Operación Ikrit y Biraam

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Operación Ikrit y Biraam

La Operación Ikrit y Biraam (en alusión a dos asentamientos palestinos desalojados cuando el Estado de Israel fue creado), también conocida como Masacre de Múnich de 1972 fue el secuestro de 11 atletas israelíes entre el 5 y 6 de septiembre de 1972, durante los Juegos Olímpicos de 1972 al sur de Alemania Occidental. Los autores eran miembros de la organización terrorista palestina Septiembre Negro. Tras un torpe intento de rescate por la policía alemana, todos los rehenes murieron producto del tiroteo.

Objetivos

El objetivo del secuestro era el canje de los rehenes por 234 prisioneros alojados en cárceles israelíes y 2 de los fundadores de la Fracción del Ejército Rojo, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, encarcelados en Alemania.

Los hechos

A las 4.40 de la mañana, mientras los atletas dormían, ocho terroristas palestinos disfrazados con ropa deportiva, con pistolas y granadas en sus bolsos, empezaron a escalar la reja. El entrenador Moshé Weinberg oyó un ruido sospechoso y alerto a otros. Junto al luchador Yossef Romano, se resistieron golpeando a los asaltantes y fracturándole la mandíbula a uno de ellos. Como resultado, ambos atletas fueron abatidos a tiros y el resto capturados[1].

Dado que la primera ministra israelí Golda Meir hizo saber a las autoridades alemanas que no negociaría, se optó entonces por introducir a policías disfrazados de atletas a través de los ductos de la ventilación, para enfrentarse con los captores. Pero estos vieron lo que sucedía en vivo por la televisión y el plan fracasó.

Los palestinos pidieron entonces ser trasladados a Egipto con sus rehenes para continuar la negociación desde allí. Los llevaron en dos helicópteros a una base área alemana en Múnich. Pero era una trampa. Los rehenes murieron en el fuego cruzado o fueron abatidos por sus captores. También fue muerto uno de los polícías y 5 de 8 terroristas. Los tres que sobrevivieron fueron detenidos, pero liberados 53 días después: precio del secuestro de un avión de Lufthansa[1].

Consecuencias

Israel culpó a los palestinos del desenlace y buscó venganza a través de una campaña de asesinatos clandestinos a activistas e intelectuales. La misma fue denominada Operación Cólera de Dios y actualmente se cree que los asesinados no tenían relación alguna con el secuestro de los atletas.

Referencias

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