Cancionero federal

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La expresión del pueblo

El nombre de cancionero no es una mera imagen. Canciones, es decir, letras para cantar generalmente con guitarra, o bien romances para ser recitados con fondo musical, son la mayoría de las composiciones que aquí se recogen.

Traídos de España por los conquistadores –entre los siglos XV y XVII-, llegan a América numerosos cantares populares que arraigan fuertemente en esta tierra. Y si bien la procedencia hispánica dicta ciertas formas –como caso quizás principal, el romance español monorrimo se transforma al cambiar de rima en cada cuarteta-; inclusive las lenguas indígenas se expresan como los modos nuevos que impone la expresión popular (en nuestro territorio se han recogido varios ejemplos de coplas en lengua quichua); la música indígena y sus instrumentos enriquecen el acompañamiento de bailes, juegos y cantos.

Se ha producido una doble trasculturación, que en la síntesis dialéctica habrá de llamarse criolla para el conjunto de América, y que será –en nuestro caso- argentina como logro del complejo proceso de formación de nuestra nacionalidad. En el sistema de explotación que España armó en América, las comunidades irán fijando sus reivindicaciones, y los pueblos organizarán su lucha de liberación política. La sociedad rioplatense en la época el Virreinato –que incluía las intendencias de Buenos Aires, Córdoba, Salta, Cochabamba, Charcas, Potosí, La Paz y Paraguay (Cuyo pertenecía, desde 1684, al Río de la Plata)- presenta características de gran afianzamiento. El territorio incluye las minas del Alto Perú –fundamentales por la importancia de la plata-, y ricas zonas productoras. La misma creación del Virreinato había significado un triunfo total sobre el dominio político y comercial de Lima, y la nueva sociedad afirmaba unidad geográfica y comunitaria. El puerto de Buenos Aires constituía la comunicación directa con España y el resto de Europa, así como con otras zonas de América.

Inglaterra, perdidas sus colonias del norte y aislada de Europa por Napoleón, se lanza a una política de dominio que pretende incluir al Río de la Plata, el lugar menos defendido de todo el sistema colonial. Los ingleses toman Buenos Aires en 1806, a pesar de la cerrada resistencia del pueblo. Todos los cabildos de Virreinato apoyan la reconquista, que se efectúa con éxito. A pesar del reiterado ataque británico, el pueblo triunfa sobre los invasores.

La comunidad rioplatense, afirmada como tal, avanzará en la proclamación de su gobierno propio y luchará por la independencia, para la cual también enviará sus ejércitos a Chile y Perú.

Pero lo que las armas inglesas no lograron, se buscará por otros medios: la dominación económica, y la utilización de las elites colonizadas como intermediarias de la política británica. La presidencia de Rivadavia, en 1826 –con la formación de un "ejército presidencial" contra las autonomías provinciales y la libre disposición de sus recursos naturales, que se pretendían enajenar a Inglaterra- constituye uno de los pasos principales.

Y los pueblos lucharán junto con sus caudillos, por la defensa de la patria. Así, enfrentarán la pretensión colonizadora que cobra diversas formas, y que en 1838 se concreta en el bloqueo francés al Río de la Plata y, en 1845, con la intervención anglofrancesa contra la Confederación Argentina pretendiendo dominar nuestros ríos.

Quiroga y Rosas primero, Peñaloza más tarde enfrentando la política de Mitre y Sarmiento, son los jefes del pueblo. Sarmiento le escribe a Mitre aquella famosa carta del 20 de setiembre de 1861: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de humano… Realizado su plan de triunfar con sus propios recursos, vuelva al plan mío de poner en actividad las provincias, pobres satélites que esperan saber quién ha triunfado para aplaudir". De Mitre, recordemos estas terminantes afirmaciones en carta a Marcos Paz: "Mejor que entenderse con el animal de Peñaloza, es voltearlo" . Contra el liberalismo y la dominación británica a través de Mitre y Sarmiento, que se proponen destruir las provincias, peleará también Felipe Varela. Y contra Urquiza y Sarmiento lo hará, finalmente, López Jordán.

