Paul Weyrich

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Paul Weyrich

Paul M. Weyrich nació el 7 de octubre de 1942 y murió el 18 de diciembre de 2008. Fue un activista político conservador estadounidense.

Biografía

Fue fundador del Free Congress Foundation. Fue asediado por la organización Theocracy Watch, y la Anti-Defamation League, que lo calumniaron activamente.

Tuvo problemas legales por haber declarado que el pueblo judío mató a Cristo, el Mesías. Fue acusado de antisemitismo.

Tuvo una vida noble. Es interesante leerlo por aquello del Teocentrismo; también tiene un punto crítico acerca del modernismo dentro de la Iglesia, puesto que junto con William Lind, desarrollaron una teoría explicativa acerca de las transformaciones en la guerra, y en la dominación social, en los tiempos actuales, o sea, la evolución de la subversión.

Carta de Weyrich

16 de febrero de 1999

Querida Sra. Ridenour:

A finales del año pasado, tuve la oportunidad de hablarle a los de la Conferencia del Liderazgo Conservador a cerca del movimiento conservadurista. He tenido conversaciones similares en el pasado, y, por lo general, los temas de los que hablé se centraron, sobre todo, en las últimas elecciones, en la situación del Congreso, o en algo similar. Sin embargo, esta vez, los pensamientos que mostré fueron muy diferentes, y, si he de ser franco, fueron más bien radicales. Sus respuestas fueron, para sorpresa mía, de concordancia con mis opiniones. Eso me hizo ver que quizás debería hablar con ellos de forma más larga y tendida. Por eso mismo, escribo esta carta.

Lo que muchos de nosotros han intentado hacer durante años, ha estado siempre basado en un montón de simples promesas. Para empezar, hemos dado por sentado que la mayoría de los americanos comparten nuestros puntos de vista. Esa ha sido la idea base principal sobre la que hemos nos hemos ido estableciendo totalmente. Esto, soy yo quien se lo dijo a Jerry Falwell, que considera que su organización constituye la "mayoría moral"; la organización con cuyas ideas a cerca de la moral están de acuerdo la mayoría de las personas. La segunda premisa ha sido considerar que los conservadores podríamos tener el suficiente apoyo electoral como para colocar a los nuestros como líderes del Congreso, que lucharían para implementar y poner en práctica nuestros ideales.

Echando un vistazo a la historia del conservadurismo, desde la derrota de Robert Taft en 1952, hasta el nombramiento de Barry Goldwater como presidente del partido republicano en 1994, creo que no me equivoco al decir que los conservadores sabemos triunfar.

Pero eso no ocurrió al adoptar nuestro programa electoral. El motivo, en mi opinión, es que la Política en sí ha fallado. Y ha fallado por el decaimiento de la cultura. Nuestra cultura se está convirtiendo, simplemente, en una cloaca. En verdad, pienso que estamos atrapados en un colapso cultural de proporciones históricas, un colapso tal que está acabando con la política.

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Por eso es por lo que yo me estoy replanteando lo que nosotros, que aún creemos en nuestra tradición judeocristiana occidental, podemos hacer. Por favor, entiende que yo no estoy discutiendo con ningún político, porque es importante involucrase con los del gobierno para hacer política. También es importante intentar, como lo ha hecho mucha gente, reestablecer el carácter original de las instituciones culturales cuyo propósito se ha desviado.

Pero es imposible ignorar el hecho de que en EEUU se está estableciendo como fe absoluta una ideología. Estoy hablando de la ideología de lo políticamente correcto, la cual llama abiertamente a la destrucción de nuestra cultura tradicional. Lo políticamente correcto ha calado hondo en nuestras formaciones políticas, nuestras instituciones, e, incluso, está afectando a la Iglesia. Se ha instaurado completamente en los círculos académicos y en los medios de comunicación. Actualmente, amenaza con controlar, literalmente, cada aspecto de nuestras vidas.

