Las nueve nobles virtudes

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Portada de "Las nueve nobles virtudes"

Las nueve nobles virtudes es la obra cumbre del escritor húngaro y católico Denes Martos. Martos plantea reflexiones básicas y fundamentales sobre virtudes y valores para el Siglo XXI. En un mundo que constantemente se queja de la ausencia y de la pérdida de valores, este trabajo pretende rescatar algunos de los más esenciales. Tanto como para meditar y reflexionar sobre ellos.

Análisis de las nueve virtudes

Honor

"Muy básicamente, el honor de una persona consiste en ser lo que es y en ser reconocido y respetado por lo que es. Mi honor reside en ser lo que soy y en que mis semejantes me reconozcan y me respeten por lo que soy. El corolario necesario de esto es que toda persona debe tener un comportamiento que le haga posible respetarse a si mismo, asumiendo al mismo tiempo el compromiso de respetar a quienes se respetan."

"Así y todo, sería un error confundir el honor con la reputación, con la fama, o con la notoriedad. En una persona realmente íntegra, la reputación no es sino la consecuencia de una honorabilidad intrínseca reconocida por sus semejantes."

"Sucede que el honor no sólo se afirma sobre el respeto sino que impone respeto y, en las personas con honor, este respeto trasciende todas las fronteras y todas las líneas divisorias. No hay barreras para el reconocimiento del honor aún entre personas de escalas de valores diferentes. El caballero teutónico o el gentilhombre español le habrían rendido honores al samurai japonés aún sin compartir el código de honor de este último que le imponía el suicidio ritual a la muerte de su Señor. El pobre respetará al rico si éste es honrado y el rico respetará al pobre si éste es honrado."

"Y no es que los miembros de esa cofradía sean "iguales" en el sentido que el igualitarismo actual le otorga al término. Antiguamente se hubiera dicho que son "pares". El honor no nos hace iguales. Nos hace igualmente respetables."

se comprende por qué todo lo relativo al honor se vuelve rápidamente circular: somos dignos de respeto si nos comportamos con honor y nos hacemos honorables respetando nuestra propia dignidad.

"Una de las cosas importantes es comprender que la dignidad no es un atributo automáticamente adjudicable a cualquier persona como muchos sostienen o, al menos, pretenden sostener. La pura y triste verdad es que hay personas indignas. Porque a la dignidad hay que ejercerla; al respeto primero hay que merecerlo y luego ganarlo. Es muy encomiable eso de que hay que respetar a los demás y respetar la dignidad de los demás. Pero ¿qué hacemos con quienes no se respetan ni a si mismos? ¿Qué dignidad vamos a respetar en quienes no tienen dignidad? ¿Acaso es posible rendirle honores a alguien que no tiene honor?"

"Creo que al cultivo y al ejercicio del honor lo promovería mucho más un buen sistema de premios y castigos que una sofisticada teoría educativa. Y no estoy pensando en castigos inhumanos, flagelaciones públicas, penas de muerte, o barbaridades por el estilo. En lo que pienso es en un sistema que promueva la honorabilidad y le ponga barreras prácticamente infranqueables a la deshonestidad. Mientras premiemos a los especuladores, a los arribistas y a los oportunistas sin escrúpulos con los puestos más altos de la escala social y mientras castiguemos a los simples honrados profesionales y trabajadores con los últimos puestos, poca esperanza tengo de que consigamos construir una sociedad basada en el honor y en el respeto a la verdadera dignidad. Será una opinión muy personal mía, pero creo más en un buen criterio de selección que en la supuestamente infinita educabilidad del ser humano."

"...el honor no es una posesión garantizada. No es algo que se tiene, sin importar lo que uno haga en la vida. Puede perderse y, de hecho, las generaciones pasadas opinaban que es como la virginidad: se tiene o no se tiene y se puede perder una sola vez."

"Y esto es así porque, una vez perdido el honor se pierde también el respeto por uno mismo y por los demás. Y, habiendo perdido ese respeto, las personas pierden su dignidad. Entre otras razones, por eso les decía antes que hay personas indignas. Una persona deshonesta no es digna de respeto y una persona que no es digna de respeto es una persona indigna. El razonamiento es de hierro y no hay escapatoria. Es inútil perorar sobre una "dignidad humana" que se presupone en cualquiera por el sólo hecho de ser un miembro de la clase zoológica denominada homo sapiens."

"Entiéndase bien: no es cuestión de ser inhumanamente crueles con las personas indignas. La cuestión es bloquearles terminante y definitivamente los puestos más altos de la estratificación social, especialmente los relacionados con aquellas funciones que afectan a todo el organismo social o, al menos, a un conjunto importante de seres humanos. No creo que el corrupto y el deshonesto merezcan necesaria y forzosamente la lapidación, la horca o el garrote vil. Pero sí creo que merecen el desprecio que generan y por cierto que no creo que hasta merezcan ser premiados con los niveles de status más altos de nuestra civilización.

Especialmente no con aquellos niveles en dónde pueden luego tomar decisiones que nos afectarán a todos."

Y por último hay una interrelación que no podemos pasar por alto. Es la que existe entre el honor y el deber.

Cumplir con nuestras obligaciones no es lo mismo que cumplir con nuestro deber. El cumplir con una obligación es una cuestión de responsabilidad. Cumplir con un deber es una cuestión de honor. Las personas responsables cumplen con sus obligaciones; las personas de honor cumplen con su deber.

"La diferencia es enorme, aunque no lo parezca a simple vista. Una obligación es algo que le debemos a los demás. El deber nos lo debemos a nosotros mismos. La obligación puede exigirse y muchas veces tiene contrapartida o contraprestación. El deber es lo que se espera de uno más allá de si hay – o no – una contrapartida o contraprestación. Es lo que uno hace "porque sí". Porque uno es como es, y es lo que es. O lo que se abstiene de hacer porque una persona de honor no hace esas cosas. La norma del deber es nuestra propia conciencia. La norma de la obligación son las leyes, los usos, las costumbres y los compromisos asumidos."

