Masacre de Tata Dios

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Autores de la masacre del 1 de enero de 1872 en Tandil

La Masacre de Tata Dios, referido a veces como la Masacre de Tandil, es un acontecimiento histórico sucedido en la Argentina el 1 de enero de 1872 en el cual un grupo de gauchos argentinos, asesinó a 36 inmigrantes en la localidad de Tandil, (provincia de Buenos Aires).

Contra gringos y masones

Gerónimo de Solané autoproclamado salvador de la humanidad, desató una tragedia aún recordada en la zona de Tandil. Con su prédica mesiánica exacerbó el odio contra los inmigrantes. Al amanecer del primer día de 1872, treinta y seis personas fueron víctimas de su fanatismo.

Era noche cerrada aún en la población serrana de Tandil, en aquel primero de enero de 1872; atrás habían quedado los festejos de año nuevo, cuando los cascos de una partida de caballos tronaron por las calles haciendo estremecer a los pocos habitantes que permanecían despiertos. Los sonidos del tropel presagiaban la tragedia. Un joven inmigrante italiano, quien arrastraba trabajosamente su carro de organillero, sería la primera víctima de una masacre que conmovería a la sociedad de su época y marcaría un hito en los anales criminales de la segunda mitad del siglo XIX en la Argentina. Una partida de gauchos envilecidos, que respondían al fanatismo mesiánico de un curandero de nombre Gerónimo Solané, apodado Tata Dios o Médico Dios, provocaría la muerte de 36 inmigrantes, la mayoría de ellos por degollamiento.

Fue Ramón Rufo Gómez, conocido, respetado estanciero de la zona, quien convocó al curandero a Tandil a raíz de que su esposa padecía un persistente dolor de cabeza que la medicina no lograba curar. Solané en ese entonces andaba por la zona de Azul, donde había sufrido la cárcel por ejercer el curanderismo. Gómez le ofreció un alojamiento en su estancia. Ya instalado, estableció una especie de posta sanitaria en la cual solía atender a personas que acudían a consultarlo. Así se fue granjeando el respeto de los paisanos, quienes veían en él a un santón con cierta aura mágica.

Tandil era una típica aldea de la época, que se fue poblando gracias al coraje y estoicismo de los criollos e inmigrantes. Una importante porción de sus habitantes eran extranjeros, principalmente de origen europeo. Desde que el brigadier Martín Rodríguez inaugurara el 4 de abril de 1823 el Fuerte de la Independencia, la vida transcurría sin grandes novedades, sólo alguna que otra escaramuza con los malones podía ensombrecer el ánimo de la población.

Un clima enardecido

Con la llegada de Tata Dios algo cambió en un grupo de paisanos, que comenzaron a tener reuniones periódicas con el santón. El discurso mesiánico del hombre y su prédica contra los extranjeros creó un clima enrarecido. No sólo Solané y sus seguidores guardaban resentimiento en contra de los gringos, sino también ciertos estancieros y peones criollos. Los inmigrantes de la vieja Europa, a los que en un momento se había visto rudimentarios para el arado y la monta, pronto comenzaron a manifestar nuevas técnicas desconocidas en estas regiones: cruzaban las razas para mejorar el ganado vacuno y lanar y sus comercios se convertían en prósperos rápidamente, generando ganancias que fueron sembrando la envidia de muchos. Existía en la sociedad un germen subyacente que Tata Dios y su gente llevaron al paroxismo.

En noviembre de 1871, los vecinos del lugar presentaron una queja ante el Juez de Paz, Juan Adolfo Figueroa, que a su vez era yerno del estanciero Gómez, protector de Tata Dios, a raíz de las multitudinarias reuniones en la estancia La Argentina, en las cuales corría el vino alrededor de los fogones. Cerca de 300 personas se juntaban en torno al santón, y los vecinos comenzaban a intuir que algo se tramaba. La noche del 31 de diciembre de ese mismo año, Jacinto Pérez, alias El Adivino, seguidor del curandero, llamó a una verdadera guerra santa en contra de los inmigrantes y los masones.