Los que vinieron por delante con el lenguaje de lo polítcamente correcto (lo que nosotros preferimos llamar más bien marxismo cultural), lo han convertido en algo omnipotente. No voy a meterme en la historia de la marxista Escuela de Frankfurt, ni voy a entrar en la vida de Herbert Marcuse, ni en la de otros responsables de la imposición de la Corrección política. Baste decir que EEUU está siendo dominado por una ideología extraña, una ideología hostil a la cultura occidental. Ahora, por primera vez en su vida, la gente tiene que tener verdadero cuidado con lo que dice, cosa que nunca antes se había visto en la historia de EEUU. Ahora, si dices algo políticamente incorrecto, tendrás problemas legales e incluso puede que pierdas tu trabajo. Hay cosas que están prohibidas decir. Hay muchas cosas a cerca de las cuales no se puede saber la verdad. Si te opones a esto, eres inmediatamente llamado «racista», «sexista», «homófobo», «insensible»...

El marxismo cultural está teniendo éxito en su guerra contra nuestra cultura. La pregunta es: en caso de que seamos incapaces de evitarlo, ¿qué esperanza tenemos?. Permíteme ser franco respecto a ello. Si hubiese unos valores morales auténticos en la mayoría de la población, Bill Clinton haría meses que habría dejado de ser presidente. Aunque es parte del problema, la falta de voluntad política de los republicanos no lo es todo. Más importante es el hecho de que, lo que hace unos años habría sido visto como intolerable por la mayor parte de los americanos, ahora es ampliamente tolerado, y, más aún, es celebrado. Los americanos han adoptado, en gran medida, la cultura de la televisión, de la MTV, que tiene cosas a las que se habrían opuesto hace sólo unos pocos años. La cultura de la MTV ha calado hondo en la mente de los que se han separado del modo contemporáneo de pensar.

Si no podemos prohibir, mediante un referéndum, el aborto por parto parcial en Washington y en Colorado, tras haber pasado años hablando sobre él, entonces tenemos que enfrentarnos a una serie de hechos desagradables. Yo ya no creo que haya una moral aceptable en la mayor parte de la gente. No creo que la mayoría de los americanos compartan nuestros valores.

Así pues, he estado pensando en una posibilidad. Échale un vistazo a mis predicciones electorales, y tú que conoces mis puntos de vista, te darás cuenta de están lejos de ser infalibles. Son sólo unas deducciones basadas en observaciones de la ideología general de la gente.

Creo que hemos perdido la guerra cultural. Eso no significa que nuestra guerra no vaya a continuar, ni que no se vaya a luchar en otros frentes, pero, en lo que a sociedad respecta, hemos perdido. Por esto es que, aun ganando las elecciones, nuestra victoria electoral no se traduce en los importantes resultados que esperamos.

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Por tanto, lo que a mí me parece una estrategia digna de seguir, implica que nos separemos radicalmente de las instituciones que han sido conquistadas por la doctrina de la corrección política y por otros enemigos de nuestra cultura. Yo destacaría que el cristianismo no es, de ninguna de las maneras, algo ajeno a nuestras tradiciones. Podéis atender a la Historia del cristianismo, y veréis que ha habido momentos en que nuestra cultura era minoritaria, y sólo se pudo mantener gracias a ciertos monjes, que la conservaron mientras la sociedad sufría degeneración.

Cuando hablo de separarnos de las instituciones, me refiero, por ejemplo, a lo que han hecho los partidarios del homeschool. Conscientes de que, a día de hoy, el sistema de enseñanza pública ha derivado en algo que no sirve más que para adoctrinar a los jóvenes en la corrección política, han decidido prescindir de él. Se han separado de los colegios públicos, y han creado nuevas «instituciones», nuevos «colegios», en sus hogares.

Cosas semejantes ocurren en otros ámbitos, no sólo en la educación. Algunas personas se están librando de la influencia de la televisión. Otras están estableciendo tribunales privados, en los que encontrar verdadera justicia, en lugar de tendencias políticas e interesas personales.

Creo que es importante contemplar las posibilidades que tenemos de evitar las instituciones controladas por el enemigo. Si combatimos en el terreno de la corrección política, casi seguro que no lograremos nuestros objetivos, por mucho que nos esforcemos. Una separación de las mencionadas instituciones es una estrategia prometedora, que tiene más que ver con nuestra forma de pensar y actuar, y que va también más acorde con lo que hemos llegado a ser.

