Carlo Maria Viganò

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Carlo Maria Viganò.
Carlo Maria Viganò (16 de enero de 1941, Varese, Italia) es un sacerdote católico italiano. Fue parte del cuerpo diplomático del Vaticano y funcionario de la Curia Romana. A partir de 2009 conduce una cruzada contra aquellos prelados que se han apoderado de la Iglesia Católica practicando la corrupción, el homosexualismo y la herejía.

Trayectoria eclesiástica

Viganò nació en el seno de una familia adinerada de Varese. Al igual que su hermano Lorenzo Viganò, se formó como sacerdote en el Seminario de Pavía, recibiendo las órdenes presbiterales el 24 de marzo de 1968.

Durante esos años fue un activo opositor al proyecto para sancionar una ley que permitiese el divorcio en Italia, cosa que finalmente se materializó en 1970.

En 1973, tras haber obtenido un Doctorado en Derecho Canónico y otro en Derecho Civil, ingresó al cuerpo diplomático de la Santa Sede. Desarrolló una larga carrera en el área, cumpliendo misiones diplomáticas en diversos países y colaborando con la oficina de relaciones internacionales de la Secretaría de Estado del Vaticano.

En 1989 fue designado como enviado especial del Vaticano al Consejo de Europa, y en 1992 el Papa lo nombró Nuncio Apostólico en Nigeria (para ello Viganò tuvo que ser previamente consagrado Arzobispo de Ulpiana).

Después de seis años en tierras africanas, el prelado retornó a Europa para ocupar puestos de suma importancia en la estructura de la Curia Romana.

Cruzado contra la corrupción vaticana

En 2009 ascendió a presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el máximo órgano de administración de los asuntos internos de la Santa Sede. En ese puesto decidió revisar la cuestión presupuestaria de la ciudad-estado, lo que en tan solo un año hizo posible pasar de padecer un déficit de 10 millones de dólares a experimentar un superávit de 44 millones de dólares.

Claramente el gasto excesivo estaba relacionado de modo directo a los esquemas de corrupción establecidos en el interior de la Curia Romana, por lo que las acciones de Monseñor Viganò sirvieron para desarticular a esa red. A causa de ello comenzó a ser difamado por quienes se vieron perjudicados por su cruzada anticorrupción.

A comienzos de 2012 la prensa italiana dio a conocer una serie de documentos filtrados de los archivos vaticanos en los que se abordaba el tema del uso del dinero por parte de los prelados. En los textos de Monseñor Viganò se denunciaba el manejo cuestionable de las finanzas de la Santa Sede y se sugería reformar el sistema bancario de la Iglesia Católica para hacer un control más eficiente del dinero que manejan los sacerdotes de mayor jerarquía. Además el Arzobispo le solicitaba al Papa Benedicto XVI que lo protegiese ante quienes querían desplazarlo de su cargo para que no siguiese investigando.

Rápidamente la Curia Romana comunicó que lo que expresaba Monseñor Viganò en las cartas filtradas no estaba debidamente sustentado con evidencias, sino que eran meras observaciones personales realizadas en el marco de una disputa interna de poder. Es decir se dio a entender que el prelado quería ganarse el favor del Papa para apartar a sus adversarios y pasar a dominar junto a sus aliados conservadores al gobierno vaticano.

Escándalo McCarrick

Un par de meses antes de que la prensa difundiera los documentos filtrados del Vaticano, la Curia Romana ya había tomado la decisión de enviar a Monseñor Viganò a los EEUU para que oficiara allí como Nuncio Apostólico. Pese a que en privado el prelado manifestó estar en desacuerdo en dejar su puesto en el Vaticano, en público se mostró muy satisfecho con asumir su misión diplomática en tierras norteamericanas.

El principal asunto con el que Monseñor Viganò tuvo que lidiar como Nuncio Apostólico en los EEUU fue con la ofensiva judicial impulsada por las víctimas de abuso sexual a manos de sacerdotes aberrosexuales que practicaban la pedofilia, la pederastia y otras formas de homosexualidad. El prelado se mostró a favor de castigar a quien mereciera castigo, acabando de ese modo con la cultura del encubrimiento.

Durante la visita del Papa Francisco a los EEUU en 2015 se produjo una pequeña controversia que fue magnificada por la prensa anticristiana y progresista: Monseñor Viganò gestionó un encuentro entre el Obispo de Roma y la laica Kim Davis, una mujer que cobró fama en su país por negarse a tramitar licencias de matrimonio para parejas de homosexuales, apelando al uso de la objeción de conciencia como empleada de un registro civil de Kentucky. Los hombres cercanos al Papa interpretaron al episodio como una maniobra antihomosexualista montada por el Nuncio Apostólico, la cual incomodó su estrategia de convertir a la Iglesia Católica en una más de las fuerzas de subversión globalista, por lo que se aceleró su caída.

Así, en enero de 2016, Monseñor Viganò fue obligado a presentar su renuncia a su cargo con la excusa de que había cumplido 75 años.

