H. P. Lovecraft

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El prejuicio racial es un don de la Naturaleza, que intenta preservar en pureza las diversas divisiones de la humanidad que las eras han hecho evolucionar.

—H. P. Lovecraft

H. P. Lovecraft

Howard Phillips Lovecraft (Providence, Rhode Island, Estados Unidos, 20 de agosto de 1890 – ibídem, 15 de marzo de 1937), fue un escritor estadounidense, autor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción. Se le considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia (los mitos de Cthulhu). Su obra constituye un clásico del horror cósmico, una corriente que se aparta de la temática tradicional del terror sobrenatural (satanismo, fantasmas), incorporando elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones). Lovecraft cultivó asimismo la poesía, el ensayo y la literatura epistolar.

Su obra ha influido desde los años 60 a los autores de ficción a lo largo y ancho del mundo, Muchos escritores modernos de terror, como Stephen King, Bentley Little o Joe R. Lansdale, por nombrar a unos pocos, han citado a Lovecraft como una de sus más importantes influencias.

Biografía

Primeros años

H. P. Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 a las 9 de la mañana en el hogar familiar situado en el n.º 194 (hoy 454) de Angell Street, en Providence, capital del estado de Rhode Island. La casa fue derribada en 1961.

Howard Phillips Lovecraft era el hijo único de Winfield Scott Lovecraft (1853-1898) —representante de ventas de la Gorham Silver Company, dedicada al comercio de la plata, metales preciosos y joyería— y de Sarah Susan Phillips (1857-1921), la segunda de los cuatro hijos de Whipple Van Buren Phillips y Rhoby Alzada Place. Para ambos era su primer matrimonio, aunque los dos habían superado los 30 años cuando firmaron el enlace.

Lovecraft procedía de unos ancestros distinguidos: en cuanto a su línea materna, los Phillips, se podía rastrear su linaje casi hasta el «Mayflower», ya que los antepasados maternos se remontaban a la llegada de George Phillips a Massachusetts en 1630. Cuando Lovecraft visitó algunas de las tierras de sus antepasados al este del estado de Rhode Island, el apellido de Phillips era recordado con cariño y respeto (ver Selected Letters 2,81f.); su línea paterna también era de origen británico y Lovecraft pudo rastrear su apellido (Lovecraft o Lovecroft) hasta el siglo XV.

Al pequeño y solitario Howard le gustaba frecuentar parajes extraños y apartados para poder dar rienda suelta a su exaltada imaginación. En esos sitios (cuevas, arboledas alejadas, etc.) recreaba situaciones históricas o se ensimismaba en la observación de pequeños detalles que, para el resto de las personas, pasaban inadvertidos, pero que a Lovecraft le fascinaban; como detenerse a escuchar a las hadas del bosque, o imaginar lo que podría existir en el espacio exterior. Quizás una de las razones por las que le gustaba tanto evadirse era por la estricta atadura a la que lo sometía su madre, diciéndole que él no debía jugar con niños de menor categoría o insistiendo en que era feo y que nunca llegaría a triunfar.

Cuando Lovecraft tenía casi tres años, su padre sufrió una crisis nerviosa en la habitación de un hotel de Chicago, donde se encontraba alojado por motivos de trabajo, y le ingresaron en el Butler Hospital, Centro Psiquiátrico de Providence y fue incapacitado legalmente debido a una serie de trastornos de índole neurológica. A partir de ese momento y durante los siguientes cinco años, permaneció ingresado en este hospital, donde murió el 19 de julio de 1898 con el diagnóstico de paresia general, una fase terminal de la neurosífilis. Aunque algunos biógrafos afirman que al niño Lovecraft le informaron de que su padre estaba paralizado y en estado comatoso durante ese período, todas las evidencias parecen demostrar que no fue así.

