Nuevo nacionalismo japonés

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Se conoce como nuevo nacionalismo japonés a la corriente nacionalista surgida en Japón luego de la Segunda Guerra Mundial.

Historia

Uyoku dantai manifestándose en Kyoto el Día de la Constitución.

Bajo el gobierno del General Douglas MacArthur los norteamericanos declararon que los japoneses serían de entonces en adelante "internacionalistas". Muchos japoneses se adhirieron a esta idea debido a las variadas tácticas utilizadas por la propaganda Aliada (Como la ficticia Masacre de Nanking y otros supuestos crímenes de guerra del Imperio del Japón) para cumplir este objetivo.

En la actualidad, sin embargo, Japón está deshaciéndose en buena medida de ese carácter que perfiló la esencia del nuevo estado japonés durante estos 50 años. Existen ahora sólidos indicios de que el nacionalismo está de nuevo en ascenso en el país del Sol Naciente. El aspecto quizá más conocido en Occidente de esa tendencia ha sido la reciente aprobación por la Dieta o Parlamento japonés de la oficialidad de la hinomaru, la bandera del sol naciente, y del himno nacional, el kimigayo. Hinomaru significa literalmente "disco solar" (el famoso círculo rojo sobre fondo blanco) y nació en los primeros años del siglo XVII, cuando el shogunato Tokugawa dispuso su utilización por los barcos mercantes. Se convirtió en la enseña nacional del Ejército y la Marina de Guerra nipona en el año 1870. La hinomaru fue paseada a lo largo y ancho de las tierras y mares de Asia y Oceanía por el Ejército y la Marina imperiales durante la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente en 1945, durante la ocupación del Japón por los norteamericanos, su uso fue restringido. Tales restricciones fueron levantadas en 1949. Desde entonces hasta hoy su uso se fue generalizando, pero nunca hasta ahora un gobierno había dado el paso de buscar su reconocimiento legal.

El kimigayo, por su parte, fue compuesto en el año 1880 por un músico de la Corte Imperial y desde 1900 hasta 1946 fue de obligatorio canto en las escuelas. Dicho himno contiene varias estrofas que traslucen una fuerte devoción hacia la figura del Emperador. "El reinado del Emperador continuará durante mil generaciones", afirma una de ellas.

El asunto de los símbolos nacionales ganó notoriedad en el país tras el suicidio de Toshihiro Ishikawa, director de un colegio público de Hiroshima. El Ministerio de Educación exigió a Ishikawa que izara la hinomaru en el colegio y se cantara el kimigayo durante una ceremonia de graduación de los estudiantes que iba a tener lugar pocos días después. Sin embargo, ante la negativa rotunda del claustro de profesores a honrar tales símbolos, Ishikawa tomó una determinación fatal y se ahorcó en su domicilio el 28 de Febrero de 1999, víspera de la ceremonia. La muerte de Ishikawa tuvo una amplia repercusión en el país y avivó el debate entre quienes favorecían y se oponían a la consagración oficial de los símbolos nacionales. A principios de junio, un alumno de un colegio de Osaka apuñaló a su director por negarse a izar la bandera del Sol Naciente.

Uno de los sectores más combativos en oponerse a la oficialización de los símbolos ha sido el Sindicato Nacional de Maestros, de tendencia izquierdista. El Presidente del sindicato, Yuji Kawakami, declaró al diario Asahi Shimbun que "los maestros tenemos la responsabilidad de enseñar la historia moderna de Japón a los niños y nos oponemos enérgicamente a la imposición por el Gobierno de esa ley". Esta posición del sindicato choca frontalmente con la política que ha llevado a cabo el Ministerio de Educación que en 1989 publicó un decreto que estipulaba que la bandera y el himno debían ser utilizados en las ceremonias de inauguración de los cursos y en las de graduación. El Ministro de Educación ha realizado también llamamientos a los editores de los libros de texto para que muestren un mayor respeto por los símbolos nacionales. En junio de 1999 el Ministro exigió a dos editoriales, que solicitaban la aprobación del Estado para sus libros de texto, que volvieran a redactar las secciones referentes a la bandera y el himno.

