Los Enigmas del Reino Solar

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Tapa del libro de Max Valier

El presente trabajo de Max Valier, Los Enigmas del Reino Solar, es la traducción de la obra Einführung in die Welteislehre. Die Rätsel des Sonnenreiches, nach Ingenieur Hörbiger dargestellt, traducida al castellano por Khün de la Escosura en el año 1924, mismo año de su publicación por la casa editorial Voigtländer, en la ciudad alemana de Leipzig.

La obra de Valier es una introducción a La Cosmogonía glacial de Hörbiger y cumple, en este sentido, con el objetivo de difundir los principales postulados de la Doctrina del Hielo Mundial (Welt-Eis-Lehre) en torno al origen del sistema solar, su composición y estructura, la formación de los planetas y la mecánica cósmica sustentada en las dos fuerzas que dominan el espacio, esto es, las fuerzas de atracción y repulsión. La obra aborda, asimismo, las repercusiones que esta estructura cósmica ejerce sobre la Tierra, principalmente la asimilación por parte de la Tierra de las Lunas y sus catastróficas consecuencias geológicas y culturales.

(Rafael Videla Eissmann)

Introducción

Una nueva doctrina sobre el Cosmos surge desde Alemania y está a punto de extenderse por todas las naciones del Globo terrestre. Todavía hoy desconocida más allá de las fronteras de la Europa Central, se encontrará dentro de pocos años al frente de los intereses científicos y hasta de los económicos de todas las naciones. Allanar el camino para su comprensión es el objeto de esta obra. Treinta años han transcurrido desde que el ingeniero austriaco Hanns Hörbiger, en una memorable noche de Septiembre del año 1884, observando la Luna con un pequeño telescopio, tuvo la idea, base de su nueva teoría, fundada en la fugaz intuición de considerar toda la superficie de nuestro satélite con todas sus montañas, cráteres, blancos témpanos y sus profundas llanuras gris-verdosas, como una capa de hielo procedente de la congelación de un inmenso océano que cubre todo el astro formando una capa de hielo varias decenas de kilómetros de espesor.

Curioso es, pero casi cien años antes había sido expuesta ya la naturaleza de hielo de la capa de la Luna por Madler, investigador de ese planeta, y también más tarde, durante todo el siglo XIX, se presentó varias veces esta teoría ante la ciencia. Pero la ciencia no estaba tan madura: ante todo, faltaba a los investigadores de la Luna, los necesarios conocimientos sobre la tecnología calórica del hielo. Debido a esta falta, se dejaban intimidar por la antigua objeción de que el hielo no podía subsistir en la Luna porque en el vacío tenía forzosamente que evaporarse en el acto.

En el ingeniero Hörbiger se reunían esta vez, en feliz consorcio, la grandeza de una predisposición genial para los estudios astronómicos con los extensos conocimientos y experiencias prácticas del experto en la termotécnica, del constructor de máquinas de vapor y de refrigeración, así como del constructor de ventiladores para altos hornos. Así estaba capacitado para conocer las consecuencias de las impresiones que le asaltaban y estudiarlas a fondo. No es, pues, solamente el hallazgo de la clave lo que a Hörbiger se le debe, sino también el hecho de que supo aplicarla, abriéndonos así, después de un trabajo de treinta años, las puertas para una nueva comprensión del Universo y para la aplicación técnica de los acontecimientos cósmicos. Fue un trayecto penoso por el que pasó desde que la idea de la naturaleza glacial de la capa de la Luna se engendró en su cerebro, hasta la demostración de que el hielo, en todo el Universo, con su natural oposición a las materias candentes, es el verdadero propulsor de todos los hechos y que todo lo que acontece hasta en el más distante espacio de las estrellas, como en nuestro más próximo reino solar, es el resultado final del combate entre el mundo candente y el mundo glacial.

Otra segunda obra, que pronto será publicada, servirá para exponer cómo Hörbiger, sin vacío alguno y en correlacionada serie de ideas, por medio de su teoría de los mundos de hielo, descubre todos los secretos de la bóveda celeste resumiendo cielo y tierra a un todo viviente, y del cual también nosotros, lo seres humanos con nuestro mundo, formamos una parte.

La presente publicación tiene por fin único el de exponer en forma circunscrita cómo la teoría de los mundos congelados, en contraposición con las ideas científicas hasta hoy vigentes, explica de manera nueva los secretos del universo del Sol y traduce los portentosos fenómenos y manifestaciones en cada uno de los cuerpos celestes.

(por Max Valier, Baños de Lostorf en Olten, Suiza, 24 de abril de 1924)

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