la multitud: "Trabajadores. Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: ¡la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino!. Una larga ovación interrumpe el discurso. El coronel comunica al pueblo que ha sido firmada su solicitud de retiro y que esa renuncia a su carrera militar la ha dispuesto "para ponerme al servicio integral del auténtico pueblo argentino.... Muchas veces me dijeron que ese pueblo por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, quiero, en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclado en esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre...". Su discurso resulta interrumpido , varias veces, por la pregunta que inquieta al pueblo: ¿dónde estuvo? Pero él prefiere no contestar y finalmente le pide al pueblo: "No me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado. No quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo." Luego afirma: "...Ha llegado el momento del consejo. Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca ...Y les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria". Desde el gentío, surge la ocurrencia: ¡Mañana es San Perón! ¡Mañana es San Perón!. Finalmente, el coronel afirma: "...Al abandonar esta magnífica asamblea, háganlo con mucho cuidado... Tengan presente, que necesito un descanso que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar, codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso... Y ahora, para compensar los días de sufrimiento que he vivido, quiero pedirles que se queden en esta plaza, quince minutos más , para llevar en mi retina el espectáculo grandioso que ofrece el pueblo desde aquí".[79]

Rato después, la imponente concentración se dispersa lentamente. Los trabajadores fabriles han irrumpido tumultuosamente en la historia argentina y han liberado al coronel, quebrando el poder de la oligarquía.

Al mismo tiempo que la presencia popular en la plaza definía la puja por el poder, el ala nacional del Ejército había cumplido un rol importantísimo. El coronel Filomeno Velazco había logrado controlar la Policía Federal, lo que explica la libertad de movimientos otorgada a los agentes. También el coronel Carlos Mujica se apoderó del regimiento 3 de infantería. Hacia la noche, Pistarini y Lucero tomaron el ministerio de Guerra, mientas Estrada y Mercante se ubicaban en la Secretaría de Trabajo.

En el interior del país, importantes concentraciones de trabajadores- especialmente en Rosario,. Tucumán, Córdoba y Mendoza- se dispersan en orden con la alegría del triunfo. Así ocurre también en Buenos Aires, pero el odio riega de sangre las primeras horas del día 18: una manifestación peronista es tiroteada desde adentro del diario "Crítica", provocando la muerte de Darwin Passaponti y Francisco Ramos.

Un nuevo ciclo histórico se inicia en la Argentina.

Opiniones sobre el 17 de octubre

"El país era otro país y no quisieron entenderlo... El 17 de octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia". Arturo Jauretche.[80]

"Cuando en la época de nuestra famosa Unión Democrática, tantos intelectuales de izquierda marchábamos al lado de conservadores como Santamarina y señoras de la sociedad, deberíamos haber sospechado que algo estaba funcionando mal". Ernesto Sábato.[81]

"El 17 de octubre fue preparado por la Policía Federal y la Oficina de Trabajo y Previsión, convertida en una gran máquina de propaganda tipo fascista..." Unión Cívica Radical.[82]

"...Había dos países en octubre de 1945: el país elegante y simpático con sus intelectuales y su sociedad distinguida sustentada en su clientela "romana" y el país de ‘la corte de los milagros’ que mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve días que sacudieron al país! ¡Nueve días en que la verdad se desnudó! ¡Nueve días que cierran una época e inauguran otra!... Desde luego, el odio no es el único ingrediente del peronismo pero es el fundamental, el cemento que aglutinó a las masas en torno a Perón". Emilio Hardoy, dirigente conservador.[83]

"En los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del que pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios , persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación". Partido Socialista.[84]

"El 17 de octubre es uno de los tantos golpes de cuartel". Grupo Obrero Marxista.[85]

"Era el subsuelo de la Patria sublevado... Eramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente, como la brisa fresca del río.. Lo que yo había soñado e intuído durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo". Raúl Scalabrini Ortiz.[86]

"Se iniciaba un largo y doloroso período, pues quienes lo habían planeado habían logrado desencadenar un movimiento de masas que acompañaría a la dictadura. Con el caer de la tarde, la tristeza me dominó". Américo Ghioldi.[87]

"¿Cómo?, se preguntaban los figurones de la oligarquía, azorados y ensombrecidos, ¿pero es que los obreros no eran esos gremialistas juiciosos a quienes Juan B. Justo había adoctrinado sobre las ventajas de comprar porotos baratos en las cooperativas?. Jorge A. Ramos.[88]

