Ley del Talión

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El término ley del talión (latín: lex talionis) se refiere a un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido. De esta manera, no sólo se habla de una pena equivalente, sino de una pena idéntica. La expresión más famosa de la Ley del Talión es "ojo por ojo, diente por diente" aparecida en el libro del Éxodo de la Biblia.

Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre daño recibido en un crimen y daño producido en el castigo, siendo así el primer límite a la venganza.

Manifestaciones

Multitud de ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión, especialmente en la Edad Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera parecer una ley primitiva, el espíritu de ésta era proporcionar la pena en cuanto al delito, y con ello evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. La aplicación de la pena, con barbarie, a lo largo de los siglos, no implica un defecto de la ley, sino un defecto de los aplicadores.

  • En el Código de Hammurabi (siglo XVIII a. C.), el principio de reciprocidad exacta se utiliza con gran claridad. Por ejemplo:
    • La Ley 229 establecía que si un arquitecto hizo una casa para otro, y no la hizo sólida, y si la casa que hizo se derrumbó y ha hecho morir al propietario de la casa, el arquitecto será muerto; dicho concepto se acentúa cuando se señala que (Ley. 230) si ella hizo morir el hijo del propietario de la casa, se matará al hijo del arquitecto.
    • Un siguiente nivel de penas consistía en la mutilación de una parte del cuerpo en proporción al daño causado. Por ejemplo la Ley 195 se establecía que si un hijo golpeó al padre, se le cortarán las manos; la 196 si un hombre libre vació el ojo de un hijo de hombre libre, se vaciará su ojo; 197 si quebró un hueso de un hombre, se quebrará su hueso.
    • Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas tales como plata, trigo, vino, etc. En los casos en que no existía daño físico, se buscaba una forma de compensación física, de modo tal, por ejemplo, que al autor de un robo se le cortaba la mano.
  • En el Antiguo Testamento, más concretamente en la ley mosaica, la Ley del Talión aparece en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21. Este principio seguirá vigente para el judaísmo hasta la época talmúdica donde los rabinos del momento determinaron que la pena se transformaría en un resarcimiento económico.

También el cristianismo lo deja sin efecto a raíz del Sermón del monte de Jesús de Nazaret (Mateo, 5:38-39).

  • La Ley de las XII Tablas de Roma muestra en la tabla VIII una curiosa combinación entre normas inspiradas en la ley del talión, y normas correspondientes a sistemas jurídicos menos primitivistas. Esta mezcla suele ser atribuida al momento de transición jurídica en que surge el primer cuerpo legal de Roma.
  • En el Derecho de los pueblos germanos, el espíritu de la Ley del Talión se manifestaba en la llamada Blutrache o venganza de sangre.

Aplicación en la actualidad

Aún en la actualidad existen ordenamientos jurídicos que se basan en la Ley del Talión, especialmente en los países musulmanes donde se le conoce bajo el nombre de "ley islámica de retribución" heredada por el Islam del judaísmo por tratarse de una religión abrahámica.

En 2015, un tribunal iraní ordenó que se aplicara literalmente el texto de la ley. El juez Dashtban condenó a un hombre a ser cegado de un ojo como castigo por hacerle perder un ojo a otro hombre, durante un ataque con ácido en 2005. Pero además, la sentencia ordena que se le ampute una oreja, para reproducir los daños sufridos por la víctima Davood Roshanayi[1]. La ejecución de la condena tuvo obstáculos por la dificultad de encontrar a un médico dispuesto a aplicar el castigo. El juez del caso explica: "No puedes decirle a un médico forense o a un doctor, tu tienes que hacer esto."[1].

Para los médicos, el causar daño es una violación del juramento de Hipócrates que obliga a "No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos". Por ello, en el caso de la mujer iraní Ameneh Bahrami, desfigurada y cegada en 2004; la víctima se ofreció para hacer cumplir la sentencia y causarle similares lesiones a su agresor administrándole cinco gotas de ácido sulfúrico directamente en cada ojo.[2]

Referencias

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