Verdad

"Toda persona de honor tiene el deber de atenerse a la verdad. De ser veraz. Y el ser veraz no necesariamente presupone conocer y entender la verdad absoluta de todas las cosas. Significa, simplemente, reconocer, aceptar y afirmar lo que es. Poncio Pilato no captó la Verdad teológica representada por Jesús de Nazaret. Pero percibió la verdad de su inocencia y fue veraz al proclamarla."

"...atenerse a la verdad significa atenerse a lo que es, tal cual es; sin aditamentos ni restricciones; en la total y completa integridad con la que se nos manifiesta.

Me doy cuenta de que esto se contrapone a la opinión mayoritaria actualmente vigente. Lo que sucede es que en la actualidad hay una tendencia al relativismo abusivo. Es como si una extrapolación ilícita de la teoría de la relatividad justificase una relativización de todo lo que conocemos y percibimos. Hasta la verdad misma. André Maurois llegó a decir que la única verdad absoluta es que la verdad es relativa. Y es falso, por más que lo repitan algunos intelectuales y por más que esté de moda sostenerlo como una especie de prueba de benevolente tolerancia."

"Por de pronto y en primer lugar, la verdad se sostiene a sí misma. No depende de opiniones. No depende de que alguien la descubra, la proclame o la acepte. Ni siquiera le afecta que alguien la niegue. Para dar un ejemplo muy burdo y seguramente no del todo apropiado: dos más dos seguirán siendo cuatro aún si nadie en todo el mundo se da cuenta de ello y aún a pesar de que a alguno se le dé por insistir machaconamente en que la cuenta da cinco."

El relativismo pretende hacernos creer que todo el Universo no es más que un conjunto de fenómenos relativos y la realidad indica que los fenómenos – al menos algunos – podrán ser relativos, pero el Universo es a pesar de esa relatividad y seguiría siendo ese mismo Universo(porque no hay otro) si los fenómenos se relacionaran de otra forma. Yo mismo, con otra educación, con otro entorno, habiendo nacido y vivido en otro país, seguramente sería distinto. Pero no sería otra persona. Sería la misma persona que soy. Simplemente quizás – y sólo quizás – lo sería de un modo diferente.

"En segundo lugar, la verdad absoluta existe. Eso que hoy se llama "verdad relativa" no es más que una expresión incorrecta para indicar una interpretación personal, o un conocimiento parcial, o hasta podría ser una percepción equivocada de la verdad absoluta. De hecho, si se lo piensa con seriedad, no cuesta demasiado comprender que, de no existir la verdad absoluta, las verdades "relativas" no existirían tampoco. Y, aún existiendo, no tendrían ningún sentido porque no tendríamos contra qué contrastarlas. Un Universo absolutamente relativo sería un Universo absolutamente ininteligible."

"Ésas que hoy llamamos verdades "relativas" – insisto: de un modo bastante impropio porque casi nunca queda claro el nexo relacional (¿relativas a qué?) – no son sino aproximaciones, más o menos perfectas, más o menos logradas, o más o menos imperfectas y parciales, a esa verdad absoluta que, es cierto, en la generalidad de los casos complejos o profundos se nos escapa."

Admito desde ya que puedo cometer errores. Pero eso no me preocupa demasiado porque, estando comprometido con la verdad, en el momento en que descubra mi error, o alguien me lo haga ver, lo corregiré inmediatamente y sin subterfugios. Me preocuparía si estuviese comprometido con la mentira. Porque, cuando se descubra esa mentira, no me va a quedar más remedio que tratar de defenderme agrandando la mentira y agregándole argumentos para seguir haciéndola creíble. "Entre varias otras cosas por eso también es que, como decía Sófocles, la verdad puede más que la razón; o bien, como coincidía Unamuno, el "tener verdad" es muchísimo más importante que el "tener razón". Porque, como ya lo sabían los sofistas griegos, la razón puede resultar bastante engañosa a la hora de la verdad puesto que siempre se podrán encontrar muy buenos argumentos para defender una mentira. Los sofistas – al menos gran parte de ellos – fueron expertos en defender tesis falsas con argumentos impecables. Por eso es que quien tiene razón no por ello es también necesariamente veraz. Puede tener razón pero no necesariamente tiene verdad."

Lealtad

"La lealtad es el lazo invisible pero indestructible que une entre sí a las personas de honor comprometidas con la verdad."

"En general, es frecuente que se suponga que la lealtad es una fidelidad que el jerárquicamente inferior le debe a sus superiores. De hecho, puede ser eso también; pero de ningún modo es solamente eso. La lealtad no es sólo un compromiso de los dirigidos; también es un deber de los dirigentes."

"Por otra parte, la lealtad es también la hermana mayor de la fidelidad. En términos muy amplios, la fidelidad es una práctica constante de la lealtad. Decimos de una persona que es fiel cuando es constantemente leal; cuando ha llegado a hacer de la lealtad todo un estilo de vida. La diferencia reside en que la lealtad es una actitud que nace del sentido del honor mientras que la fidelidad es un comportamiento acorde con dicha actitud. En otras palabras: la lealtad es un imperativo ético; la fidelidad es el valor moral correspondiente. Una persona de honor es leal por principio y fiel a sus responsabilidades morales asumidas por deber."