"No sólo por los bombos, platillos, triángulos y otros improvisados instrumentos de percusión (esa gente) me recuerda las murgas de carnaval, sino también por su indumentaria: parecen disfrazados de menesterosos. Me pregunto de qué suburbio alejado provienen esos hombres y mujeres casi harapientos, muchos de ellos con vinchas que, como a los indios de los malones, les ciñen la frente y casi todos desgreñados. ¿O será que el día gris y pesado o una urgente convocatoria, les ha impedido a estos trabajadores tomarse el tiempo de salir a la calle bien entrazados o bien peinados, como es su costumbre ¿ O habrán surgido de ámbitos cuya existencia yo desconozco" . María Rosa Oliver, escritora del grupo "Sur" y camarada de ruta del Partido Comunista.[89]

"Estábamos en el medio de la multitud, sumamente emocionados. Y advertí que en el rostro de Nicolás Olivari corría un lagrimón" . Alberto Vanasco.[90] "Con su permiso, señor Capitán. Voy a desalojar a toda esa gente.- Sí, le dije, pero con una condición: no dispare ningún tiro adentro del edificio... Se retiraron entonces... El dio la orden y los soldados pusieron rodilla en tierra, dieron vuelta sus fusiles -con la culata adelante- y comenzaron a sacudirles las cabezas a los revoltosos. Sonaban sus cabezas que parecían mates". Isaac. F. Rojas.[91]

"El malón peronista - con protección oficial y asesoramiento policial- que azotó al país, ha provocado rápidamente- por su gravedad- la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en millares de protestas... Se plantea así para nuestros militantes, una serie de tareas que para mayor claridad, hemos agrupado en dos rangos: higienización democrática y clarificación política. Es decir, por un lado, barrer con el peronismo y todo aquello que de alguna manera sea su expresión: por el otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento de los problemas nacionales, la forma de resolverlos y explicar ante las amplias masas de nuestro pueblo, más aún que lo hecho hasta hoy, lo que la demagogia peronista representa. En el primer orden, nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo hasta su aniquilamiento. Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y las calles de nuestras ciudades de las inmundas ‘pintadas’ peronistas. Que no quede barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática. Nuestras mujeres... deben visitar las casas de familia, comercios, etc, reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino" Declaración del Partido Comunista, 21/10/45.[92]

"El malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la población indefensa, contra el hogar, contra las casas de comercio, contra el pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura e imponiendo el paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que ese día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y desatado". Partido Comunista.[93]

"Los acontecimientos de los días 17 y 18 de este mes han dejado perplejos y confundidos a los stalinistas, socialistas y en general a toda la pequeña burguesía que se hallaba bajo el influjo ideológico de la oligarquía y del imperialismo... La misma masa popular que antes gritaba ¡Viva Yrigoyen!, grita ahora ¡Viva Perón!. Así como en el pasado se intentó explicar el éxito del yrigoyenismo aludiendo a la demagogia que atraía a la chusma, a las turbas pagadas, a la canalla de los bajos fondos, etc., así tratan, ahora, la gran prensa burguesa y sus aliados menores, los periódicos socialistas y stalinistas, de explicar los acontecimientos del 17 y 18 en iguales o parecidos términos. Con una variante: comparan la huelga a favor de Perón con las movilizaciones populares de Hitler y Mussolini. La verdad es que Perón, al igual que antes Yrigoyen, da una expresión débil, inestable y en el fondo traicionera, pero expresión al fin, a los intereses nacionales del pueblo argentino. Al gritar ¡Viva Perón!, el proletariado expresa su repudio a los partidos pseudo-obreros cuyos principales esfuerzos en los últimos años estuvieron orientados en el sentido de empujar al país a la carnicería imperialista. Perón se les aparece, entre otras cosas, como el representante de una fuerza que resistió larga y obstinadamente esos intentos y como el patriota que procura defender al pueblo argentino de sus explotadores imperialistas. Ve que los más abiertos y declarados enemigos del coronel lo constituyen la cáfila de explotadores que querían enriquecerse vendiéndole al imperialismo angloyanqui, junto con la carne de sus novillos, la sangre del pueblo argentino... Aquellos que desconocen el sentido y la importancia de las tareas nacionales en nuestra revolución están incapacitados para comprender estos acontecimientos: en general, están incapacitados para comprender nada. Los que se engañaron tomando la movilización de estudiantes, burgueses y damas perfumadas (del 19 de setiembre) por los preludios de la ‘revolución’, juzgan a la huelga general de l7 y 18 de octubre como una especie de aberración que echa al suelo todas sus teorías. La aberración estaría, en todo caso, en que individuos que se denominan a sí mismos marxistas, se pongan del lado del imperialismo en sus escaramuzas con algunos sectores de nuestra burguesía semicolonial... Por primera vez, en muchos años, la clase obrera ha salido a la calle y ha influido de manera importante en el curso político del país...Las grandes masas explotadas se están poniendo de nuevo en movimiento". Grupo "Frente Obrero".[94]