Con la muerte del padre de Lovecraft, la educación del niño recayó sobre su madre, sus dos tías (Lillian Delora Phillips y Annie Emeline Phillips) y en especial en su abuelo materno, un importante empresario llamado Whipple Van Buren Phillips. Todos residían en la casa familiar.

Lovecraft fue un niño prodigio: recitaba poesía a los dos años, leía a los tres y empezó a escribir a los seis o siete años de edad. Uno de los géneros que más le apasionó en su infancia fue el de las novelas policíacas, llevándolo incluso a formar la «Agencia de detectives de Providence» a la edad de trece años. A los quince escribió su primer relato como tal, La bestia en la cueva, imitación de los cuentos de horror góticos. A los dieciséis escribía una columna de astronomía para el Providence Tribune.

Su abuelo materno lo alentaba a la lectura y, siendo ésta una de sus aficiones favoritas, no tardó en pasarse horas y horas en la inmensa biblioteca de su abuelo. En ella descubrió (con un ejemplar de la Ilíada para niños entre las manos) el paganismo grecolatino y Las mil y una noches, aunque a una edad muy temprana (los cinco años) se declaró ateo, convicción que mantuvo hasta su muerte. Esto ayudó a que su imaginación se desarrollase rápidamente en comparación con el resto de los chicos de su edad, produciéndole una falta de adaptación con éstos. Cuando ellos querían jugar con espadas o a juegos fundamentalmente físicos, él prefería llevar a cabo entretenimientos más pausados e imaginativos, como representaciones históricas.

Debido a su falta de perseverancia y de salud, no asistió al colegio hasta los ocho años y tuvo que dejarlo después de un año. Durante su absentismo escolar, seguía leyendo con voracidad. Adquirió conocimientos de química y astronomía, llegando incluso a escribir como aficionado en algunas revistas científicas. Publicó varias revistas de circulación limitada, comenzando en 1899 con La gaceta científica. Cuatro años después, regresó a la escuela pública Hope Street, donde cursó dos años y medio en la educación secundaria, hasta que abandonó definitivamente los estudios.

En 1904 falleció su abuelo materno, Whipple Van Buren Phillips, afectando sobremanera al joven Lovecraft, de catorce años de edad. La mala gestión de las propiedades y del dinero familiar dejó a la familia en tan malas condiciones económicas que se vieron obligados a mudarse al n.º 598 (hoy un dúplex en 598-600) de Angell Street. Lovecraft quedó tan afectado por la pérdida de su abuelo y la casa que le vio nacer, que consideró el suicidio durante un tiempo. En 1908, antes de su graduación, sufrió un colapso nervioso y no recibió su diploma. S. T. Joshi, biógrafo de Lovecraft, sugiere que este colapso pudo deberse a sus dificultades con las matemáticas, una materia que necesitaba dominar para convertirse en astrónomo profesional. Este fracaso en su educación (él quería estudiar en la Universidad de Brown) fue una fuente de desilusión y vergüenza hasta el final de sus días.

Aunque su mentalidad respondía a un racionalismo empirista, a Lovecraft le atraía la literatura imaginativa, seguramente influido por su escepticismo; encerrado en el pesimismo de la soledad y considerando que «el pensamiento humano es el espectáculo más divertido y más desalentador de la Tierra».

