Raza (película)

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Poster del filme

Presentada como la gran superproducción española, la película Raza es un filme de ficción que sintetiza el ideario del régimen franquista en los primeros años de la posguerra a través de la historia de tres hermanos y sus vicisitudes durante la Guerra Civil Española. Se estrenó en 1941, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia y con guión técnico del mismo director a partir de un argumento de Jaime de Andrade, seudónimo del general Francisco Franco.

Patrocinada por el Consejo de la Hispanidad y con una banda sonora interpretada por las orquestas Nacional, Sinfónica, Filarmónica coaligadas, Raza muestra el espíritu abnegado y valeroso que sería propio del ser español y que coincidiría completamente con el ideario nacional-católico del régimen puesto en pie tras la guerra civil.

Quizá por su proximidad temporal con la guerra civil, la película integra perfectamente material documental de la misma, así como una cuidada ambientación en cuanto a uniformes, cartelería y simbología republicanas, algo no muy usual en películas realizadas bajo el franquismo.

Sinopsis de los créditos

  • Actor: Alfredo Mayo
  • Música del maestro Manuel Parada interpretada por las orquestas Nacional, Sinfónica, Filarmónica coaligadas.
  • Argumento: Jaime de Andrade.
  • Guión técnico de J. L. Sáenz de Heredia y Antonio Román.
  • Arquitectos-decoradores: Feduchi-Burmann.
  • Realizada en los estudios Ciudad Lineal, Madrid.
  • Ingeniero-director: L. Lucas de la Peña.
  • Director de Producción: L. Días Amado.
  • Dirección y diálogos: J. L. Sáenz de Heredia.

Argumento

La película narra la historia de cuatro hermanos, Isabel, Pedro, José y Jaime, hijos del capitán de navío Pedro Churruca y descendientes de Cosme Damián Churruca, el más sabio y valeroso marino de su época. Churruca padre, emulando a su ilustre antepasado, muere al principio de la película en Cuba, que aún es colonia española, en una misión suicida contra la armada de los Estados Unidos. Su muerte es producto de la masonería que domina la política española y que ha abandonado la isla y a los militares españoles que la defienden a su suerte. Antes de partir hacia el martirio, sin embargo, don Pedro hace lo posible por transmitir a sus hijos el espíritu inherente al apellido Churruca, que es el espíritu de los almogávares: guerreros elegidos, los más representativos de la raza española: firmes en la pelea, ágiles y decididos en el maniobrar.

José hace gala desde su más tierna infancia de ese espíritu almogávar. No así Pedro, en quien vemos una preocupación constante por el dinero y una cierta tendencia a la mentira y la trampa. Isabel, por su parte, es una niña modelo. José seguirá, como su padre, la carrera militar. Isabel se casará con otro militar. Pedro, al contrario que su hermano, será diputado republicano y exigirá rápidamente su parte de la herencia familiar para sufragar su carrera política. El cuarto hijo, Jaime —aún un bebé cuando murió su padre— ingresará en una orden religiosa.

Estalla la Guerra Civil Española. Isabel está con su marido en zona nacional. Pedro y José se hallan en el Madrid republicano asediado. El primero ocupa un importante cargo, aparentemente en las instituciones de defensa de la ciudad. El segundo es capturado a causa de sus actividades quintacolumnistas y condenado a muerte, sentencia que su hermano, preocupado por sí mismo, no intenta revocar. José es fusilado por un pelotón de milicianos malhablados y sin afeitar, pero un milagro hace que los impactos de bala no lleguen a quitarle la vida. Trasladado por una mujer -que lo ama- a la clínica de un médico partidario de Francisco Franco, se repone de sus heridas y adquiere una nueva identidad que le permitirá pasarse a la zona nacional. Al fraile Jaime la guerra lo atrapa, para su desgracia, en zona republicana también: en Barcelona. Poco después del fusilamiento de su hermano, él es fusilado a su vez (y muere) junto a los demás frailes por una turba de milicianos que asaltan y destrozan el convento. Tiene la oportunidad de salvarse invocando el nombre de su hermano Pedro (que ha sido destinado a Barcelona), pero fiel a su apellido y a sus compañeros, rehúsa todo privilegio.