El debate sobre el proyecto de oficialización de los símbolos comenzó en julio de 1999 en la Cámara Baja y éste fue defendido por el propio Primer Ministro Keizo Obuchi. Durante el debate se hizo patente la división ideológica de los partidos sobre este tema. Los partidos conservadores, liberales de derecha y de extrema derecha apoyaron la medida bajo la justificación de que ella suponía la normalización del uso de los símbolos nacionales. Obuchi insistió en que el Emperador era el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, y derivaba su poder de la voluntad popular en la que residía la soberanía nacional. En esta postura se situaron el Partido Democrático Liberal, el Partido Liberal y el Nuevo Komeito. Frente a ellos, los partidos de izquierda - el Partido Comunista y el Socialdemócrata fundamentalmente - se opusieron a la medida argumentando que estos símbolos estaban estrechamente ligados a una época en la que el emperador era adorado como un dios y el país vivía bajo la égida del militarismo. S1egún dichos partidos, esto convertía a estos símbolos en impropios para un moderno y democrático Japón. Al final, la Cámara Baja aprobó el proyecto por 403 votos contra 86. Casi un mes más tarde, el 10 de agosto de 1999, la Cámara Alta de la Dieta aprobó la citada legislación por 166 votos a favor y 71 en contra. Caravanas de coches y camiones de seguidores de la extrema derecha (Entre ellos los oyoku dantai), portando altavoces que difundían el himno nacional y cientos de banderas con el símbolo del Sol Naciente, inundaron las principales arterias de Tokio. Según las encuestas, el 60% de los japoneses mostró su acuerdo con la aprobación de la nueva ley.

Significativamente, no existe ninguna provisión legal en la nueva ley acerca del uso de la bandera y el himno en los centros de educación primaria y secundaria y en las universidades del país. Un portavoz del Gobierno afirmó que su utilización sería decidida por el Ministro de Educación en consulta con los distintos centros escolares y universitarios. El portavoz señaló también que no se obligaría a cantar el himno nacional a los estudiantes que no desearan hacerlo. No obstante, los profesores podrán ser sancionados si rehusan izar la bandera o enseñar a los alumnos a cantar el himno. Así por ejemplo, tras la votación parlamentaria, el Departamento de Educación de la ciudad de Tokio anunció que iba a sancionar a un profesor de música de la enseñanza primaria por negarse a dar un acompañamiento musical de piano al himno nacional durante una ceremonia que tuvo lugar el mes de marzo de 1999.

Por otro lado, cabe añadir que laFuerza de Autodefensa Marítima (nombre por el que se conoce a la actual Armada Japonesa) ha venido manteniendo en los últimos años a la kyokujitsu-ki (la bandera del Sol Naciente con los rayos rojos que parten en forma radial desde el círculo rojo central) como su emblema. Esta bandera había sido, no obstante, prohibida por las potencias aliadas ocupantes en 1945.

Al mismo tiempo que la Dieta aprobaba la nueva ley sobre los símbolos nacionales, ella votó también otro proyecto de ley para expandir las facultades de la policía japonesa para efectuar escuchas telefónicas. Dicha norma también reforzará el sistema de registro residencial en una forma que dará a las autoridades acceso a información computerizada de todos los ciudadanos. Esto ha alarmado a muchos grupos de derechos civiles del país, que han establecido un paralelismo entre estas medidas y la creciente ola nacionalista y temen una vuelta a algunas de las prácticas del Estado-policía que vivieron los japoneses durante los años treinta y principios de los cuarenta.

El santuario Yasukuni

Artículo principal: Santuario Yasukuni


Santuario Yasukuni

El tema de los símbolos nacionales no es, sin embargo, la única manifestación del creciente nacionalismo japonés. Durante los últimos cincuenta años diversos círculos de extrema derecha han defendido la promoción del papel del Emperador y la defensa del viejo régimen imperial del período anterior a la derrota. El propio Obuchi provocó un aluvión de críticas, tanto internas como externas, cuando en un artículo publicado en la revista Time el pasado mes de julio nominó al fallecido Emperador Hirohito como "la personalidad del siglo". Hace dos años también Obuchi fue el líder de un grupo parlamentario que promueve la peregrinación al Santuario Yasukuni, que está dedicado a los dos millones de caídos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y que es un punto de encuentro para los ultra-nacionalistas. Estos grupos parecen hoy estar ganando influencia en sectores mucho más amplios de la sociedad japonesa.

Cada año miles de personas acuden al santuario a rendir su homenaje a los caídos. Uno de estas personas es Hiroshi Uehara, un empleado de una de las gigantescas corporaciones japonesas. También es miembro de un activo miembro de un grupo de extrema derecha. "Estoy aquí para rendir un homenaje a los heroicos espíritus de los guerreros fallecidos. Muchos sentimos lo mismo. Venimos aquí para recordar a todo el mundo que Japón es lo que es gracias a que estos hombres sacrificaron sus vidas", declaró recientemente Uehara a un periódico japonés. En el así llamado Día del Recuerdo de este año, ocho ministros del gabinete acudieron al controvertido santuario a rendir su tributo.

