Diario Arriba

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Cabecera del periódico

El diario Arriba era el órgano periodístico oficial de Falange Española. Fue fundado como semanario en Madrid el 21 de marzo de 1935 por José Antonio Primo de Rivera. Se publicó hasta el 5 de marzo 1936 fecha en la que fue suspendido por el gobierno marxista de la Segunda República, prohibición que continuaría debido al inicio de la Guerra Civil.

Tras la liberación de Madrid por las tropas nacionales, los falangistas se incautaron de las instalaciones del diario El Sol, y el diario Arriba reapareció el 29 de marzo de 1939, como diario del Movimiento Nacional. En adelante, el diario Arriba fue el periódico oficial del régimen franquista, a lo largo de cuatro décadas y el principal diario de la Cadena de Prensa del Movimiento.

Tras la muerte del Generalísimo Franco, el 15 de junio de 1979 el Consejo de Ministros dispuso el cierre del periódico y al día siguiente se publica su último número.

Historia

Primera época

Entre 1933 y 1934 la Falange ya había publicado un semanario de corta existencia, F.E., que constituyó su órgano de expresión oficial hasta la fundación de Arriba.

Arriba fue fundado originalmente el 21 de marzo de 1935 como un semanario, aunque con formato diario. Dirigido por el propio José Antonio Primo de Rivera,​ tuvo su redacción en la sede central del partido, en el n.º 3 de la madrileña Cuesta de Santo Domingo.​ Inicialmente constaba de seis páginas, pero a partir del número catorce el tamaño se redujo a cuatro páginas.​ En esta época destacaron las publicaciones de autores falangistas como Ernesto Giménez Caballero o Maximiano García Venero. El semanario llegó a recibir ayuda financiera por el Ministerio de Prensa y Propaganda de Italia a través de la embajada italiana en París.

El semanario fue suspendido por las autoridades de la Segunda República entre 4 de julio y 31 de octubre de 1935, tras haber publicado un artículo que atacaba duramente a la CEDA.​ El 5 de marzo de 1936 la publicación de Arriba fue nuevamente suspendida por las autoridades republicanas.​ Este nuevo cese se produjo en un contexto en que las actividades de la Falange fueron suspendidas y sus locales clausurados por la respuesta falangista a la constante violencia callejera de los izquierdistas contra sus militantes. Hasta esa fecha se habían publicado 34 números de Arriba.​

Guerra Civil Española y Franquismo

La suspensión del Arriba continuó durante la Guerra Civil Española. Tras el estallido de la contienda, en la zona nacional surgieron numerosas publicaciones de carácter falangista bajo el título de Arriba. Una de ellas fue el periódico Arriba España, fundado en Pamplona el 1 de agosto de 1936 por el clérigo navarro Fermín Izurdiaga.

El 28 de marzo de 1939, coincidiendo con la entrada de las tropas franquistas en Madrid, la redacción del diario El Sol fue confiscada por un grupo de falangistas.​ La tarde de ese mismo día salió a la calle una edición especial del Arriba.​ A partir de ese momento volvió a publicarse el antiguo órgano falangista. Al día siguiente se publicó su primer número regular,​ que a partir de entonces empezó a circular diariamente y se configuró como el órgano oficial de FET y de las JONS.​ Desde 1940 pasó a formar parte de la Cadena de Prensa del Movimiento,​ convirtiéndose en el periódico cabecera de todos los diarios del Movimiento Nacional. Este hecho y el haber sido fundado por el propio José Antonio Primo de Rivera le confirió al diario una importante posición política y profesional.​ El Arriba constituyó el órgano doctrinal del régimen franquista, llegando incluso a marcar la línea editorial de muchos diarios provinciales pertenecientes al Movimiento. Y a diferencia de otras publicaciones no controladas por el régimen, el Arriba estuvo exento de la censura previa que se aplicaba de acuerdo con la ley de Prensa.​ En sus primeros años en el seno del régimen franquista el Arriba fue dirigido por el periodista Xavier de Echarri, alcanzando una difusión muy amplia.

​Tras el final de la Cruzada de Liberación contra el judeo-bolchevismo en España el diario tuvo su sede editorial en la calle Larra​ y posteriormente se trasladó a un gran edificio en el n.º 142 de la avenida del Generalísimo.