Lovecraft escribió algunos relatos de ficción, pero desde 1908 hasta 1913, principalmente trató la poesía, mientras vivía como un ermitaño y teniendo apenas contacto con el mundo exterior, a excepción de su madre y sus tías. Esta situación cambió al escribir una carta a la revista Argosy, quejándose sobre lo insípido de las historias de amor de uno de los escritores más populares de la publicación, Fred Jackson. El debate entre los defensores de Jackson y Lovecraft en la columna de opinión llamó la atención de Edward F. Daas, presidente de la United Amateur Press Association (UAPA), que invitó a Lovecraft a unirse a ellos en 1914. La UAPA infundió un nuevo vigor a Lovecraft, sacándole de su voluntaria reclusión y le incitó a contribuir con sus poemas y ensayos. Un tiempo después, se convirtió en presidente de la UAPA, e incluso llegó a ser presidente de la NAPA, la rival de la UAPA. En 1917, a petición de algunos amigos, volvió a la ficción con historias mucho más pulidas, como La tumba y Dagon. Ésta última fue su primer trabajo publicado de forma profesional, apareciendo en Weird Tales en 1923. Sobre esta época, comenzó a formarse poco a poco una enorme red de admiradores y amigos, entre los que se encontraban Robert Bloch, Clark Ashton Smith y Robert E. Howard, creador este último de Conan el Bárbaro. La extensión y frecuencia de sus cartas con esas amistades lo convertirían en uno de los más prolíficos escritores del género epistolar. Según su biógrafo L. Sprague de Camp, a lo largo de su vida Lovecraft escribió alrededor de 100.000 cartas.

La muerte de su padre habría tenido en el niño Lovecraft, debido a que prácticamente no tuvo tiempo de conocerlo, escasas repercusiones, pero la de su madre, en 1921, le habría supuesto una fuerte conmoción. Ocurrió después de una larga enfermedad, que algunos biógrafos suelen relacionar con la sífilis de su padre, aunque en cualquier caso la realidad es que la causa inmediata de la muerte fue un post-operatorio deficiente después de una intervención quirúrgica de vesícula biliar. Fue ingresada en el Butler Hospital, como su marido antes que ella. Durante su ingreso, escribía frecuentemente cartas a su hijo, con el que permaneció muy unida hasta su muerte, el 21 de mayo de 1921. Lovecraft contaba 31 años de edad.

Muchos críticos consideran a la madre de Lovecraft la causante de todos los comportamientos peculiares y un tanto extravagantes que el escritor mostró durante su existencia. Parece ser que después de la muerte de su esposo Winfield, Sarah, mujer tradicional y puritana, descargó todas las frustraciones de una burguesa venida a menos sobre su único hijo, sobreprotegiéndolo hasta límites demenciales y tratándolo como si fuera su único bien en la tierra, favoreciendo así el desarrollo de unas determinadas características de personalidad, comunes en estos casos, que condicionarían su patrón conductual mientras vivió; entre otros aspectos destacados, prefiriendo las relaciones humanas con su pequeño entorno que le ofrecía una mayor seguridad antes que con un entorno social más amplio y desconocido que no controlaba debido a ese déficit en habilidades sociales óptimas por falta de aprendizajes adecuados en su infancia y adolescencia.

Boda y Nueva York

La muerte de su madre en 1921 y el agotamiento de lo poco que quedaba de la riqueza familiar, le llevaron a abandonar la idea de llevar una vida ociosa dedicada a la escritura, obligándolo a trabajar en pequeños encargos, que en la mayoría de las situaciones consistirían en retocar escritos de otros autores, menos dotados para la escritura que él. Gracias a este tipo de trabajos conoció a muchos de los que después formarían el llamado Círculo de Lovecraft, entre ellos Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth y otros más. Para estos escritores y «amigos», Lovecraft presentaba una gran diferencia entre su personalidad de solitario introvertido y erudito a través de las cartas y su forma de ser en persona. Lo definían como entusiasta y generoso, creativo, prodigio de inteligencia y con una faceta racista que no abandonó nunca.