"...Es impresión generalizada que a menos que la oposición reaccione rápidamente, el apoyo popular a Perón crecerá como una bola de nieve permitiéndole competir electoralmente, como candidato del pueblo, con mejores posibilidades de las que se le asignaban hasta ahora... La rehabilitación de Perón se hará sentir en los países vecinos... Esto ha fortalecido la posibilidad de formación de un bloque de dictaduras en América del Sur, amigo de Rusia y hostil hacia los Estados Unidos". Embajada de los Estados Unidos.[95]

El mismo 17 de octubre, La Nación publica un telegrama donde "la opinión democrática argentina coincide con la posición de Mr. Braden respecto al problema de la libertad en América y desea expresar que consideraría como una actitud amistosa para nuestro pueblo y nuestra democracia su confirmación como secretario de Estado adjunto para los asuntos latinoamericanos. Comunicación cursada al Dto. de Estado de los Estados Unidos. Firman: Victoria Ocampo, Adela Grondona, Ana R. Schliepper de Martínez Guerrero, Juan Antonio Solari, Sara Alvarez de Ezcurra, Alejandro Ceballos, Raúl Monsegur, Bernardo Houssay y Mariana Sáenz Valiente de Grondona.[96]

Después del 17 : "Matar a Perón"

Producido el 17 de octubre, las fuerzas políticas antagónicas se aprestan a la campaña electoral con vistas a las elecciones de febrero de 1946. El 23 de octubre, el grupo más consecuente de sindicalistas que han apoyado al coronel organizan el Partido Laborista. Como presidente de la nueva agrupación es designado Luis F. Gay, del gremio telefónico. Por su parte, también se organiza la Junta Renovadora Radical, en la cual participa el sector más popular del radicalismo, cuyas principales figuras son Armando Antille y Hortensio Quijano. FORJA, por su parte, se disuelve para dar libertad a sus integrantes. Se gesta, asimismo, un Partido Independiente, al cual aportan sus esfuerzos algunos nacionalistas, así como Centros Cívicos- algunos organizados por Eduardo Colom- y otras fuerzas que siguen la orientación de Filomeno Velazco. En estas agrupaciones sustenta el coronel su campaña electoral.

En noviembre queda organizada la Unión Democrática, alianza de los partidos Radical, Socialista, Demócrata Progresista y Comunista, que lleva una fórmula integrada por dos hombres del Radicalismo y cuenta con el apoyo de las fuerzas conservadoras, aunque éstas no integran formalmente la coalición. En esos días, la Iglesia Católica emite una pastoral que implícitamente significa un aval al coronel Perón pues prohíbe a sus fieles que voten por partidos en cuya plataforma electoral figuren el divorcio, la enseñanza laica o la separación de la Iglesia y el Estado.

En esos fines del año 45, las fuerzas reaccionarias se movilizan para obstaculizar el camino de Perón hacia el poder. Desde Estados Unidos, Braden continúa su lucha: "...Los nazis no han sido eliminados todavía... Acabo de presenciar el sufrimiento de una gran nación... He visto a un pueblo brutalmente escarnecido por alguien que se titula salvador, apoyado por una camarilla que remeda a su prototipo europeo... Los nazis europeos subyugaron a su propio pueblo antes de que intentaran someter a sus vecinos. No se debe permitir que la historia se repita".[97] En esta misma línea, el 22 de noviembre, el canciller uruguayo Eduardo Rodríguez Larreta lanza una propuesta al resto de países latinoamericanos, propiciando, en base a las Actas de Chapultepec, "una cualquiera o todas las medidas colectivas previstas", que deben ser "usadas legítimamente contra un régimen americano totalitario que no haga honor a sus compromisos internacionales y niegue los derechos básicos a sus ciudadanos". Argumenta que ello no violaría el "principio de no intervención" porque no es posible que "ese principio de no intervención sea un escudo tras el cual puedan perpetrarse delitos, se viole la ley, se dé acogida a agentes del Eje y se eludan compromisos obligatorios".[98] El Departamento de Estado norteamericano da inmediato apoyo, pero nueve países americanos se manifiestan en contra, por lo cual el intento se frustra.

