Melchor Ferrer

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Melchor Ferrer Dalmau (Mataró, España, 1888 - Valencia, España, 1965) fue un escritor español y activista carlista. Es conocido principalmente por haber escrito la Historia del Tradicionalismo Español, una voluminosa obra de 30 tomos que es considerada una referencia obligada para cualquier estudioso del carlismo. Su figura es también notoria por su contribución al desarrollo del periodismo en España y por sus aportes a las discusiones ideológicas sobre el carlismo.

Biografía

Juventud

Melchor Ferrer era hijo del ingeniero catalán Antonio Ferrer Arman y de la ama de casa cubana Teresa Dalmau Gual. Su padre participó de la Tercera Guerra Carlista bajo las órdenes de Rafael Tristany.

Cursó los estudios primarios en el Colegio de Santa Ana de Mataró y los secundarios en el Instituto General y Técnico de Barcelona. Concluida su educación media, ingresó a la Escuela de Ingenieros Industriales y Textiles de Tarrasa siguiendo a sus hermanos. De todos modos, Ferrer no continuó su carrera en el campo de la ingeniería, volcándose en su lugar al ámbito del periodismo.

Miembro de la Juventud Tradicionalista, se desempeñó en las áreas de prensa, difusión y propaganda. Ello le permitió ganar experiencia en la confección de boletines y panfletos carlistas, lo que lo preparó para ingresar como redactor a El Correo Catalán en 1910.

Ferrer trabajó en el diario barcelonés hasta 1914, año en que partió hacia Francia para participar de la Primera Guerra Mundial. Admirador de Charles Maurras, escogió combatir del lado del bando aliado. Sin embargo, como su diario era partidario de las Potencias Centrales, fue acusado de intentar realizar espionaje y detenido en Lyon. Finalmente, tras ser enjuiciado, pudo incorporarse a la Legión Extranjera, pero pasó todo el periodo que duró la guerra lejos de los campos de batalla, haciendo labores de asistencia en la región de Champaña.

Directorio, República y Guerra

Al concluir la contienda bélica, Ferrer se trasladó a París, en donde conoció a Jaime III de España. El pretendiente carlista lo envió a Madrid para que se encargase de la conducción del diario El Correo Español y reorganizase al movimiento carlista desde la capital tras el cisma provocado por los mellistas.

Muy enérgico, Ferrer acató las órdenes del rey. Ello le permitió ganar un lugar privilegiado dentro del carlismo, lo que lo llevó a figurar como el representante de Castilla La Nueva en la Magna Junta de Biarritz de 1919.

Posteriormente renunció a sus obligaciones con El Correo Español a mediados de 1920, y retornó a París para convertirse en el secretario personal de Don Jaime. Durante ese lapso Ferrer colaboró con El Pensamiento Navarro, Informaciones, La Protesta y La Trinchera, y, junto a su hermano Antonio, estuvo detrás del intento -finalmente abortado- por rearmar a los requetés en Seo de Urgel para desatar una insurrección en contra de Miguel Primo de Rivera en 1928.

Hacia finales de 1930 asumió la dirección de El Diario Montañés, una publicación de Santander de orientación católica y conservadora. Ferrer revitalizó al diario y lo convirtió en órgano de combate contra la Segunda República Española. Su actuación revivió al carlismo en Cantabria y contribuyó a lanzar la revista Tradición. Por esas fechas Ferrer comenzó a incursionar en la historia del movimiento carlista y también en el debate acerca de la ideología carlista, publicando el libro Síntesis del programa de la Comunión Tradicionalista Española en 1932.

A principios de 1935 Ferrer dejó el norte de España para reubicarse en Andalucía, contratado por Manuel Fal Conde para relanzar al diario El Pueblo Católico de Jaén, el cual había caído en desgracia por las represalias que las autoridades habían tomado en contra de su campaña antirrepublicana. La publicación, que fue rebautizada como El Eco de Jaén, adoptó un tono marcadamente carlista y creció rápidamente al mostrarse como el diario más moderno de la región.

A fines de julio de 1936, El Eco de Jaén fue intervenido por miembros del Frente Popular, quienes siguieron editándolo unos meses más pero con una línea editorial diametralmente opuesta a la que le había dado Ferrer.

Franquismo temprano

Ferrer sobrevivió a la Guerra Civil Española, y a mediados de 1939 llegó a Sevilla para dirigir al periódico carlista La Unión. Sin embargo, dada la oposición de los carlistas al Decreto de Unificación, el diario fue censurado y clausurado a fines de ese año.

