Pablo de Tarso

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Pablo de Tarso
Vuestras acusaciones contradictorias contra nosotros no son sino un parche en la oscuridad de nuestro verdadero crimen histórico. Nos acusáis de haber hecho la revolución bolchevique. Bien, supongamos que aceptamos la acusación. ¿Y qué? Comparado con lo que el judío Pablo de Tarso hizo en Roma, la revuelta en Rusia no es más que una pelea callejera.

Marcus Eli Ravage, escritor judío.

Pablo de Tarso, originalmente Saulo de Tarso (de su nombre en hebreo: שאול התרסי,‎ Šaʾul HaTarsi) o Saulo Pablo y conocido como "San Pablo" por los cristianos, nació entre los años 5 y 10 d. C., en Tarso de Cilicia (actual Turquía centro-meridional) y murió probablemente entre los años 58 y 67 en Roma. Fue un agitador político-religioso judío de ciudadanía romana que introdujo el cristianismo al continente europeo. Fue el principal ideólogo del cristianismo y el mayor responsable de su expansión entre los gentiles y por el mundo antiguo. La influencia de Pablo en el pensamiento cristiano es reconocida como más significativa que la de cualquier otro escritor del Nuevo Testamento pues contiene más escritos de Pablo que cualquier otra fuente y todos ellos fueron escritos antes que los cuatro Evangelios.

Pablo se dedicó mucho a predicar sobre lo que Jesús iba a hacer cuando regresara en su "segundo advenimiento", sin embargo, los textos de Pablo no mantienen una continuidad con la predicación de Jesús, sino que hablan desde su propia autoridad, implicando que su información la obtiene "directamente desde arriba", es decir, de un "Cristo celestial". El Cristo que Pablo parece predicar es un ser puramente espiritual que poco tiene que ver con el Cristo de los Evangelios. La absoluta ausencia de menciones sobre su vida física en la tierra, de sus enseñanzas, o de los milagros que supuestamente realizó, deja serias dudas respecto a si Pablo realmente conoció el Evangelio y si acaso fuese redactado posteriormente a su actividad.

Nombre

Los judíos de esa época, especialmente los de la Diáspora y ciudadanos de Roma, tenían dos nombres: uno griego o romano (el cognomen) y el otro hebreo (el praenomen). Saulo es el praenomen semítico que etimológicamente significa "llamado o invocado" y Paulo es el cognomen romano latinizado del griego Paulos que etimológicamente significa "pequeño o poco".

Biografía

Saulo era un judío fariseo[1], descendiente de la tribu de Benjamín, nacido en Tarso de Cilicia y educado en Jerusalén bajo la escuela del famoso rabino Gamaliel[2], mencionando esto último como algo de lo que se sentía orgulloso. Fue estricto y celoso de la observancia de la ley judía e intolerante con todos los desviacionistas. En el Talmud, se describe a Gamaliel con los títulos Nasi (hebreo: נָשִׂיא Nāśīʾ) "príncipe" y Rabban "nuestro maestro", como líder del Gran Sanedrín en Jerusalén; Aunque algunos lo cuestionan, no hay duda de que ocupó un alto cargo en el tribunal supremo de Jerusalén. Gamaliel tiene una reputación en la Mishná por ser uno de los más grandes maestros en todos los anales del judaísmo: "Desde que murió Rabban Gamaliel el Viejo, no ha habido más reverencia por la ley, y la pureza y la piedad se extinguieron al mismo tiempo".

En un principio, en el nombre de las autoridades del judaísmo oficial, Saulo se dedicó a perseguir con fiereza a los miembros heréticos de la nueva secta judaica, es decir, a los cristianos primitivos. Se sugiere que participó en la lapidación de Esteban, el primer mártir judío-helenístico de la joven Iglesia. Fue enviado Damasco como emisario de las autoridades de Jerusalén con la intención de inhibir la congregación cristiana de ese lugar.

Sin embargo, tras una gran revelación, narrada en el Nuevo Testamento en forma de una "visión mística" durante su trayecto hacia Damasco, Saulo repentinamente cambia su postura hacia el cristianismo.

Saulo presentó esta experiencia como una «visión»[3], como una «aparición» de Jesucristo resucitado [4] o como una «revelación» de Jesucristo y su Evangelio[5]. Pero nunca presentó esta experiencia como una «conversión», porque para los judíos «convertirse» significaba abandonar a los "ídolos" para creer en el "Dios verdadero", y Saulo nunca había adorado a dioses paganos. De hecho, existen razones para creer que Pablo, en su práctica personal, siguió siendo un judío observante hasta el final de su vida.

Antes de su predicación, para ser cristiano era imprescindible ser judío circuncidado[6], ortodoxo y observante de la ley judía, pero ahora, según Saulo, uno podía convertirse en cristiano "creyente" sin ser, al mismo tiempo, judío practicante. Este enfoque novedoso parece haber involucrado a Saulo en una serie de conflictos con las autoridades de la Iglesia de Jerusalén que menospreciaban a este fariseo recién llegado, que ni siquiera había conocido a Jesús en persona y que ahora parecía exhibir mayor autoridad que los más cercanos de Jesús. Sin embargo, parece que se llegó a un compromiso.

Después de reunirse con los apóstoles Simón Pedro y Santiago (Jacobo) en Jerusalén[7], Saulo, decide que el cristianismo es una doctrina válida para ser predicada a los gentiles, esto es, a los no-judíos (goyim) y revela su misión de convertir gentiles masivamente, declarando que es el elegido por Dios para esa misión y reivindicando para sí mismo el título de "Apóstol de los gentiles".