Dos meses después de la muerte de su madre, Lovecraft acudió a una convención de escritores aficionados en Boston, donde conoció a Sonia H. Greene. Nacida en 1883, hija de inmigrantes judíos procedentes de Ucrania, era viuda y siete años mayor que Lovecraft. Se casaron en 1924, y se mudaron al municipio de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York. Las tías de Lovecraft, muy tradicionales, no vieron con buenos ojos esta boda, ya que Sonia era una mujer de carácter fuerte, independiente, propietaria de una tienda de sombreros y escritora aficionada en la United Amateur Press Association. Inicialmente Lovecraft quedó embelesado con Nueva York, pero pronto la pareja se vio inmersa en dificultades económicas. Sonia perdió su tienda, tuvo problemas de salud y Lovecraft no conseguía encontrar un trabajo, por lo que su esposa se mudó a Cleveland al encontrar trabajo allí mientras Lovecraft se quedaba en el barrio Red Hook de Brooklyn, donde comenzó a sentir una profunda aversión por la vida neoyorquina. En efecto, la desalentadora realidad sobre la imposibilidad de mantener un trabajo en un lugar cuya población mayoritaria era inmigrante, entraba en un irreconciliable conflicto con la opinión sobre sí mismo, de ser un privilegiado caballero anglosajón.

En 1926, Sonia y Lovecraft, todavía viviendo de forma separada, acordaron un divorcio amigable, donde Lovecraft alegó "las grandes divergencias entre ambos y los problemas económicos", aunque nunca se llevó a cabo.

Regreso a Providence

De vuelta a Providence el 17 de abril de 1927, convivió con sus tías durante los años siguientes, en una «espaciosa y marrón casa de madera victoriana» en la calle Barnes n.º 10 (la dirección del Dr. Willett en El caso de Charles Dexter Ward) hasta 1933. Allí es en donde se ve superado por la sensación de fracaso que lo invade, abandonándose a la soledad y la frustración. En esta época disfruta de paseos nocturnos, que repercuten en su hundimiento personal, y crean una esfera invisible de miedos que nunca le permitirán recuperarse, aunque de forma paralela, contribuyen a su máximo esplendor literario. En estos fructíferos años escribió la gran mayoría de sus obras más conocidas, como La llamada de Cthulhu en 1926, En las montañas de la locura en 1931 o El caso de Charles Dexter Ward, principalmente publicadas en la revista 'Weird Tales.

En esos años visitó a varios anticuarios residentes en Quebec, Filadelfia y algunos lugares de Nueva Inglaterra, como Vermont y Massachussets, y siguió manteniendo su enorme correspondencia. A sus viejos amigos añadió otros muchos escritores jóvenes, como D. W. Rimmel, R. H. Barlow o Robert Bloch, a los que aconsejaba en sus carreras y supervisaba trabajos. Mostró preocupación con las condiciones políticas y económicas del país. En la Gran Depresión, mostró su apoyo a Roosevelt y se convirtió en un socialista moderado, abandonando su rancio conservadurismo, mientras continuaba estudiando una gran variedad de temas, desde filosofía a literatura o historia de la arquitectura.

Los últimos dos o tres años de su vida fueron muy apurados económicamente. A pesar del duro trabajo y de sus esfuerzos como escritor, la pobreza en la que vivía aumentó. En 1932 su querida tía, la señora Clark, murió, y se vio obligado a mudarse a una pequeña y exigua habitación de alquiler con su otra tía, la señora Gamwell en 1933, situada en la calle College 66, detrás de la biblioteca John Hay (la dirección actual de esta casa es "65 Prospect Street"). Además, su íntimo amigo Robert E. Howard, al que nunca llegó a conocer en persona, se suicidó el 11 de junio de 1936, dejándolo desconcertado y profundamente apenado.

Sus últimas obras fueron incrementando en longitud y complejidad, lo que dificultaba la venta pues las revistas pulp rechazaban los textos largos, lo que llevó a Lovecraft a la necesidad de trabajar de revisor y corrector para otros autores, de escritor fantasma, como en El diario de Alonzo Typer (1938), The Mound (1940) y Winged Death (1940), y también en poesía y otros estilos literarios.

