Otto Günsche

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Otto Günsche

Otto Günsche nació en Berlín, el 24 de septiembre de 1917 y murió en Bonn, el 2 de octubre de 2003. Fue un oficial alemán de las SS.

En enero de 1945 fue nombrado por Hitler asesor personal. Acompañó a Hitler en sus últimos días en el búnker de la Cancillería del Reich y fue el encargado de ordenar la cremación de las cadáveres de Hitler y de su esposa Eva Braun una vez que estos se suicidaran. Fue capturado por las tropas soviéticas que rodearon la ciudad. Estuvo aprisionado en Bautzen hasta mayo de 1956 cuando fue liberado. El 2 de octubre del 2003 falleció de un atáque al corazon, en Lohmar, cerca de Bonn, Alemania, a los 86 años.

Biografía

Otto Günsche, que medía dos metros y pesaba unos 105 kilos, era coronel a sus 28 años. Tan meteórica carrera había comenzado quince años antes en las Juventud Hitleriana del NSDAP de las que pasó a las filas de las SS, en las que ejerció como portaestandarte del partido. Vio la guerra de refilón hasta que le fue recomendado a Hitler, que, de inmediato, aceptó como ayudante a aquel gigante rubio. Su presencia, pese a su impresionante volumen, pasó inadvertida mientras Hitler deambulaba entre los diversos frentes y cuarteles generales.

Estuvo junto al Führer en la Guarida del Lobo durante el atentado del 20 de julio de 1944, llevado a cabo por el conde Claus von Stauffenberg.

Pero donde adquirió un indisimulable relieve fue en el búnker, donde la afluencia de visitantes disminuía conforme se acercaban los soviéticos. En las últimas horas de Hitler se le ve como uno de los invitados a su boda con Eva Braun, en la madrugada del 29 de abril de 1945.

A mediodía del 30 de abril, Hitler le ordenó que se presentara en su despacho a las 13.00 horas. Le explicó que él y su esposa se quitarían la vida. Debería comprobar que estaban muertos y, en caso de duda, los remataría. Después se ocuparía de que sus cadáveres fueran incinerados. Ordenó que el búnker permaneciese como estaba, pues deseaba que los rusos sepan que había estado ahí hasta el último momento. El coronel estuvo en la despedida del matrimonio Hitler; luego, cuando los esposos penetraron en el despacho, se situó ante la puerta junto con el mayordomo Linge. Minutos después se presentó Magda Goebbels, que trataba de ver a Hitler para disuadirle de su voluntad de suicidarse. Tras un forcejeo y muchas lágrimas de Magda, logró que el coronel entrara en el despacho. Gracias a ello, sabemos que minutos antes de su muerte, Hitler se hallaba de pie, junto a su mesa de despacho y frente a un retrato de Federico II. Eva Braun se hallaba en el baño, pues oyó funcionar la cisterna. Hitler miró a su ayudante sorprendido por la interrupción y por la petición. Luego, replicó: "No quiero recibirla".

Diez, quizá 15 minutos más tarde, entre las 15.30 y las 16.00 horas, escucharon un disparo. Günsche y Linge hallaron a Hitler y a Eva muertos. Luego, junto con Joseph Goebbels, Martin Bormann y alguno más de los últimos fieles de Hitler, envolvió su cadáver en una alfombra mientras el de Eva permaneció con su ropa de calle. Sacaron los cadáveres al jardín, los colocaron en el embudo de una bomba y los rociaron de combustible. Al día siguiente, por la noche, junto a la mayoría de los presentes, intentó cruzar las filas soviéticas y alcanzar territorio aún en manos alemanas. Algunos lo lograron, pero la mayoría, también Günsche, fueron capturados y deportados a la URSS. En la posguerra fue dado por muerto hasta que un día reapareció y pudo establecerse pacíficamente en Alemania.