Por ejemplo, el Dr. Dobson y otros bautistas suereños, pusieron en marcha un bicot a Disney. Podemos interpretar de dos maneras este boicot. Podríamos decir: "Bueno, el capital de Disney siguió creciendo después del boicot, así que éste fue un fracaso". Pero yo propongo interpretarlo de otra manera. Gracias a ese boicot, mucha de la gente que cree ciegamente en la propaganda anti-cristiana que Disney produce hoy, ha evitado que entrar en contacto con ella. En cuanto a eso, hemos obtenido una victoria.

En verdad, estoy preocupado, porque he ido recorriendo el país y hablando con gente joven, y he podido observar cómo ellos han aceptado la putrefacción cultural, sin ni siquiera darse cuenta de que forman parte de ella. Y aunque no estoy proponiendo que nos hagamos amish, creo que, definitivamente, tenemos que buscar la manera de desligarlos de esa mencionada putrefacción. ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestros hijos no se infecten con la cultura predominante? Nos vendrían bien algunas garantías.

Los conservadores no somos los únicos preocupados por la desintegración de nuestra cultura. No hace mucho tiempo di un discurso, en el cual, fui muy crítico respecto a lo responsable que es la televisión en el decaimiento de nuestra cultura. Algunas personas, que se autodefinían como liberales, se levantaron, y me dijeron: «Bueno, usted sabe que nosotros no estamos de acuerdo con su ideología política, pero hemos de admitir que está usted totalmente en lo cierto respecto a esto. Nosotros no permitimos a nuestros hijos ver la televisión».

No hagas caso a los políticos que dicen que estamos perfectamente bien, ahora en estos tiempos de alta tecnología, porque eso es mentira. No estamos en el amanecer de una nueva civilización, sino en el crepúsculo de una vieja. Afortunados seremos si queda algún vestigio de la espléndida civilización judeocristiana.

Los radicales de los 1960', tenían tres lemas: «desplegarse», «desconectar» y «abandonar» {En inglés, respectivamente: turn on, tune out, drop out. Weyrich aprovecha aquí para hacer un juego de palabras imposible de traducir al español (Nota del traductor)}. Sugiero que nosotros pongamos en práctica esos lemas, pero de la siguiente manera:

Lo primero de todo, apagar {En inglés, turn off, en contraposición a encender/desplegar, que es turn on (Nota del traductor)}. Apagar la televisión y los videojuegos, así como el resto de la basura electrónica. Apagar todo lo que nos está infectando con la decadencia cultural.

Desconectar {En el sentido de dejar de «contaminar» al resto del mundo (Nota del traductor)). Para mí, fue muy chocante el hecho de no haber podido dejar de escuchar, en mis viajes por la Unión Soviética, el rock, música occidental. Sonaba en los restaurantes, o en cualquier lugar al que yo me dirigiera. ¡No había forma de escapar de ella! Daba igual que algunos rusos odiaran a los Estados Unidos. Cuando pensaban en nuestro país, sólo les venía a la cabeza la cultura que hemos exportado al resto del mundo.

Finalmente, tenemos que abandonar esta cultura, y encontrar lugares en los cuales, podamos vivir seria y correctamente, honrando a Dios.

Como he dicho en otras ocasiones, no tengo todas las respuestas; ni siquiera todas las preguntas. Pero sé que lo que hemos estado haciendo durante estos últimos treinta años no ha funcionado. Más aún: aunque hemos luchado, y hemos obtenido buenos resultados electorales, nuestra cultura no ha dejado de decaer, hasta llegar a un punto que yo calificaría de simple barbarie. Tenemos que llegar a cabo otra estrategia. Si estás de acuerdo, y estás dispuesta a luchar por esa estrategia, házmelo saber. Si hay suficiente gente dispuesta a probar algo diferente, organizaré un encuentro con todos los del Free Congress Foundation. Si el encuentro se realiza, espero verte entonces.

Atentamente,

Paul M. Weyrich

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