Necromancia

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La necromancia es un arte que se centra en el uso de los muertos, ya sea para ayudarse con ellos, como para el mero control psíquico de la materia muerta o espiritual. La palabra proviene del griego, de las palabras νεκρός (nekrós), "cuerpo muerto", y μαντεία (manteía), "profecía, adivinación". Es una antigua práctica común en la tradición mística de diferentes culturas: egipcia, mesopotámica, persa, etc. También es practicada por religiones que provienen de África como el vudú u otras ramas provenientes del espiritismo.


Se considera (en algunas enciclopedias especializadas) que Antoine Fabre d'Olivet (1768-1825) pudo ser uno de los investigadores experimentales de este arte, considerando sus experiencias para la formalización de sus estudios, aunque bien podrían ser prácticas propias de ritos druidas y no necromancia.

Sepulcros a disposición en la Catedral vieja de Salamanca

En algunas culturas, la práctica de la necromancia tiene connotaciones peyorativas. Por ejemplo en la Bíblia, Deuteronomio 18:10, 11 dice:

Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos.

En el cristianismo se invocan a figuras como Jesucristo, la Virgen María y otros difuntos como práctica habitual y aceptable, así como los contactos con determinadas figuras se consideran apariciones benditas, incluso levantando monumentos in memoriam y se encuentran completamente aceptados en esa religión. Un ejemplo de ello por parte de la iglesia católica es el levantamiento de un conocido santuario: a partir de unas declaraciones de una niña de 14 años que aseguró haber presenciado hasta 18 apariciones de la Virgen María, en el lugar comenzó a construirse un santuario y el Papa Pío IX le dio el titulo de "Basílica" en 1874. Las apariciones fueron declaradas auténticas el 18 de Enero 1862.

Concretamente, la Señora mandó a la niña (Santa Bernadette) a beber y lavarse los pies en el agua de una fuente, señalándole el fondo de la gruta. La niña no la encontró, pero obedeció la solicitud de la Señora, y gracias a ello, escarbó en el suelo, produciéndose el primer brote del milagroso manantial de Lourdes. Del mismo modo, la Señora manifestó el deseo de que en el lugar fuera erigida una capilla y mandó a Bernadette a besar la tierra, como acto de penitencia para ella y para otros, el pueblo presente en el lugar también la imitó y hasta el día de hoy, esta práctica continúa. Además, a pedido del párroco del lugar, la niña preguntó a la Señora "¿Quien eres?", y ella le respondió: "Yo soy la Inmaculada Concepción". Esta respuesta fue prueba definitiva para el sacerdote que le pidió a la niña que le hiciera una pregunta a la Señora, pues era casi imposible que una jovencita analfabeta pudiese saber sobre el dogma de la Inmaculada Concepción (por lo que se descartó que pudiera tratarse de otro espíritu con acceso a esa información). La niña llevaba siempre consigo un rosario. [1] [2]

La Enciclopedia Católica distingue profecía de adivinación, donde la profecía es el conocimiento legítimo del futuro, así como las inspiraciones Divinas sobre lo que es secreto, sea que haya sucedido o no, y la adivinación, su homólogo supersticioso e ilegal. [3] [4]

Etimología

La palabra νεκρός (nekrós) tiene más de un significado en griego antiguo:

  • Un cuerpo muerto.
  • Un muerto.
  • Un moribundo.

Necromancia, se utiliza para referirse a las prácticas que suponen contactos con muertos (y no necesariamente con sus cadáveres). Por otra parte, destacar la relación entre nigromancia y necromancia, siendo la primera una alteración por etimología popular de la segunda por "negro" y coloquialmente entendida como una práctica oscura.

Se dice de los nigromantes en entornos bíblicos:

Hombre reputado por tener un conocimiento especial concerniente al mundo invisible por medio de una supuesta consulta a los muertos (Is. 8:19); los nigromantes surgieron y se encontraban en Egipto (19:3). Dios abominaba a los hombres que practicaban estas artes diabólicas (Lv. 19:31; 20:6; Dt. 18:11), y a la nación hebrea se le prohibió tolerarlos y debía matarlos (Lv. 20:27). Los reyes Saúl y Josias quitaron de su reino a los nigromantes (1 S. 28:3; 2 R. 23:24), pero Manasés los toleró y consultó (2 R. 21:6; 2 Cr. 33:6).[5]

Evolución del término

Hoy en día, la palabra tiene diversos significados dependiendo del contexto, de la escuela, del ámbito, del grado de especialización del texto, etc.

El historiador Strabo refiere a necromancia como la forma principal de adivinación entre la gente Persia (Strabo, xvi. 2, 39, νεκρομαντία), y también, de acuerdo con sus estudios, habría sido una práctica extensa entre la gente Chaldea (particularmente entre los sabeos o "ángeles estelares", practicantes de una antigua religión monoteísta preislámica en Oriente Medio), Etruria, y Babilonia.

Las prácticas necrománticas datan en la Grecia antigua a partir de épocas prehistóricas. En la Odisea (XI, Nekyia), Odiseo hace un viaje al Hades y consigue las bebidas espirituosas de los muertos que se usaban para los encantos que él había aprendido (Ruickbie, 2004:24). Su intención era invocar y hacer las preguntas a Tiresias, pero no podía invocarlo sin ayuda.

Aunque algunas culturas puedan considerar que el conocimiento que con esas prácticas puede obtenerse es ilimitado, los griegos clásicos y a los romanos, creían que podían saber solamente ciertas cosas: El valor de su consejo pudo haber sido un resultado de cosas que habían sabido en vida, o del conocimiento adquirieron después de muerte: en la obra de Publio Ovidio Nasón se describe un mercado en el mundo de los muertos donde podrían intercambiar información.


Relación con el cristianismo

Las muy ricas horas del duque de Berry. Folio 70 - De Profundis, "Musée Condé", Chantilly.

San Alfonso María Ligorio decía que, aunque las santas Almas no pueden ya lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes gracias. Se considera que no son, formalmente, intercesores como se considera que son los Santos, pero a través de la dulce Providencia de Dios, se cree que se pueden obtener de ellos favores de toda clase. Son muchos los ejemplos que desde diversas fundaciones católicas se divulgan. En esta religión, se distinguen las almas "buenas" bajo el nombre de "Santas almas". No obstante, no todas las vertientes del cristianismo coinciden.

En el cristianismo no se usa la palabra "necromancia", pero algunos autores consideran que en el cristianismo se encuentra profundamente sumergida. [6] Además, en algunos libros, se aconsejan pasajes de rituales cristianos para su práctica. [7]

Referencias

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