Poco se sabía de Gerónimo de Solané, hombre de mirada intensa y larga barba blanca, quien solía vestir un poncho que le cubría el cuerpo. Oriundo de Entre Ríos, se había afincado en Santa Fe, presentándose ante los campesinos como un profeta, pero la gente de campo, recelosa, terminó expulsándolo del lugar. De allí recaló en Rosario en donde adquirió fama de hombre de milagros, pero también en esa ciudad habría tenido problemas con la policía y debió partir. Iba anunciando a quien quisiera oírlo: "Soy el salvador de la humanidad, el enviado de Dios".

Se desata la tragedia

El 1 de enero de 1872, entre las 3:30 y las 4 de la madrugada, un grupo de doce hombres toma por asalto el juzgado robando solamente los sables de la guardia que dormía, ya que no había otras armas en el lugar. En el juzgado se hallaba solamente un preso, el indio Nicolás, que había pasado la festividad de aquel año nuevo en soledad. Era el único preso de todo el pueblo. Los gauchos lo liberaron. En la plaza esperaba otra nutrida cantidad de individuos armados, los que en medio de un griterío dan muerte a un italiano que arrastraba un organillo. Lanzas y cuchillos terminaron bien pronto con la vida del pobre Giovanni que quedó desangrándose. Y resultó la prueba más cercana y primera del vandálico episodio que, en diversos lugares y en distintos momentos, conformarían la mas espantosa tragedia vivida por la floreciente población.

Luego cruzaron al galope los campos aledaños para matar a los extranjeros arguyendo que los gringos estaban provocando la infelicidad de los argentinos: había que terminar con ellos porque atacaban a la Patria y a la Iglesia. A veinte cuadras donde hoy esta la plaza Martín Rodríguez y que antes se denominó precisamente "Plaza de las Carretas" masacran a nueve vascos, que viajaban en dos tropas de carretas. A cinco leguas, la banda toma por asalto el almacén y la casa de Juan Chapar, de origen vasco, quien es asesinado junto a toda su familia y a los dependientes y pasajeros de origen extranjero que se encuentran en el lugar. Dieciocho muertos es el resultado final, entre los que se encuentran una niña de cinco años y un bebé de meses; todos son degollados. El raid delictivo continúa y, ante cada nuevo asesinato, surgen gritos tales como: "Viva la Patria", "Viva la religión", Mueran los masones" y "Maten, siendo gringos y vascos".

Una partida de guardias al mando del comandante José Ciriaco Gómez, sale a buscarlos y les da alcance en las cercanías de un arroyo dando muerte a once de los conjurados, una docena de ellos son apresados y el resto se termina desbandando a campo traviesa. Tata Dios es detenido en su rancho y, engrillado, es conducido a la cárcel. Al llegar a la ciudad, la ira popular logra ser contenida pero nadie puede evitar la patada en las asentaderas que le propina un indignado vecino de apellido Santamarina, quien abriéndose paso entre la multitud, le hace perder la compostura. Hasta último momento aseguró ser inocente. Durante la noche del 5 de enero de 1872, estando Tata Dios en su calabozo individual del Juzgado de Paz, y encontrándose allí el Cura Vicario Rodríguez, el Coronel Benito Machado, el Comandante de Guardias Nacionales Ciriaco Gómez y Ramón Santamarina, el curandero y "santón" es asesinado de dos tiros de bala simultáneos efectuados desde la ventana del calabozo. El episodio nunca quedó claro y el sumario se cerró sin determinarse responsable.

En el juicio, la mayor condena recayó sobre Cruz Gutiérrez, Juan Villalba y Esteban Lasarte, que fueron sentenciados a muerte. La ejecución se llevó a cabo el 13 de setiembre, pero Villalba faltó a la cita porque había muerto en prisión. Lasarte pidió como último deseo que su cadáver no fuese tocado por ningún italiano: "Quiero ser enterrado por hijos del país", dijo. Gutiérrez moriría gritando un "Viva la Patria", como gesto de estoicismo inútil ante el cumplimiento de la condena por su horrendo crimen. Lasarte, ante la mala puntería de los tiradores que han fusilado a Gutiérrez, pide: "Para mí acérquense más, porque ustedes son chambones y esto ya debía haber terminado".

Fuentes

  • Aranda Gamboa, Horacio – La senda maldita de Tata Dios.
  • Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.
  • Turone, Gabriel O. – Tata Dios contra gringos y masones.