"La otra gran diferencia es que, mientras la lealtad es un lazo y un compromiso entre personas, la fidelidad es un vínculo que puede establecerse entre personas pero también puede darse entre una persona y una idea, una religión, un código moral, una promesa dada, así como con instituciones; por ejemplo, la nación, el Estado, la comunidad. Por eso, quienes viven de acuerdo a los preceptos de una Iglesia se llaman los "fieles" de esa Iglesia y constituyen su "feligresía". Y por eso también, de una persona que se mantiene firme en sus códigos, se dice que es "fiel" a sus convicciones."

"...no es muy difícil ver que la lealtad es el fundamento más sólido de eso que, genéricamente hablando, llamamos confianza. Si bien pueden haber – y de hecho hay – varios otros factores que también generan confianza, probablemente la lealtad es el sustrato básico sobre el que todos ellos descansan de algún modo u otro.

Y la confianza – eso que los anglosajones llaman "trust" – es un elemento indispensable para todo organismo social, incluso más allá de la existencia o ausencia de un coherente y exhaustivo sistema de códigos y leyes escritas. Hasta Francis Fukuyama, uno de los más firmes partidarios del sistema socioeconómico actual admite que: "La confianza es la expectativa que surge dentro de una comunidad de comportamiento normal, honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por todos los miembros de la comunidad. [...] El capital social es la capacidad que nace a partir del predominio de la confianza en una sociedad o en determinados sectores de ésta. [...] exige la habituación a las normas morales de una comunidad y, dentro de este contexto, la adquisición de virtudes como lealtad, honestidad y confiabilidad."

Disciplina

"La disciplina no es la sujeción forzada y constante a la voluntad más o menos caprichosa de otra persona. En lo esencial y en principio, la disciplina no es más que un método. Un método de acción o, si ustedes quieren, un procedimiento. Contrariamente a lo que suelen afirmar algunos teóricos militares, ser disciplinado no consiste esencialmente en cumplir a rajatabla con alguna orden impartida por un superior jerárquico. Eso, en rigor, sería tan sólo ser obediente y, de hecho, lo que la disciplina militar enseña es, más que nada, a obedecer. Algo muy necesario, útil y hasta imprescindible en el ámbito militar; pero no necesariamente transferible así como así a la vida civil."

"Ser disciplinados, en un sentido genérico y amplio, no es más que ser metódicos y ordenados en nuestras acciones. En esencia, la disciplina no es sino un método de acción; una regla de comportamiento."

"Siempre hay un modo, una forma, de hacer las cosas. Es cierto que pueden haber varias formas, varios caminos, para alcanzar un objetivo"; "Además y por lo general, entre los varios y posibles métodos, siempre hay alguno más eficaz, o más eficiente, o mejor adaptado a nuestras posibilidades, talentos o aptitudes."

"Hoy la disciplina suena a algo desagradable. En parte, esto nos puede venir del sistema de premios y castigos que prácticamente siempre está asociado a la disciplina. El maestro que lleva, o conduce, a su alumno por un camino – sea ahora este maestro un docente, un padre, o un guía de otro orden – no tiene más remedio que implementar alguna forma de castigo si el alumno se desvía y alguna forma de premio si se mantiene dentro del carril indicado. En especial esto es así cuando el alumno es todavía un niño que no tiene uso de razón."

Perseverancia

"Mientras la disciplina tiene que ver con el método y el orden en la conquista de objetivos, la perseverancia tiene que ver con la constancia en la persecución de esos objetivos. En otras palabras: comportarse sin orden ni método es ser indisciplinado; cambiar de objetivo caprichosamente a cada rato es ser inconstante."

"La diferenciación es importante porque muchas veces se confunde disciplina con perseverancia y viceversa. Aunque convengamos que hasta cierto punto la confusión se justifica porque con frecuencia ambas virtudes van juntas, al igual que sus respectivos vicios. Una persona disciplinada, por lo general, también es constante y una persona inestable difícilmente sea disciplinada. Sin embargo, en esto como en tantas otras cosas, el hecho que los fenómenos sean más o menos correlativos no significa que se trate del mismo fenómeno."

Uno de los errores más tremendos y funestos a los que nos ha conducido el igualitarismo es el de hacernos creer que todas las opciones están disponibles para todo el mundo; que, en principio, cualquiera puede (o debería poder) ser o hacer cualquier cosa. En esto lo que se confunde – por regla en virtud de una demagogia tan grosera como perversa – es que una cosa es que ciertos oficios, actividades o posiciones estén acaparados por un sector social y, por lo tanto, prohibidos – de hecho o de jure – a todos los demás; y otra cosa muy distinta es afirmar que, puesto que todas las alternativas están permitidas, cualquiera puede optar por la que se le dé la gana.

Por de pronto, es mentira que todas las opciones pueden estar permitidas. Aunque más no sea porque no hay civilización ni cultura que no prohíba aquellas que le hacen daño o que, al menos, no desaliente aquellas que considera peligrosas para el organismo social. Somos animales sociales y tomamos nuestras decisiones dentro de un contexto social; y en ese contexto social siempre habrá opciones consideradas lícitas o ilícitas – sea cual fuere ahora el criterio utilizado para juzgar o establecer lo lícito.

Pero, además de eso, también es mentira que – aún dentro de lo lícito – cualquiera puede optar por cualquier objetivo de vida. Y es mentira porque hay algo llamado talento, vocación, predisposición natural, o como se lo quiera llamar, que, ya sea de una forma o de otra, le pone límites a lo que podemos llegar a ser o hacer.

