Mario Tutti

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Mario Tutti en la actualidad

Mario Tutti (21 de diciembre de 1946, Empoli, Italia) militante clandestino fascista convertido en símbolo de la lucha antisistema para una buena parte de la generación neofascista italiana en los años setenta.

Reunidos en un bosque

El 23 de enero de 1977 una treintena de miembros del Fronte Nazionale Revoluzionario (F.N.R.), organización clandestina constituida por los militantes toscanos de Ordine Nuovo una vez puesta fuera de la ley esta organización, se reunían en un bosque cercano a Arezzo. Entre ellos se encontraba Augusto Cauchi, dirigente toscano de Ordine Nuovo. También asistió un militante venido de Empoli, poco conocido en los turbulentos ambientes neofascistas, Mario Tutti.

Una cosa era clara para los miembros del F.N.R.: había pasado la hora de reparto de octavillas y de las pintadas callejeras, de la pesada y poco productiva tarea de agitación y propaganda. Por otra parte la disolución de Ordine Nuovo, los estallidos dinamiteros de Ordine Nero, la detención de varios centenares de militantes de extrema derecha no daba otra salida más que la lucha armada.

Desde hacía varios meses el grupo "ordinovista" de Arezzo se había mostrado el más combativo de toda Italia. Sus hombre habían acumulado citaciones judiciales hasta cifras increíbles. Más de medio centenar de atentados en menos de un año, innumerables enfrentamientos con izquierdistas, democristianos y carabineros, una amplia experiencia en el combate clandestino y un ciego fanatismo, eran las cartas que jugaban los activistas de Arezzo.

El objetivo

Mario Tutti tenía también algo importante en su haber: totalmente desconocido, considerado por sus amigos y compañeros de trabajo como apolítico, había cometido una veintena de atentados y ningún proceso en curso; tales eran sus ases.

En la reunión en el bosque de Arezzo se adoptaron dos resoluciones: intensificar la lucha armada dinamitando la Cámara de Comercio de Arezzo y secuestrar un avión comercial a fin de pedir la libertad de Giorgio Fredda y Giovanni Ventura, cuyo proceso por el atentado de la Banca de Agricultura de Milán estaba teniendo lugar durante esos días.

Luciano Franci y Piero Malentachi fueron encargados de retirar los explosivos del arsenal clandestino situado en plena montaña. Cauchi debía estudiar el asunto del secuestro aéreo. El resto de los activistas regresaron a sus puntos de origen discretamente. Sabían que la policía les vigilaba de cerca y que les responsabilizaba de la ola de atentados que sacudía la Toscana, pero carecía de pruebas concretas. Había, pues, que extremar las medidas de seguridad.

La redada

Desgraciadamente para Franci y Malentachi la policía había descubierto casualmente el arsenal de armas y explosivos. Ambos fueron detenidos en el momento en el que procedían a retirar una buena cantidad de cartuchos de plástico. Los interrogatiors fueron tan breves como duros; al terminar, se pusieron en claro todos los planes y vinculaciones del neofascismo toscano. La policía se dispuso a proseguir su acción, provista ya de los datos y pruebas que necesitaba.

La redada fue espectacular. Una veintena de neofascistas resultaron detenidos y el grueso del F.N.R. desarticulado. Augusto Cauchi, Marco Affatigato y un tercer activista lograron eludir la represión policial a pesar de que una treintena de carabineros armados cercaron sus domicilios respectivos.

La fuga

Aquella mañana del 25 de enero de 1974, Mario Tutti se encontraba con su mujer y su hijo de apenas un año en su domicilio de Empoli cuando el timbre sonó. Abrió el mismo Tutti y poca extrañeza debió mostrar cuando se encontró con dos carabineros amigos de su padre que le rogaban les acompañara al cuartelillo para unos trámites relacionados con un asunto que debía tratarse, sin duda, por una equivocación. Tutti sin abandonar su sonrisa, manifestó que no tenía inconveniente en acompañarles y pidió un momento para ir a buscar su cepillo de dientes. Los dos agentes nada sospecharon. Al punto, Tutti volvió a aparecer armado con una "Sten" y vaciando el cargador sobre los dos agentes- uno de los cuales falleció inmediatamente-, saltó por la ventana y ametralló el coche con que habían venido ambos carabineros hiriendo gravemente a un tercero dentro del mismo. Acto seguido desapareció en automóvil y durante meses, nadie, ni siquiera su familia, volvió a saber de él.

