Hispania

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Hispania era el nombre dado por los fenicios a la península Ibérica, posteriormente utilizado por los romanos, y parte de la nomenclatura oficial de las tres provincias romanas que crearon ahí: Hispania Ulterior Baetica, Hispania Citerior Tarraconensis e Hispania Ulterior Lusitania. Posteriormente se crearon las provincias Carthaginense y Gallaecia.

Etimología

El nombre de España deriva de Hispania, nombre utilizado por los romanos para referirse a la península Ibérica, mientras los griegos preferían el término Iberia. Sin embargo, el hecho de que el término Hispania no es de raíz latina ha llevado a la formulación de varias teorías sobre su origen, algunas de ellas controvertidas.

Hipótesis fenicia

Hispania proviene del fenicio <איספני> (que se pronuncia i-spn-ya), lo cual está documentado desde el segundo milenio antes de Cristo en inscripciones ugaríticas[1].

Hipótesis religiosa

Otra hipótesis mantenida por el estudioso de euskera Xebe Diez, es que la palabra "Hispania" provendría de dos dioses antiguos que sobreentendemos que serian adorados en la península ibérica y por lo tanto seria el termino dado por los romanos al ver esto. La hipótesis mantiene que los dioses o diosas que anteriormente hemos mencionado serian la diosa "Isis" y el dios "Pan", esto habría dado lugar a que los romanos denominasen a la península ibérica "Hispania" o "Ispania", "Isis-pan-ia" evolucionando a "Is-pan-ia", "Is (Diosa Isis)", "Pan (Dios Pan)" e "ia (componente lingüístico para referirse "al origen" o "procedente de" véase: German-ia, Franc-ia, Gal-ia, Grec-ia)", por lo tanto la traducción seria "Is-pan-ia", "La tierra de Isis y Pan"

Hipótesis egipcia

Recientemente ha sido propuesta la hipótesis de un origen egipcio. La misma se es desarrollada en un reciente libro del escritor Georgeos Díaz-Montexano.[2], donde expone lo siguiente: "Hispania sería la pronunciación latina de una forma púnica como 'Y-Span-ya, que según las más recientes y autorizadas interpretaciones significaría: "Isla de los Forjadores o Fundidores de Metales" (Cunchillos, 2000) . Otras viejas hipótesis proponían: "Isla del Norte" o "Isla de los Conejos". Lo cierto es que si bien la segunda parte del nombre ha derivado en diferentes hipótesis, la primera parte, 'Y, siempre ha sido aceptada por la mayoría como correspondiente al fenicio 'Y (pronunciado I) 'Isla/costa'. La antigua tradición de los fenicios y cartagineses de identificar a la península ibérica como una "Isla", la conservaron los árabes y beréberes, quienes llamaron a toda Iberia con un único nombre, "Yazirat al-Andalus", esto es: "Isla de Andalus o Andalos". De Andalus -escrito en las más viejas grafías árabes como Andlws o Addlws- dicen algunas fuentes islámicas medievales que era el mismo Atlas o Atlante, hijo de Japhet o Jápeto. Por lo que los árabes realmente estarían denominando a Iberia como la "Isla de Atlas o Atlante", que es justa la traducción de la denominación griega que Solón usó para la isla de la Atlántida, o sea, Atlantis Nêsos, "Isla de Atlas o de la Descendencia de Atlas".

