Luis Alberto de Herrera

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Luis Alberto de Herrera
Ni en las filas rojas del comunismo y ni una estrella más en la bandera de ningún imperialismo.

—Luis Alberto de Herrera

Luis Alberto de Herrera Quevedo (Montevideo, Uruguay, el 2 de julio de 1873 - Montevideo, Uruguay, 8 de abril de 1959), fue un político nacionalista uruguayo. Fue Presidente del Consejo nacional de Administración entre 1925 y 1927, Diputado por el Partido Nacional entre 1933 y 1934 y Senador entre 1934 y 1938. Fue además, el abuelo del presidente Luis Alberto Lacalle de Herrera, que gobernó Uruguay entre 1990 y 1995, y bisabuelo del actual presidente Luis Lacalle Pou.

Revisionismo histórico y producción literaria

Por encima de sus alcances en el ámbito propio de la historia- en la que se sitúa como revisionista eficaz e incontrovertible de la "mentira oficial"- esos volúmenes trazan nítidos y firmes fundamentos teóricos de su política internacional fundamentalmente. En Washington D.C. a fines del siglo XIX capta Herrera directamente, en sus amagos iniciales, la creciente voracidad del imperialismo estadounidense. En París, durante la primera década del siglo XX, analiza la Revolución Francesa y sus proyecciones sudamericanas; en Londres década los años 1920s, los archivos de la Misión Ponsonby le develan las astucias e intereses de la Corona Británica en el proceso independentista del Uruguay. Por último, consigue comprender y clarificar la lucha de Juan Manuel de Rosas y Manuel Oribe contra las presiones de Francia y Reino Unido, y la consecuente agresión al Paraguay. Es así como Herrera esclarece definitivamente su idea americanista y su inconmovible concepto de soberanía.

Autor de "La Tierra Charrúa" (1901) y "El Uruguay Internacional" (1912); en esta última obra analiza la viabilidad del Uruguay como nación independiente dado su turbulento y crítico nacimiento, conviviendo con dos potencias como Brasil y Argentina.

En "La Misión Ponsomby" (1930) aportó una visión crítica de la mediación británica en la génesis del Estado oriental.

La obra de escritor de Herrera corresponde agruparla en cinco series:

  1. Observaciones de hechos y de acontecimientos vividos: Por la Patria, El Acuerdo de los Partidos, La Tierra Charrúa, El Programa de la Revolución, Desde Washington, Acción Parlamentaria, Uno que vio, La Encuesta Rural, En la Brecha, Una Etapa, Sin Nombre, El Canadá viosto y leído de cerca
  2. Definición y compromiso de su nacionalismo: La Revolución Francesa y Sud América, La Misión Ponsonby
  3. Motivos para concretar su ideología rioplatense y americanista: Labor Diplomática en Norte América, La Diplomacia Oriental en el Paraguay, Buenos Aires, Urquiza y el Uruguay, El Drama del 65, Por la Verdad Histórica, Antes y después de la Triple Alianza
  4. Visión y análisis de hechos internacionales que dan forma a su nacionalismo: La Doctrina Drago y el Interés del Uruguay, El Uruguay Internacional, La Paz de 1828
  5. Razón de la necesidad de su nacionalismo referido a las patrias situadas al sur del continente: La Clausura de los Ríos, Los Orígenes de la Guerra Grande

Ideología

Desde muy joven, Herrera se imbuye del pensamiento tradicionalista. Por eso afirma que el obrar político debe sujetarse al desarrollo particular de cada país,y que ellas se extraen del pasado nacional, en oposición a la creencia jacobina de que la realidad social se construye "desde la nada". Esa filosofía durante el siglo XIX, inspiró tanto el romanticismo alemán como la escuela francesa culminando en la obra de Taine. Tuvo ascendencia sobre las concepciones políticas de Barrés y Maurras, contemporáneos suyos aunque un tanto mayores.En la década de los años 20 fue un decidido seguidor de las ideas fascistas europeas y durante la Segunda Guerra Mundial mientras el gobierno colorado (socialdemócrata) realizaba toda clase de embargos, prohibiciones y detenciones de ciudadanos italianos y alemanes, Herrera se dedicó a la defensa de estos inmigrantes y mantuvo una hidalga postura de defensa de los valores que más respetaba.