Funciones del cancionero político

Así como tenemos constancia de versos insurreccionales de la época de Tupac Amaru, sabemos que nuestro pueblo opinaba políticamente con su canto al menos desde la primera invasión inglesa. La expresión de los cantares narrativos, amorosos, picarescos, sirve ahora para otros anhelos del pueblo. Al crear nuevas letras, el cantar tradicional se transforma totalmente. El pueblo informa, exhorta, afirma, denigra al enemigo. Algún cantor especializado –es decir, payador por su rol social, y hasta por oficio- o bien un simple campesino que se expresa normalmente por el canto, inventa una letra, que habrá de rodar con mayor o menor fortuna de popularidad e inserción en la memoria comunitaria. Algunos, exitosos, durarán varios años. Otros varias generaciones.

El nuevo canto se adaptará, es lógico en una sociedad campesina aferrada a sus modos tradicionales, a ciertas pautas ya configuradas. Pero su eje, su letra, su afirmación, su palabra son nuevos.

Lo que era tan hispánico se vuelve antibritánico, pero también es burla a ese virrey cobarde que huye de Buenos Aires en 1806. Y se anticipa la total afirmación liberadora: Al primer cañonazo / de los valientes, / huyó Sobremonte / con todos sus parientes. / Gobernará Cisnero / cuando le salga / pelo a este cuero.

Vemos aquí un aspecto central de los llamados cantares históricos. Ha sido destacada su función periodística, informativa de los hechos, y doctrinaria, formadora de opinión. Funciones que sin duda cumplieron. Eran gacetillas que daban noticia sobre hechos recientes de importancia, ocurridos muchas veces en lugares muy lejanos; la copla iba pasando de boca en boca, y los versos cubrían el territorio patrio. Conservados en la memoria, se volvían manual de historia, referencia al pasado que servía en el presente de lucha como afirmación autoidentificatoria.

Cuando un pueblo lucha, dice Fanon, su arte tradicional entra en proceso de modificación. Los moldes heredados comienzan a variar, otro espíritu los anima, cambia la función del arte, que se suma así como elemento para incitar a la lucha. Antes que periodismo o historia, considerémoslo elementos revolucionarios. Expresión revolucionaria del pueblo, ya que la "doctrina" se la reservamos a los intelectuales de la ciudad (y en aquél año de 1806 la inmensa mayoría era población rural). Distinción ésta bien clara en el caso del cancionero federal, cuando los intelectuales formaron, en su proporción más importante, en el bando unitario, aliado de Inglaterra y Francia que atacaban al país con sus escuadras. Entonces el pueblo creó sus cantos, que fueron su doctrina pero algo más importante. No teorías, no justificaciones, sino elementos cotidianos de afirmación y coincidencia formalmente expresada día a día. Porque el canto no es para la soledad, como la lectura de los libros. Es hecho comunitario y grupal. De donde los cantos históricos o, para ser más estrictos, los cantos políticos fueron también sistema para volcar la opinión de las masas argentinas.

Pueblo e intelectuales

A los cantos generados en el pueblo, debemos sumar las composiciones que –siguiendo los modos populares- se publicaban, generalmente anónimos, en folletos o periódicos. Para el estudio del período de Rosas son muy importantes, y no olvidemos que la literatura gauchesca se origina justamente en este mecanismo. Los expertos en folklore tienden a desechar este valioso material, puesto que delimitan su objeto de estudio en las composiciones anónimas y trasmitidas oralmente. Pero nuestro objeto es la cultura argentina en su conjunto, e incluimos en ella –en este caso- la literatura oral o escrita que comparte las mismas características.

Un elemento muy importante nos aparece aquí: la expresión popular se impone con tal fuerza que, para dirigirse a ese pueblo, aún en las ciudades, se torna imprescindible usar el género.

Augusto Raúl Cortazar ha estudiado esta ascensión de la expresión folklórica (que denomina proyección) al ámbito de los hombres letrados, así como el fenómeno de popularización –incluso con pérdida del nombre del autor- de muchas creaciones difundidas por la imprenta. Es un doble proceso, una ida y vuelta, que requiere como condición imprescindible que exista un mismo espíritu en ambos polos. O sea, que tanto el pueblo como el intelectual compartan los valores insertos en esa configuración expresiva, que es el canto popular. Es decir, que compartan una conciencia nacional (expresarse con los modos propios del país, y no sobre la base de modelos extranjeros para afirmar valores compartidos que implican una afirmación que supera lo regional); conciencia nacional que tiene como sostén lo popular: se elige al pueblo, y no a las elites, como destinatarias del mensaje. Y –en la medida en que el cauce del mensaje ha sido acuñado por el pueblo-, también este último es el origen del mensaje. El Martín Fierro es nuestro máximo ejemplo de concreción de esta síntesis.

