Sergio Schoklender

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Sergio Schoklender

Sergio Mauricio Schoklender nació en Tandil, Argentina, el 30 de mayo de 1958. Es un parricida argentino, que cobró notoriedad junto con su hermano, Pablo Guillermo Schoklender, tras haber asesinado a sus padres en Buenos Aires el 3 de mayo de 1981. Este caso de homicidio es uno de los más famosos en Argentina. Fue acusado de torturar, degollar y matar a sus padres Mauricio y Cristina en el barrio porteño de Belgrano.[1]

Mauricio Schoklender, por medio de la firma Pittsburg & Cardiff representó en el país a los principales grupos empresarios europeos de la industria bélica, incluyendo al holding alemán Thyssen. El abogado defensor de los asesinos, Jorge Goodbar, sostuvo en el juicio que en el asesinato estaban involucrados secores militares pero la sentencia rechazó ese argumento por considerarlo ridículo.

A pesar de que en un principio se los había condenado a cadena perpetua, durante muchos lapsos estuvieron en libertad. Sergio Mauricio Schoklender es abogado y ex apoderado de la Asociación que apoya a terroristas: Madres de Plaza de Mayo.[2]

"Hijo adoptivo" de Madres de Plaza de Mayo

Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender.

Al salir de prisión comenzó a colaborar con las Madres de Plaza de Mayo y estableció una relación muy cercana con su figura más conocida, Hebe de Bonafini, una de las fundadoras de la asociación, quien llegó a referirse a Sergio como su "hijo adoptivo". La relación y la confianza crecieron y Hebe decidió darle a Sergio cada vez más responsabilidades. La Asociación Madres de Plaza de Mayo creó una fundación con el mismo nombre. De ella dependen distintas actividades. La más importante quizás sea la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.[2]

Bonafini colocó como apoderado (representante) de la fundación a Sergio Schoklender. A partir de allí tuvo amplio poder sobre las finanzas de la institución. Todo parecía ir bien hasta que en mayo de 2011 comenzaron a filtrarse a la prensa argentina supuestas diferencias entre ambos por el manejo de los fondos. A las versiones le siguieron pedidos de informes de legisladores de la oposición. Finalmente, intervino la Justicia.[2]

El escándalo explotó meses antes de la elección presidencial en la que Cristina Fernández de Kirchner logró la reelección. Las posibles conexiones con el poder hicieron del caso una bomba de tiempo. De hecho el gobierno decidió terminar la relación con las Madres en lo que se refiere al proyecto de construcción de viviendas denominado Sueños Compartidos.[2]

Schoklender aprovechó el momento político y empezó a lanzarle dardos al gobierno, queriendo demostrar que todo lo que él había gestionado era conocido por el gobierno. "No hubo obra ni jurisdicción donde yo empezara algo sin antes consultar", le dijo el año 2011 a la revista Noticias. Algo similar quiso hacer con la propia Hebe de Bonafini.[2]

Lujos y excentricidades

El 28 de febrero de 2008, Sergio Mauricio Shocklender compró una casa en José C. Paz que él mismo bautizó entonces como una “casa delirante”: tiene diecinueve habitaciones, catorce baños, cancha de tenis, cancha de fútbol, vestuarios, juegos para niños, quincho para 60 personas, piscina de 145 metros cuadrados , solarium, terraza, caminos internos, fuentes decorativas, pérgolas antiguas y hasta una vieja boite, como él la denominó. La mansión está en medio de una vegetación exuberante, y 12 mil metros cuadrados de parque bajo una privacidad absoluta: un muro de ladrillos de tres metros de altura, con salida a tres calles impide que algo pueda verse desde afuera. ¿Suena a una compra excéntrica? Pero hay más detalles de una vida de lujos: el ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo viajaba, por placer y por trabajo, en un jet Citation o un Pipper Cheyenne Turbo.

Hace muchos años que Schoklender no repara en gastos: un viaje a Resistencia (por citar un destino al que viajaba con frecuencia) le costaba siete mil dólares. Ha llegado a volar hasta tres veces en un mismo día.

Estas son, apenas, algunas curiosidades de la increíble vida de Schoklender, para los que no lo quieren el “Monje Negro” de las Madres. Habitué del Casino de Puerto Madero, ya hace algunos años se había ido a vivir al Highland, uno de los countries más exclusivos de la provincia de Buenos Aires, donde conviven empresarios multimillonarios y artistas del jet set.

También se le adjudicaba, entre otros negocios, un restorán en San Telmo, que fue cerrado inesperadamente. Hasta uno de los últimos chequeos que se pudo hacer en las oficinas de las Madres de Plaza de Mayo, Schoklender cobraba en la Fundación un sueldo de algo más de cinco mil pesos mensuales.

La compra de la mansión llama la atención por varios motivos. Uno es que está ubicada justo frente a un predio donde las Madres iban a construir viviendas con fondos del Gobierno nacional. Otro es que la compró sin siquiera ir a verla y sólo fue tres veces en los primeros dos años y medio. La compra fue parte de una denuncia de la Coalición Cívica de Elisa Carrió.

La CC acusa lo acusa de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Schoklender hizo ambas operaciones con un vendedor llamado Jorge Alberto Grisolía, quien le entregó la casa sólo a cambio del depósito de 10 mil pesos. El resto, se acordó, se pagaría en cuotas.