Detalles de la muerte del Führer

Miles de páginas se han escrito sobre el canciller Hitler y sus últimos días de vida en su búnker de Berlín. Algunos escritores, con inventiva que supera la ciencia ficción; otros, con cierto rigor histórico y los menos -aún siendo los más interesantes-, los testigos de aquel momento que fue la muerte de Adolf Hitler. Personajes como Hans Baur, su piloto personal, como Erich Kempka, su chofer o Traudl Junge, una de sus secretarias, entre otros, nos dejaron sus memorias sobre sus últimos días en el bunker.

A pesar de ello, algunos de los testigos de primer orden callaron para siempre. Este es el caso del Sturmbannführer Otto Günsche, el guardaespaldas personal de Adolf Hitler, el hombre que arrojó sobre su jefe los jirones de tela empapados en gasolina que le convirtieron en cenizas. Günsche, a pesar de recibir multitud de ofertas, algunas con cheques en blanco, fue reacio a contar los últimos días del máximo dirigente del Reich. Decidió callar.

Únicamente después de la caída de la Unión Soviética, que llevó a la apertura de parte de sus archivos secretos, se tuvo acceso a los interrogatorios de los hombres que se encontraban próximos a Hitler. Este es el caso de Otto Günsche, y aquí está, la traducción del interrogatorio que hicieron los soviéticos al hombre que quemó a Adolf Hitler.

Otto Günsche a los 75 años

Declaración Otto Günsche el 17 de mayo de 1945

"A las 10:00 horas del 22 de abril de 1945 me hallaba en mi piso del número 17 en la calle Hermann-Göring-Strasse (Berlín), cuando me despertó una terrible explosión. Al principio pensé que era una bomba que había estallado en las cercanías, pero pronto me di cuenta que eran impactos de artillería de grueso calibre. Me vestí con rapidez y tomé de inmediato el camino más corto que separaba mi casa del búnker del Führer. Allí me encontré a muchos oficiales de la guardia de las SS, del mando de seguridad del Reich, y del círculo íntimo de Hitler.

Discutían en voz alta acerca de cómo era posible que impactos de artillería cayeran a diestra y siniestra sobre Berlín. Rápidamente me dirigí hacia el lobby, cerca del cuarto de estar del Führer. Allí me encontré al general Wilhelm Burgdorf, al Gruppenführer Schaub, ayudante del Führer Oberst Von Below y al Major Johannmeir, así como a otro de sus ayudantes, el Gruppenführer Martin Bormann.

También ellos discutían sobre los impactos de la artillería sobre Berlín. A las 12:30 horas, apareció el Führer; venía de su aposento personal. Su pregunta era directa, quería saber el calibre de los obuses de artillería que caían sobre la ciudad. El Major Johannmeir, comenzó a dar un repaso de la situación en el frente del este. A las 14:30 horas, el Führer comió junto a Eva Braun. A las 16:30 horas comenzaron a llegar informes del frente que sin duda se hicieron pesados. El Grossadmirall Karl Dönitz, el Generalfeldmarschall Wilhelm Keitel, los generales Walther Model, Hans Krebs y Wilhelm Burgdorf y el general de la Luftwaffe Kolbe, tomaron parte en la discusión que se produjo tras oír las últimas noticias. El principal foco de la discusión se centraba en la proximidad en que se hallaban de Berlín el grupo de ejército del Vístula. El Führer insistía en ordenar el ataque del 9º ejército en dirección hacia el noroeste, mientras que el grupo de ejército de las SS, bajo el mando del general Steiner debía atacar hacia el sur. Con estas ofensivas, pensaba repeler a lo que él consideraba "fuerzas rusas débiles", posibilitando a nuestras fuerzas alcanzar Berlín y formar una nueva línea de defensa. Esta nueva línea de defensa debía ser desplegada de la forma siguiente: desde Stettin en el norte, a lo largo del río Oder, a Frankfurt, y de allí, girar hacia el oeste, a través de Furstenwalde, Zossen y Treuenbritzen hacia el Elba.