Eso es lo conocido hasta hoy. Pero el autor ha logrado hallar numerosas referencias a una gran isla en el océano (La Isla de los Dioses), frente a un estrecho canal (Columnas de Hércules), que encaja en su títulos, denominaciones, descripción, y hasta en su ubicación (al ser representadas en muchos mapas antiguos egipcios, en lo que sería el Golfo de Cádiz) con la misma "Isla de Atlas o de Atlante" que nos describe Platón a través de Solón, con el nombre griego de ATLANTIS NÊSOS, que justamente se traduce como "Isla de Atlas" o "Isla de la Descendencia de Atlas". Esta "Isla de los Dioses" -como reza en los textos egipcios- la cual tenía su comienzo en lo que sería el Golfo de Cádiz, tenía una metrópolis conectada con el mar por un largo canal -como la metrópolis de Atlantis descrita en el Critias- y su acrópolis, en la cual se hallaba el Trono Sagrado del mismo Osiris, Atum-Ra y Schu, y también la morada de su hijo Horus y de la diosas Isis y Maat, es descrita como "La Ciudad del Trono Acuático" o "La Ciudad del Trono de Agua" o "La Ciudad del Trono entre Aguas". Justo como la Acróplis de Atlantis, la cual tenía, en efecto, su Trono, es decir, su Palacio Real, en una pequeña isla rodeada de varios canales circulares inundados del agua del mar que provenía a través del mismo largo canal que la conectaba con el mar. Mientras que el nombre egipcio para esta Acrópolis Acuática o entre Aguas, tal como aparece escrito (jw spA-n't o jw spA-njw.t) se pronunciaría -en egipcio- como "Iu-Spaniu o Iu-Spania" (Spa = Trono de El que Eleva o hace Elevar o Sostiene en lo Alto (un epíteto del dios Shu, el mismo Atlas para los griegos) y nia o niu = Ciudad (y en algunas variantes mu o nu = Agua). "Iu-Spa.niu mu" se traduciría entonces como "La Ciudad de Agua o Acuática del Trono del (dios) que Eleva o Sostiene en lo Alto (Schu)" y justamente, en el Critias 113 se afirma que Solón había traducido los nombres originales al griego, guiándose por el significado de los mismos, al ver que los egipcios habían hecho lo mismo antes. Por tanto, el nombre de Atlantis Nêsos, que en griego significa: "Isla de Atlas o de la Descendencia de Atlas" es la traducción por significado y equivalencia del nombre original de tal isla representada en el "inmenso mar azul-verdoso de aguas frías cuyas dimensiones no conocía ni el mismo Osiris" (como rezan los textos junto a la misma isla), y justo delante de la boca de un estrecho canal.

En la mayoría de los planos y mapas, debajo de la proa de la gran Barca Sagrada representada en el centro de la ciudad, se lee el nombre de la isla (jw) SpA-n.t o Spa-njw.t, (Iu)-Spani o (Iu)-Spaniu, “(Isla) de la Ciudad del Trono Acuático” o “Trono de El que Eleva (Schu/Atlas) de la Ciudad de Agua o Acuática”. En otro mapa datado en los inicios de la Dinastía XVIII, bajo la proa de la misma Barca Sagrada con el trono de Osiris se lee: “La Isla/Colina de la Ciudad de Agua o Acuática”. El jeroglífico que representa una colina también era usado como isla, según sostiene Lesko y otros importantes egiptólogos. Esta isla-colina o bien colina en una isla con una ciudad acuática, según Díaz-Montexano se correspondería con lo que Solón interpretó como una colina o monte de muy poca altura situada en una isla, que a su vez fue rodeada por tres fosos circulares inundados con agua del mar y que se hallaba conectada a su vez con la costa por un largo canal, o sea, la Isla-Acrópolis de Atlantis. Como en la mayoría de los mapas posteriores a la expulsión de los Hykso-Minoicos, esta ciudad acuática o del trono acuático, aparece representada con una grada o altar (Trono) sobre una gran barca sagrada (La barca de Mehen, la Circundada y Laberíntica), y esta acrópolis acuática estaba conectada con la costa del mar por una largo canal, justo como se describe en el Critias para la Acrópolis de Atlantis.