En adelante, los gentiles estarían exentos de someterse a la ley judía; mientras tanto, los cristianos judíos nativos continuaron siendo fieles a la Ley de Moisés. En general, a pesar de algunas inconsistencias y contradicciones, este compromiso parece haber funcionado bastante bien.

Según el capítulo 10 de los Hechos de los apóstoles, el primer gentil en convertirse al cristianismo fue un centurión romano llamado Cornelio el Centurión que fue bautizado por Simón Pedro. Pero fue principalmente a partir de las enseñanzas de Pablo de Tarso que el cristianismo comienza a ser formal y masivamente predicado a los no judíos.

Saulo, ahora ocultando su origen judío bajo su nombre romano (cognomen), Paulo o Pablo, establece numerosas comunidades cristianas en Asia Menor y en el Egeo, desde las cuales se predicará la "buena nueva" y donde la secta judía comienza a adquirir influencias helenísticas. Posteriormente, se fundan numerosos centros de predicación en Noráfrica, Siria y Palestina, pasando inevitablemente a Grecia y a Roma.

Su ciudadanía romana le permite viajar libremente por todo el Imperio Romano y con ello contactar a gente muy diversa y facilitar geográficamente la propagación de sus enseñanzas.

Debido a su doctrina de salvación, el cristianismo resulta extremadamente atractivo para las masas de esclavos y plebeyos, expandiéndose rápidamente entre las capas más bajas e ignorantes de la población del Imperio, que eran étnicamente las más orientalizadas, y posteriormente esparciéndose por todo el mundo antiguo.

Debido a su condición de ciudadano romano, se cree que Pablo no fue crucificado sino ejecutado mediante decapitación en Roma bajo el gobierno de Nerón, durante una purga de agitadores judíos.

Subversión contra Roma

El Libro de los Hechos contiene dos relatos contradictorios de la llamada "revelación" de Pablo cuando afirma que vio a Jesucristo en una visión. Hechos 9:7 dice: "Los hombres que viajaban con Saulo se quedaron mudos; oyeron el sonido pero no vieron a nadie". Pero en Hechos 22:9, dice que los hombres que trabajaban con Pablo vieron la luz pero no escucharon la voz que habló: "Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y tuvieron miedo; pero no oyeron la voz del que me hablaba". Aparentemente Saulo no se puso de acuerdo en si los hombres que viajaban con él vieron la luz o escucharon la voz. Además si no hay registros de estos testigos para testificar sobre este evento significativo, la respuesta es simple; este evento nunca sucedió.

La versión cristiana acepta, sin mayor cuestionamiento, que su cambio de postura respecto a los cristianos se debió a un milagro. No obstante, hay quienes piensan que el contexto histórico de la época puede ofrecer la clave de su repentino y aparentemente "milagroso" cambio.

Roma (considerada por el judaísmo como sucesora espiritual de Edom. antítesis de Israel[8][9]) era odiada a muerte tanto por Saulo como por casi todos los judíos de su tiempo, resentidos por la ocupación de las legiones y Saulo conocía de primera mano el grave efecto cismático y conflictivo que la nueva doctrina cristiana causaba entre los mismos judíos y razón por la que era perseguida por él y sus congéneres. Es muy posible que Saulo, quien era un individuo extremadamente astuto, pensara que también podría causar una devastación terrible en Roma y subvertir sus valores y tradiciones al inocular directamente la herejía judía a los gentiles.

La razón fundamental de su éxito se debió a la fórmula que el cristianismo les proporcionaba: "Dios ha llamado a los pecadores, a los pobres, a los débiles, a los enfermos, y a los desposeídos, para que vivan la vida eterna en el Reino de los Cielos":

No ha hecho Dios necedad la sabiduría de este mundo? (...) pues no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Antes eligió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios, y eligió Dios la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; y los plebeyos, el desecho del mundo, lo que no es nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios.
—I Corintios, 1:20-29

Y en varias ocasiones reafirma y consolida el igualitarismo como característica fundamental del cristianismo:

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
—Gálatas 3:28.
Ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre, sino que Cristo es todo y está en todos.
—Colosenses 3:11

La Iglesia que Pablo predica es una Iglesia de gentiles y judíos: el “Israel de Dios” o el “Israel del espíritu”, en contraste con los judíos no creyentes o el “Israel de la carne” (o Sinagoga de Satanás). Los judíos, habiendo rechazado a Cristo, han sido, a su vez, "rechazados por Dios", pero esto no es irrevocable (Romanos 11:29), pues en virtud del proceso mesiánico, serían curados de su ceguera y volverían a ser parte del “Israel de Dios” y serían salvos (Romanos 11:25–26).

En Romanos 2:28-29, señala que no es judío quien lo es exteriormente sino interiormente, es decir que ser judío, para él, en su autodesignado papel de "Apóstol de los Gentiles", no depende de una cuestión étnica, racial ni ritual sino solamente espiritual, por lo que cualquiera puede ser parte del linaje abrahámico y gozar de lo prometido por Cristo a sus seguidores: para ello no debe más que vivir de acuerdo a lo que propone el Evangelio. En ese sentido, Pablo enseña que todos los cristianos son judíos, "verdaderos judíos".

Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
—Romanos 2:28-29

Referencias

  1. Filipenses 3:5
  2. Hechos de los Apóstoles 22:3
  3. 1 Corintios 9:1
  4. 1 Corintios 15:8
  5. Gálatas 1:12-16; 1 Corintios 2:10
  6. Romanos 15:8
  7. Gálatas 1:18-19
  8. Esau the Ancestor of Rome TheTorah.com
  9. Edomites. "En las fuentes rabínicas la palabra "Edom" era un nombre en clave para Roma".

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