Para que esto se pudiera llevar a cabo se debían dar las siguientes condiciones:

1. La línea en el bajo Oder debía ser mantenida.

2. Los americanos debían mantenerse alejados del oeste de la orilla del río Elba.

3. El flanco izquierdo del 9º ejército, debía ser mantenido a toda costa.

Después de que el general Krebs, notificara que los rusos con numerosos efectivos habían conseguido romper las líneas al sur de Stettin, resultó obvio para el Führer, que su plan para crear un nuevo frente no podría llevarse a cabo y mostró su opinión, de que por ello, la ciudad de Mecklenburg sería asediada por fuerzas rusas en pocos días. A pesar de ello, al 9º y al 12º ejército, al igual que al grupo de efectivos de Steiner, se les dio orden de atacar en dirección a Berlín. Al mismo tiempo algunos de los oficiales de alto rango sugirieron a Hitler que debía dejar la ciudad de Berlín. El Führer les contestó que en ningún momento pensaba realizar tal cosa, y que permanecería en cualquier caso en Berlín: "Si Berlín cae, si esto pasase, me dispararía un tiro en la cabeza" afirmó Hitler.

Después de oír las últimas noticias del frente, el Führer mandó llamar al doctor Joseph Goebbels, y cuando este apareció mantuvieron ambos una larga conversación. Después de algún tiempo, su mujer, Magda Goebbels, también entró en la habitación del Führer.

Durante los últimos días, los impactos de artillería se intensificaron. El Gran Almirante Karl Dönitz y su Estado Mayor, así como el jefe del supremo comando de las Fuerzas Armadas, Mariscal Wilhelm Keitel y el Jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe, general Koller dejaron Berlín, trasladándose a algún lugar de la Alemania no ocupada por el enemigo. Sus actuales destinos son desconocidos por mí.

El 26 de abril de 1945, las últimas líneas telefónicas que conectaban la ciudad con el resto del mundo, fueron cortadas. La comunicación ahora solo era posible por radio. El problema era que debido al intenso fuego de artillería las antenas quedaron dañadas. Por ello, las noticias sobre el progreso de la ofensiva llevada a cabo por nuestros tres ejércitos eran escasas y llegaban a Berlín de manera indirecta. El 28 de abril de 1945, el Mariscal Keitel, consiguió notificar por radio lo siguiente:

1. El ataque llevado a cabo por el 9º y el 12º ejércitos ha fracasado, debido a los fuertes contraataques rusos haciendo imposible realizar una nueva ofensiva por parte de nuestras tropas.

2. Las fuerzas de las SS al mando del general Steinner no han llegado todavía.

Después de esto, todo estuvo claro para la gente que nos encontrábamos en el Cuartel General, el destino de Berlín estaba sellado. El 27 de abril de 1945, el Gruppenführer Hermann Fegelein que ocupaba el cargo de oficial de enlace del Reichsführer SS Heinrich Himmler ante Adolf Hitler abandonó el búnker sin permiso. Se le encontró en un piso ataviado con un traje civil y fue arrestado. En la noche del 28 de abril de 1945, fue sentenciado a muerte por una corte marcial y fusilado.

Volviendo un poco atrás, el 22 de abril de 1945, el Führer me ordenó formar un grupo de combate con parte del batallón de la guardia y con los restos del personal SS. El Brigadeführer Wilhelm Mohnke debía mandar esta Unidad. Ubicamos nuestro puesto de mando en uno de los refugios antiaéreos de la cancillería del Reich. La misión de nuestro grupo de combate era guardar y defender el perímetro que formaban los edificios del gobierno. El Brigadeführer Mohnke tomó el mando en la noche del 22 de abril de 1945 y desde aquel día fue invitado a tomar parte en todas las conferencias que se celebraban en el búnker.

En la noche del 28 de abril de 1945, el Führer dictó sus últimas voluntades a sus secretarias, Gerda Christian y Junge. Se mecanografió en 3 ó 4 copias. Su contenido únicamente era conocido por Martin Bormann y por supuesto por aquellos que lo había mecanografiado. En la mañana del 29 de abril de 1945, las copias fueron confiadas al Major Johannmeir, quien las debía llevar al Mariscal Ferdinand Schörner, comandante del grupo de Ejércitos Centro, al Oberreichleiter Lorenz, quien a su vez debía dar una al Gauleiter Dönitz o al Fieldmarshall Kesselring. Bormann ordenó a los hombres encargados de tal misión cambiase sus uniformes por trajes civiles y escapar a través de las líneas enemigas.