En esta "Isla de los Dioses" vivían los descendientes del dios egipcio Schu, el Atlas de los griegos, y justamente en griego, Solón usó la expresión Atlantis Nêsos para referirse a la legendaria isla situada en el frío océano occidental, y Atlantis Nêsos se traduce justamente como "Isla de la Descendencia de Atlas". Más que sorprendente resulta que en egipcio, "La Ciudad del Trono Acuático o de Agua" o "La Ciudad Acuática o de Agua del Trono de 'El que Eleva o hace elevar hacia lo alto' (un epíteto del dios Schu, el equivalente de Atlas o Atlante entre los griegos), se escribía en la mayoría de los mapas como jw SpA-n.t o jw SpA-njw.t, que se pronunciaría aproximadamente como Iu-Spani o Iu-Spaniu, incluso como Iu-Spania. Estos mapas que remontan a más de 2000 años antes de Cristo, serían pues las evidencias más antiguas del nombre que los griegos registraron como Ispania, a través de los fenicios, y los romanos latinizaron como Hispania, del que deriva el actual nombre de España.

Según el autor, el nombre de la metrópolis o capital de la Isla de los Dioses donde vivía la Descendencia de Schu (Osiris, Isis o Maat y Horus aparecen en los mapas dentro de la isla), pasó a la península ibérica cuando los primeros fenicios llegaron a las costas de Iberia, y traspasaron las Columnas de Hércules, como ya no existía la gran "Isla de los Dioses" de la "La Ciudad del Trono Acuático o de Agua" o "La Ciudad Acuática o de Agua del Trono de 'El que Eleva o hace elevar hacia lo alto', o sea, Iu-Spania, la que ellos de seguro conocían por los mapas y escritos egipcios que ya en aquellos tiempos se editaban por centenares (como se ha estimado recientemente a juzgar por la gran cantidad de fragmentos conservados), y al creer que la península ibérica era una isla, tal como demuestra el mismo nombre de I-Spania, donde I se corresponde con el fenicio 'y, 'isla' (tradición egipcia y fenicia que heredaron los árabes al llamar a toda Iberia como Yazirat al Andalus, "Isla de Andalus"), pues creyeron que esta gran isla no podría ser otra que la misma Iu-Spani o Iu-Spania, Isla de los Dioses que en los mapas egipcios era nombrada como la Isla de la Ciudad del Trono Acuático o Ciudad Acuática del Trono de 'El que Eleva o hace elevar hacia lo alto' (Schu/Atlas).

Por otra parte, la asociación del mismo dios egipcio Schu con el titán Atlas de los griegos debió ser igualmente conocida por los antiguos autores árabes, pues al referirse al nombre de Iberia como la Isla de Andalos o Andalus (Yazirat al Andalus), algunos de los más autorizados y célebres autores islámicos afirmaban que este Andalos (en árabe clásico aparece escrito como Andlws o Addlws), era el mismo Atlas o Atlante, hijo de Japhet, el mismo que las tradiciones hebreas nombran como Tubal, hijo de Japhet o Jafet, y que afirman fue el primero que pobló la Iberia.

Casi doscientos mapas egipcios que remontan a más 4000 años de antigüedad con la "Isla de los Dioses", Iu-Spania, la Isla de la Ciudad Acuática del Trono de El que Eleva (Schu/Atlas), que bien podría ser la misma Isla Atlantis en el Océano Atlántico, delante de Gibraltar, con su "Trono Acuático" y su Gran Canal central, y las regiones paradisíacas adyacentes, son mostrados por el autor como soporte a sus hipótesis sobre el origen egipcio del nombre de Ispania.

Hipótesis indoeuropea o autóctona

Recientemente, Enric Cabreja afirma que el nombre de España se origina de “Ispanía”, siendo éste el nombre original que dieron los íberos a su país[3]. Aunque esta hipótesis no tenga muchos seguidores, la hipótesis indoeuropea, tiene a su favor, que el último componente *ia, es muy común en el indoeuropeo, más concreto grecolatino, ejemplos; Britania, Germania.

Las provincias romanas

Hispania según la primera división provincial romana.