"Es cierto que la enorme mayoría de las personas, ajustándose a la disciplina correspondiente, puede llegar a tocar el piano. Es muy posible que, digamos, el 85% de nosotros podría llegar a tocar el "Para Elisa" de Beethoven pasablemente bien. Pero quien crea que, tecleando más o menos decentemente el "Para Elisa",ya es un pianista que interpreta a Beethoven no hace más que engañarse a si mismo y no tardará mucho en darse cuenta del engaño. Le bastará con intentar el primer movimiento del concierto N° 5 para darse cuenta de todo lo que le falta. Y en cuanto pruebe con el N° 3 de Rachmaninoff seguramente se encontrará con toda una serie de decisiones a tomar considerando los límites personales de cada uno. Lo cual nos conduce a algo que, en realidad, todos sabemos: es posible que, estadísticamente hablando, todos podemos llegar a tocar el piano. Pero no todos podemos ser pianistas."

"Lo que se desprende de lo anterior es importante a la hora de evaluar el valor de la perseverancia. El que persevera en un objetivo para el cual no tiene talento ni aptitud se arriesga a hacer papelones y a pasarse la vida persiguiendo un sueño que, al menos para él, resultará imposible de realizar. No confundamos perseverancia con terquedad, o con obstinación. No dar el brazo a torcer y no claudicar ante el primer obstáculo es una virtud. Chocar constantemente contra una pared y terminar rompiéndose la cabeza contra ella es, como mínimo, una reverenda tontería."

"El secreto de la diferencia reside en la virtud de la veracidad aplicada a uno mismo. O bien y dicho en otras palabras: en el ser sinceros con nosotros mismos en primer lugar. En algún punto de nuestras vidas tenemos que ser honestos frente a nuestra propia conciencia y admitir que tenemos aptitud para ciertas cosas y no la tenemos para varias otras. Por lo cual, nunca todas las opciones estarán abiertas."

Trabajo

"Existe por allí un muy viejo aforismo socialista que dice: "toda persona tiene la obligación de producir por lo menos el equivalente de lo que consume".

"Siempre me pareció un buen aforismo aunque concedo que, en la práctica, su aplicación presenta toda una serie de dificultades porque, con frecuencia, se hace condenadamente difícil establecer esa equivalencia; así como hay muchas formas de producir y también muchos y muy diferentes productos. Decididamente: no es fácil llevar el aforismo al mundo real. Pero, aún con todos sus bemoles, no deja de ser un excelente principio porque, en lo esencial, lo que nos está diciendo es tan sólo que nadie tiene el derecho a ser un parásito."

"En principio, y en un sentido estricto, el trabajo comprende la actividad mediante la cual una persona provee a su propio sustento y al de los suyos. En otras palabras, desde el Paraíso Terrenal para acá, el trabajo es lo que nos permite sostener y mantener a una familia."

"...si analizamos el trabajo desde una perspectiva socioeconómica, la conclusión sorprendente es que, en realidad, nunca – o casi nunca – trabajamos para nosotros mismos sino para los demás. Hagan una cosa: siéntense en cualquier habitación y observen bien lo que vean a su alrededor. Una vez que lo han observado todo, háganse tan sólo las siguientes dos preguntas:

  • 1)- ¿Cuántas de las cosas que ven han sido hechas por ustedes mismos?
  • 2)- ¿Cuántas personas intervinieron para producir cada una de las cosas que ven?

Si hacen el ejercicio a conciencia, les garantizo que se sorprenderán del resultado. De hecho, lo más probable es que nunca llegarán a hacer la lista completa."

"¿No me lo creen? Hagamos un ejercicio con un caso simple: tomemos la cortina de la ventana. Y hasta les voy a dar una ventaja: voy a suponer que esa cortina fue hecha y colocada por alguno de ustedes. Bien: tenemos al que hizo esa cortina. Pero ¿quién tejió la tela?; ¿cuántos trabajaron en la hilandería que fabricó el hilado?; ¿cuántos intervinieron en el teñido y el estampado?. Si el hilado es natural, ¿quién sembró el algodón?; ¿quién lo cosechó?; ¿quién lo transportó hasta la hilandería?. Y si el hilado es sintético: ¿quién hizo la mezcla química?; ¿quién supervisó el proceso?; ¿quién construyó la máquina que convirtió al compuesto químico en hilado?; ¿quién empaquetó el ovillo?"

"¿Qué demuestra esto? En realidad, algo muy simple: que no sólo vivimos trabajando para los demás sino también consumiendo el trabajo de los demás. Los tiempos del artesano que hacía sus propias herramientas, que se conseguía su materia prima, y que realizaba íntegramente el objeto de su oficio han pasado para siempre. Y aún en relación con este artesano, si lo miramos bien, pronto descubriríamos que trabajaba para quienes lo rodeaban porque no guardaba las cosas para sí mismo sino que proveía de ellas a los miembros de su comunidad."

"...el concepto del trabajo hasta va más allá del criterio de producción económica. Como virtud y valor el acento está más en lo que podríamos llamar "laboriosidad", u "ocupación". Si me permiten ustedes el juego de palabras, diría que es lo que hace que sea preferible estar ocupado en la solución a un problema al estar preocupado por la existencia del problema en si. Este concepto amplio del trabajo puede llegar a ser importante porque incluye muchas actividades que el criterio economicista deja afuera. Por ejemplo, es relativamente frecuente que a una persona joven se le haga la pregunta: "Usted ¿estudia o trabaja?". Más de una vez, en mi juventud, cometí la desfachatez de repreguntar: "¿Por qué? ¿Acaso el estudio es juerga?". (Está bien; lo confieso: no usé en su momento la palabra "juerga"; pero obviemos los vulgarismos folklóricos argentinos por ahora). Cualquiera que haya estudiado medianamente en serio sabe que estudiar no significa estar de farra las veinticuatro horas del día. Requiere, como cualquier otra ocupación, una buena dosis de dedicación, esfuerzo, disciplina y perseverancia. En lo esencial, el estudio, el arte, la filosofía, la teología, y todo un montón de otras actividades no demasiado económicamente redituables constituyen una "ocupación" – una "labor" – como cualquier otro oficio cotizable en el mercado laboral. Trabajo, en un sentido amplio y profundo, es toda actividad concreta realizada tendiente a lograr un objetivo."