Al Oberst Von Below se le dio una misión similar; atravesar las líneas rusas y contactar con el comandante del 12º Ejército, general Walther Wenck. Qué ordenes portaba, lo desconozco.

Poco después supimos que el Führer se había casado con Eva Braun a la que conocía desde hacía mucho tiempo. El 29 de abril todo parecía tranquilo en el bunker. Cuando tropas rusas con material blindado avanzaron hasta las estaciones de Anhalt y Königsplatz y estas noticias llegaron a Hitler, decidió no perder más tiempo y suicidarse. En lo que a mi me concierne, creo que el Führer tomó la decisión de suicidarse aquel día porque en pocas horas los tanques rusos podían alcanzar el búnker. Aquella noche, el general Weidling, comandante general de Berlín llegó al búnker, le dijo al Führer que la situación de la ciudad era desesperada y que la situación de la población civil en particular era dramática. Le sugirió que intentara romper el cerco junto a él y el resto de la guarnición, pero el Führer lo rehusó de forma categórica. En la noche del 29 de abril, el Führer ordenó que se envenenara a su querido perro. Este fue envenado por el Oberscharführer Tornow encargado del cuidado de los perros del Führer. Inmediatamente nos dijo que su muerte había sido instantánea.

A las 3:00 horas de la mañana del 30 de abril de 1945, fui a mi pequeño refugio bajo la cancillería del Reich y me tumbé un poco. Había dejado órdenes de que me despertasen a las 10:00 horas. Cuando lo hicieron fui al desayuno que se servía en la zona de oficiales del búnker junto al salón de estar del Führer. Allí me encontré con el Reichsleiter Bormann, el general Krebs y el general Burgdorf, estaban discutiendo la situación en Berlín. Estuve con ellos por algún tiempo y me fui. Cuando volví a esta habitación alrededor de las 12:00 o 13:00 horas los tres aún se encontraban allí en un estado emocional difícil de describir, y por lo que me dijeron comprendí que el Führer se había despedido de ellos. Entonces dejaron la habitación y me encontré solo. Transcurrido algún tiempo el encargado de la seguridad del Reich Gruppenführer Rattenhuber y el piloto personal de Hitler, Gruppenführer Baur entraron. Poco después, el Führer apareció y dijo: "después de mi muerte, mi cuerpo debe ser quemado, no quiero que pueda caer en manos del enemigo y ser expuesto para exhibición". Después de esto nos miró fijamente y volvió a su habitación. Inmediatamente fui a ver al Brigadeführer Wilhelm Mohnke para decirle que Hitler se iba a quitar la vida.

A las 14:30 horas volví de nuevo al lobby y a la sala de conferencias donde encontré al Reichsleiter Borman, Doctor Joseph Goebbels, general Krebs, general Burgdorf y al líder de la Juventud Hitleriana Arthur Axmann que en mi ausencia también había llegado al búnker. Todos hablaban de la despedida del Führer con un gran nerviosismo.

A las 15:15 horas dejé la habitación y en otra encontré al jefe de la guardia de Hitler Sturmbannführer Sthelde y al conductor de Hitler Obersturmbannführer Erich Kempka. Les informé de lo que nos había dicho el Führer a Rattenhuber, a Baur y a mí. Después de esto, me quedé en ese cuarto por algún tiempo. La puerta del lobby estaba entreabierta y pude oír al mayordomo del Führer, Sturmbannführer Linge decir: "el Führer ha muerto". A pesar de ello, no oí ningún disparo. Inmediatamente atravesé el lobby hacia la habitación donde se celebraban las conferencias y les dije a los líderes lo siguiente: "El Führer ha muerto". Se levantaron y vinieron conmigo hacia el lobby donde vimos que sacaban dos cuerpos. Uno de ellos estaba envuelto en una alfombra, mientras que el otro también se encontraba envuelto en otra pero no totalmente. Los cuerpos eran cargados por el Sturmbannführer Linge, Hauptscharführer Kruge y el Obersturmführer Lindloff y otro oficial de las SS que no conseguí reconocer. Entonces el Obersturmbanführer Kempka y el sturmbanführer Medle se unieron a ellos. De una de las alfombras las piernas del Führer eran visibles. Le reconocí por los botines y los calcetines que siempre llevaba. Fuera de la otra alfombra sobresalía el pie y la cabeza de la mujer de Adolf Hitler.