En la utilización por intelectuales de esos modos populares ha habido, sin duda, intencionalidad de propaganda política. Así Bartolomé Hidalgo dirá en 1820: Eso que los reyes son / imagen del Ser divino / es (con perdón de la gente) / el más grande desatino. O el escritor anónimo que publica en "El Censor Argentino" del 28 de mayo de 1834: Viva la Unión Federal, / y la Argentina Nación, / a los que ha dado blasón / la gran Liga Litoral / Cielito, viva mi cielo, / insigne en obras grandiosas; / vivan, en bien de la Patria, / Quiroga, López y Rosas. Como habrá de tener intencionalidad política el gaucho Martín Fierro en 1872; Hernández cierra la primera parte de su Poema diciendo: Y aquí me despido yo, / que he relatao a mi modo, / males que conocen todos / pero que naides cantó.

Como ya se vio en la composición en que se aludía a Baltasar Hidalgo de Cisneros, la intencionalidad política venía ya de la expresión popular directa. Si afirmativa de un grado de conciencia nacional en el pueblo, es también propagandística en los intelectuales. Pero en ambos casos, el canto político suma otros elementos propios de su compleja naturaleza.

Toda la vida en el canto

La fuerza expresiva, la belleza de imágenes aparece constantemente como parte constitutiva del cancionero político. Ya desde la época de las invasiones inglesas con la copla: ¿Ves aquel bulto lejano / que se pierde atrás del monte? / Es la carroza del miedo / con el Virrey Sobremonte. O en esta tétrica cuarteta del romance sobre la muerte de Facundo, cuando el carruaje parte de Ojo de Agua: Y alzando nubes de tierra / se alejaron de estos puntos. / El polvo íbalos cubriendo / porque iban a ser difuntos… Cuando, anunciada la invasión de Felipe Varela y el regreso de Juan Sáa en 1867, en apoyo del gobierno mendocino tomado por Manuel Arias, y del de San Luis, donde la montonera antimitrista había impuesto a Felipe Sáa, la cuarteta canta: Dicen que Varela viene / levantando polvareda, / y don Juan viene detrás, / como flor en primavera. O en esta alegre afirmación: Ahora que se viene encima / la gloria y la primavera / gritemos los argentinos / ¡Viva el general Varela!.

En el canto político se expresa la vida total del pueblo. No hay solemnidades ni escamoteos. Así, poco después de 1810, alguien, cansado de esfuerzos se atreve a afirmar: Desde el grito de la patria, / sigue nuestro padecer, / los pueblos tranquilizados, / sin esperanzas de ver. La cuarteta contradictoriamente nos muestra, por un lado la conciencia clara del movimiento liberador que el pueblo le asigna a la Junta de gobierno ("grito de patria"), y que los mismos documentos oficiales no incluían; por otro, el cansancio de la lucha transmitido sin ocultamientos. Con la misma franqueza canta un riojano ardoroso en medio de la guerra: ¡Viva Dios, viva la Virgen! / ¡Viva la flor del nogal! / ¡Viva la mujer que tenga / tratos con un federal.

El pueblo personaliza muy directamente su afecto por sus caudillos, y así la evocación de La Tablada afirma en la vidalita: Desde que perdió Quiroga / esa acción de La Tablada, / vivo tan atribulada / que no encuentro diversión…, continuando con la misma temática. (Nótese asimismo, el femenino, indicador de que no sólo los varones guerreros cantaban su fe política).

