Francisco Clavero

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Coronel Francisco Clavero

Sus comienzos

"Clavero no era ni salteador ni encubridor, ni caudillo ni gaucho malo. Era un viejo veterano de granaderos a caballo de San Martín, que a fuer de antiguo soldado y de valiente, había llegado a coronel al servicio de Rosas y de la montonera". Tal lo dijo Sarmiento, y la frase sirve como introducción a esta biografía sobre Francisco Clavero, nacido en Mendoza en 1799 y soldado del ejército sanmartiniano cuando tenía apenas 15 años de edad.

Pasó a Chile con San Martín y se batió en Chacabuco, Maipú, la campaña de Penco, el sitio de Talcahuano y Cancha Rayada; e hizo después, en el Perú, la campaña de la Sierra, a las órdenes del general Alvarez de Arenales. Por razones de salud debió regresar a su patria, llegando a Mendoza a fines de 1826. De allí se trasladó a Buenos Aires y entró al servicio del gobierno bonaerense en las fuerzas de frontera. Participó en seis campañas contra los indios ranqueles y boroganos, y en marzo de 1830, con el grado de capitán de caballería, fue agregado a la subinspección de campaña en Buenos Aires. Un año después pasó al piquete de Patricios Libertos a Caballo, escolta del gobernador; pero posteriormente fue trasladado a la frontera del sur (octubre de 1831) y luego a Tapalqué, donde permaneció durante todo el año 1832. Tomó parte en las operaciones contra los pampas, en la división del general Juan Manuel de Rosas, hasta febrero de 1834, y en seguida fue destinado al Segundo Escuadrón del Regimiento de Blandengues Nueva Frontera, con asiento en el Fuerte Argentino. En octubre de ese mismo año ascendió a sargento mayor graduado; en las guarniciones de Fuerte Argentino y Bahía Blanca estuvo hasta junio de 1841, época en que fue trasladado al Fuerte de Azul, y en agosto de 1845, al campamento general de El Centinela. Sus nuevos destinos fueron Navarro, Bragado y la Guardia del Luján.

Desde junio de 1848 revistó en la división destacada en San Benito de Palermo, donde permaneció hasta diciembre de 1851, en que volvió a pasar al regimiento de Blandengues Nueva Frontera (Bahía Blanca). En enero y febrero del año siguiente hizo la campaña de Caseros en el ejército rosista, y tras la caída de Juan Manuel de Rosas fue destinado a Dolores y Chascomús.

Pronunciamiento de Hilario Lagos

En diciembre de 1852, Clavero se contó entre los jefes federales que se reunieron en la chacra de Olivera (San José de Flores) y se pronunciaron a favor del movimiento que encabezaba el coronel Hilario Lagos, partidario del Acuerdo de San Nicolás y contrario a la segregación de Buenos Aires. En las filas revolucionarias peleó y venció en el Rincón de San Gregorio, el 22 de enero de 1853, al mando del general Gregorio Paz. Esta campaña terminó con la traición de Juan H. Coe.

Posteriormente, el 22 de noviembre de 1856, el gobierno de la Confederación lo designó teniente coronel del Regimiento 2º de Dragones, con guarnición en el Fuerte de San Rafael (Mendoza), a las órdenes del coronel Juan de Dios Videla. Allí estuvo hasta 1860 custodiando la frontera Sud de dicha provincia.

Cuando, a fines de 1860, el gobierno de la Confederación nombró interventor en San Juan al gobernador de San Luis, coronel Juan Saá, Clavero lo acompañó con fuerzas mendocinas, y en la batalla de la Rinconada del Pocito (11 de enero de 1861), tuvo a su mando el centro federal. En esta campaña fue su prisionero el ex gobernador Antonino Aberastain, quien, como intentó un amotinamiento, fue pasado por las armas por orden de Clavero, al día siguiente de la batalla. Este episodio dio pábulo a la prensa liberal de Buenos Aires, y el presidente Derqui ordenó el procesamiento de Clavero, que fue conducido a Paraná para ser sometido a un Consejo de Guerra.

El coronel Clavero peleó en Pavón (17 de setiembre de 1861), al mando de un escuadrón de puntanos, integrando las fuerzas del general Juan Saá que tuvieron brillante actuación en esa batalla. Luego pasó a Córdoba, para prestar apoyo al gobernador Allende, que sería derrotado en el Bajo del Molino (20 de noviembre de 1861).

Se alza en armas junto al Chacho

Tras el derrumbe de la Confederación, Clavero pasó a Chile junto con Juan Saá y otros federales. Mientras tanto las autoridades liberales reabrieron su proceso por el caso Aberastain, y como no pudieron capturar a Clavero apresaron a sus hijos y los cargaron de grillos en el Fuerte de San Rafael. Al saber el viejo guerrero lo que ocurría traspuso la cordillera para entregarse; pero en esos momentos (marzo de 1863) se produjo el levantamiento del general Angel Vicente Peñaloza (el Chacho), y Clavero se levantó en armas; liberó a sus hijos; los puso a cubierto, y se unió al Chacho. Derrotado en Algarrobo Grande, fue hecho prisionero por el comandante José Manuel Puebla. Clavero fue enviado entonces al director de la guerra, Domingo Faustino Sarmiento, quien lo puso a disposición del gobierno nacional. Casi dos años pasó el guerrero federal en la cárcel de Mendoza, sin proceso ni juez. Desde su prisión mendocina elevó al gobierno de Mitre diversas peticiones sobre su situación, y con fecha 25 de mayo de 1864 solicitó a la Legislatura de Mendoza un indulto en mérito a los servicios prestados a la patria, desde los 15 años de edad. En julio de 1865 fue enviado a Buenos Aires, y en febrero de 1867, estando preso en la policía bonaerense, fue autorizado para asistirse en el Hospital General de Hombres. Dos meses después fue dado de alta y reintegrado a la prisión. El Consejo de Guerra pronunció al fin de su fallo (pena capital), que fue elevado al presidente de la República. Este declaró nula la sentencia y Clavero volvió a Mendoza y recobró la libertad, sin haber obtenido absolución ni condena.

Leal a Juan Manuel de Rosas

El coronel Clavero se mantuvo leal a Juan Manuel de Rosas y le hizo llegar sus recuerdos, desde la cárcel, a través de Pepita Gómez. Rosas, en carta a su amiga, del 7 de marzo de 1867, expresaba refiriéndose al guerrero de la Independencia: "Al coronel Clavero si lo ve dígale, no lo he olvidado, ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar las virtudes de su fidelidad".

Clavero tuvo fama de cantor y se le atribuyen coplas payadorescas, como aquella que el pueblo conservó en su memoria:


Dicen que Clavero ha muerto

Y en San Juan es sepultado

No lo lloren a Clavero

Clavero ha resucitado.


La historia oficial no pudo perdonarle jamás su militancia rosista y su intervención en la ejecución de Aberastain, prócer del liberalismo sanjuanino.

Fuentes

  • Chávez Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación.
  • Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.