Ligue de la Contre-Réforme Catholique

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La Ligue de la Contre-Réforme Catholique (CRC) es un movimiento católico fundado en 1970 por el sacerdote Georges de Nantes. Su principal objetivo es evitar la decadencia de la religión católica y la destrucción de la civilización occidental. El movimiento tiene ramas tanto en Francia como en Canadá.

Origen

En 1957 el abate Georges de Nantes comenzó a publicar Lettres à mes amis, una pequeña revista que recogía sus opiniones sobre cuestiones teológicas y filosóficas. A partir de 1959 la publicación cobró notoriedad gracias a una serie de artículos en los que de Nantes denunciaba lo que el llamó la "herejía progresista": para el sacerdote, el Anticristo se había presentado en el mundo para destruir a la Iglesia a través la prohibición de sus tradiciones más preciadas y su sustitución por prácticas modernas que, aunque se las desarrolla con la excusa de que de ese modo el mensaje cristiano llega con mayor fuerza a la gente, sólo sirven en realidad para alejar al hombre de Dios.

Más tarde de Nantes realizaría una crónica crítica sobre el Concilio Vaticano II, fustigando sin piedad a todos los herejes que estaban destruyendo a la Iglesia fundada por Cristo. Las lúcidas y cáusticas observaciones del sacerdote lo convirtieron en uno de los más respetados voceros de aquellos católicos franceses preocupados por la abolición de la religión que planificaban los progresistas.

En 1967, alentado por sus numerosos seguidores, de Nantes dio por finalizada la publicación de Lettres à mes amis y comenzó a editar el mensuario La Contre-Réforme Catholique au XXe Siècle, una publicación muchas más voluminosa que su predecesora. La nueva revista gozó de tanto apoyo por parte de sus lectores que, a pedido de ellos, de Nantes se ocupó de fundar un movimiento cuyo objetivo fuese agruparlos y organizarlos. Nació así la Ligue de la Contre-Réforme Catholique.

Ideología

Desde su fundación la CRC se declaró católica, monarquista y comunitarista. Esa posición, cercana al nacionalismo católico, los volvió automáticamente antiliberales y anticomunistas. También repudian a la democracia y, por supuesto, a la masonería (de hecho consideran que la democracia es una invención de la masonería).

Por otro lado la CRC defiende una versión cristiana del ecologismo, y se proclama enemiga de las sinarquías bancarias, patronales y sindicales que explotan a los hombres por beneficio propio. Además sostienen que en el centro de toda política pública debe estar el bienestar familiar, y que el principal rol del Estado debe ser el de difundir la cultura de la vida.

Entre los referentes intelectuales de la organización están Charles Maurras, Charles-Émile Freppel, Charles de Foucauld y San Pío X.

Los miembros de la CRC se autodenominan "falangistas" y promueven el rechazo de la libertad religiosa, debido a que para ellos sólo existe una religión, el catolicismo, y todo lo demás son cultos idólatras (de los judíos, por ejemplo, sostienen que profesan una deformación pérfida creada por el Talmud y la Mishná de lo que fue la antigua religión, en tanto que de los musulmanes aseguran que, sin darse cuenta, ellos siguen una versión pervertida del talmudismo, y del paganismo observan que se trata de un producto generado en tiempos de obscuridad e ignorancia, que no sirve más que para enemistar al hombre con lo divino).

Desde 1982 es habitual ver a los falangistas de la CRC desfilando junto a otros nacionalistas en las fiestas cívicas consagradas a Juana de Arco.

Relaciones con el lefebvrismo

La CRC mantuvo buenas relaciones con Fraternidad San Pío X, aunque de Nantes les advirtió muchas veces que no debían provocar un cisma, dado que para él un cisma era tan destructivo para el catolicismo como una herejía.

En 1988, sin embargo, Monseñor Marcel Lefebvre consagró a cuatro obispos y fue acusado por el Vaticano de haber producido un cisma en la Iglesia Católica. De Nantes –que estaba suspendido en sus funciones sacerdotales desde la década de 1960– se adhirió a la posición vaticana y condenó la maniobra de Lefebvre.

Posición ante los diversos Papas

La CRC repudia el sedevacantismo y, desde su creación, ha buscado mantenerse fiel a Roma, pero no por ella sumisa. Por ese motivo la CRC ha mantenido una actitud hipercrítica con los Papas desde Pablo VI hasta Benedicto XVI. La única excepción fue Juan Pablo I, el Papa de los 33 días, que, según Georges de Nantes, fue asesinado por una conspiración masónica.

Cuando Francisco asumió el papado en 2013, de Nantes llevaba tres años de fallecido. Sin embargo a principios de la década de 2000 el sacerdote francés había sugerido que Jorge Bergoglio, en caso de llegar al trono pontificio, sería un buen Papa que iniciaría la recuperación del catolicismo, corrigiendo los errores producidos por el Concilio Vaticano II. Por este motivo la CRC decidió apoyar con un optimismo ciego a Francisco desde el momento en que fue consagrado como Sumo Pontífice de la cristiandad y mantener después ese apoyo, pese a que el Papa no haya eliminado los errores impulsados por el Concilio sino que, por el contrario, los haya multiplicado y profundizado.

Publicaciones

La CRC auspició la publicación de La Contre-Réforme Catholique au XXe Siècle hasta 2001, año en que la revista fue convertida en Résurrection. De todos modos, un año después, Résurrection dejó de aparecer y fue sustituida por Il est ressuscité  !

Desde las páginas de esas publicaciones los miembros de la CRC han ejercido el revisionismo histórico (como, por ejemplo, al defender al Mariscal Petain de la injustas acusaciones que se le hicieron después de la Segunda Guerra Mundial, al estudiar a la Revolución Francesa demostrando su patente intención anticristiana, o al abordar el infame Caso Dreyfus que desembocó en la penosa separación de la Iglesia y el Estado en Francia), han convocado a detener la decadencia de Francia (vindicación de la Argelia Francesa, repudio a la ley sobre el aborto propuesta por Simone Veil, denuncia de la peste homosexual que azota a Occidente, etc.), han clarificado asuntos concernientes al culto católico (como al defender el hecho de que el Santo Sudario que se encuentra en Turín es una reliquia que perteneció a Jesucristo, o al identificar a los falsos místicos cristianos), y han refutado a toda clase de pensadores cuyas obras han dañado a la religión verdadera (v. gr. Jacques Maritain, Louis-Joseph Lebret, Pierre Teilhard de Chardin, Karl Rahner, Yves Congar, Aaron Lustiger, Jean Guitton, etc).

Persecusión

Los masones en el Estado francés, junto a los masones en la Iglesia Católica, han acusado a la CRC de ser una secta peligrosa, llegando a difamar violentamente a de Nantes. En 1996, luego de diez años de investigación, el Informe Guyard clasificó a la CRC como una secta y sugirió disolver al grupo para evitar que más gente inocente cayera entre sus redes.

Los dirigentes de la CRC negaron rotundamente las acusaciones, sin embargo en 2001 el gobierno francés le ordenó a la policía allanar los locales donde funcionaba la organización y realizarles interrogatorios a muchos de sus miembros.

Finalmente en 2005 la Corte de Apelaciones de la ciudad de Reims emitió un fallo en el que se aseguraba que todas las acusaciones contra la CRC no eran más que un montón de falsedades, y que el grupo no podía ser considerado bajo ningún punto de vista como una secta.

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