Ambos cuerpos se llevaron a la salida de emergencia del búnker, hacia el jardín. Allí fueron rociados con gasolina preparada por Martin Bormann y se les prendió fuego. Todo esto ocurrió sobre las 16:00 horas. Ambos cuerpos fueron quemados en presencia de Bormann, el general Burgdorf, en general Krebs, el líder de la juventud hitleriana Axmann, el doctor Goebbels y yo mismo. Primero se quemó el del Führer y después yo mismo ayudé a cargar el cuerpo de Eva Braun. No estoy seguro si Rattenhuber y Baur estaban presentes, pero es muy posible que así fuera puesto que estaba todo muy concurrido y la visibilidad no era buena.

Después de que ambos cuerpos se encontraran en llamas, la puerta del búnker fue cerrada debido a la virulencia de éstas y al olor producido por los gases del combustible.

Después de todo ésto, todos los que estuvimos presentes nos dirigimos a la habitación de la entrada y desde allí Goebbels, Bormann, Burgdorf, Krebs, Axmann, y el secretario de estado, doctor Naumann se encerraron en el salón de conferencias.

Las puertas de las habitaciones privadas del Führer estaban abiertas, desde allí uno podía percibir un olor muy fuerte a almendras (cianuro). Eché un vistazo pero no llegué a entrar en ese momento y volví al salón de conferencias. Mohnke estaba ya allí. Se discutía la situación actual y la orden dada por el Führer de que una vez que desapareciera se debía intentar escapar en pequeños grupos. Oí que Bormann quería intentar llegar hasta el Gran Almirante Karl Dönitz por cualquier medio ya que debía informarle acerca de las últimas ideas que tenía el Führer sobre el Estado. No sé a qué ideas se refería. Después de esto, dejé de nuevo la habitación y me fui a la contigua, pues necesitaba un pequeño descanso. Entonces el Brigadeführer Mohnke se me acercó y me dijo que de acuerdo a las órdenes del Führer, ahora que él se había ido, sólo la cooperación con los rusos podía salvar a una parte de Alemania. El general Krebs recibió la orden de abrir las negociaciones con el general ruso Zhukov e intentar un alto el fuego. Por ello, el intento de romper el cerco fue pospuesto. Entonces volví a mi habitación y después de descansar algo, me fui a integrar en uno de los grupos de combate de Mohnke.

Durante la noche, oí que las proposiciones del general Krebs habían sido rechazadas, por ello en la noche del 1 de mayo de 1945 se dio la orden a la guarnición de Berlín de intentar romper el cerco soviético. Yo debía dirigirme hacia el norte con el grupo de Mohnke y las secretarias del Führer, señoras Gerda Christian y Traudl Junge, su cocinera señorita Manzialy y la secretaria de Bormann, señorita Else Krüger.

A las 22:00 intentamos la rotura. Nuestro grupo alcanzó la estación de Wedding sin ninguna pérdida pero allí comenzamos a encontrar una resistencia firme. Después de reagruparnos, alcanzamos la cervecería de Schultheiss cerca de la estación de Monhauseralde al medio día del 2 de mayo.

Entre los soldados, corría el rumor de que Berlín había capitulado y pronto en sus caras observamos su desmoralización.

Después de esto, Mohnke decidió dejar salir a las cuatro mujeres que abandonaron de inmediato la cervecería. No se donde fueron. A las 18:00 de aquella tarde el Brigadeführer Mohnke y el recién llegado general Rauch, su ordenanza y yo, nos dirigimos a un templete ruso a conferenciar con su comandante. A pesar de que regresé a la cervecería de Schultheiss fui capturado. Era un prisionero de guerra."

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