Últimos años

En sus últimos años, su naturaleza enfermiza y la desnutrición fueron minando su salud. Su anormal sensibilidad a cualquier temperatura inferior a los 20° se agudizó hasta el punto de que se sentía realmente enfermo a tales temperaturas. Durante el último año de su vida, sus cartas estaban llenas de alusiones a sus malestares y dolencias. A finales de febrero de 1937, cuando contaba con cuarenta y seis años, ingresó en el hospital Jane Brown Memorial, de Providence. Allí murió a primeras horas de la mañana del 15 de marzo de 1937, de cáncer intestinal complicado con la denominada enfermedad de Bright. Aunque actualmente este término no suele utilizarse se refiere a una serie de enfermedades inflamatorias de los riñones. Es decir, parece ser que Lovecraft tuvo una complicación de su enfermedad tumoral intestinal con una grave insuficiencia renal que provocó su fallecimiento. El diagnóstico de su enfermedad tuvo lugar apenas un mes antes de su muerte.

Fue enterrado tres días después en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point; aunque su nombre está inscrito en la columna central, ninguna lápida señala su tumba. Muchos años después de su muerte, en la lápida que le erigió un grupo de aficionados, puede leerse una línea tomada de una de sus miles de cartas que escribía a sus corresponsales: «Yo soy Providence».

Pensamiento racial

Como era normal y común en esa época, previamente a que elementos judíos desprestigiaran estas ideas, Lovecraft asociaba en sus trabajos iniciales la virtud, el intelecto, una clase elevada, la civilización y la racionalidad a la raza blanca, que a menudo contrapuso con las cualidades corruptas, intelectualmente inferiores, incivilizadas e irracionales, que asoció con gente de clase baja, racialmente impura, o de raza no europea, de piel oscura o morena, que frecuentemente eran los villanos en sus historias.

Lovecraft era en un principio un anglófilo confeso, y sostenía que la cultura inglesa era el pináculo comparativo de la civilización, y consideraba a los descendientes de los primeros ingleses en América como una rama de segunda clase, y todos los demás, por debajo de ellos (por ejemplo, su poema An American to Mother England). Su amor por la historia y la cultura inglesa se ve a menudo reflejado en su trabajo (como la nostalgia del Rey Kuranes por Inglaterra en La búsqueda onírica de la desconocida Kadath).

En aquella época, las leyes de segregación racial se hacían cumplir en la mayor parte del territorio estadounidense, y muchos estados promulgaban leyes eugenésicas y prohibiciones en contra del mestizaje, que también eran comunes en áreas no católicas de Europa. Un movimiento popular durante la década de 1920, dio como resultado en una drástica restricción en la inmigración hacia los Estados Unidos, culminando en la Ley de Inmigración de 1924, que ponía de manifiesto testimonios de expertos ante el Congreso de Estados Unidos sobre la amenaza hacia la sociedad americana en la asimilación de «personas de baja cultura» del este y del sur de Europa, de países católicos, así como judíos y árabes.

Las ideas de Lovecraft sobre la eugenesia se extendían a menudo sobre sus personajes de raza blanca. Mostró una mayor simpatía por la raza blanca y los grupos culturales europeos. El narrador de Aire frío habla despectivamente de los pobres hispanoamericanos de su vecindario, pero respeta al rico y aristócrata Dr. Muñoz, por sus orígenes celtíberos, y porque es «un hombre de cuna, culto y de buen gusto». Los descendientes degenerados de los inmigrantes holandeses en las Montañas Catskill, «quienes corresponden exactamente con la basura blanca en el sur» (Más allá del muro del sueño, 1919), son elementos comunes. En El Templo, el narrador es un capitán de un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial cuya fe en su «inquebrantable voluntad germánica» y la superioridad de su patria lo llevan a ametrallar a los supervivientes que se encontraban en botes salvavidas; más tarde, asesina a su propia tripulación, mientras lo ciega la maldición que ha atraído sobre él.