Libertad

"En el Zarathustra, Nietzsche, con una de esas sorprendentes precisiones que cada tanto surgían de su pluma, señala que hay una gran diferencia entre ser libre "de" algo y ser libre "para" algo. Si me pregunto "¿de qué soy libre?" estoy tan sólo preguntando por mis impedimentos. En cambio, si me pregunto "¿para qué soy libre"? por lo que estoy preguntando es por mis posibilidades y oportunidades. La diferencia, como pueden ver, es enorme."

"Hay algo que resulta indiscutible, sea que lo consideremos desde un punto de vista histórico, antropológico, psicológico o hasta arqueológico : los seres humanos somos animales sociales. Ya los seres del género Homo más primitivos que considera la ciencia, los seres de hace decenas de miles y quizás hasta de millones de años atrás, vivían en grupos. No tenemos conocimiento de una sola cultura, una sola civilización, que haya estado constituida por individuos aislados. Pensándolo tan sólo un poco, una sociedad de anacoretas sería hasta biológicamente imposible."

"Los ermitaños y eremitas han sido siempre y en todas partes fenómenos excepcionales, marginales, muy alejados de la media promedio estadística de la especie. El hombre solitario en la isla desierta – esa alegoría tan cara a algunos pensadores del Siglo XIX – es una abstracción intelectual artificial. El "noble salvaje" de Rousseau es un personaje que podrá tener muchas virtudes pero, míreselo como se quiera, posee un pequeño e insalvable defecto: no existió jamás."

"Por consiguiente, si a la libertad hemos de entenderla en términos sociopolíticos absolutos, la conclusión a la que nos obligan por lo menos 10.000 años de Historia conocida es que dicha libertad no pasa de ser una entelequia sin correlato alguno con ninguna civilización ni cultura. Si a la libertad la queremos concebir en términos de "libres de..." – libres de coerción, libres de opresión, libres de explotación, libres de dependencias, etc. – a lo máximo que podemos aspirar es a una gradación razonable y justificada de precisamente la restricción, o limitación, de una libertad total. En términos sociopolíticos la libertad absoluta simplemente no existe. Y no existe porque no puede existir. Resulta total y completamente imposible construir, no ya toda una sociedad, sino hasta la comunidad humana más elemental sobre la libertad absoluta de todos y cada uno de sus miembros."

"Sin embargo, el panorama cambia por completo si dejamos de considerar a la libertad como un derecho, o como un privilegio que nos "libera de" una sujeción o dependencia, y pasamos a considerarla como un poder que nos habilita para acceder a determinadas opciones, posibilidades u oportunidades."

"Quizás sorprenda a algunos pero con este criterio el orden social, en lugar de disminuir las libertades individuales como lo presuponía el enfoque anterior, por el contrario las aumenta. Y lo hace por una razón muy sencilla: la asociación multiplica las posibilidades del individuo aislado. Por consiguiente, al aumentar las posibilidades, aumentan también las opciones y alternativas disponibles. Con lo que, al final de la historia, tenemos que el individuo en sociedad es más libre que el individuo aislado porque tiene más oportunidades para elegir su alternativa entre un abanico de opciones mucho más amplio que el que tendría en una isla desierta y librado a sus propias fuerzas."

"Aquí aparece lo que en alguna oportunidad se me antojó llamar la "Paradoja de Crusoe".

"Robinson Crusoe – esa versión tan típicamente británica del "hombre-solo-en-una-isla-desierta" – era menos libre que cualquiera de sus contemporáneos europeos. Ese personaje de ficción, solitario, perdido en una isla deshabitada, con sólo un sirviente nativo a su disposición (un gentleman inglés sin al menos un sirviente nativo es inimaginable hasta en una novela), tenía menos posibilidades de opción y de acción que cualquier habitante de Londres, Amsterdam, París, Berlín o Roma de la misma época. Podía tirarse a dormir dónde le diera la gana, pero a la intemperie, expuesto a lluvias y hasta a hormigas. Podía tener una vivienda; pero se la tenía que construir él mismo y sin clavos, sin herrajes, sin cortinas y sin vidrios. Imagínense tan sólo el problema que les representaría en una isla desierta una cosa tan simple como la bisagra de la puerta. Y no se olviden de que tendrían que talar un árbol – sin herramientas sofisticadas – para conseguir la madera de esa puerta. En fin, Robinson Crusoe podía navegar, pero a condición de fabricarse una embarcación sin poder siquiera soñar con tener bronces, velámenes, barnices o maderas que no proveyesen los árboles de su isla solitaria."

"La figura de Robinson Crusoe puede parecer muy románticamente libre para algunos espíritus soñadores, pero lo concreto es que el hombre podría haber muerto en apenas un par de días a consecuencia de una vulgar apendicitis. Mírenlo como quieran, dénle las vueltas que quieran: Crusoe difícilmente haya sido más libre que cualquiera de nosotros."

"Teniendo en claro lo anterior se nos hace posible entender y precisar la libertad concebida en términos de autarquía o independencia."

"Somos libres en la medida en que tenemos reales alternativas de opción pudiendo concretamente elegir alguna de ellas. El ejemplo que muchas veces he usado para ilustrar el punto es: si mi culturano ha desarrollado el avión, ¿de qué me sirve que nadie me prohíba volar? No tendré la libertad de volar aunque nadie me lo impida. Pero, también y recíprocamente, si mi cultura dispone de aviones pero las compañías aéreas cobran por el pasaje una suma que sencillamente no puedo pagar, otra vez estoy en la misma. Tampoco en ese caso tengo la real y concreta libertad de volar aunque nadie me lo prohíba, e incluso aunque haya por allí algún artículo de la Constitución que taxativamente me otorgue el derecho a volar cuando se me dé la gana."

