Los voluntarios españoles

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Voluntarios españoles

"No me marcho por las chicas, que las chicas guapas son. Me marcho porque me llama, la Falange de la JONS"

España en armas

Un calor tórrido impera en España cuando el anuncio del ataque alemán contra la Unión Soviética irrumpe. Adolf Hitler ha desenvainado la espada el 22 de junio de 1941, como lo hizo Francisco Franco el 18 de julio de 1936 y por las mismas razones que él. Se trata de nuevo de una guerra civil pero, esta vez, a escala continental. Se suceden los gritos de entusiasmo. Es la fracción más politizada y más idealista que lo exhala. Es el de la Falange Española, el del SEU, sostenido por un grito de otra naturaleza, el de los campesinas, de los obreros, de las clases medias que pagaron el precio de la sangre durante la guerra civil. No se olvidan ciertamente el crimen de los comunistas, de la Federación Anarquista Ibérica, de los presos por delitos comunes imprudentemente liberados en agosto de 1936. Pero de lo que el pueblo español pudo olvidar menos, es que Rusia enviara a sus jefes militares para organizar a las tropas republicanas, así como aviones, tanques, cañones pagados al contado y en oro. Aun no se arreglaron todas las cuentas con Rusia y si los españoles supieran como trató ya Moscú a sus emigrantes, a sus marinos, aviadores y soldados y a sus niños deportados en 1936, el odio hacia los comunistas sería inextinguible.

Fervor patriótico

Una exaltación guerrera y abrasadora subleva a casi toda España. La marea de banderas crece en las avenidas de las ciudades. Carteles redactados y pintados en una noche son pegados en salas, columnas, monumentos históricos: "Devolveremos a los rusos la visita que nos hicieron en 1936", "La Falange combatirá al comunismo en su centro", "La IX cruzada predicada por Hitler acaba de empezar". El viejo grito del siglo XI retumba de nuevo: "Dios lo quiere". Desde el 24 de junio toda España sabe que Franco autoriza la creación de un cuerpo expedicionario para batirse contra los soviéticos sin declararles la guerra. En dos semanas, doscientos mil hombres se presentan.

Militantes de la Falange

Aquellos que asaltaron primero las oficinas de reclutamiento, pues fueron literalmente asaltadas, fueron los militantes de la Falange. Ellos llevan una camisa azul y daran a la División el color de un bello cielo de verano. Con camisas azules y boinas rojas, la explanada de la ciudad universitaria de Madrid se convierte en un campo en el que las miosotas y las amapolas se mezclan. Estandartes, gritos, cánticos, orquestas vertiendo heroísmo en el corazón de los ciudadanos. Madrid se agita. Sevilla canta. Burgos igualmente. Este frenesí que está enraizándose no en la burguesía española sino en las masas populares, parece volar desde los picos de Europa hasta Sierra Nevada.

Muñoz Grandes

En Sevilla, bajo la dirección del Capitán General Agustín Muñoz Grandes, Gobernador de la 22a. región, designado por Francisco Franco para mandar la División Azul, estaba ya el Regimiento Rodrigo y su primer batallón se embarca el 14 de julio, al mismo tiempo que el segundo del regimiento Vierna, reclutado en Cataluña. Demasiada gente en Cataluña, en Valencia, en Málaga, Santander. El Ministro del Ejército ordena a los médicos de los servicios sanitarios que practiquen una despiadada selección eliminando a todo candidato portador de una afección, por benigna que fuera. La lucha por obtener el permiso para partir con la IX cruzada se hace cada vez más dura.

Los más impacientes estiman que si la venganza es un plato que se come frío, ya esperaron bastante....

Por Carlos Cuña

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