La caracterización de los jefes a través del canto popular destaca en ellos las virtudes cristianas, al mismo tiempo que asocia su lucha con la afirmación religiosa, elemento cohesionador de fundamental importancia. Así, a Dorrego se lo muestra rogando por los soldados que lo fusilan. De Quiroga, cuyo mismo lema constituía una reafirmación religiosa, dice un cantar recogido en Salta: Ya marchó para Santiago / como lo cuenta un doctor, / tan sólo iba procurando / que tengamos religión. Afirmación esta última que es sinónimo de paz y unión, según podemos interpretar desde el cantar en el que Quiroga habla a los gobernadores de Salta, Tucumán y Santiago del Estero: Los he hecho bajar –les dice- / en una misión verdadera, / para que se unan los pueblos / y nunca jamás haiga guerra.

La patria, el caudillo y la montonera gaucha son sinónimos para el canto popular, según se ve en la primera pieza que aquí se consigna en la parte dedicada a Angel Vicente Peñaloza. Podríamos formular el siguiente modelo de las interrelaciones indicadas: el eje liberador, el frente de clases sociales aliadas contra la dominación –pueblo y caudillo-, concretado en el partido Federal, es la patria misma (la Confederación Argentina), y su causa por lo tanto tiene valor religioso (Santa Federación).

El adversario es denigrado durísimamente, y merece las penas más humillantes. Un cantar sanjuanino reza: El que no tenga / moño punzó / sufre la pena: / verga y jabón. Desde la causa santa, el enemigo es "salvaje" y "asqueroso".

El canto político, aún con la crudeza del insulto, se carga de verdad histórica y de profunda visión nacional al destacar elementos centrales de la acción de los caudillos: la legalidad del gobierno de Dorrego (Fusilan a un bienhechor / Las leyes han derogado…), la misión pacificadora de Facundo en las provincias del noroeste, la defensa nacional de Rosas, el ataque extranjero con Urquiza. Años más tarde, cuando la oligarquía porteña representa los intereses del imperialismo británico, la oposición está planteada entre las provincias donde se refugia la patria y la región opresora: Con la venida ‘e los porteños / los llanos ¿qué pensarían? / ¡Qué Rioja tan desgraciada! / ¡ay, amada patria mía!.

Un tema recurrente, y que nos aparece en Quiroga y Peñaloza en esta selección, es el de la posible resurrección del jefe muerto (a veces traspuesta mediante la posibilidad de que el muerto no sea en realidad el caudillo). Es curioso cómo, al perfilar la figura de los jefes –en los casos del Chacho y Varela- se menciona y elogia también a sus principales oficiales (con el Chacho, Juan Gregorio Puebla y Severo Chumbita, con Varela, Estanislao Medina, Sebastián Elizondo, etc.; el chileno Medina aparece destacado con especial nitidez. Un canto sobre Varela dice: ¡Viva el jefe que ha venido! / ¡Que vivan sus oficiales!). Uno de los cantares asocia expresamente la muerte del caudillo y el mantenimiento de la lucha, de donde "resurrección" cobra el sentido político de continuidad de la guerra: Ya lo han muerto a Peñaloza, / derechito fue a la gloria / dicen que está instando guerra / Pueblas con doña Victoria. (Se alude a la esposa del Chacho).

Expresión peculiarísima de nuestro siglo XIX, el cancionero político nos demuestra la presencia viva de una literatura nacional originada en el pueblo, y que afirma alegre, pero también dolorosamente, el heroísmo liberador y las luchas contra quienes dominaron la patria.

Cancionero de Manuel Dorrego y Juan Lavalle

Manuel Dorrego (1787-1828)

Dígame, señor Lavalle

Dígame, señor Lavalle,
le pregunta un forastero:
¿Cuáles fueron los motivos
que lo fusiló a Dorrego.

Yo lo fusilé por mi orden.
A mi nadie me gobierna,
yo soy dueño de las vidas
y también de las haciendas


Dorrego fue elegido gobernador de Buenos Aires el 12 de agosto de 1827, apoyado por el Partido Federal. Su ejecución fue llevada a cabo por orden de Lavalle el 13 de diciembre de 1828. La total responsabilidad por el fusilamiento de Dorrego es asumida por el propio Lavalle quien escribe: "el coronel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden (…) la Historia juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir, y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo (…) puedo estar poseído de otro sentimiento que el bien público".


