Explosión en la Embajada de Israel en Argentina

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Fachada de la Embajada de Israel luego de la explosión interna.

La explosión en la Embajada de Israel en Argentina, sucedió el 17 de marzo de 1992 a las 14.42 hora local y causó 29 muertos y 242 heridos además de la destrucción de la embajada y daños a una Iglesia Católica y una escuela ubicada en un edificio cercano. En la Argentina vive la comunidad judía más numerosa de América Latina.

La "historia oficial"

La historia oficial dice que fue un ataque terrorista y que un furgón Ford F-100 conducido por un suicida fue cargado con explosivos y estrellado contra el frente del edificio de la Embajada de Israel. Dicha versión también afirma que los autores del ataque ingresaron al país a través de la región llamada triple frontera, el área donde confluyen las fronteras de Argentina, Paraguay y Brasil.

Dos años después, el 18 de julio de 1994, la misma historia oficial afirma que fue un coche bomba el que estalló frente a la AMIA, la organización mutual judía más importante del país, también en Buenos Aires, muriendo otras 85 personas (Ver: Explosión en la AMIA).

Investigación

Se realizaron tres investigaciones llevadas adelante por el Mossad, el FBI y la Corte Suprema de Justicia de la Argentina. En este último caso la investigación estuvo directamente a cargo del Dr. Alfredo Bisordi, quien se desempeñaba en ese momento como Secretario Penal de la Corte Suprema.

Extrañamente ninguna de las tres investigaciones arrojaron resultados claros. En un inicio se pensó que podría haber sido un ataque en venganza del asesinato del jeque Abbas al-Musawi, jefe del Hezbollah libanés, y su familia. Los investigadores sospecharon que la operación podría haber sido ejecutada por un grupo de paquistaníes y coordinada por Moshen Rabbani, quien se desempeñaba como el encargado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires. Años más tarde, este último fue detenido en Alemania, pero luego fue liberado por falta de pruebas.[1]

Catorce años después de la explosión el juez Bisordi declaró que:

"Hubo serias dificultades para determinar como ocurrió el hecho... Creo que nunca se va a saber como fue el atentado, la Corte ha recogido una verdad formal que yo dudo que sea la verdad real de lo ocurrido".[2]

Artículo de opinión

La AMIA, la Embajada y nosotros, los argentinos.

por Juan Gabriel Labaké, Buenos Aires, 21 de septiembre de 2004.

(Hemos extraído sólo los puntos que se refieren a la explosión en la Embajada de Israel. Para ver el texto completo, ver artículo: Explosiones en la AMIA y en la Embajada de Israel en Argentina)


El señor Alberto Jacinto KANOORE EDUL, su padre Alberto KANOORE EDUL, y sus hermanas Alicia y Mabel me han otorgado poder judicial para defender su buen nombre y honor y sus legítimos intereses, grave e injustamente vulnerados por el juez que intervino en la investigación del atentado a la AMIA y por otras instituciones y personas nacionales y extranjeras.

Los hechos concretos y las pruebas e indicios existentes en los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel obligan indispensable y objetivamente a dirigir la investigación hacia una posible pista israelí.

Hasta hoy, y por enormes presiones, tanto del gobierno de Israel como de la AMIA, la DAIA, sectores del gobierno argentino (la senadora Cristina Fernández de Kirchner y la SIDE especialmente), ciertos periodistas y medios de comunicación, y aún del gobierno de EEUU de Norteamérica (FBI y CIA), dicha pista ha sido intencionadamente bloqueada, según ha quedado demostrado. Es hora de reabrirla.

Las razones para solicitar que se investigue la pista israelí en ambos atentados son numerosas. Consigno las principales:

  • En primer lugar está la pericia de los tres ingenieros de la Academia Nacional de Ingeniería, que determinó sin lugar a dudas que la explosión en la Embajada se produjo dentro del edificio.
  • Ante ello, la Corte dispuso investigar la pista israelí, pero la AMIA, la DAIA y la Embajada de Israel se opusieron tenazmente con el pretexto de que dicha investigación constituía un acto de antisemitismo, y amenazaron con pedir juicio político a la Corte. La pista israelí fue abandonada.
  • Uno de los tres ingenieros que realizaron la citada pericia en la Embajada me ha asegurado personalmente que, de acuerdo a las pruebas existentes, la explosión en la AMIA también se produjo adentro, y no con una Trafic (que nunca se vio).
  • Tanto en la AMIA como en la Embajada, y por una decisión incalificable del gobierno argentino, los militares de Israel, la CIA norteamericana y la Mossad israelí tuvieron desde el primer momento libre y prioritario acceso a las ruinas de ambas explosiones. Peor aún, el Gral. Balza ha reconocido que nuestro Ejército tenía la misma preparación que los israelíes para actuar en esas emergencias, pero que el gobierno rechazó su ofrecimiento. Ahora sabemos que el motor de la "Trafic", principal "prueba" de la pista Siria-Edul, fue "encontrado" por un militar israelí sin la presencia de testigo alguno. Y otro militar israelí "demostró" cómo se habían colocado los explosivos en la "Trafic".
  • La sospecha de que todos los complotados mencionados (gobiernos e instituciones privadas) apoyaron esa mentira para ocultar la pista israelí se torna legítima y, en este caso, insoslayable.
  • Y lo más extraño de todo: el gobierno israelí no se ha constituido en querellante por el atentado que destruyó la sede de su Embajada en la Argentina, y mató funcionarios de ella. Nunca antes se había visto una pasividad y un silencio tan raros del Estado de Israel frente a un atentado similar, incluso de menor envergadura.

Por todo lo dicho, es indispensable impulsar la investigación de la pista israelí en ambos atentados, y es de esperar que en esa tarea se unan solidariamente los familiares de todas las víctimas de ellos, sean de religión judía, musulmana o católica. Está en juego la justicia hacia mujeres y hombres inocentes, y la seguridad de la Argentina, que es de todos.

Referencias

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