Tiburcio Gómez

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El último de los 33

Tiburcio Gómez había nacido en San Fernando, provincia de Buenos Aires, en el año 1805. Fue nada menos que uno de los Treinta y Tres Orientales, que es el nombre con el que históricamente se conoce a los hombres liderados por Juan A. Lavalleja que, el 19 de abril de 1825 desembarcaron en La Agraciada para recuperar la independencia de la Provincia Oriental.

La verdad histórica, aún controvertida, es que no eran treinta y tres, sino que su número podría llegar a más de dos centenares si se tiene en cuenta los que participaron desde la capital argentina brindando apoyo logístico y los que aguardaron en los montes cercanos a la Agraciada con caballos y demás pertrechos necesarios para iniciar la campaña libertadora, en busca de liberar a la Provincia del poder del imperio del Brasil.

Tampoco todos eran orientales. Había, además de Tiburcio Gómez, argentinos de otras provincias así como paraguayos, españoles y de otras nacionalidades europeas y americanas, unidos contra el avance de las tropas brasileñas que terminaron por desplazar a las fuerzas fieles a la corona portuguesa en la dominación de la cuenca del Río de la Plata.

A poco del desembarco de la Agraciada, Gómez fue destinado al Regimiento de Dragones Libertadores, siendo actor en la batalla de Sarandí el 12 de Octubre de 1825, y cuando el 19 de julio de 1826 se formó el Regimiento Nº 9 de Caballería sobre la base de dos escuadrones de la primera unidad, Gómez continuó sus servicios en la nueva, bajo las órdenes de Manuel Oribe, hasta caer prisionero de los Imperiales durante el sitio de Montevideo, cuando ostentaba jinetas de sargento 1º. Devuelto a la libertad al ajustarse la Convención de Paz de 1828, gestionó y obtuvo el premio que acordaba la ley de 14 de julio a los bizarros cruzados del 19 de abril.

Pasó luego a vivir a su país de origen, siendo dado de baja del ejército y no volviendo más a Uruguay hasta 1862. En ese tiempo se presentó solicitando de la autoridad militar nuevos recaudos que atestiguasen su calidad de integrante de los Treinta y Tres, por habérsele extraviado los expedidos tantos años antes. Para las probanzas del caso le sirvieron de testigos los antiguos compañeros Tenientes Coroneles Atanasio Sierra y Ramón Ortiz y los alféreces Carmelo Colmán y Juan Acosta. Acreditadas la identidad y los servicios, se le otorgó la cédula que pedía con fecha 26 de setiembre de 1862 en su clase de sargento primero.

El itinerario de vida de Tiburcio Gómez es difícil de rehacer, tratándose de un hombre carente de carrera militar y de una existencia desarrollada dentro de modestísima esfera social, sin que por su lado, a lo que parece, acostumbrase a poner por delante su calidad histórica.

Héroe olvidado

Murió de 87 años, en Montevideo el 14 de agosto de 1892. Fue de los 33 el último en morir, como había sido Pantaleón Artigas el primero.

"En el acto de su humilde entierro, (relato de Melián Lafinur), no cupo el honor de pronunciar algunas palabras para darle la eterna despedida ante la escasa concurrencia que acompañó a pie sus restos al cementerio, desde una pobre y miserable casa de la calle Yerbal". Hállase en "La Razón" del 16 de agosto de 1892, una relación de la fúnebre ceremonia hecha por Carlos M. Ramírez, que ante la indiferencia del gobierno y del pueblo "por la postrera reliquia de la epopeya nacional", concluye su articulo de recriminación y de amargura con estas flageladoras palabras: "El patriotismo ha muerto. Arriba los mandones y abajo los esclavos. Los mercaderes en todas partes."

Su único retrato

Dice el Dr. José Maria Fernández Saldaña en su Diccionario Uruguayo de Biografías: "No existe imagen gráfica original del veterano servidor. Los amigos, como el Dr. Luis Melián Lafinur, que miraron por los últimos años de su vejez pobre, en el rincón de la calle Yerbal, donde vivía, no tuvieron la precaución de llamar a un fotógrafo para que le sacara el retrato".

Pero el retrato existía sin embargo. Algún otro amigo, conocido y protector del cruzado del año 25, había tenido la previsión de fotografiarlo, con la ventaja de que ese retrato, hecho, según cálculos razonables por el año setenta y tantos, lo tomara casi inválido y anciano, desde luego, pero sin tocar aún el limite de una vejez extrema.

La tarjeta fotográfica donde Gómez está de pie, apoyado en una muleta y en un bastón, lleva en la parte inferior las indicaciones; Soumastre - Fotógrafo – 152 - San José – 152 - Mercedes, y de su autenticidad absoluta certifica la leyenda, grabada en el propio negativo: "Héroe de los 33 - Sargento 1º Tiburcio Gómez".

El sargento Gómez viste una humilde indumentaria criolla de época, donde el chiripá es la pieza más característica. Camisa y calzoncillo blancos, chaleco, cinto de cuero (de los llamados de bolsillos) y amplio sombrero con barbijo. De la muñeca izquierda cuelga un rebenque, lo que lleva a pensar que fue a caballo como llegó a lo de Soumastre para hacerse retratar, a despecho de lo que pudieran fallarle las piernas. De fisonomía abierta y casi sonriente, tiene la cara llena de carnes y sin pronunciadas arrugas, y el pelo largo aparece todavía gris, aunque el bigote y la barba sean blancos.

Aceptando una fecha hipotética de fines de la década 70 del siglo pasado, Gómez, cuando lo fotografiaron, regularía 72 o 73 años.

Fuentes

  • División Prensa y Relaciones Públicas – Rivera – Uruguay.
  • Fernández Saldaña, J. M. – Diario El País – Montevideo (Uruguay).
  • Melián Lafinur, Luis – Los Treinta y Tres.
  • Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.

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