Amigo personal de Juan Domingo Perón, intercambió muchas cartas con éste. Herrera no dudó nunca de que el gobierno peronista constituía una auténtica revolución americanista y fue por mucho tiempo su inspiración política.

¡La Quinta!

Desde 1908, en que se casó con Margarita Uriarte, viuda de Heber, vivió en la Quinta de Larrañaga en una zona entonces situada a las afueras de Montevideo. Todo en ella estaba puesto como para no sufrir cambios. Como si su máximo habitante presintiese que había de quedar incorporada a la Historia Patria. En 1956 José Antonio Giménez Arnau, eminente periodista y diplomático español, la describió en un artículo titulado "En un lugar de Montevideo", publicado en el "ABC" de Madrid.

La casa se paró y los arañazos del tiempo- papeles desgarrados en la pared desnuda, huellas de humedad en el techo- se muestran por todas partes al visitante. Hay, en ese no cambiar nada, una conmovedora lealtad para el recuerdo de la que se fue, lealtad afectiva que no sólo se limita a la esposa, sino que también tiene vigencia para el amigo. Porque allí están los retratos de Benito Mussolini, Víctor Manuel II y el Conde Ciano. Allí están también- ¿Por qué había de quitarla ahora en que hablan menos de ella?-, allí está también el de Eva Perón.

Su tercerismo anticomunista ¡y anti yankee quedó reflejado en su célebre frase:

Ni en las filas rojas del comunismo y ni una estrella más en la bandera de ningún imperialismo.

No a las Bases Yankees en Latinoamérica

El advenimiento al poder del General Farrel en 1944, escala para el ascenso del General Perón con plenitud de poder, sacó a la Argentina de la órbita inglesa e hizo complicada la situación por la norteamericana. Tendía a consolidarse un régimen nacionalista, al que sus creadores habían dado sustancia ideológica moderna, actual.

La popularidad del régimen alarmó a la Casa Blanca y se propusieron detener su avance a cualquier precio. El instrumento mejor situado para secundar esa política estaba en el gobierno del Uruguay. La opinión era favorable, todos los medios de información servían de causa a los Estados Unidos.

Las Bases Aeronavales en Laguna del Sauce (Maldonado), entregaban la entrada a toda la red fluvial servidora del Río de la Plata y sobre todo de Buenos Aires, al control yankee. El no reconocimiento del General Farrel como Presidente de la Argentina se presentaba como la solución acertada, rápida y eficiente.

Herrera se atraviesa en el camino. Nadie en Uruguay lo acompaña a no ser su grupo nacionalista. Su oposición adquiere cacateres gigantezcos. Como un héroe antiguo desafía a todos sus adversarios y se cuadra ante el poderío norteamericano al grito de ¡Bases, jamás!A pesar de que el gobierno uruguayo obtuvo autorización legal para construir bases no lo hizo. La prédica de Herrera había comprometido "la legalidad" colorada ante la soberanía popular.

La Caída de Perón

Enterado Herrera de la "revolución" que en 1955 depuso a Perón, con gesto extraño les dijo a sus seguidores: En buen baile han entrado los vecinos.No saldrán de él sin derramar mucha sangre y sobrellevar años de odio. A lo mejor terminan entendiéndose con Perón, y los generales se irán a buscarlo en su avión. Los pueblos no se calman cuando se les despoja de un caudillo. A menos que aparezca otro. Los círculos "legalistas" se destrozarán buscando una puerta que ellos mismos se han encargado de cerrar. Nunca hay que meterse en un túnel sin saber por donde puede estar la salida. Ya están adentro".

¡Lléveme a "La Quinta"!

La Quinta! de objeto de sus mayores devociones. En la última gira que realizó por todo el país, teniendo 85 años, al salir de Durazno, pensando en que aún le quedaba por recorrer el norte y el litoral, entre dolido y sonriente le dijo a Victor Haedo: "Ah, Haedo, si volvieramos para la Quinta!". Al morir, sus últimas palabras fueron: ¡"Llevenme a la Quinta! Moriría un 8 de abril de 1959 habiendo cumplido y sido siempre fiel a sus convicciones.