El 8 de diciembre, la Unión Democrática lanza su campaña electoral en el barrio del Congreso. Los oradores centran sus críticas al nazifascismo que encarnaría Perón. Tanto en este acto, como en otros desarrollados pocos días después, se producen graves enfrentamientos entre los militantes "democráticos" y peronistas. Con gran beneplácito, informa, desde la embajada yanqui, el agregado cultural Mr. Griffith: "La jornada del 8 ha servido para demostrar que la oposición comienza a mostrar las uñas...Hasta ahora trataron de contener pacíficamente a los peronistas... Ahora saben que la consigna es tirar primero".[99] Agrega Griffith que "el acto de Congreso fue de 200.000 personas" , pero no se halla del todo satisfecho porque "faltó la nota emotiva, romántica o heroica que pusiera a muchos afiliados en la obligación de ir".[100] ¿A qué heroísmo se refiere el agregado cultural de la embajada? El mismo lo aclara, líneas después, planteando lisa y llanamente el asesinato político: " Hasta ahora dos técnicos opositores han rechazado el recurso del crimen político, por inconveniente, por desventajoso y porque trae como consecuencia violentas represiones y luctuosos desquites. Pero la verdad es que muchos piensan y plantean el asesinato de Perón. Esto es difícil, pero no imposible, ya que se podría atentar contra su vida desde alguna ventana de la Avenida 9 de julio. De ahí las dudas y la inseguridad de que Perón hable el día 14".[101]

La concentración peronista se realiza, sin embargo, frente a Cerrito 366 desde donde habla Perón. Según Fermín Chávez, ese día se incorpora el bombo al folklore peronista y también ese día, Perón se quita el saco y declara: "No nos deshonramos por ser descamisados..Nos deshonraríamos por ser fraudulentos, ladrones o pillos... Es para nosotros un honor tener un corazón bien puesto debajo de una camisa y no debajo de una chaqueta lujosa". [102]

El 20 de diciembre , el gobierno lanza el decreto 33.302 que estatuye el sueldo anual complementario. La patronal reacciona declarando la inconstitucionalidad de la medida y declara, como repudio, un lock out, en todo el país, desde al 14 al 16 de enero. Diversas solicitadas impugnan la medida, entre ellas una del Consejo Directivo de la Industria Azucarera. También el Partido Comunista se manifiesta en contra por "tratarse de una medida demagógica... de neto corte fascista, que quiere servir los planes demagógicos del continuismo nazifascista".[103] En idéntico sentido se expresa Codovilla en el Congreso partidario del 22 al 25 de diciembre planteando la necesidad de combatir "al nazi peronismo para abrir una era era de libertad y progreso". Allí deposita también su esperanza en que el imperialismo se ocupará de dar a los argentinos esa "libertad" y ese "progreso": "Creo que se puede afirmar que si el peronismo se atreviera a desatar la guerra civil, no contará en el plano internacional con el apoyo con que contó Franco cuando la desencadenó en España. Es otra época. Aún en el caso problemático de que los peronistas consiguieran triunfar, las Naciones Unidas y su organismo de Seguridad Mundial contra la agresión, no permitirán que se consolide en nuestro país una cabecera de puente del nazifascismo que podría convertirse en un foco de guerra de agresión en el continente... y pondría en peligro la estabilidad de la paz en el mundo".[104]

Esta idea de la posible intervención extranjera recorre todo el espectro político, desde la izquierda a la derecha. Para la misma época, Roberto Levillier le reclama a Braden que publique un documento de denuncia de las vinculaciones del actual elenco gobernante con el nazismo y su divulgación en toda América. "El problema- sostiene Levillier- no es interno de la Argentina sino internacional", pues un posible gobierno peronista constituiría "un riesgo de imperialismo y una vibración extremista en lo social" mientras que "la entronización de los descamisados sería, por otro lado, la decadencia de nuestra cultura y un descenso a un nivel de vulgaridad y materialismo imprevisibles". En conclusión sostiene que "es necesario que los países amantes de la paz formen un plan de acción pues no se trata de fascismo o democracia teórica , sino de paz o de guerra imperialista". En la última parte de este documento, Levillier evidencia que no sólo le preocupa el destino de su patria y el de la humanidad, sino también el suyo propio, especialmente en el terreno de los negocios: "Le ruego atienda a mi amigo Marcelo Moyano... El y yo pertenecemos a una sociedad que desea vender a una compañía de navegación dos cargueros estadounidenses".[105] Braden contesta señalando que "desgraciadamente, la continuada y ciega adhesión a viejos conceptos de soberanía nacional e interpretaciones técnicas de la doctrina de no intervención , motivan que sean trabados los esfuerzos de quienes consideran que una acción colectiva es urgentemente necesitaría si, realmente, deseamos vivir en un mundo pacífico y seguro".[106] Luna señala que "entre diciembre y enero, en ciertos círculos opositores, empezó a correr un insólito susurro. Se daba como posible una intervención armada de Estados Unidos en la Argentina que habría de liquidar rápida y eficazmente al régimen de Farrell".[107]

