Ramiro de Maeztu

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Ramiro de Maeztu

Ramiro de Maeztu y Whitney nació en Vitoria, Álava, el 4 de mayo de 1875 y murió en Madrid, el 29 de octubre de 1936). Fue un destacado escritor español perteneciente a la Generación del 98.

Biografía

De padre español y madre inglesa, pasó parte de su juventud en París y en La Habana dedicado a oficios diversos y se inicia en el periodismo. Autodidacta y de ideas combativas, se trasladó a Madrid en 1897, un hecho decisivo en su vida literaria, ya que es cuando inicia una colaboración importante con distintos periódicos y revistas, como la revista Germinal, El País, Vida Nueva, La España Moderna, El Socialista, entre otros, con una orientación socialista reformista. En esos años también da inicio a su amistad con regeneracionistas e intelectuales, especialmente con Azorín y Pío Baroja, con los cuales formó el conocido como Grupo de los Tres y fue exponente destacado de la llamada Generación del 98. En sus colaboraciones de prensa, agrupadas en buena parte en su libro Hacia otra España, examina las causas de la decadencia española, hace una crítica muy dura de la vida nacional y propone una renovación de estilo europeísta.

En 1904 se hunden los negocios de su familia en Cuba, y de 1905 a 1919 residió en Londres, donde trabajó como corresponsal para La Correspondencia de España, Nuevo Mundo y Heraldo de Madrid. Viajó por Francia y Alemania y estuvo como corresponsal de Primera Guerra Mundial en Italia (1914–1915). Este periodo representa su fase liberal y de admiración a las instituciones británicas, ocupando su atención en numerosas disciplinas (filosofía, política, literatura, etc.) cuya actualidad acercaba al público español. Publica en inglés Authority, Liberty and Function in the Light of the War (1916), aparecido en castellano como La crisis del humanismo, donde examina los conceptos de autoridad y libertad en la sociedad moderna.

Tras su regreso a España, en 1919, comienza su desconfianza en la democracia liberal y va cuajando su evolución hacia lo tradicionalista católico, que se consumó durante el gobierno de Miguel Primo de Rivera, a la que aceptó representar como embajador en Argentina (1928). Allí tuvo ocasión de tratar con Zacarías de Vizcarra, el introductor en 1926 de la idea de la hispanidad que Maeztu asumió como propio y después abanderó. En esos años mantiene su concepto de decadencia, esencial en la actitud intelectual de los hombres del 98, e intensifica su defensa de los valores católicos y de las tradiciones hispánicas.

Desde los días previos a la proclamación de la República colaboró en el movimiento y la revista Acción Española (que él propuso denominar Hispanidad), escribiendo también la presentación de la misma, que se publicó sin firma, y mereció el Premio Luca de Tena otorgado por el diario ABC. Desde el número 28 de la revista, Maeztu figuró formalmente como su director, y lo fue hasta el último número, en junio de 1936.

En esta última fase su pensamiento se intensifica su relación con el viejo tronco de pensamiento tradicionalista español (Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, etc.), y mantiene afinidades con los teóricos del Integralismo Lusitano. Este ideario en pro de la civilización hispánica y católica, desarrollado en sus artículos en Acción Española, fue recogido en su libro Defensa de la Hispanidad, que se convirtió en su obra más influyente y en exponente de doctrina universalista. Terminó militando en el partido Renovación Española, desde el que se significó por su oposición al régimen de la Segunda República, del que fue diputado en las Cortes por Guipúzcoa (1933–1935).

Al inicio de la Guerra Civil Española, fue detenido por fuerzas republicanas y encerrado en la madrileña cárcel de Ventas el 30 de julio de 1936. Murió fusilado en el cementerio de Aravaca el 29 de octubre de 1936.

Sus últimas palabras fueron: "Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!".

Obras

Aunque Maeztu escribió aisladamente poesía, algún cuento, una novela (La guerra del Transvaal) y una obra de teatro inédita (El sindicato de las esmeraldas), su tarea fue básicamente la de un periodista que pone su prosa al servicio de unas ideas. Algunos de sus artículos fueron recogidos en libros, aunque no todos: Hacia otra España (1899), La crisis del humanismo (1919), Defensa de la Hispanidad (1934) y Defensa del Espíritu (póstuma).

Entre sus ensayos de carácter literario: Don Quijote, don Juan y La Celestina (1929) —una meditación acerca de Don Quijote como héroe de una España decadente, de Don Juan como vacío espiritual y de La Celestina como degradación— y La brevedad de la vida en la poesía lírica española (1935), pronunciado como discurso de ingreso en la Real Academia Española.

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