La clandestinidad

El 22 de julio de 1975, Mario Tutti entró en Italia clandestinamente por última vez. Anteriormente había llegado de Argentina y se estableció en Draguignan, cerca de Niza. Desde aquel 25 de enero en que emprendió la fuga llegando hasta Nápoles en donde obtuvo un primer auto y documentación falsa, hasta que pasó a Córcega y de ahí al sur de Francia, para terminar regresando en sucesivas ocasiones a Italia. Su osadía no tuvo límites. Se burló de la policía, del antiterrorismo y del mismísimo Santillo, penetrando en el palacio de Justicia de Florencia, mezclándose entre el público y escuchando algunas fases del proceso que le condenó en rebledía a cadena perpetua.

El comunicado

Casi inmediatamente después de cometido el doble asesinato y la fuga de Tutti, los diarios, emisoras y puestos de policía empezaron a recibir un increible número de llamadas telefónicas dando cuenta de la presencia de Tutti aquí y allí. Evidentemente se trataba de una maniobra de diversión efectiva que descontrolaba completamente los mecanismos policiales. El 30 de enero, el diario La Nazione de Toscana recibía un comunicado del F.R.N. en el cual se afirmaba que "el guerrillero Mario Tutti es víctima de la infame maquinación política ordenada por el estado pseudo-democrático mafioso para desviar a la opinión pública de los gravísimos problemas que afligen al país.(...) La revolución ha decretado el fin del sistema y las próximas bombas explotarán en el parlamento a finales de 1975".

El referente

No cabe duda que Mario Tutti se convirtió en pocas semanas en el prototipo del combatiente clandestino para todos los jóvenes neofascistas que ansiaban pasar a la lucha armada. Se había burlado en demasiadas ocasiones de la magistratura democrática y de sus perseguidores.

El 22 de julio, Tutti llega otra vez a Empoli y visita la casa de un "ordinovista"'í local en busca de un automóvil. Lo consigue, pero al salir se cruza con un antiguo compañero de trabajo. Ambos se reconocen y Tutti emprende la huida. Logra llegar a la Costa Azul en donde le espera la francesa Claire Camper, con la que vive desde hace unos meses en Draguignan. Allí Tutti se sintió a salvo.

Herido de muerte

Mario Tutti herido en el tiroteo de Draguignan

Sin embargo, el antiterrorismo italiano y concretamente dos de sus más duros oficiales: Giorgio Criscuolo y Mario Vecchi, dan con él y con su refugio. El 27 de julio de 1975 se dispone a aparcar el Dyane-6 de Claire. En su guantera guarda la automática de 7,65 mm. Baja del automóvil y se aleja unos metros. Es entonces cuando, sin previo aviso, los dos agentes hacen fuego con sus armas. Una bala se incrusta en el costado de Tutti, otra le pasará a escasos milímetros de la yugular. Aún así intentará abalanzarse hacia la guantera del coche en donde está su automática. No lo conseguirá y caerá desangrado. Salvará sin embargo la vida.

Internado en el hospital de Draguignan, sometido a vigilancia especial y haciendo gala de un extraordinario humor, Tutti concederá varias entrevistas a diversas publicaciones italianas. Cuando un periodista le preguntó cómo aceptaba el hecho de tener 29 años y estar condenado a cadena perpetua, Tutti respondió simplemente: "¿Quién le ha dicho que voy a quedarme en la cárcel toda la vida? Detesto la vida sedentaria". En setiembre de 1975 Tutti fue condenado a cadena perpetua.

El mito

La importancia del caso de Mario Tutti para el neofascismo internacional fue que constituyó el primer caso de un militante de extrema derecha que, armado de unas municiones ideológicas fanáticamente defendidas, pasa completamente desapercibido como elemento apolítico, incluso para sus familiares más íntimos; prepara atentados en solitario y constituye un caso excepcional de activista frío y calculador.

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