José logra pasar a la zona nacional gracias a la ayuda de un dentista que tuvo un pasado izquierdista lo cual le dio influencia en aquella sociedad corrompida. Llega hasta el frente del País Vasco, donde se encuentra su cuñado, el capitán Echevarría, que siente tentaciones de desertar y cruzar las líneas para reunirse con su esposa, Isabel Churruca y sus dos hijos, atrapados en el Bilbao republicano. José Churruca lo evita, y pronto se resuelve la situación con un desenlace feliz: las tropas nacionales derrotan a las marxistas Brigadas Internacionales que defienden la capital vizcaína y la familia se reúne.

Hundido el frente norte, el ejército de Franco se prepara para atacar en el frente de Aragón. En el estado mayor de Barcelona encontramos a Pedro, ahora vestido con un uniforme del ejército republicano, preparando la defensa frente al inminente ataque. Pedro debe hacer frente a los prejuicios de un individuo de mal aspecto y peores modales, quien afirma que alguien con el apellido Churruca no puede servir debidamente a la causa de la República. Pedro aún no lo sabe, pero instantes después comprobará que el miliciano está en lo cierto: una mujer le visita para pedirle que le entregue una copia del estado de fuerzas en el frente de Aragón para pasárselo a los nacionales. Pedro, escandalizado, le dice que no puede traicionar a los suyos. La mujer le replica que no es posible que tenga como suyos a los asesinos de su familia y de tantas familias honorables y rectas. Tocado por el argumento, Pedro le entrega los planos del frente. Sin embargo, la operación se descubre, para regocijo del jefe miliciano malencarado, y los planos no llegan a poder de los nacionales. Enfrentado a la muerte, Pedro parece recuperar ese espíritu almogávar que no había acabado de penetrar en él: sin planos y aún sin armas, les espeta a los rojos, las tropas de Franco ganarán la batalla contra los hombres huecos, ya que ellos, quienes sienten en el fondo de su espíritu la semilla superior de la raza son los elegidos para la gran empresa de devolver a España a su destino.

La película se cierra con los supervivientes de la familia Churruca asistiendo al desfile de la victoria en Madrid, presidido por Francisco Franco.

Versiones de la película

La película original se rodó en 1941, en pleno entusiasmo nacional-católico y en una Europa dominada por Alemania.

En 1950, en un clima político mundial completamente diferente, se decidió reformar la película para hacerla más presentable para los vencedores occidentales de la Segunda Guerra Mundial. La excusa aducida fue que simplemente se quería resincronizar una nueva sonorización, cosa que se hizo, pero además se cambiaron líneas de guión e incluso se eliminaron algunas secuencias.

  • Se atemperaron las críticas a los Estados Unidos.
  • Se eliminaron referencias a la Falange Española.
  • Se cortaron secuencias en las que se saludaba con el brazo extendido.
  • Se cambió el título Raza por el de Espíritu de una raza.

Se trató de destruir todas las copias de la primera versión, a la que se acabó dando por perdida.

En 1993 la Filmoteca Española consiguió adquirir una copia superviviente de la primera versión, procedente de un cine ambulante. Esta copia estaba incompleta y en mal estado, pero sirvió para descubrir las diferencias entre las dos versiones.

En 1995 apareció, en la Cinemateca de Berlín, una copia completa y en buen estado, procedente de los archivos de la UFA, que habían quedado en Alemania Oriental y, por lo tanto, fuera del alcance de los investigadores occidentales hasta la caída del Muro de Berlín.

En el año 2002, Filmoteca Española publicó un DVD con ambas versiones.

Citas memorables

  • El sacrificio se está ya consumando. La masonería es la dueña del Parlamento. Ciento ochenta diputados masones reciben órdenes del extranjero.
  • Las razones desaparecen ante el deber. Sólo nos queda obedecer, cumplir como buenos. En medio de todo, no vale la pena sobrevivir a esta vergüenza. La historia sabrá juzgarnos. No hay sacrificio estéril. Del nuestro de hoy, saldrán las glorias de mañana. Señores, listos para zarpar. ¡Viva España!
  • Dotación del Vizcaya, ha llegado el momento difícil. Nada quiero deciros, sino haceros saber que, interpretando vuestros sentimientos y el mío, he mandado clavar nuestra bandera de combate. O se alza victoriosa o se hundirá con nosotros. Así lo exige el honor de la Patria. Dotación del Vizcaya, ¡viva siempre España!
  • Son ellos, los que sienten en el fondo de su espíritu la semilla superior de la raza, los elegidos para la gran empresa de devolver a España a su destino. Ellos y no vosotros, materialistas sordos, llevarán sus banderas hasta el altar del triunfo. Para ellos fatalmente ha de llegar el día feliz de la victoria.

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