Pero, en el Departamento de Estado no existe criterio unánime al respecto. La posición intervencionista de Braden es controvertida por otros funcionarios que consideran que, en ese caso, el prestigio de Perón aumentaría notablemente en varios países latinoamericanos, con el consiguiente peligro y que, en cambio, resulta preferible apoyar a los opositores. Mientras, en la Argentina, el furor antiperonista aniquila los escrúpulos patrióticos de intelectuales y políticos. Así, el 8 de enero, un grupo de políticos y escritores de nuestro país se dirige a la Primera Asamblea General de las Naciones Unidas sosteniendo que "no es posible invocar el principio de no intervención" contra "la solidaridad democrática" y "que ninguna norma jurídica debe obstar a la extirpación del nazifascismo, ni servir, en caso alguno, a los opresores de los pueblos" . Firman: Borges, Bioy Casares, las hermanas Ocampo, Romero Brest, Petit de Murat, Gerchunoff, Repetto, Sánchez Viamonte, Dickmann, Luciano Molinas, Perete, Peter y Chiaranti.[108]

Diez días después, se formula -ahora más descarnadamente aún- otro pedido de intervención: Gregorio Bergman, intelectual ligado al Partido Comunista, en representación de la Liga Internacional por los Derechos del Hombre, "presentó a las Naciones Unidas un memorial en que sostiene que las Naciones Unidas no deben permitir la repetición de tales situaciones como la intervención nazifascista en España".[109] "La Razón" informa que Bergman ha declarado que "en la Argentina se hallan en el poder elementos nazifascistas" y que "Perón permanecerá en el poder a menos que se produzca una intervención. Ellos no se dejarán vencer sin violencia... La carta de las Naciones Unidas autoriza a la ONU a detener al nazifascismo y los artículos 10,11 y 14 dan poderes a la Asamblea para resolver el caso argentino y le permiten discutir los medios para extirpar al nazismo -en este caso, de la Argentina- aún por medio de la fuerza militar... Bergman destacó que representaba a la Liga Internacional por los Derechos del Hombre y no a ningún partido. En el memorial presentado pregunta: "¿Es posible que no se tome una acción oportuna y previsora a tiempo para prevenir una agresión potencial e inminente?".[110]

En ese verano de 1946, los candidatos presidenciales desarrollan giras por el interior del país. La Unión Democrática ha consagrado a dos hombres de la derecha radical: Tamborini y Mosca. Los radicales intransigentes manifiestan su desacuerdo con los dirigentes elegidos, mientras socialistas, demoprogresistas y comunistas asumen la fórmula como propia, manteniendo sus candidatos a diputados. Los conservadores apoyarán la fórmula aunque no integran la Unidad Democrática, al ser rechazados por los radicales. Curiosamente, salen en su defensa , los dirigentes del partido Comunista: "La ausencia del sector conservador es una de las más considerables debilidades de la Unión Democrática- señala Arnedo Alvarez, alto dirigente stalinista- El partido conservador es una fuerza seria que ha gobernado al país durante muchos años y que cuenta con sectores importantes, en muchos lugares del país... Consideramos necesario incorporar a todas las fuerzas antiperonistas en el gran frente antiperonista de la democracia argentina".[111] Por su parte, laboristas y radicales renovadores impulsan al binomio Perón- Quijano.

En esa campaña, la prensa- salvo "La Epoca" y algún otro diario de escaso tiraje- apoya totalmente a la Unión Democrática. Sólo la radio difunde la voz del coronel. La prensa extranjera, por su parte, adopta una militante posición antiperonista. J. Page, en su biografía de Perón, ataca duramente el comportamiento de la prensa norteamericana por la utilización de muy bajos recursos, pues califica a Perón como "Hitler sudamericano" e incluso recurre a trampear fotografías para adjudicarle rasgos de "pervertido sexual".[112] Con relación a los fondos empleados en la campaña electoral, resulta notorio que la Unión Democrática dispone de una importante financiación, expresada en afiches, viajes y actos, mientras que en general la campaña peronista se caracteriza por su modestia recurriendo a menudo a los métodos más populares del carbón y la tiza. En este aspecto, estalla un escándalo cuando el presidente de la Unión Industrial -Raúl Lamuraglia- entrega dos cheques -que suman 500.000 pesos- al Tesorero de la Unión Cívica Radical que, al ser depositados para su acreditación en un Banco, pasan por manos de un militante peronista quien lo hace público, con la consiguiente reacción popular que en más de un acto cantará "che-que", "cheque", aludiendo a este aporte empresario.