Poco después de derrotar a los cartagineses en la península, Roma decidió incorporar a sus dominios los territorios entonces bajo su control militar, que por entonces incluía todo el levante desde Ampurias a Cartago Nova y la casi totalidad de Andalucía, tanto el valle del Guadalquivir como la zona de las cordilleras béticas y Sierra Morena al norte. Dicho territorio fue dividido en dos provincias separadas por una frontera que discurriría desde el oeste de Cartago Nova hacia el norte, debiéndose repartir los territorios conquistados desde entonces entre ambas provincias. A una provincia la llamaron Ulterior (la más alejada de Roma) y a la otra, Citerior (la más cercana a Roma). El territorio que cada una de estas englobaba fue variando con el tiempo, a medida que Roma conquistaba nuevos territorios ibéricos.

Así durante los primeros sesenta años del dominio republicano sobre las provincias hispanas, desde la división 197 a. C., hasta el fin de las Guerras Lusitanas y Celtibéricas 137-133 a. C. aproximadamente, las provincias se mantuvieron más o menos estables englobando cada una:

  • Hispania Ulterior: Actual Andalucía en su totalidad, partes del sur de la actual provincia de Badajoz y de la Mancha así como el suroeste de la actual de Murcia. Posiblemente también englobaría las zonas portuguesas al este del Guadiana (Moura, Serpa, etc.) y el Algarve. Su capital fue fijada en Corduba.
  • Hispania Citerior: Norte y este de Murcia, gran parte de Castilla la Mancha, incorporada a lo largo de este periodo, la zona valenciana, Cataluña, el Ebro y el pirineo aragonés, también incorporado durante estos años. Su capital fue Tarraco.

Al finalizar las guerras Celtibéricas y Lusitanas, el dominio romano sobre Hispania fue ampliado sustancialmente: Extremadura y la mayor parte de Portugal (al sur del Duero) fueron incorporados a la Ulterior, con lo que quedaban conformados los territorios de las dos hispanias ulteriores que se crearon en época augustea, la Baetica en los territorios más antiguos y romanizados de Andalucía y la Lusitania en los recién incorporados territorios de Extremadura y el Portugal al sur del Duero y a la Citerior se le incorporó buena parte de la submeseta norte.

En los siguientes cien años de dominio romano, hasta la Guerra con los astures de Augusto, la frontera solo fue ampliada de manera muy limitada, añadiéndose al dominio romano tan solo los territorios que quedaban por incorporar al sur de la cornisa cantábrica.

En el año 27 a. C., el general y político Agripa hizo un cambio. Dividió Hispania en 3 partes, añadiendo la provincia de Lusitania que comprendía casi todo lo que hoy es Portugal (excepto la faja al norte del río Duero) y casi toda Extremadura y Salamanca (actuales).

Provincias romanas en tiempos de Augusto (27 a. C. - 14 d. C.)

El emperador Augusto en ese mismo año vuelve a hacer una nueva división que queda así:

  • Provincia Hispania Ulterior Baetica, más conocida simplemente como Baetica, cuya capital era Córdoba, la antigua capital de la Ulterior. Existe una sustancial continuidad entre los territorios turdetanos y de interacción con los fenicio-púnicos, la ulterior primigenia y la posterior Baetica, centrándose todos estos territorios en torno al valle del Baetis (valle del Guadalquivir) y a las dos zonas que lo delimitan, Sierra Morena y los sistemas béticos, es decir, la actual Andalucía. De hecho en autores como Estrabón, se igualan los conceptos Turdetania y Baetica y se nombra a los habitantes de la Baetica aún como turdetanos (y turdulos). La provincia incluía en un principio la actual Andalucía y la zona sur de la actual Badajoz. Pocos años después, hacia el 4 a. C. Augusto decidió rectificar la frontera entre la Baetica y la tarraconense, añadiendo el este de Jaén, el norte de la provincia de Granada y la zona almeriense excepto el poniente, a la provincia Tarraconense. El río Anas o Annas (Guadiana, de Wadi-Anas) separaba la Bética de la Lusitania en ciertos tramos, mientras que en otros la frontera Baetica discurría bastante alejada del margen izquierdo del Anas.
  • Provincia Hispania Ulterior Lusitania, cuya capital era Emerita Augusta (Mérida).
  • Provincia Hispania Citerior Tarraconensis, o sencillamente Tarraconense cuya capital era Tarraco (Tarragona). Los territorios incorporados en las guerras conta los cántabros y astures, fueron incorporados a esta provincia.
Provincias romanas tras las reformas de Dioclesiano (284 - 305).