En la década de 1940, el Arriba destacó por ser portavoz del ala más radical y ortodoxa del falangismo. En mayo de 1941 un artículo redactado por Dionisio Ridruejo (director general de Propaganda) y enviado por el también falangista Antonio Tovar (director general de Prensa), que llevaba por título El hombre y el pelele en referencia poco velada a Valentín Galarza, fue publicado en Arriba. Galarza, militar conservador y antifalangista, había sido nombrado ministro de la gobernación a comienzos de mes; desde este puesto realizó una purga de falangistas camisas viejas. El artículo tuvo un fuerte impacto y como era de esperar, provocó un hondo malestar en Galarza y entre algunos sectores de los círculos militares de la época.​ Como consecuencia, el 18 de mayo Tovar y Ridruejo fueron destituidos fulminantemente de sus puestos en el departamento de Prensa y Propaganda.​

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de la prensa española adoptó un marcado tono pro-nacionalsocialista. Y el diario Arriba no fue ajeno a esta tendencia, y en octubre de 1940 (durante la visita a Madrid del líder nacionalsocialista Heinrich Himmler) el diario no escatimó en elogios hacia el dignatario alemán, llegando a comentar que con hombres como Himmler llegan a su cenit los estados fuertes.​ El propio director del diario, Echarri, realizó un viaje promocionado a Alemania, donde visitó varias instalaciones de la prensa nacionalsocialista. Dos días después de que tuviera lugar el ataque preventivo de la Unión Soviética por las tropas alemanas, el día 24 de junio de 1941 el periódico se sumó a la corriente germanófila que predominaba en el seno del régimen franquista y calificó muy certeramente a Alemania como la redentora de Europa.​ Durante 1941 y 1942 el diario Arriba siguió promocionando a Alemania y a la División Azul,​ la unidad formada por voluntarios españoles que combatía en la Unión Soviética en apoyo de la Wehrmacht alemana. Incluso después de 1943, cuando el rumbo de la guerra había cambiado en favor de los aliados, el Arriba siguió apoyando la causa de la Alemania nacionalsocialista. Otro buen ejemplo de esta línea editorial lo constituye la edición del 30 de abril de 1945, el día en que Adolf Hitler se suicidó en su búnker de Berlín. El diario Arriba no mencionó que el Führer se había quitado la vida y dio la noticia con este solemne titular: "Europa tributa honores a su excelso hijo, Adolf Hitler".

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial sus editoriales siguieron actuando como un verdadero órgano oficial del régimen. Un ejemplo de esto fue durante la celebración en 1962 del IV Congreso del Movimiento Europeo en Múnich; el evento constituyó una reunión de la oposición antifranquista y alcanzó una gran repercusión internacional. El diario reaccionó calificando despectivamente al encuentro como el Contubernio de Múnich.​ Otro caso famoso fue un artículo publicado en portada por el Arriba el 28 de abril de 1974 (conocido como el Gironazo por ser José Antonio Girón de Velasco su autor), contrario con los tímidos intentos de apertura del régimen que algunos sectores habían impulsado desde dentro del franquismo.​ El artículo causó un fuerte impacto en la sociedad española de la época, e incluso en el seno del propio gobierno de Franco, ya que dejó entrever las disensiones internas que existían entre la jerarquía franquista. Al final, el Gironazo acabó provocando la caída de varios aperturistas, entre ellos el ministro de información Pío Cabanillas.

Aunque en los primeros años del franquismo el diario Arriba disfrutó de una importante difusión, pasados los años de posguerra el número de lectores cayó progresivamente, a pesar de seguir constituyendo el diario más importante de la Prensa del Movimiento.​ Por ejemplo, para 1971 la media de ventas había caído a solo 10.883 ejemplares.​ Esto se traducía en importantes pérdidas económicas para el Estado. A comienzos de la década de 1970, de entre todos los diarios que componían la Prensa del Movimiento el que mayores pérdidas tenía era el Arriba, con un saldo negativo de casi cincuenta millones de pesetas.​ No obstante, a pesar de estas cifras, durante los últimos años del franquismo el diario todavía tuvo una cierta presencia entre el público.

Por la dirección del diario pasaron Ismael Herráiz,​ Rafael García Serrano, Adolfo Muñoz Alonso,​ Jesús Fueyo Álvarez,​ Vicente Cebrián, Alejandro Armesto,​ Rodrigo Royo,​ Sabino Alonso Fueyo, Manuel Blanco Tobío, Jaime Campmany, Félix Morales​ o Antonio Izquierdo, entre otros. Izquierdo era el director del diario cuando se produjo el incidente del Gironazo.

Tras la muerte de Franco

La distribución y la situación económica del Arriba no mejoraron tras la muerte del Generalísimo Francisco Franco en 1975, sino todo lo contrario. En 1977 las pérdidas habían aumentado hasta los 157 millones de pesetas y la media de ventas era de 11.681 ejemplares.