En febrero, ante alarmantes versiones de que Perón ganaría las elecciones, el Departamento de Estado decide jugar fuerte en la campaña electoral de la Argentina. Para ello, lanza un documento titulado "Consultas entre las repúblicas americanas sobre la situación de la Argentina", que pasará a la historia como "Libro Azul". En ese informe se intenta probar el carácter nazifascista del gobierno argentino, así como el peligro que implica su consolidación. El propósito es lograr la condena del resto de los países latinoamericanos o por lo menos, de los más importantes, probablemente como paso inmediato a la intervención militar en el caso del triunfo peronista. Su aparición -el 11 de febrero, trece días antes de las elecciones- es saludada por la prensa yanqui con titulares tipo catástrofe: "Argentina acusada. La negra perfidia de la patota fascista de Perón -informa el "New York Times"- y toda su traición desenmascarada por nuestro Departamento de Estado".[113] "Time" publica: "La Argentina fue acusada prácticamente de todos los crímenes contra la democracia. La grave acusación fue expresada en un lenguaje que ninguna nación utiliza normalmente a no ser que esté dispuesta a hacer la guerra".[114]

La aparición del Libro Azul provoca entusiasmo en la oposición antiperonista y sus argumentos son profusamente utilizados por ella. Un alto dirigente radical, Eduardo Laurencena, le agradece al imperialismo yanqui: "El libro Azul no sólo no es una ingerencia en nuestra política sino que es un gesto amistoso y lleno de consideración para el pueblo argentino". [115] Cabot, desde la embajada, informa al Departamento de Estado , "la gran satisfacción de la gran mayoría de la gente con la cual la embajada tiene contacto".[116] Escudé señala que la diplomacia británica lo consideró un documento muy tendencioso, con escasa o nula documentación probatoria.[117] Las denuncias - enarboladas en la polémica por los partidos de la Unión Democrática- resultan muy débiles para un criterio riguroso, de manera tal que Estados Unidos no logra la pretendida declaración conjunta latinoamericana: "Brasil, Chile, México y Ecuador rechazaron el libro Azul".[118] Diez días después, Perón refuta ese documento con otro que sugestivamente titula "el libro Azul y Blanco", ratificando así la defensa de la soberanía argentina. Sostiene Perón que la mayor parte de las denuncias corresponden al gobierno de Castillo, el cual fue precisamente derrocado por el gobierno juniano, descalifica algunas de las imputaciones como "meros infundios" y agrega un apéndice donde diversas personas imputadas rechazan los cargos por faltos de toda veracidad. Asimismo, en el discurso pronunciado frente al obelisco, al día siguiente de la aparición del libro Azul, Perón convierte esa intervención insólita del Departamento de Estado en la campaña electoral argentina, en un instrumento de reafirmación nacional contra el imperialismo: "Lo que en el fondo del drama argentino se debate es un campeonato entre la justicia y la injusticia social... Hermanos, con pensamiento criollo, con sentimiento criollo y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de una patria libre, que no admite regateos de su soberanía... pues queremos que nuestra patria sea socialmente justa y políticamente soberana... ¡Denuncio al pueblo de mi patria que el señor Braden es el inspirador, creador, organizador y jefe verdadero de la Unión Democrática! La disyuntiva en esta hora trascendental, es ésta: Braden o Perón.[119]

El 22 de febrero se cierran las campañas. Tamborini se expresa en estos términos: "Dijérase que una deidad sombría se ha entretenido en destruir en tres años la obra de nuestros mayores... He de ser, antes que nada, el presidente de la Constitución nacional" y dirigiéndose a la concentración partidaria: "Sóis los dignos herederos de las glorias antiguas. Descansad un instante a la sombra protectora de la bandera de la patria".[120] Perón se dirige a los trabajadores: "...Si el patrón de la estancia, como han prometido algunos, le cierra las tranqueras, rompa el candado o la tranquera o corte el alambrado y pase a cumplir con la patria. Si el patrón lo lleva a votar, acepte y luego haga su voluntad en el cuarto oscuro... No ceda ante nada. Desconfíe de todo... Estos comicios han de ser limpios y puros... Que la pureza, la justicia y la rectitud actúen porque, de lo contrario, no habrá valla que nos detenga".[121]

El 24, el pueblo concurre a las urnas. El escrutinio es lento y recién culmina el 6 de abril: Perón - Quijano 1.527.231 votos; Tamborini - Mosca 1.207.155 votos. El peronismo alcanza, además, amplia mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores.

El historiador norteamericano Hubert Herring escribe, pocos meses después: "Tenemos una Argentina obstinadamente fuera de alcance, es decir, una Argentina que no va a permitir que le elijamos su presidente".[122] J. Page comentará luego: "Para los Estados Unidos, la victoria de Perón fue una píldora difícil de tragar porque hacía resaltar las limitaciones de la habilidad de Washington para controlar los acontecimientos en América Latina".[123]

Fuentes

  • Cuadernos para la Otra Historia - Centro Cultural "Enrique S. Discépolo".

