Del arte de la guerra

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Del Arte de la Guerra

Del arte de la guerra es un tratado de estrategia militar, escrito por el filósofo florentino Nicolás Maquiavelo entre 1519 y 1520. A lo largo de los 7 capítulos en los que está dividido, se van afrontando y desgranando de forma homogénea aspectos como el del reclutamiento, la relación infantería-caballería, la instrucción y adiestramiento de los soldados, el orden de combate, la moral del combatiente, el reconocimiento y la observación del campo enemigo, el acuartelamiento y el régimen disciplinario y, por último, los sistemas de fortificación y defensa. "Del arte de la guerra" es una genial exhibición de teorización política y militar que, por su concepción, planteó en su época el problema de la socialización de la virtú, es decir, las cualidades políticas que hacen del soldado un ciudadano democrático. De este modo, como señala John Pocock [1], se recupera un Maquiavelo cuya principal ambición es presentar la asociación indisoluble que en el Estado democrático informa la relación milicia-República.

Citas del libro

  • El mejor de los regímenes, sin la defensa militar, correría la misma suerte que las estancias de un soberbio y real palacio que, aun resplandecientes de oro y lujos, carecieran de techo y no tuvieran cómo resguardase de la lluvia.
  • Quien quiere hacer una cosa, debe antes prepararse con todo cuidado, para estar dispuesto, cuando llegue la ocasión, a realizarla en modo oportuno. Cuando tal preparación se lleva a cabo con cautela, nadie tiene noticia de ella, por lo que no se puede acusar a nadie de negligencia sin antes de la ocasión no lo descubre; cuando ésta llega, si no se actúa es porque no ha habido preparación suficiente, o no se ha pensado en ella en absoluto.
  • Nunca se considerará bien a quien ejerza una función que, para ser provechosa, le obligue a ser rapaz, fraudulento, violento, y a tener muchas otras cualidades que forzosamente lo hagan malo.
  • La guerra hace al ladrón, y la paz lo ahorca.
  • Una nación bien organizada, reducirá la práctica militar durante la paz a simple ejercicio, se valdrá de ella en la guerra por necesidad y para su gloria, pero exclusivamente bajo la dirección del gobierno, como hizo Roma. El ciudadano que persiga con ello otros fines, no es bueno; y la nación que no se gobierne así, no estará bien organizada.
  • Mi rey no me premia y estima tanto por mis conocimientos bélicos como por la capacidad de aconsejarlo en la paz. Un rey sabio, que quiera gobernar con prudencia, no debe valerse de personas que no sean así, porque teniendo a su alrededor demasiados amantes de la paz, o excesivos amantes de la guerra, acabarán induciéndolo al error.
  • Una batalla ganada borra cualquier error que previamente se hubiera podido cometer; y, de la misma manera, si se pierde no valen de nada las cosas que se han hecho bien antes.
  • Para que los jefes no sean causa de desórdenes, hay que procurar que no adquieran demasiado prestigio ante sus subordinados.
  • Los antiguos consideraban que no había nada más útil para una república que disponer de muchos hombres instruidos en el manejo de las armas, porque no es el esplendor de tus joyas lo que hace que los enemigos te respeten, sino sólo el temor a tu poderío militar.
  • Nadie pone en duda que soldados indómitos e indisciplinados son mucho más débiles que los tímidos y disciplinados, porque la disciplina aleja el temor, y la indisciplina anula la valentía.
  • Los ejércitos no son valerosos por estar formados de hombres valientes, sino por tener una organización disciplinada.
  • La maniobra con más probabilidades de éxito es precisamente aquella que el enemigo considera más irrealizable, y, normalmente, el daño es más grande cuando más ajeno se está a él.
  • Las necesidades pueden ser muchas, pero ninguna es más fuerte que la que obliga a vencer o a morir.
  • Nunca hay que menospreciar al enemigo. Para no dejarse engañar ni incurrir en peligros, cuando más débil y cauto sea el enemigo más hay que estar sobre aviso.
  • Siempre es mejor rendir al enemigo por hambre que por las armas, porque para vencer con éstas cuenta más la fortuna que la capacidad.
  • Lo más útil en la guerra es saber ver la ocasión y aprovecharla.
  • La naturaleza produce menos hombres valientes que la educación y el ejercicio.
  • En la guerra vale más la disciplina que la impetuosidad.
  • Difícilmente resulta vencido el que sabe evaluar sus fuerzas y las del enemigo.
  • Mejor es un pequeño grupo de soldados valientes que una legión de incapaces y cobardes; y a veces es mejor la posición que el valor.
  • Hay que aconsejarse con muchos sobre lo que se debe hacer, y con pocos sobre lo que se quiere realmente hacer.
  • Los buenos generales nunca entablan combate si la necesidad no los obliga o la ocasión no los llama.
  • El eje de la guerra lo constituyen los hombres, las armas, el dinero y el pan; los factores indispensables son los dos primeros, porque con hombres y armas se obtiene dinero y pan, pero con pan y dinero no se consiguen hombres y armas.
  • El no combatiente rico es el premio del soldado pobre.

Referencias

  1. Pocock, John. El Momento Maquiavélico, Tecnos, 2008.

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