Otra muestra del nacionalismo ha sido la reciente elección como Gobernador de Tokio de Shintaro Ishahara, un notorio representante del nuevo nacionalismo, que fue coautor hace una década de un famoso bestseller titulado "El Japón no puede decir no", donde se hacía un llamamiento a favor de un Japón más fuerte y poderoso. Cuando él anunció a principios de este año que concurriría para el cargo pocos observadores le dieron alguna posibilidad. Sin embargo, en abril, Ishihara ganó las elecciones por un amplio margen, en parte debido a su promesa de reclamar las instalaciones militares dentro del área metropolitana de Tokio que los americanos han utilizado en exclusiva desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. "Soy ciertamente un nacionalista. ¿Qué hay de malo en eso? A menos que Japón sea nacionalista no será tomado en serio en el mundo. Estoy muy orgulloso de mi identidad", afirmó Ishihara en una entrevista emitida por la televisión japonesa. Otro hecho significativo a este respecto es el éxito editorial del comic "Senso-ron", históricamente revisionista, creado por el autor ultranacionalista Yoshinori Kobayashi. Se estima que este comic ha tenido una venta de unos 560.000 ejemplares hasta el momento, una cifra relevante incluso para Japón.

El capítulo militar

No obstante, el capítulo que ha levantado más polémica e inquietud en el interior y exterior del país es el nuevo diseño de la política militar. Recientemente la Dieta ha aprobado el establecimiento de un comité encargado de estudiar la reforma de la Constitución pacifista que prohibe la actuación de las así llamadas Fuerzas de Autodefensa más allá de los límites nacionales. Esta norma, que data de 1947, fue promulgada por los ocupantes norteamericanos y obligaba a Japón a mantener una postura pacifista.

Tokio suscribió con Washington un Tratado de Seguridad en 1960 que reforzó aún más el pacifismo japonés, por cuanto EE.UU. tomaba para sí la tarea de proteger a Japón de un posible ataque exterior, lo cual no impidió, por otra parte, que éste último se dotara de unas fuerzas armadas sustanciales. El pasado mayo la Dieta aprobó, sin embargo, unas nuevas líneas maestras para las relaciones de defensa con EE.UU. Según éstas, las Fuerzas de Autodefensa Japonesas podrán jugar un papel militar más activo dentro de la región de Asia para apoyar a la Marina y Ejército norteamericanos. Dicha legislación concede también a EE.UU. una mayor facilidad de acceso a los puertos y aeropuertos situados en el territorio nipón.

La intención japonesa va, sin embargo, mucho más allá. Recientemente la Agencia de Defensa Japonesa publicó un informe de unas 500 páginas en el que hacía hincapié en la "amenaza" que para Japón suponía Corea del Norte y su programa de misiles (Pyongyang lanzó el pasado año un misil que sobrevoló Japón y acabó por caer en una zona del Pacífico situada más allá del archipiélago japonés). Según el documento, Japón no sólo tendría el derecho de defenderse ante una posible agresión sino también el de llevar a cabo ataques preventivos en el caso de que considerara probable la realización de un ataque contra su territorio, tema éste que habría sido un completo tabú hace unos pocos años. Cabe recordar aquí que la Constitución prohibe explícitamente cualquier acción ofensiva contra otro estado. El informe aboga asimismo por el establecimiento de una red de satélites espías militares que permita a Japón vigilar por su cuenta a Corea del Norte (y quizá también a otros estados como China) y por la construcción de un programa de defensa antimisiles y la adquisición de armas más avanzadas. La Agencia ha desvelado también que Japón planea adquirir aviones cisterna que permitan repostar en vuelo a los aviones de combate, dando así a estos últimos la posibilidad de alcanzar objetivos más alejados. Hasta ahora ese tipo de equipamiento era considerado ilícito, pues viola claramente los límites que al país se le habían impuesto en el terreno militar durante los pasados 50 años.

El pasado mes de marzo, buques de guerra japoneses abrieron fuego, por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, contra dos buques norcoreanos sospechosos que, según las autoridades japonesas, realizaban actividades de espionaje en sus aguas. Japón ha realizado asimismo maniobras navales conjuntas con Corea del Sur.

Ahora, y gracias en parte a la dura crisis que azotó Japón durante los últimos años y que comenzó desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad se está percatando de los mucho que le hace falta vovler a un "Japón como el de antes", libre de tomar sus decisiones. Este despertar ha sido favorecido también por el vacío ideológico que la crisis de la izquierda ha generado y que también ha afectado a Japón.

Recientemente también el Tribunal del Distrito de Tokio rechazó la demanda de varias víctimas de guerra chinas que habían interpuesto un pleito para exigir compensaciones. Esto motivó una queja del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhang Qiyue, quien afirmó que Japón debe "reconocer su guerra de agresión contra China" y sus "monstruosos crímenes" contra el pueblo chino (Cosa que es imposible, porque tanto la supuesta agresión contra China como dichos crímenes nunca ocurrieron y, en todo caso, quedarían justificados con los crímenes cometidos por China y el estado comunista de Corea del Norte). Qiyue condenó también en esa misma declaración el desembarco de un grupo de nacionalistas japoneses en la isla de Diaoyu, en el Mar de la China Oriental y acusó al gobierno de Tokio de no hacer nada para impedirlo.

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