Génrij Yagoda

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Yagoda en 1936.

Génrij Grigórievich Yagoda (en ruso Генрих Григорьевич Ягода, nacido Yenoj Gershónovich Ieguda (Енох Гершонович Иегуда) nació el 7 de noviembre de 1891 en Nizhni Nóvgorod y murió el 15 de marzo de 1938 en Moscú. Fue el jefe de la policía secreta de la Unión Soviética NKVD entre 1934 hasta 1936.

Biografía

Yagoda nació en el seno de una familia judía[1] y se unió a los bolcheviques en 1907. Después de la Revolución de Octubre, subió escalafones en el Cheka, la policía secreta anterior a la NKVD, convirtiéndose en el segundo al mando, después de Féliks Dzerzhinski en septiembre de 1923. Después de la muerte de Dzerzhinsky en julio de 1926, Yagoda estuvo bajo el mando de Viacheslav Menzhinski, sin embargo, debido a la mala salud de este último, fue Yagoda quien tenía el control verdadero de la policía secreta al final de la década de los 20. El 10 de julio de 1934, dos meses después de la muerte de Menzhinski, Yagoda fue designado Comisario del Pueblo para Asuntos Internos, que le otorgaba control de la policía, incluyendo la secreta.

La personalidad de Yagoda era muy corrupta, lleno de vicios entre los que se encontraban las mujeres y las apuestas. Se cree que bajo órdenes de Stalin, asesinó a su superior Menzhinski y a Sergéi Kírov, quien fue asesinado en diciembre de 1934, este último asesinato fue uno de los detonantes de la Gran Purga.

Yagoda supervisó el Primer Juicio de Moscú y la posterior ejecución de los líderes soviéticos acusados, entre los que se incluía a Grigori Zinóviev y Lev Kámenev en agosto de 1936. Sin embargo, la paranoia de Stalin durante la época de la Gran Purga también alcanzó a Yagoda, ya que el 16 de septiembre de ese mismo año Nikolái Yezhov lo reemplazó en el mando de la policía secreta y en marzo de 1937 Yagoda fue arrestado. Se le acusó de traición y de conspirar contra el gobierno en el último Juicio de Moscú en marzo de 1938. Aleksandr Solzhenitsyn estuvo presente en el juicio de Yagoda y describió la actitud de confianza del acusado en que Stalin eventualmente lo perdonaría. Sin embargo, Yagoda fue declarado culpable y ejecutado.

Aleksandr Orlov relató una conversación que tuvo con Yagoda unos días antes de su ejecución, mientras esperaba en la prisión de Lubianka. Cuando Orlov le preguntó si creía en Dios, Yagoda respondió: "De Stalin no merezco nada más que gratitud por mi leal servicio, de Dios merezco el más severo castigo por haber violado sus mandamientos miles de veces. Ahora mira donde estoy y juzga si existe un Dios o no..."

Referencias

  1. Gitelman, Zvi, A Century of Ambivalence: The Jews of Russia and the Soviet Union, 1881 to the Present. 1998, 2001. Indiana University Press. ISBN 0-253-21418-1. 112 pp.

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