Este es el cielo de los cielos

Este es el cielo de los cielos
que hemos todos de cantar,
porque ya los unitarios
nos quieren esclavizar.(1)

Cielito, cielo que sí,
cielo de Carlos Alvear
que con Lavalle a Dorrego
se han propuesto fusilar.

Ellos con baja traición
del puesto lo derribaron,
sin mirar que las provincias
su poder le delegaron.(2)

Cielito, cielo y más cielo,
cielo de honor ultrajado,
mas ellas se han de vengar
su derecho al ser violado.

Si generosas obraron
con la facción abatida,
prueba es de su dignidad
el no haber sido homicida.

Cielito y gloria del cielo,
cielito de federales
que han de triunfar animosos
como en todas las edades.

El trece lo ejecutaron
al gobierno nacional,
temiendo que a las provincias
él se fuese a refugiar.

Cielito, cielo de Rosas,
el general de campaña,
que en venirse a Santa Fe
hizo una gallarda hazaña.(3)

Si Lavalle ha fusilado
a Dorrego en el Navarro,
campo infausto, la Nación
castigará tal desbarro.

Cielito de los civiles,
cielo de vías legales,
que siempre secta unitaria
reclama de federales.

En el siglo de las luces,
que tanto han vociferado
vemos atentados bruscos
de un pueblo incivilizado.

Cielito, cielo de plata,
cielo de la montonera,
aunque no tienen cultura
no harán acción tan grosera.

La sangre que derramó
Lavalle, sin miramiento,
en Navarro de Dorrego,
despide un fatal aliento.

Cielito, cielo de errores,
cielo de los levantados,
renacen, como el pelícano,
de ellas miles de soldados.

Vive López, vive Bustos,
Corvalán, Ortiz, Quiroga,
sólo Ibarra y Ferré
sobran para aquella droga.

Cielito, cielo y más cielo,
cielito del Delegado,
Almirante que lo han hecho
creyendo haberle ganado.(4)

Vente, pues, vano Lavalle,
si quieres medir tu espada,
que con Dorrego indefenso
acción fue muy degradada.

Cielito y cielo nublado
por la muerte de Dorrego,
enlútense las Provincias,
lloren cantando este cielo.

Es verdad que en el Empíreo
debe hallarse este pimpollo
de valor, que honrará siempre
su alma grande, el fiel criollo.

Cielito, cielo de "acasos"
que en este mundo suceden,
pues vemos cosas tan raras
que esperarse no se pueden.


1) Una vez establecida la paz con el Brasil, comienzan a circular rumores acerca de un posible golpe unitario cuyo jefe sería Juan Lavalle. Los unitarios pudieron conseguir, en efecto, que éste creyera a Dorrego el causante de los "males de la nación". En consecuencia enfrenta al gobierno y Dorrego, sin fuerzas para resistir, abandona el fuerte. El choque entre ambos se produce en Navarro, y allí las milicias del gobernador son derrotadas. Poco después éste es incapaz de enfrentar sus órdenes.

2) A partir de la asunción de Dorrego, se restablece el sistema de autonomías provinciales, destruido durante la presidencia de Rivadavia. Las provincias, por su parte, confían en el nuevo gobernador la conducción de las relaciones exteriores y de la guerra.

3) Ante el peligro, el mismo Rosas aconsejó buscar el apoyo de Estanislao López. La negativa de Dorrego hace que Rosas se dirija a la provincia de Santa Fe en busca de apoyo.

4) Se trata de Guillermo Brown, en quien Lavalle delegó el gobierno de Buenos Aires mientras perseguía a Dorrego.


Cielito cielo que si

Cielito cielo que sí,
cielito de los leales;
con el sartén por el mango
ahora están los federales.

¿No decían que la muerte
de Dorrego concluiría
Federación, federales
y la unidad triunfaría?

Cielo, cielito, ya es tiempo
hagámonos respetar,
porque si no volveremos
a ser mulas de collar.


Fusilan a un bienhechor

Fusilan a un bienhechor.
Las leyes han derogado.
Una hora de plazo han dado
a Dorrego ¡ay, qué dolor!
Todavía ese traidor
que lo hizo sacrificar
le dice: "¡Vas a pagar
la sangre que has derramado!"
después de tenerle hincado
para hacerlo fusilar.