Dos años y medio más tarde, el prelado reapareció en la escena pública por intermedio de una carta que se dio a conocer a través de La Verità, el National Catholic Register y la InfoVaticana, en la que comentaba el caso del Cardenal Theodore McCarrick. Este sacerdote useño -que para la fecha estaba siendo linchado por los medios masivos de comunicación debido a que se habían develado públicamente sus desviaciones sexuales- venía siendo denunciado desde hacía más de dos décadas por su comportamiento inapropiado. Sólo Benedicto XVI intentó sancionarlo, pero, tras su renuncia, el cardenal de sexualidad invertida terminó siendo liberado de toda pena y promovido a consejero del Sumo Pontífice con la autorización de Francisco.

Monseñor Viganò señaló en esa misiva que no sólo McCarrick debía renunciar a su dignidad cardenalicia, sino que además el propio Papa debía ceder su trono por haber encubierto a un depravado. También mencionó a varios miembros de la Curia Romana de los cuales estaba seguro de que conocían perfectamente los crímenes y pecados que McCarrick había cometido, y aún así permitieron la rehabilitación del pervertido. Obviamente a ellos también los exhortó a dimitir.

La prensa progresista y anticristiana nuevamente tomó el lado de los corruptos, señalando que lo que hacía Monseñor Viganò era sobreactuar la indignación como venganza por su desplazamiento de los puestos de mando del Vaticano. Para desacreditarlo recordaron que bajo el reinado de Benedicto XVI el Cardenal McCarrick se movió con bastante libertad de manera pública, lo que hacía sospechar de que hubiese sido sancionado por el Papa. Sin embargo los periodistas ignoraron deliberadamente el hecho de que Benedicto XVI no formalizó el castigo contra el prelado abusador, sino que solamente le exigió de manera severa que cultivase un perfil bajo y se mantuviese alejado de la tentación de sodomizar y ser sodomizado.

De cualquier manera el impacto que generó el duro mensaje del prelado obligó al Papa en 2019 a establecer un mecanismo que no permitiera las conspiraciones de silencio a la hora de lidiar con los casos de sacerdotes homosexuales incontinentes.

Denunciador de la avanzada del Nuevo Orden Mundial

Durante la pandemia declarada a principios de 2020 ante la aparición del virus chino, Monseñor Viganò -en actitud parrésica- denunció que las medidas para combatir el avance de la enfermedad establecían restricciones desproporcionadas e injustificables a la libertad de expresión, la libertad de culto y la libertad de desplazamiento. El prelado agregó que esa forma sutil de dictadura, implementada con la excusa de proteger a la gente de un virus de bajísima letalidad, no era más que una acción de ingeniería social orientada a la imposición de un gobierno mundial.

El prelado le envió una carta a Donald Trump en junio de 2020 en la que interpretaba la situación global desde la óptica bíblica. Allí destacaba que el movimiento supremacista negro Black Lives Matter era un grupo de choque de la oligarquía masónica que, como esbirros de la Sinagoga de Satanás, busca imponer el Nuevo Orden Mundial. Por ende le pedía al entonces presidente de los EEUU que no claudicara ante el poder del Estado profundo y que ayudara al pueblo useño a exponer a los pervertidos y depravados que mueven los hilos del mundo desde las sombras.

En una segunda carta dirigida hacia Trump y fechada en octubre de 2020, Monseñor Vigano advierte que el Gran Reinicio impulsado por el Foro Económico Mundial es claramente un intento por someter a la población mundial a un nuevo esquema socioeconómico en donde la propiedad privada sea abolida y se obligue a la humanidad a avanzar hacia una fusión de su componente biológico con las nuevas tecnologías del control y de la vigilancia.

Algunos comentaristas sugieren que la insistencia de Viganò para que el gobierno de los EEUU enfrente al globalismo se debe a que interpreta que el katejón no es actualmente la Iglesia Católica, corrompida por el Concilio Vaticano II, sino el país norteamericano que hegemoniza a Occidente. Ello se debería a que, mientras la Santa Sede promueve errores como el diálogo interreligioso que conducen inevitablemente hacia el relativismo, el pueblo useño defiende celosamente la fe, movilizándose para que los valores cristianos sean consolidados.

Una nueva carta publicada por el prelado en abril de 2021 señala que el complejo farmacéutico-industrial y los medios masivos de comunicación promovieron una psicosis colectiva internacional que impulsó a millones de personas a asumir un riesgo innecesario ante una enfermedad de poca gravedad como el covid, muchos de los cuales sufrieron daños graves en su salud y otros hasta encontraron la muerte de manera prematura. Esa acción, según Vigano, no fue una casualidad, sino parte de un intento de golpe global maquinado por poderes transnacionales. El objetivo sería usar el miedo y la falsa promesa de salvación para crear una dócil mentalidad de rebaño que controle en las personas a la actitud natural de rechazar al poder autoritario o tiránico que busca imponerse sobre ellas.

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