"En resumen: la libertad no es un derecho que se garantiza ni un permiso que se concede. Es un poder que se ejerce. Soy libre para hacer o ser algo en la medida en que efectivamente puedo hacerlo o serlo."

Valentía

"En algún momento, todos tenemos miedo. En algún instante de la vida todos tenemos que tomar decisiones en un marco de incertidumbre. La valentía es justamente la capacidad de vencer miedos e incertidumbres en la persecución de un objetivo."

"La primer reacción natural y normal ante el peligro es huir. No es algo que halague demasiado a nuestra autoestima pero es lo que nos dicta el instinto de conservación que compartimos con prácticamente todos los animales. Normalmente, frente al peligro – o lo que se percibe como tal – cualquier animal huye. Las ratas sólo pelean cuando están, o se sienten, acorraladas. Una víbora en medio de la ruta lo primero que hará es tratar de escapar. Más aún: para varias especies, la huida es prácticamente el único mecanismo de defensa disponible."

"La situación, sin embargo, se vuelve muy diferente bajo determinadas condiciones. Por ejemplo es muy difícil que alguien no pelee si se trata de defender su propia vida. No es muy halagüeña la comparación, pero muchísimas personas se comportan como ratas: si pueden huir, huyen; pero pelearán si se las acorrala. ¿Podríamos llamar valentía a esa actitud? No lo creo. Resulta demasiado transparente que se trata tan sólo del instinto de conservación y supervivencia en acción."

"Pero a veces sucede algo extraordinario: es cuando contradiciendo ese instinto ancestral, de pronto una persona sale en defensa, no ya de su propia vida, sino de la de los demás. Es cuando aceptamos arriesgarnos y entablamos combate porque está amenazada la integridad o la seguridad de nuestros hijos, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra Patria. Eso ya sí es valentía." "La capacidad de vencer nuestros temores e incertidumbres y tomar decisiones firmes en situaciones de riesgo es coraje. Nuestra capacidad de usar ese coraje poniéndolo al servicio de los demás es valentía. El coraje es, para decirlo de alguna manera siempre autoreferencial: es nuestra capacidad para vencer nuestros miedos. La valentía es esa misma capacidad puesta al servicio de quienes la necesitan. El torero, el piloto de Fórmula Uno, el trapecista, son lo que en lenguaje coloquial llamaríamos tipos corajudos. El guerrero que combate por su nación, el médico que combate una epidemia, el policía y el bombero son personas valientes."

Y hay también una forma muy especial de valentía y de coraje que muchas veces se pasa por alto. Es lo que los franceses llaman "courage civil" y que podríamos concebir también como "valentía moral". Es el valor que se demuestra tener cuando no está en juego nuestra vida ni nuestra integridad física sino nuestro honor y lo expuesto a riesgo es nuestra reputación, nuestra posición social, nuestro cargo, nuestra seguridad económica o nuestros privilegios. Es el valor que se requiere para hacer lo correcto y apropiado aún cuando, sea por un motivo u otro, social o económicamente "no conviene" hacerlo.

"Es el caso del periodista que se atreve a decir la verdad y a publicarla a pesar de que le puede traer más de un dolor de cabeza. Es el caso del contador que se niega a firmar un balance falseado. Es el caso del gobernante que toma una medida drástica porque es necesaria aunque ello vaya en contra de la opinión de la mayoría y le haga perder unos cuantos votos. El "coraje civil" es la valentía de las personas que se mantienen firmes en sus principios y convicciones aún a pesar de las burlas y las críticas de los venales y los mediocres."

Para una sociedad y una cultura, este tipo de coraje es probablemente mucho más importante a la larga que el anterior. La enorme mayoría de nosotros morirá sin haber estado nunca en un campo de batalla; sin haber tenido que entrar en una casa en llamas para salvar a alguno de sus habitantes y sin haber tenido que tirotearse con una banda de delincuentes. Es muy difícil que en situaciones normales y ejerciendo alguna profesión corriente nos encontremos en alguna de esas situaciones.

"Pero el traicionar nuestros ideales y convicciones en aras de una ventaja económica, o de una mejor posición social, ya es una situación que se nos puede presentar y hasta más de una vez en la vida. Allí es dónde deberemos demostrar si tenemos – o no – el coraje moral suficiente como para mantenernos fieles y firmes en nuestra posición si la situación nos involucra sólo a nosotros mismos, o la valentía moral de defender esos ideales y luchar por ellos si la situación involucra también a otras personas."

Solidaridad

"Una de las aristas crueles que tiene la naturaleza es que no le gustan los débiles. En términos generales, la lógica de la naturaleza es que los fuertes sobreviven y los débiles sucumben. Digan lo que quieran los enternecidos románticos del pacifismo universal, las panteras se seguirán comiendo a las gacelas y nosotros mismos seguiremos matando vacas y corderos para la parrillada del domingo. No es muy amable este rasgo de Madre Natura, pero es indudable que tiene cierta predilección por la excelencia: se deshace bastante rápidamente de lo inepto, lo deforme, lo degenerado y fomenta bastante al fuerte, al sano, al bien constituido. Probablemente no sea cuestión de exagerar esto en términos darwinianos, pero el fenómeno es de observación directa y sólo no lo ven quienes deliberadamente se han propuesto no verlo."