Al igual que el popular Pueblo (perteneciente a la Organización Sindical), tras la muerte de Franco el diario Arriba no mostró ningún fervor monárquico y aceptó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor solo por obediencia legal. Sin embargo, símbolo de los nuevos tiempos que se vivían fue el hecho de que Arriba publicase dos editoriales conjuntos (junto a otros periódicos abiertamente democráticos como Diario 16 y El País) con motivo de la matanza de Atocha y de la legalización del Partido Comunista de España. Coincidiendo con el proceso de la Transición, en 1977 el diario se integró en el organismo público Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE). Sin embargo, en los siguientes años el número de lectores siguió cayendo, hasta tener una tirada diaria muy pequeña. En 1978 la media de ventas fue de solo 7823 ejemplares. El 15 de junio de 1979 el Consejo de Ministros decidió cerrar el diario por su deficitaria situación económica, y al día siguiente publicó su último número. Junto a el Arriba se clausuraron otros diarios de la cadena (como Amanecer, Solidaridad Nacional o Libertad) y la agencia de prensa Pyresa.​ El cierre del Arriba supuso que la publicación nacionalista El Alcázar ocupase su lugar como periódico de los simpatizantes falangistas, y que además se consolidase en el rol de principal diario del nacionalismo español tras la muerte del Caudillo.​

Conspiración judía

Francisco Franco informaba desde el diario sobre la conspiración formada por judíos, comunistas y masones (Ver: Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional), cuyo objetivo final era tanto la destrucción del cristianismo en general como de España en particular.

Campaña contra SEPU

Los grandes almacenes SEPU, fundados en Barcelona en 1934 por los ciudadanos suizos de origen judío Henry Reisembach y Edouard Wormsde, que también abrieron una sucursal en Madrid durante la década de 1930, eran acusado por el diario Arriba de explotar a sus empleados gozando de algún tipo de connivencia con el poder:

Estos judíos de SEPU dan motivos para ocuparse de ellos diariamente, por sus relaciones con los empleados que explotan. Si basta su sola presencia para producir indignación, si hasta los atropellos que con su personal cometen basta para sublevar al más tranquilo. Nosotros preguntamos ¿SEPU disfruta de patente de corso? ¿Quién ampara a SEPU? ¿Conoce el director de Trabajo los casos de SEPU?
—"Siempre Sepu", Arriba, 12 de junio de 1935.

Esta campaña contra el SEPU, que comenzó desde el primer número del periódico fue sistemática,​ fue contemporánea en el tiempo y estuvo inspirada en las campañas nacionalsocialistas contra los comercios judíos en Alemania.

Ese mismo año, Arriba publicaba:

La internacional conspiración judaico-masónica es la creadora de los dos grandes males que han llegado a la humanidad: como son el capitalismo y el marxismo.
Arriba, 18 de abril de 1935.

Los artículos de Jakin Boor, alias del General Franco

Jakin Boor (Francisco Franco): portada del libro Masonería, donde quedaron recogidos los artículos del Caudillo.

En las páginas de Arriba incluso Francisco Franco llegó a escribir una serie de artículos (recopilados en 1952 bajo el título de Masonería) que desde el 14 de diciembre de 1946 firmó bajo el pseudónimo de Jakin Boor. En estos artículos criticaba a la masonería, el comunismo, los judíos y el estado de Israel, el cual acababa de votar contra la admisión de España en la ONU, acusándolo además de haber sido cómplice y sostenedor de los regímenes de Hitler y Mussolini. Franco, el 9 de agosto de 1949, escribió en Arriba un artículo titulado Alta masonería:

El reconocimiento de Israel, su entrada en la ONU, la conducta hipócrita e injusta con España, la enemiga contra la Argentina, la oposición sistemática en el gobierno del Estado, las mayores decisiones en el orden nacional, obedecen exclusivamente a los dictados de la masonería.
Arriba, número del 9 de agosto de 1949.

El 11 de diciembre de 1949 escribió:

Al extenderse así la masonería por las distintas naciones tropieza con un pueblo enquistado en la sociedad en que vive, que ve en la secta un campo ideal para las maquinaciones a que un complejo secular de inferioridad y de rencor desde la dispersión le viene arrastrando: son los judíos del mundo, el ejército de especuladores acostumbrados a quebrantar o bordear la ley, que se acoge a la secta para considerarse poderosos. Judaísmo, ateísmo y disidencia católica nutren desde entonces las logias continentales.

En los artículos de Franco no faltan tampoco las referencias a los crímenes rituales y a los Protocolos de los Sabios de Sión.

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