Referencias

  1. J.Van der Kar, "Perón y los Estados Unidos", edit. Vinciguerra, Bs. As., 1990, pág . 119
  2. Bill de Caledonia, seudónimo de J.D. Perón, "¿Dónde estuvo? Relatos históricos del 17/10/45", Instituto Nac. J. D. Perón, Bs. As., 1998,pág. 8 pág. 22
  3. Bill de Caledonia, ob. cit., pág 9
  4. J. D. Perón, "Yo, Juan D. Perón. Relato autobiográfico. Edit. Planeta, Barcelona, España, 1976, pág. 59
  5. Crítica, 10/10/45. Rodolfo Puiggros, "El Peronismo: sus causas", Puntosur, Bs. As., 1988, pág. 173
  6. Félix Luna, "El 45", edit. Jorge Alvarez, Bs. As., 1969, pág. 292
  7. Fermín Chavez, "Perón y el peronismo en lahistoria contemporánea", edit. Oiente, 1984, pág. 291
  8. Juan Carlos Torre, "El 17 de octubre de 1945", edit. Ariel, pág. 48
  9. J.D. Perón, 10/10/45. El pueblo ya sabe de que se trató", páag. 182
  10. "Perón, el hombre del destino", edit. Abril, Bs. As., 1973, pág. 280
  11. F. Chavez, "Perón y el peronismo..", ob. cit. Pág. 280
  12. "Perón, el hombre...." ob. cit., pág, , 293
  13. "La Razón", 10/10/45
  14. Arturo Jauretche en "Jauretche y su época", de Norberto Galasso, Edit. Peña Lillo, Bs . As., 1985, pág. 603
  15. idem
  16. ídem
  17. Fermín Chávez, ob. cit., tomo II, pág. 15
  18. F. Luna, ob. cit, pág. 309
  19. "La Prensa", 13/10/45
  20. Armando Cascella, "La traición de la oligarquía",Edit. Sudestada, Bs. As., 1969, pág. 220
  21. Rodolfo Aráoz Alfaro, "El recuerdo y las cárceles", Edic. de la Flor, Bs. As., 1967, pág 143
  22. A. Cascella, ob. cit. Pág. 222
  23. A. Cascella, ob. cit., pág. 222
  24. Juan José Real, "La Opinión", 17/10/71
  25. María Rosa Oliver, "MI fe en el hombre", Edic. Carlos Lohlé, Bs As, 1981, pág . 338
  26. F. Luna, ob. cit., pág 312
  27. Crítica",13/10/45. F. Luna, ob. cit. , "La Prensa" informa: "Se ha destruido un nuevo personalismo"
  28. F. Luna, ob. cit., pág. 321
  29. "La Epoca", 14/10/45
  30. F. Luna, ob. cit., pág 416
  31. "La Epoca", 14/10/45
  32. "La Epoca",14/10/45
  33. R. Puiggros, ob. cit., pág. 178
  34. R. Ghioldi, "Tres revoluciones", edit. E. Perrot, Bs-. As., 1959, pág 73
  35. F. Luna , ob. cit., pág . 418
  36. J. D. Perón,14/10/45, F. Luna, ob. cit. Págs. 419/20/21
  37. "Perón, el hombre...", ob. cit.,págs. 281 y sigtes.
  38. ídem
  39. El hombre 283
  40. Cabot al Dto de Estado, 15/10/45, citado por J. Page, "Perón", edit. Vergara, Bs. As., 1984, pág. 151
  41. "Perón, el hombre...", ob. cit., pág. 288
  42. Fermín Chávez, ob. cit., Tomo II, pág . 29
  43. "La Epoca", 16/10/45
  44. J. C. Torre, ob. cit., pág. 56
  45. "La epoca", 16/10/45
  46. "La Epoca", 16/10/45
  47. F. Chávez, ob. cit., pág. 37
  48. Fermín Chávez, ob. cit. , pág. 38
  49. Jauretche y su época, pág. 608
  50. Tapa de "La Epoca", 16/10/45
  51. "La Epoca", 16/10/45, pág. 2
  52. J.C. Torre, ob. cit., pág. 69
  53. "La Prensa", 17/10/45
  54. "La Nación", 17/10/45
  55. Bill de caledonia, ob. cit., pág. 12
  56. Actas de la reunión, revista "Pasado y presente", julio/diciembre 1973
  57. "La Epoca", 17/10/45
  58. "La Epoca", 17/10/45
  59. F. Chávez, ob. cit. , pág. 51
  60. Angel Perelman, "como hicimos el 17 de octubre", edit. Coyoacán, Bs . As., 1962, pág. 75/76
  61. Cipriano Reyes "Yo hice el 17 de octubre", edit. GS, Bs. As., 1973, págs. 228 y 230