El escritor se negó a afiliarse a la FET y de las JONS y a participar de las estructuras sindicales de la prensa, las cuales regulaban el ingreso de los periodistas a los diarios que se publicaban en España. En consecuencia comenzó a trabajar como profesor en la Escuela Náutica San Telmo de Sevilla y empezó a publicar los tomos de la Historia del Tradicionalismo Español, lo que le dio un alivio financiero y un gran prestigio en todo España.

Leal a Javier de Borbón-Parma, Ferrer combatió al faccionalismo carlista. En 1946 publicó Observaciones de un viejo carlista a unas cartas del Conde de Rodezno para desacreditar a los estorilos, y en 1948 dio a imprenta Observaciones de un viejo carlista sobre las pretensiones de un Príncipe al trono de España para atacar a los carloctavistas. Por esa época Ferrer era también partidario de cambiar la estrategia general del carlismo: en lugar de instigar a ciertos militares a rebelarse, el escritor proponía promover las movilizaciones populares.

Franquismo tardío

Durante la década de 1950, Ferrer se mantuvo cercano a Fal Conde y luego, por fidelidad al rey Javier I, apoyó a José María Valiente y su proyecto de colaborar con el franquismo. En 1960 empezó a enviar artículos para la revista Montejurra, la cual se había propuesto renovar al carlismo.

Cuando las juventudes carlistas comenzaron a chocar contra la guardia vieja del movimiento, Ferrer escogió a los primeros, no tanto por aprecio a sus innovaciones ideológicas, sino más bien por su apego a la Casa de Borbón-Parma. Así terminó alineado con la camarilla de Carlos Hugo de Borbón-Parma y su peculiar proyecto de transformar al carlismo en un movimiento socializante, en una época en la que Carlos Hugo todavía reivindicaba el Alzamiento Nacional y se definía como el "Príncipe de la Cruzada".

Confrontó a José Luis Zamanillo, Jesús Cora y Lira y Mauricio de Sivatte para defender al carlohuguismo y darle legitimidad.

Recibió la Orden de la Legitimidad Proscrita en 1964. Falleció el 7 de junio de 1965 en Valencia.

Obra

Sin lugar a dudas, la obra más famosa de Ferrer es la monumental Historia del Tradicionalismo Español. La idea de producir semejante libro fue para cubrir el déficit de que, hasta ese entonces, no había oficialmente una historia del carlismo contada por los propios carlistas (lo más cercano que se aproximaba a esa premisa era la Historia del Carlismo de Román Oyarzun, un libro publicado en 1939 y que fuese muy criticado por su parcialidad para tratar con los cabreristas, nocedalistas y mellistas). Los primeros once volúmenes de la gran obra fueron elaborados por Ferrer con la ayuda de José Francisco Acedo Castilla y Domingo Tejera de Quesada, pero con la muerte de este último en 1944 y la deserción del carlismo ortodoxo del primero hacia comienzos de la década de 1950, Ferrer terminó escribiendo la monumental obra por si solo.

En relación a la figura de Ferrer como ideólogo del carlismo, no es exagerado sostener que lo suyo fue uno de los intentos más serios de dotar al movimiento español de una base teorética proveniente del maurrasianismo. Su intención era renovar y modernizar al tradicionalismo en España. Si bien era admirador de la Action Française, a la Acción Española la trató con desdén y la acusó de no estar lo suficientemente adaptada a la realidad ibérica.

En materia económica Ferrer postuló la necesidad de avanzar hacia una "reorganización corporativa", que vendría a ser un sistema de tercera posición, alejado tanto del liberalismo como del socialismo.

Bibliografía

  • Síntesis del programa de la Comunión Tradicionalista Española. Santander: El Montañés, 1932.
  • Historia del tradicionalismo español (treinta tomos). Sevilla: Trevijano, 1941-1979.
  • Observaciones de un viejo carlista a unas cartas del Conde de Rodezno. Madrid: Autoedición, 1946.
  • Carta abierta a Don Francisco López Sanz. Madrid: Autoedición, 1948.
  • Observaciones de un viejo carlista sobre las pretensiones de un Príncipe al trono de España. Madrid: Autoedición, 1948.
  • Antología de los documentos reales de la dinastía carlista (compilador). Madrid: Editorial Tradicionalista, 1951.
  • Breve historia del legitimismo español. Madrid: Montejurra, 1958.
  • El Requeté vela las armas: en el 25° aniversario del Quintillo. Sevilla: Arjona, 1959.
  • Memoria de Zumalacárregui (junto a A. Arrue y F. Elías de Tejada). Madrid: Montejurra, 1960.
  • Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este. Sevilla: Editorial Católica Española, 1979.

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