Estas líneas del pensamiento en la visión del mundo de Lovecraft - racismo y una romántica defensa reaccionaria del orden cultural frente a la degeneración del mundo moderno - han conducido a algunos estudiosos a establecer una afinidad especial con el aristócrata, antimodernista y tradicionalista Julius Evola:

«Ciertamente, La búsqueda onírica de la desconocida Kadath, con su grandiosa representación de su ciudad, Onyx, irradia el fresco y elegante espíritu de la Tradición, que entra en contraposición a la que en muchas historias es el pozo de la decadencia, Innsmouth, cuya endogámica población es compuesta en parte por los vástagos de la concepción contranatura de lujuriosos marineros con monstruos marinos; la fuerza negativa de la Tradición. La eterna lucha entre la titánica fuerza de la luz y las telúricas fuerzas del caos, es reflejada en su trabajo y en su racismo».[1]

Lovecraft expresó en alguna ocasión sus creencias espirituales acerca de la raza aria en su cartas personales.[2] En una carta fechada el 23 de enero de 1920, Lovecraft escribió:

«Para el hombre evolucionado —la cumbre del perfeccionamiento orgánico en la Tierra—, ¿qué rama del pensamiento se ajusta mejor que aquella que conquista las más altas y exclusivas facultades humanas? El salvaje primitivo, o simio, simplemente rebusca en la selva para encontrar una compañera; ¡el ario eminente debe elevar sus ojos a los mundos de más allá y considerar su relación con el infinito!»

En "La dulce Ermengarde", la protagonista rubia es representada como honesta y noble:

«...un tipo trapacero y malintencionado, viendo lo indefensa que se hallaba, le ofreció trabajo en un depravado cabaret de moda; pero nuestra heroína era fiel a sus ideales campesinos y rechazó trabajar en aquel dorado y rutilante palacio de frivolidad… sobre todo porque sólo le ofrecieron tres dólares por la semana, con comida, pero sin alojamiento. Trató de encontrar a Jack Manly, su otrora amante, pero fue incapaz. Quizás, además, él no la hubiera reconocido, ya que, debido a la pobreza, se había vuelto morena, y Jack no la había visto así desde los días de la escuela. Un día se topó con un monedero, vacío pero caro, en la oscuridad; y, después de comprobar que no guardaba gran cosa, se lo devolvió a la rica dama, a la que, según un documento que había adentro, pertenecía. Más emocionada de lo que se puede describir ante la honradez de esa pobre vagabunda, la aristocrática señora Van Itty adoptó a Ermengarde.»[3]

Negros

En una de sus primeras poesías escritas en su juventud "On the creation of Niggers" de 1912 se puede leer lo siguiente:

Idioma original Traducción
When, long ago, the gods created Earth;

In Jove's fair image Man was shaped at birth.
The beasts for lesser parts were designed;
Yet were too remote from humankind.
To fill the gap, and join the rest of Man,
Th'Olympian host conceiv'd a clever plan.
A beast they wrought, in semi-human figure,

Filled it with vice, and called the thing a Nigger.
Cuando tiempo atrás, los dioses crearon la Tierra;

A imagen y semejanza de Júpiter al incipiente Hombre moldeaban.
Para tareas menores las bestias fueron creadas;
Aunque de la especie humana muy alejadas estaban.
Para llenar el vacío y unirlas al resto de la Humanidad,
Los anfitriones del Olimpo ingeniaron un astuto plan.
Una bestia forjarían, una figura semihumana,

Colmada de vicios, y «negro», fue llamada.

En "Herbert West: Reanimador", Lovecraft describe a un varón afroamericano que acaba de fallecer:

«Era un ser repugnante, con pinta de gorila, unos brazos anormalmente largos que me parecían de manera inevitable patas anteriores, y una cara que irremediablemente hacía pensar en los secretos insondables del Congo y las llamadas de tam-tam bajo una luna misteriosa. El cuerpo debió tener peor aspecto en vida, pero el mundo contiene mucha fealdad.»[4]
En El horror de Red Hook, un personaje es descrito como «un árabe con una odiosa boca negroide».[5] En la obra El lazo de Medusa, escrito para Zealia Bishop, la sorpresa final de la historia —tras revelar que el villano de la historia es una medusa vampírica— es que ella
«...era débil, y sutilmente, aún a los ojos del genio, el vástago indiscutible de los primeros pobladores de Zimbabwe. No es de extrañar que tuviera un lazo con la anciana bruja Sophonisba… ya que, en una diluida proporción, Marceline era negra».[6]

