Yule

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Tronco de Yule decorativo y tres velas con los colores simbólicos de la celebración: verde (Bosques), blanco (Nieve) y rojo (Sangre).

Yule (Júl en nórdico antiguo, Jõulud en estonio y Joulu en finés) o también llamada Yuletide ("Tiempo de Yule") es la festividad germánica del solsticio de invierno. Las fiestas de Yule tienen su origen en la Escandinavia precristiana. Constituía sobre todo una fiesta de la familia y estaba dedicada a la fertilidad, a la familia, a los ancestros. También se recordaba a los amigos ausentes, y la mesa donde se celebraba la fiesta se preparaba con esplendor y magnificencia, ante la tumba de los parientes fallecidos y se acostumbraba la hospitalidad hacia los forasteros.

Términos con un equivalente etimológico a Yule se usan en los países nórdicos en referencia a la Navidad con sus ritos religiosos, pero también para las fiestas de esta temporada. Hoy en día Yule también se utiliza en menor medida en el mundo de habla inglesa como sinónimo de Navidad. Muchas costumbres y elementos actuales de la Navidad actual, especialmente la anglosajona, tales como el beso debajo del muérdago, el tronco de Yule, la cabra de Yule, el jabalí de Yule, el canto de Yule, y otros provienen de las culturas paganas europeas.

Está relacionada con la Cacería Salvaje, el dios Odín, y la Mōdraniht anglosajona.

Características

La SS resucitó antiguos símbolos paganos. Aquí, el célebre candelabro de Jul o Yule, que era ofrecido a cada nueva pareja SS durante el solsticio de invierno.

En esta celebración los pueblos germánicos acostumbraban quemar grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses. Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del Sol naciente, la lluvia y la fertilidad.

También adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil, el Árbol del Universo en cuya copa se encontraba Asgard y el Valhalla, y en sus raíces estaba el Helheim, el inframundo nórdico. El cristianismo adoptó esta costumbre cuando llegó al norte de Europa hasta extenderse ampliamente durante el siglo XIX para dar lugar al árbol de Navidad que hoy conocemos. Sin embargo, la propia Biblia (Jeremías 10:1-25) prohíbe adornar los árboles del bosque como lo hacen los paganos.

Simbología astrológica

La celebración de los ciclos solares son comunes en todos los pueblos indoeuropeos, teniendo al solsticio de invierno como una celebración de la victoria de la Luz sobre la Oscuridad.

En el hemisferio norte, durante el tiempo que transcurre desde el solsticio de verano (aproximadamente 21 de junio) hasta el solsticio de invierno (aproximadamente 21 de diciembre), los días se hacen más cortos y más fríos. Desde el hemisferio norte, el Sol, que es considerado fuente de vida, aparenta moverse cada día hacia el sur y la luz solar disminuye y se debilita. Así, el acortamiento de los días y la expiración de la vegetación al acercarse el invierno, simbolizaba para nuestros ancestros del norte, el proceso de la muerte: la muerte del dios Sol, misma que ocurre definitivamente en el solsticio de invierno. Para los antiguos, obtener una buena cosecha antes del invierno era un asunto de vida o muerte ya que si los cultivos fallaban, la gente moría de hambre.

A partir de este día, el Sol parece estacionarse: el Sol se detiene ("Sol estático", solstitium, 'solsticio'.) y deja de desplazarse hacia el sur quedándose en su punto más bajo durante tres días, que corresponden aproximada y generalmente al 22, 23 y 24 de diciembre. Pasados los tres días con las noches más largas del año y en su máximo de oscuridad, el 25 de diciembre, el Sol cambia repentinamente su trayectoria y se mueve hacia el norte: y parece que "resurge" o "resucita", lo que anuncia el comienzo de días más largos y más cálidos que precederán a la primavera, aumentando la luz nuevamente hasta el verano. El máximo de oscuridad del solsticio de invierno simboliza el preámbulo de la esperanza en días mejores.

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