Pedro Sánchez

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Pedro Sánchez

Pedro Sánchez Pérez-Castejón (Madrid, 29 de febrero de 1972) es un político y economista español, actual Presidente de España desde 2008 y secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Presidente ilegítimo

En junio 2018, se convirtió en presidente del Gobierno de España como resultado de una moción de censura contra Mariano Rajoy apoyada por elementos reaccionarios de la izquierda radical como Podemos, así como grupos separatistas y oportunistas políticos.

En abril de 2019, es confirmado en el cargo tras una elecciones generales donde mintió a sus votantes, prometiendo no pactar con radicales comunistas y separatistas.

Marxista cultural y demagogo

El gran impostor es un libro del periodista español Carlos Cuesta que explica por qué todo es falso con respecto a Pedro Sanchez, desde su tesis doctoral hasta su imagen como demócrata.

Pedro Sanchez apoya y promueve abiertamente la inmigración no blanca en España.[1][2] A falta de un programa político consistente, ha reutilizado radicalizadas las viejas consignas del revanchismo guerracivilista de José Luis Rodríguez Zapatero sobre la mal llamada "Memoria Histórica", promoviendo entre sus medidas estrella la profanación de la tumba del General Francisco Franco del Valle de los Caídos.

Al poco tiempo de su llegada al poder, Sánchez tuvo una reunión secreta con George Soros.[3]

Plagios, usurpación de identidad e irregularidades en su tesis doctoral

En 2018, el periodista de investigación Javier Chicote del diario ABC, reveló que Sánchez había cometido usurpación de identidad y plagio en su tesis doctoral[4]. Según su artículo, el presidente del gobierno copió a otros autores, incluyendo informes del gobierno de Zapatero y volcó en la tesis artículos suyos ya publicados.

El escándalo consiguiente no se hizo esperar, justificando que la oposición exigiera su dimisión.

Amnistía inconstitucional y condonación de deuda para lograr su reelección

Tras las elecciones generales de 2023, Sanchez necesitaba más apoyos aparte de Sumar, por lo que a fin de lograr su reelección ofreció a una serie de partidos separatistas la amnistía que borrará sus delitos de sedición y malversación de fondos. El pacto también incluyó la condonación de 15.000 millones de euros a Cataluña y el compromiso de celebrar un referéndum de independencia.

Así consiguió los votos de ERC, EH Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria y sobre todo los de Junts per Catalunya[5] con quienes, por orden de Sanchez, Yolanda Díaz negoció con el fugado de la justicia Carles Puigdemont en Bélgica.

Los socialistas ofrecen dos pactos más. Que Cataluña pueda recaudar el 100% de los impuestos generados en su territorio y que País Vasco administre sus fondos de pensiones.

Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura, destaca:

Otro punto del acuerdo es la cesión de competencias al gobierno catalán, a quien le acaban entregar la competencia de los ferrocarriles de cercanías. Lo otro que está en el aire es el tema del reconocimiento de la nación catalana y el referéndum, porque Cataluña está reconocida como nacionalidad, no como nación[6].

Estas cesiones a costa de España y por mero interés personal, provocaron numerosas protestas ciudadanas en todo el país[7]. Durante la campaña electoral, PSOE y el propio Sanchez habían asegurado muchas veces que la amnistía era inconstitucional[8] y que Sanchez era el único que podría traer de vuelta al fugado Puigdemont para que ingrese en prisión.

En la sesión de investidura Sanchez fue increpado por no seguir las instrucciones dictadas por los separatistas para el discurso presidencial, donde debía incluir ciertos detalles sobre lo pactado. Por ello tuvo que cambiar su discurso. Después el diputado Gabriel Rufián le amenazó durante su intervención, advirtiéndole que ellos pueden dejar caer su gobierno cuando les venga en gana.

Nosotros hoy, aquí, tenemos capacidad para obligarle. Para obligarle a acabar con la represión hoy y para obligarle quizás a que se vote en un referéndum mañana. (...) Señor Sanchez, una última cosa. Mire este hemiciclo. ¡Mírelo, por favor! ¿Ve aquí alguna alternativa a nosotros? ¿Ve aquí a Albert Rivera? ¿Ve aquí a Inés Arrimadas? ¿Los ve? ¿No, verdad? No se la juegue. ¡No se la juegue![9]

Artículo de opinión

Manifestación del 8 de septiembre de 2018, convocada por Movimiento por España: una pancarta alusiva al presidente ilegítimo Pedro Sánchez y sus planes de profanar la tumba del General Francisco Franco.

El presidente “okupa”, por María Jesús Pérez.[10]

Pedro Sánchez es, desde el pasado 2 de junio, el presidente «okupa» del Gobierno español. Con la publicación en el BOE de su nombramiento ese día y tras ganar la moción de censura la jornada previa, desocupó literalmente a Mariano Rajoy de todas sus funciones y, digamos, de sus posesiones. Sánchez vive desde entonces ocupando el cargo de su antecesor, ocupando su casa en La Moncloa y ocupándose de la gestión de un presupuesto que ha hecho suyo aunque quiera destrozarlo a decretazo limpio y/o con ocurrencias varias que no prosperarán por falta de los apoyos necesarios.

A diferencia de lo que ocurre después de unas elecciones por la vía natural y lógica, la llegada del «okupa» presidencial no modificó inicialmente la composición pero sí el reparto de los escaños en el hemiciclo, con un cambio radical en la bancada azul. Hasta ese fatídico viernes en el que se auguraba un nuevo inquilino en Moncloa, Rajoy se sentaba a la derecha de la Presidencia en el Congreso, en el lugar ocupado otrora por los presidentes de Ejecutivos de centro-derecha como Suárez, Calvo-Sotelo o Aznar. Desde el martes en el que se celebró el primer pleno de la Cámara tras la toma de posesión del nuevo Gobierno, Sánchez se sienta justo en el otro extremo, a la izquierda de Presidencia. Su sorpresiva, y sorprendente, ocupación obligó a los operarios de mantenimiento del Congreso a acondicionar el espacio azul de los catorce asientos que tenía el Gobierno Rajoy –13 ministros más el presidente– a los 18 escaños, el de Sánchez y sus 17 ministros. ¡A lo grande!

Desde ese mismo día, además, se ocupó de la gestión de unas cuentas que despreció hasta la saciedad en su calidad de «opositor» (¿que parte del «no es no» a sus presupuestos no entiende, Sr. Rajoy?) hasta el punto de hacerlas suyas. Eso sí, intentando convencer a los ciudadanos de que con sus retoques volveríamos a disfrutar del famoso Estado del Bienestar español. ¡Pamplinas! La solución para recaudar más y cubrir su política «okupa» del gasto –regateando a Bruselas–, no es subir impuestos o inventarlos, porque sí o sí penaliza a familias y empresas, a pesar de venderlo como castigo «solo» al rico. De acuerdo con el nuevo gurú económico del PP, Daniel Lacalle, la lógica incluye bajar el IRPF, simplificar tramos, bajar sociedades y atraer empresas tecnológicas diseñando una fiscalidad atractiva, apoyando a autónomos, pymes, familias y creadores de empleo. ¡Eso sí sería preocuparse y ocuparse de las cuentas de todos los españoles!

Algo que debería reflexionar desde su nuevo retiro vacacional. Al más puro estilo felipista, pero sin el «okupa» como «alias». En el Palacio de Marismillas, en Doñana. Con una diferencia sustancial: a Felipe González le avalaban, en 1982, sus 202 diputados, frente a unos pobres 82 diputados que ostenta Sánchez, el «okupa».
María Jesús Pérez.

Referencias

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