  62. Eduardo Barainca, revista "Realidad económica", N 135, octubre/noviembre 1995, pág 101
  63. Hugo Gambini, "Primera Plana", 19/10/65
  64. Borges, declaraciones a la revista "Che", 18/10/60
  65. Fermín Chávez, ob. cit. ,pág. 54
  66. Raúl Tanco, F. Chavez, ob. cit., pág. 54
  67. F. Chavez, ob. cit., pág. 55
  68. F. Chavez, ob. cit., pág. 54
  69. J. D. Perón, "Perón, el hombre...", ob. cit., pág. 297
  70. "Perón, el hombre...", ob. cit. , pág. 297
  71. "Perón, el hombre..", ob. cit., pág. 297
  72. "La Razón" 17/10/45
  73. "La Razón", 17/10/45
  74. "Crítica" 17/10/45
  75. J. D. Perón, "Perón, el hombre...", ob. cit., pág. 299
  76. F. Luna, ob. cit., pág. 247
  77. Farell, E. J. En "Perón, el hombre del destino, ob. cit., tomo I, pág. 300
  78. F. Luna, ob. cit., pág. 427
  79. F. Luna, ob. cit., pág. 370
  80. "El Mundo", 17/10/65
  81. "Claves políticas", pág 83
  82. "La Prensa", 25/10/45
  83. E. Hardoy. "No he vivido en vano", Edit. Marymar, Bs. As., 1993, pág. 209 y 215
  84. "La Vanguardia", órgano del Partido Socialista, 23/10/45
  85. "Frente Proletario", órgano del grupo orientado por Nahuel Moreno, 20/8/48
  86. R. S. Ortiz, "Tierra sin nada, tierra de profetas, Edit. Reconquista, Bs As., pág. 33
  87. A. Ghioldi, revista "Che", 18/10/60
  88. J. A. Ramos, "Perón", edic. Amerindia, Bs. As., 1959
  89. M. R. Oliver, "Mi fe en el hombre", Edic. Carlos Lohlé, Bs.As., 1981, pág. 343
  90. Revista "Macedonio", 1970
  91. Memorias del alte. I.F. Rojas, Planeta, Bs. As., 1993, pág. 140
  92. Citado por R. Puiggros, "El peronismo: sus causas", ob. cit., pág 182
  93. "Orientación", periódico del Partido Comunista, citado por F. Luna, ob. cit. ,pág 380
  94. Periódico "Frente Obrero", 29/10/45
  95. J. Van der Karr , ob. cit., pág. 125/6
  96. "La Nación", 17/10/45
  97. O. Edmund Smith Jr., "Intervención yanqui en la Argentina", editorial Palestra, Bs. As., 1965, pág . 178
  98. O. E. Smith, ob. cit, pág. 180
  99. L. Monzalvo, ob. cit., carta de Griffith a Cabot, pág 215
  100. L. Monzalvo, ob. cit. , ídem
  101. L. Monzalvo, ob. cit., pág. 216
  102. L. Monzalvo, ob. cit., pág. 219)
  103. Fermín Chávez, ob. cit. , tomo II, pág. 89
  104. V. Codovilla, "Batir al naziperonismo para abrir una era de libertad y progreso", edit. Anteo, bs. As.1946, pág. 93
  105. Leviller a Braden, 23/12/45, "La Unión Democrática contra la soberanía de la Nación Argentina", folleto, pág. 8
  106. Braden a Levillier, 10/1/46, folleto, ídem.
  107. F.Luna, ob. cit., pág. 468/69
  108. F. Chávez, ob. cit., pág. 90, "La Nación", 8/1/46
  109. "La Prensa", 19/1/46
  110. "La Razón", 19/1/46
  111. "Orientación", Arnedo Alvarez, 26/12/45
  112. J. Page. Ob. cit., pág. 178
  113. C. Escudé, ob. cit., pág. 190
  114. C. Escudé, ob. cit. , ídem
  115. E.Laurencena, F. Luna, ob. cit., pág. 471
  116. J. Page, 25/2/46, ob. cit., pág.180
  117. C. Escudé, ob. cit., pág. 193
  118. C. Escudé, ob. cit., pág. 194
  119. J.D.Perón, "Perón, el hombre...", ob. cit., 99/101
  120. José Tamborini, su discurso. "Opinión Argentina", enero febrero 1946
  121. "El laborista", 24/2/46
  122. J. Page, ob. cit., pág. 185
  123. J. Page, ob. cit., pág. 185

Artículos relacionados