En "El misterio del cementerio ", Lovecraft describe a un varón negro en una posición social acorde a la época y sus capacidades:

«...hacia las 10.6 un hombre excitado, polvoriento y cansado, irrumpió en la estación de postas de Mainville y dijo al caballerizo negro que estaba en la puerta: -Si eres capaz de llevarme a Kent en 15 minutos, te doy un dólar. -No sé cómo sería eso posible -dijo el negro-. No tenemos un par decente de caballos, y además… -¡Dos dólares! -gritó el visitante. -Vale -dijo el caballerizo».[7]

Mestizos

En "La llamada de Cthulhu", Lovecraft describe a un grupo mestizo de adoradores de Cthulhu:

«Los prisioneros resultaron ser mestizos de muy baja ralea, y mentalmente débiles. Eran en su mayor parte marineros, y había algunos negros y mulatos, procedentes casi todos de las islas de Cabo Verde, que daban un cierto matiz vudú a aquel culto heterogéneo. Pero no se necesitaron muchas preguntas para comprobar que se trataba de algo más antiguo y profundo que un fetichismo africano. Aunque degradados e ignorantes, los prisioneros se mantuvieron fieles, con sorprendente consistencia, a la idea central de su aborrecible culto.»

Judíos

Los narradores en La calle, Herbert West: Reanimador, Él, La llamada de Cthulhu, La sombra sobre Innsmouth, El horror de Red Hook, y en muchas otras historias, expresan sentimientos que podrían ser considerados hostiles hacia los judíos. Lovecraft se casó con una mujer ucraniana de ancestros judíos, Sonia Greene, con quien se divorciaria finalmente. Sonia Greene comentó tras el divorcio que tenía que recordarle constantemente que ella tenia raíces judías cuando realizaba algún comentario antisemita. «Siempre que nos encontrábamos en las calles de Nueva York, abarrotadas de personas de distintas nacionalidades y credos Howard venía lívido de la rabia. Parecía que iba a perder la cabeza».[8]

En El caso de Charles Dexter Ward, se presenta de forma condescendiente a una pareja afroamericana:
«Conocía a la familia negra que habitaba la casa y fue cortésmente invitado a visitar el interior por el viejo Asa y su fornida esposa, Hannah.»

En un claro contraste con el propietario, que podria ser judío por su fisionomía:

«… un hombre de facciones ratoniles y acento gutural…»

Referencias

  1. Schwarz, Martin. (9 de agosto de 2007). «H. P. Lovecraft - Man and Myth» (Consultado el 21 de noviembre de 2017). Archivado
  2. Consultar la carta a J. Vernon Shea, 25 de septiembre de 1933, n.º 648, Selected Letters IV, Arkham House.
  3. «La dulce Ermengarde», H. P. Lovecraft, El horror en el cementerio (Colaboraciones VII), editorial EDAF, p. 93. ISBN: 9788441415003
  4. H. P. Lovecraft, Herbert West, Reanimator, Dagon y otras historias macabras, p. 146.
  5. H. P. Lovecraft, El horror en Red Hook, Dagon y otras historias macabras, p. 258.
  6. «El lazo de Medusa», Zealia Bishop y H. P. Lovecraft, El museo de los horrores, editorial EDAF, p. 323.
  7. «El Misterio del Cementerio», H. P. Lovecraft, El horror en el cementerio (Colaboraciones VII), editorial EDAF, p. 76. ISBN: 9788441415003
  8. Citado en Lovecraft, Carter, p. 45.