Etno-diferencialismo

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Se entiende por etno-diferencialismo o etno-pluralismo (o a veces simplemente diferencialismo) a la defensa de la diversidad étnica de la especie humana ante todo aquello que atente en contra de su integridad.

Antítesis del universalismo humanista abstracto que se opone a la identificación de toda diferencia y particularidad entre los pueblos (v gr. la Declaración Universal de los Derechos del Hombre), el concepto promueve el reconocimiento y la preservación de la herencia cultural de cada etnia. El etno-diferencialismo rechaza así la jerarquización racial y cultural –pues ésta desemboca en el supremacismo–, preconizando en su lugar el desenvolvimiento separado de los pueblos (es decir promoviendo el separatismo racial y repudiando el mestizaje) como vía para evitar el racismo.

El discurso etno-diferencialista prioriza las identidades locales y defiende un modelo social en el cual cada comunidad étnica puede organizarse de manera autónoma alrededor de sus propias normas culturales y jurídicas. De este modo es posible entender también al etno-diferencialismo como un tipo de antiglobalismo.

Justificación del concepto

Debido a que existe el derecho de autodeterminación, existe también el "derecho a la diferencia". Para los etno-diferencialistas es innegable que hay diferencias profundas entre los hombres en materia de historia, tradiciones, modos de vida y creencias religiosas, y ellas alcanzan para afirmar que una vida común sólo es posible o deseable si las personas se reconocen mutuamente como diferentes. La historia enseña que las diversas civilizaciones han podido desarrollarse gracias a una segregación fáctica, especialmente de índole geográfica. Cuando las civilizaciones han roto dicha segregación, el conflicto entre los pueblos terminó por crecer enormemente.

El propósito del etno-diferencialismo es identificar a todas las etnias existentes, comprendiéndolas en su relación con los espacios vitales o ecúmenes. Un ejemplo de ello sería Europa: hay una Europa del Norte de carácter germánica y protestante, una Europa del Sur de carácter greco-latina y católica, y una Europa del Este, principalmente eslava y ortodoxa; a su vez las tres Europas constituyen una unidad, que funciona como una subunidad del mundo blanco. Reconocer y enfatizar esas diferencias permite promover el respeto a los otros en tanto que otros, sin procurar su asimilación o fusión a la propia etnia.

El etno-diferencialismo, desde esta perspectiva, no puede ser asemejado al racismo ni a la xenofobia (y ni siquiera el racialismo). Cada comunidad posee el derecho a desarrollarse según sus propios ritmos, y cada comunidad posee el derecho a imponerse las reglas que crea necesarias para lograr sus objetivos.

El etno-diferencialismo no es lo opuesto al pluralismo, sino que, por el contrario, resulta su condición de posibilidad (de allí que el término "etno-pluralismo" sea su sinónimo).

Lo que el etno-diferencialismo interpela es, en definitiva, a la categoría filosófica de la Mismidad, procurando evitar así a aquella imposición del pensamiento único que conduce hacia el totalitarismo, ya sea laico o religioso.

Historia

El jurista Carl Schmitt fue uno de los primeros promotores del etno-pluralismo. En el libro Die geistesgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus de 1923[1], el autor alemán sostiene que las sociedades deben trabajar políticamente para eliminar la heterogeneidad interna, ya que si aumenta el grado de homogeneidad de sus componentes, aumentarán también los niveles de orden social.

En 1971 el antropólogo Claude Lévi-Strauss pronunció una conferencia titulada "Race et Culture"[2] en la sede de la UNESCO en París. Las palabras de este autor escandalizaron a los intelectuales izquierdistas de la época: Lévi-Strauss sostenía que la genética contemporánea permite cientifizar el discurso acerca de las razas humanas, y que las sociedades que se exceden en relación a su apertura con otras sociedades se vuelven culturalmente esclerosadas; para este investigador era Japón el modelo más admirable en materia identitaria, ya que el país asiático había logrado aislarse lo suficiente como para mantener su unidad, pero no por ello renunciando a todo vínculo con el exterior.

Henning Eichberg y Alain de Benoist desarrollarían el concepto de etnopluralismo a lo largo de la década de 1970. Tanto los miembros del GRECE en Francia como los del Thule-Seminar en Alemania aportaron mucho a la discusión sobre este asunto.

En EEUU ha sido Richard McCulloch quien elaboró ampliamente la idea de etno-diferencialismo usando a la realidad norteamericana como marco de referencia.

Muchos movimientos franceses, alemanes y suecos de Tercera Posición han introducido al concepto en el escenario de la política partidaria de sus respectivos países. En España la Sociátio Identitária Europaeórum Géntium impulsa metapolíticamente al etno-diferencialismo.

Diferencias con el multiculturalismo

El etno-diferencialismo, al igual que el multiculturalismo, se niega a considerar a alguna cultura como superior a otra. Sin embargo mientras el multiculturalismo propone la convivencia de individuos con diferentes culturas en un mismo espacio, el etno-diferencialismo sostiene que ello sólo produce más efectos desfavorables que beneficiosos para los individuos.

El multiculturalismo apoya la idea de que un grupo cultural dominante albergue en su espacio vital a grupos culturales minoritarios y les brinde una protección especial para permitir el desarrollo de los individuos (la cual puede o no requerir de la asimilación). Esto es interpretado por los autores etno-diferencialistas como una especie de "racismo invertido", que sólo facilita el genocidio de la cultura dominante.

Criticismo ideológico

Quienes critican al etno-diferencialismo lo hacen normalmente con la falacia del hombre de paja. Así el sociólogo judío Michel Wieviorka califica al etno-diferencialismo de "racismo cultural"[3], atribuyéndole una ambición supremacista que el concepto en realidad no posee.

Otro autor que ha procedido de modo similar es el politólogo hebraizado Pierre-André Taguieff[4]. Según Taguieff los etno-diferencialistas lo que hacen es reemplazar el concepto de raza por el de cultura para hablar de una "identidad cultural auténtica" en lugar de una "raza pura". Además, según este autor, estos "racistas subrepticios" sustituyen a la idea de la desigualdad por la de la diferencia, colocando al miedo al mestizaje (presentado como pérdida de tradiciones) como reemplazo del desprecio hacia los pueblos inferiores. Toda la argumentación de este académico se basa en la idea de que el racismo de los etno-diferencialistas es algo implícito y presupuesto, ya que el uso de una retórica heterofílica por parte de los mismos le impide encontrar referencias válidas que prueben sus hipótesis.

El eslavista Gero Fischer, ignorando a los desarrollos políticos en torno al etno-diferencialismo, sostuvo que los defensores del concepto proponen la instauración del apartheid como nuevo orden mundial[5].

Referencias

  1. Carl Schmitt. Die geistesgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus. Munich: Duncker & Humblot, 1923
  2. Claude Lévi-Strauss. "Race et Culture", en: Le regard éloigné. París: Plon, 1983
  3. Michel Wieviorka. Le Racisme:une introduction. París: La Découverte,‎ 1998
  4. Vid. Pierre-André Taguieff. La force du préjugé : essai sur le racisme et ses doubles. París: La Découverte, 1987
  5. Vid. Gero Fischer. "Ethnopluralismus, Multikulturalismus und interkulturelle Erziehung", en: Helmut Reinalter, Franko Petri y Rüdiger Kaufmann. Das Weltbild des Rechtsextremismus: die Strukturen der Entsolidarisierung. Berlín: Studien Verlag, 1998

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