"A pesar de eso, como todo el mundo sabe, doña Madre Natura tiene también sus paradojas. Por ejemplo, muchas veces premia con la supervivencia a los cobardes. En términos biológicos, la valentía puede llegar a ser antiselectiva. Los valientes se exponen a vivir menos y, por lo tanto, a reproducirse estadísticamente menos que los cobardes. Darwin nunca supo explicar por qué no nos hemos convertido en una especie constituida por miedosos, pusilánimes y timoratos." "Por otra parte, la naturaleza también ha tenido el capricho de permitir la existencia de seres cuyo papel en el contexto general nunca me terminó de quedar del todo claro. ¿Me puede alguien decir cual es la función de las moscas, los mosquitos y las víboras en la naturaleza? Está bien; ya sé: las moscas y los mosquitos sirven de alimento a los sapos. Pero entonces: ¿para qué cuernos sirven los sapos? Tengo en esto una pequeña y eterna controversia con mis amigos ambientalistas pero, para mí, un charco no se hace ni más bello, ni más agradable, ni más útil por el hecho de estar plagado de sapos que se comen a los mosquitos y de víboras que se comen a los sapos. Lo acepto como una de las veleidades de Doña Natura y confío en que ella sabrá lo que hace. Pero no me mueve el corazón para nada."

"Sea como fuere, una cosa es cierta: hablando en términos biológicos el ser humano es uno de los bichos más extraordinarios y complejos que existen sobre el planeta."

"También es uno de los más peligrosos."

"Se han gastado océanos de tinta y montañas de papel en la discusión sobre si el hombre es "bueno" o "malo". La controversia entre el optimismo antropológico de Rousseau y el pesimismo antropológico de Hobbes de ninguna manera ha terminado, aún cuando hoy lo políticamente correcto – al menos en forma oficial – sea el optimismo. Honestamente, creo que lo de la innata bondad o maldad del hombre no es – o al menos no debería ser – una discusión antropológica, o siquiera "filosófica", en el sentido corriente del término. Porque, en lo esencial, es una cuestión metafísica y, en última instancia, teológica. Realmente no sabría decir si el ser humano es bueno o malo por naturaleza."

"Lo que sí sé es que es un animal peligroso."

"Somos peligrosos. Más de diez mil años de Historia demuestran que somos capaces de matar, degollar y hasta exterminar a los de nuestra propia especie; y eso es algo que ningún otro animal ha hecho, ni hace. Somos los únicos capaces de matar por matar sin que eso constituya un carácter excepcional y ocasional en tan sólo algunos miembros estadísticamente irrelevantes de la especie como es el caso del tigre cebado. Matar, incendiar, saquear, violar son inherentes a nuestro comportamiento histórico. Depredamos el medio que nos rodea y nos fabricamos medios artificiales que alteran el equilibrio de todo el planeta. En un par de años somos capaces de aniquilar lo que la naturaleza tardó millones en construir. Desagotamos lagos existentes para regar nuestros sembradíos y metemos enormes lagos en dónde nunca los hubo para hacer andar nuestras centrales hidroeléctricas. Adoramos a Dios pero somos capaces de ejecutar a otros que también lo adoran pero de otro modo, o con otro nombre. En Occidente hasta se han masacrado personas que creían en el mismo Dios, con el mismo nombre."

"Sin embargo, así como la naturaleza tiene sus veleidades, el ser humano también las tiene. Ese mismo ser humano que es capaz de cometer esas atroces tropelías que coleccionan con morboso interés los libros de Historia, también es capaz de construir catedrales, componer sinfonías, escribir poesía, pintar paisajes hermosos, hacer música, reflexionar sobre si mismo, desarrollar geometrías de varias dimensiones, hurgar en los secretos del átomo, zambullirse en la genética para investigar los ladrillos que la vida utiliza para construirse, disponer hospitales para curar a los enfermos y hasta fundar obras de caridad para ayudar a los necesitados. Lo realmente incomprensible a veces es que este ser humano que acabo de describir sea el mismo ser al que me refería antes."

"Probablemente hay pocas cosas más peligrosas que un conjunto de seres humanos asustados, o que se sienten amenazados. Cuando el hombre se siente inseguro y expuesto a riesgo es capaz de cometer las estupideces más inverosímiles y las salvajadas más increíbles con tal de lograr una sensación de poder que le brinde mayor seguridad. Organicen ustedes a ese mismo, salvaje, grupo humano en un sistema sociopolítico y económico con estructuras sólidas, relaciones claras, líneas de autoridad bien constituidas, pautas jurídicas estrictas pero equitativas, más una administración eficaz y eficiente, y ese mismo grupo humano es capaz de sorprender al mundo entero con sus logros y sus éxitos. Y no crean que estoy inventando la situación. Algo muy parecido a esto sucedió cuando Roma fue invadida por los bárbaros. Los antepasados de estos bárbaros incendiaron y saquearon a Roma. Sus descendientes construyeron las catedrales góticas de más de media Europa."

"El secreto está en las interrelaciones que posibilitan la convivencia. Así como una asociación bien constituida multiplica las posibilidades concretas de los individuos – ofreciéndoles con ello una mayor libertad real – del mismo modo una organización social bien fundamentada y bien organizada aumenta los márgenes de seguridad. No sólo reduce riesgos y aleja o elimina amenazas sino que – y esto es quizás más importante todavía – reduce en forma muy considerable la percepción del riesgo de las personas. En otras palabras: una buena organización sociopolítica no sólo brinda mayor seguridad sino también una mayor sensación de seguridad."

"En este entorno puede luego crecer y desarrollarse la solidaridad que, de otro modo, sólo se manifestará esporádica y excepcionalmente en algunos momentos de crisis y sólo en algunas y muy contadas personas. Pero, con todo, creo que es necesario puntualizar algunos aspectos."