La aeronave con la que se movía Schoklender hasta hace algunos meses está a nombre de Meldorek S.A, una sociedad que también tendría un Pipper Chayanne matrícula LV-MNR, al que también solía subirse el apoderado de las Madres. El lujo de volar en jet privado puede medirse si se compara con otros clientes que también lo utilizan. Un nombre lo dice todo: la familia Otero Monsegur, propietaria del Banco Francés, suele utilizarlo para escapadas de fin de semana.

Cuando está en Buenos Aires, el Cessna duerme en el hangar Aviaser S.A, del aeropuerto de San Fernando. El piloto que estaba registrado hasta hace algunos meses era Gustavo Serventich y su copiloto era Fernando Moyo.

Cuatro fuentes del mercado aeronáutico confirmaron que en algún tramo del año pasado, Schoklender lo utilizó con indisimulable frecuencia. Siempre combinó placer con trabajo: fue a supervisar obras de las Madres, pero también se trasladó con su familia en viajes personales.

En diciembre de 2006, Schoklender alquiló una casa en el country Hihgland para pasar el verano a nombre de su mujer, Viviana Sala.

Schoklender intentó mantener el perfil bajo, pero una línea publicada en los medios llegó a la comisión directiva del country que trató en una reunión la posibilidad de pedirle al titular de la casa que cancelara el contrato vigente. Varios vecinos cuestionaban el hecho de tener dentro del barrio a un hombre que había sido condenado por matar a sus padres.

Artículo de opinión

El escándalo Schoklender-Bonafini y el destino de los subsidios

por Guillermo Cherashny para El Informador Público


Hace bastantes años que vi jugando en el casino de Puerto Madero a Sergio Schoklender y que pude comprobar que hacía de chofer de Hebe de Bonafini al volante de un Audi 4. Por entonces empezaban también sus viajes en jet por todo el país para poner en marcha la construcción de viviendas populares. Cabe señalar que el parricida presupuestaba cada vivienda popular entre U$S 17.000 y U$S 20.000, contra 40 y hasta U$S 60.000 que facturaban las constructoras adheridas a la asociación ilícita que funciona en la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). Hace unos tres meses se generó un conflicto en la provincia del Chaco, donde la CAC denunció competencia desleal, porque Schoklender construía por un tercio o el 40% del valor que fijaban las grandes constructoras. Pero al ladero de Bonafini le alcanzaba con los valores que facturaba para darse todos sus gustos de sibarita. Motivos había varios. En primer lugar, no le tenía que pagar comisión a José López, Secretario de Obras Públicas.

En segundo lugar, y como consecuencia de gerenciar sin control las construcciones, ganaba más o menos 5.000 dólares por casa, multiplicados por miles que levantó a lo largo y ancho del país.

La caja feliz

Schoklender entonces metía la mano y Bonafini, quien lo consideraba su hijo, hacía la vista gorda. Pero la CAC presionaba a José López, planteando que los próceres de los derechos humanos le hacían la competencia desleal. Así llegamos hasta nuestros días. Hoy, la Secretaría de Obras Públicas les debe seis meses a todas las constructoras y lo mismo pasa con la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Es decir que el gobierno, con su morosidad, cortó la bicicleta financiera montada por Sergio Schoklender, quien se quedó pedaleando en el aire. Todo esto pese a la auditoría contable que hacía Felisa “bolsita” Miceli, quien se lleva de maravillas con el parricida. La verdad es que Sergio dejaba afuera de sus curros y vicios a su hermano Pablo, que empezó a armar lío. Sergio, además, estaría maradonizado, consumiendo el “café veloz”. Así fue como llegó el momento de la crisis y dejó entonces un tendal de acreedores. Sería muy interesante que un fiscal federal investigara los precios de las viviendas populares que cobraba la Fundación Madres y también los de las casas de Milagro Sala, que estarían en un nivel razonable. También se deberían comparar estos precios con los de las casas construidas por las empresas adheridas a la CAC. Todos estos elementos estaban en poder del juez federal Julian Ercolini en la causa iniciada por legisladores de la Coalición Cívica. Pero lamentablemente cajoneó el expediente.

Cabe recordar que cuando Felipe Solá gobernaba Buenos Aires, en la Secretaría de Derechos Humanos, creada por él, hubo otro escándalo por la falsificación de firmas de cheques entre la diputada Gabriela Cerruti y Estela Carlotto. El hijo de ésta era entonces Secretario de Derechos Humanos bonaerense y el episodio fue extensamente relatado por Horacio Verbitsky en Página 12. Pero tampoco se investigó nada y el asunto quedó en el olvido.

Todos estos escándalos evidencian también que hay una manejo desaprensivo con fondos públicos y también con indemnizaciones a familiares de desaparecidos. Estas conductas delictuales están amparadas por el gobierno nacional y la justicia federal se niega a investigarlas. Esta falta de investigación no sería gratis. Habría para no pocos jueces patentes de corso para tramitar arbitrariamente los casos que les interesen. Todo esto dejando a salvo de cualquier investigación o procesamiento a funcionarios públicos. O a beneficiarios del negocio de los derechos humanos.

Referencias

  1. «El crimen de los Schoklender» - Clarín, 27 de marzo de 1998.
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 «"Hijo adoptivo" de Madres de Plaza de Mayo preso por desvío de fondos» - BBC, 16 de mayo de 2012.

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Enlaces externos