Llegando el siglo III de nuestra Era, el emperador Caracalla hace una nueva división que dura muy poco tiempo. Divide la Citerior otra vez en 2 creando la nueva Provincia Hispania Nova Citerior con Asturiae-Calleciae (actual provincia de León). Esta nueva provincia, cuya creación se relaciona con la intensificación en la explotación de las minas de oro del noroeste peninsular, duró poco tiempo y en el 238 quedó restablecida la Citerior Tarraconensis en su unidad.

Posteriormente, con la reforma administrativa del Imperio que lleva a cabo Diocleciano (284-305), se dividió la antigua Tarraconense en tres provincias: Gallaecia, Cartaginensis y Tarraconensis, cuyos límites exactos se desconocen pues no constan en ninguno de los documentos conservados. Sin embargo, la innovación más importante fue la creación de las llamadas diócesis. Una de ellas fue Hispania cuya capital estaría probablemente en Emerita Augusta. Las cinco provincias antes citadas (Lusitania y Baetica más las tres en las que se había dividido Tarraconensis) fueron integradas en la diócesis, junto con Mauretania Tingitana, al otro lado del estrecho. A finales del siglo IV, las Islas Baleares constituyeron también una provincia independiente (Balearica), desgajándose de la Tarraconensis entre el 365 y 385 d.C.

Concepto político, geográfico e histórico en época visigoda y primeros siglos medievales

El corónimo Hispania estuvo vigente hasta la Edad Media, por el uso de la lengua latina hasta los siglo IX/X, en los que el romance o las lenguas originarias del latín ya había comenzando o empezaba su evolución, sino antes. Aunque el latín estuvo en uso hasta prácticamente el siglo XIX, pues fue la lengua internacional durante siglos, de ahí que existan crónicas medievales y modernas en latín, por lo tanto el cultismo Hispania sobrevivió a las lenguas romances. Como afirma el profesor Armando Besga Marroquín "España no fue un mero concepto geográfico en la Edad Medida. Desde el principio, Hispania tuvo un contenido humano, que implicaba la existencia de una comunidad dotada de una identidad, tanto entre hispanos como entre extranjeros. Por eso, tras la desaparición del impero romano de occidente, España pudo convertirse en un proyecto político, como se testimonia tanto en el reino visigodo como durante la Reconquista".

Referencias

  1. Mª Cruz Fernández Castro (2007): "Los inmigranes fenicios", en La península ibérica en época prerromana, p. 40, ISBN 978-84-9815-764-2
  2. ATLANTIS . AEGYPTIUS . Las Fuentes Egipcias de la Historia de la Atlantida: Evidencias y pruebas indiciarias. Epitome de la Atlantida Histórico-Científica. Tomo II. Georgeos Díaz-Montexano. Scientific Atlantology International Society (SAIS). Turpin Editores. Madrid, 2012. 322 pp. ISBN-10: 1481244507 / ISBN-13: 978-1481244503. Ricamente ilustrado con más de doscientos mapas y textos hallado en Egipto en papiros, estelas, tumbas y templos.
  3. Enric Cabrejas por cuestiones etimológicas, morfológicas y fóneticas considera a los íberos integrante el ethnos proto-griego, entiende éste como indoeuropeo.

Bibliografía

Cabrejas Iñesta, Enric; Karuo. El secreto Íbero.

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