"La solidaridad no es una obligación de los ricos para con los pobres. Forzando solamente un poco los argumentos hasta me animaría a decir que la solidaridad no tiene nada que ver con la riqueza y la pobreza. Algunas veces los ricos son solidarios entre sí y muchas veces los pobres son solidarios entre sí. La solidaridad es la capacidad que tenemos de ayudar a otros y de saber aceptar la ayuda de otros. Aunque muchos no consigan entenderlo de esta forma, también la solidaridad es una avenida de doble mano. No sólo hay que saber dar. También hay que saber recibir."

"Si bien es cierto que tenemos una larga tradición en cuanto a que el poderoso puede mandar pero bajo la condición de proteger al que obedece y de asistir al necesitado, esto no justifica una actitud meramente pasiva de parte de los protegidos y los asistidos. Hoy, parecería ser que la idea general es que los ricos tienen la obligación de asistir a los pobres y los gobernantes inclinarse ante cualquier capricho de las masas, mientras los pobres se creen con derecho a recibir la asistencia de brazos cruzados y el pueblo soberano se arroga el derecho a exigir cualquier idiotez que se le ocurra a los demagogos."

"Y no es así. No es así como funciona la solidaridad. La protección recibida genera la obligación de la lealtad y la ayuda recibida genera la obligación de la reciprocidad. Quien no sabe brindar su lealtad a quien lo protege no merece ser protegido, y quien no está dispuesto a ayudar a los que lo ayudan no merece ser ayudado."

"La solidaridad no es un recibir sin dar nada a cambio. Es cierto que el que da, debe hacerlo sin especular con lo que, eventualmente, recibirá. La dádiva interesada no es solidaridad; es soborno. Pero justamente porque la solidaridad es desinteresada, precisamente por eso genera la obligación de parte de quien la recibe. Sin esa contraprestación, la solidaridad se convierte en una dádiva que no hará más que fomentar el parasitismo de los inútiles, los vagos y los ventajeros."

"La actualmente muy difundida y popular tesis de que los ricos tendrían la obligación de asistir a los pobres se basa en argumentos falsos. Explícita o implícitamente, la línea argumental del humanitarismo lacrimógeno y del populismo demagógico sostienen que los ricos tienen su fortuna gracias a una supuesta "suerte" inmerecida. O bien, en su defecto, directamente presuponen que han amasado su fortuna con dinero mal habido."

"Por supuesto que tampoco se trata de ser ingenuos ni de ponerse a defender lo indefendible: el sistema de premios y castigos de nuestra sociedad actual, como ya hemos visto, hace que estas presunciones no carezcan de fundamento en una buena cantidad de casos. No obstante, aún así, perorar acerca de la solidaridad sobre esta base es falsear completamente la esencia misma del tema. Aunque más no sea porque, ya de entrada, esta línea argumental esconde muy mal su móvil principal que no es otra cosa que la envidia. Del mismo modo en que la enorme mayoría de los que vociferan por justicia disimulan bastante mal su sed de venganza."

"Por desgracia, es cierto y hay que admitir que nuestro sistema sociopolítico premia más al egoísmo y a la codicia que a la nobleza y a la rectitud. Una persona inteligente y hábil pero desconsiderada, oportunista, arrogante y cruel, tiene hoy diez veces más probabilidades de llegar a rico que una persona de cualidades opuestas. Por eso, también, es que, en términos generales, la riqueza de una persona no es considerada como correlativa de sus méritos. En otras palabras: no se considera que los ricos merezcan serlo y esto, de alguna manera, se usa luego para justificar la envidia."

"Pero habría por lo menos dos cosas para apuntar en relación con esto. En primer lugar, deberíamos definir el término ése de "rico". Porque resulta ser que los pequeños enanos envidiosos no sólo consideran "ricos" a los grandes magnates – varios de los cuales seguramente no resistirían una investigación penal a fondo – sino que meten en la misma bolsa a cualquiera que no viva en una villa de emergencia. Hay una enorme cantidad de gente que posee algunos bienes, que vive relativamente bien, y que aparece como "rica" a los ojos de ciertos activistas políticos, pero a la cual nunca se le reconoce que consiguió lo que tiene gracias a que se pasó toda una vida rompiéndose el alma trabajando. Y aún cuando una persona no tenga la estricta moralidad de un monje benedictino, eso no quiere decir necesariamente que lo que posee no vale el trabajo, la dedicación y la perseverancia que tuvo que invertir para tener lo que tiene. En todo caso, habría que ver también cuan estricta es la moralidad del envidioso que lo critica."

"En segundo lugar, estimo que deberíamos aprender a diferenciar a quienes imponen, sostienen y mantienen un régimen injusto, de quienes tan sólo hacen todos los días lo posible para sobrevivir, subsistir y hasta eventualmente prosperar en ese sistema esencialmente injusto. Tendríamos que saber distinguir mejor al que impone las reglas de juego del que solamente se sentó a la mesa a jugar. Admitamos al menos que no todos tienen vocación de revolucionarios; como que tampoco todos tienen la capacidad para serlo."

"De cualquier manera que sea, la solidaridad no es la virtud de los Robin Hood. Es una conducta que, más allá de las justicias o injusticias del sistema en que vivimos, todos podemos asumir ayudando al que necesita ayuda y ayudando a quienes nos ayudan. Una relación de solidaridad no es una relación en la que el que tiene mucho le da al que tiene poco; es una relación en la cual cada uno da lo que puede. El poderoso dará protección y el débil le corresponderá con su lealtad. El rico brindará las oportunidades que pueda construir y el pobre le corresponderá aprovechándolas para salir de su pobreza ofreciendo a cambio su trabajo y su gratitud. Y siempre se puede dar una mano a quienes ayudan a otros."

"Ayudemos a quienes nos necesitan. Ayudemos a quienes nos ayudan y ayudemos a quienes ayudan a los demás."

"En lo esencial, la solidaridad no es más que eso."

"No es tan difícil."

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