El paso más doloroso,
que traspasa el corazón,
es ver a Dorrego hincado
pidiéndole a Dios perdón,
la memoria y tirador
que del cuerpo se sacó,
juntamente la chaqueta,
a Lamadrid le entregó;
y a su familia encomienda
para mayor confusión.

La tropa que iba a tirar,
a ejecutar lo mandado,
todos a un tiempo han llorado
sin poderlo remediar.
"¡Tirad!" –les dice-, "¡tirad!"
con grande resolución,
"que estoy pidiendo perdón
por vosotros inocentes;
a Dios pido buena suerte
En esta última ocasión".


Escribe Dorrego a Estanislao López, una vez comunicada la sentencia de muerte: "Ignoro la causa de mi muerte, pero de todos modos perdono a mis perseguidores. Cese usted por mi parte todo preparativo. Que mi muerte no sea causa de derramamiento de sangre".


Ese fúnebre aparato

Ese fúnebre aparato
con su pompa y magestad,
consagra nuestra lealtad
a Dorrego, el gefe grato.
Fue general muy sensato,
en su gobierno eficaz,
y patriota pertinaz,
cortó la guerra y la trama,
por esta gloria y su fama,
murió mártir de la Paz.

De Dorrego las cenizas
trasladas, pueblo virtuoso,
a un sepulcro más honroso,
en que su nombre eternizas:
sus méritos analizas,
según el arte decora;
y si una mano traidora
cortó de su vida el hilo;
el glorioso en ese asilo
su honor y fama atesora.

Pueblo ilustre y generoso,
¿qué zozobra o qué cuidado,
te tiene tan angustiado,
consternado o pesaroso?
Si es que falta a tu reposo,
el espíritu marcial,
de Dorrego el General,
que, infortunado, perdiste;
no lo llores, él existe,
en la Patria Celestial

Por ciudadanos lucidos,
el cuerpo Legislativo,
y Poder Ejecutivo,
son tus manes conducidos;
¡Oh Dorrego! Son debidos
honores a tu memoria,
perpetua, no transitoria;
y ya que tu cuerpo encierra
esa caja, acá en la tierra,
tu alma descansa en la gloria.

Llégate al templo, argentino,
y hallarás depositado,
el cadáver destrozado,
de Dorrego, el gefe digno,
del gobierno su destino;
violentamente arrojado,
perseguido y calumniado;
murió, justo y con honor,
y nuestro Supremo Autor,
de gloria lo ha coronado.


Coplas del general Lavalle

Si el crimen más horroroso
cometí según se ha visto.
¿Por qué me tienes con vida
Señor mío Jesucristo?

Como a terrible asesino
me desprecia el mundo entero,
y hasta vos me despreciáis,
mi Dios y Hombre verdadero.

La ambición de gobernar,
junto con mi desvarío,
me han llevado al precipicio,
Criador y Redentor mío.

Conociendo mis delitos
por bien servido me doy
que me hechéis a los infiernos
si quien por ser quien sois.

Dejé yo de ser Lavalle
porque verdugo me llamo,
y así conocedme todos
por lo mucho que yo os amo.

La piedad que usó conmigo
el benemérito Rosas
es una acción propia de él
y en mi sobre todas las cosas.

No siento los males que hizo
mi despotismo y rigor.
Pero de aquellos que no hice
a mí me pesa, Señor.

Con ultraje de las leyes
formé una revolución,
sacrificando a la Patria
de todo mi corazón.

Aunque la América llore
la sangre que he vertido,
no me mueve a contrición
el haberos ofendido.

Si tuviere quien me siga
entrando en otra contienda,
haría nuevos sacrificios
aunque propongo la enmienda.

Tengo entendido que es justo
que me debieran ahorcar,
porque así me libraré
de ya nunca más pecar.

En donde quiera que estoy
no hallo quietud ni sosiego,
y sólo encuentro clamores
para que me aparte luego.

No sé ya que debo hacer
entre tantas confusiones,
no pudiéndome librar
de todas las ocasiones.

De mi desgracia fatal
no debéis compadeceros,
porque teniendo ocasión,
he de volver a ofenderos.

Con mis fieles partidarios
haré toda resistencia
para poderme librar
de cumplir la penitencia.

Debe con justa razón
en una causa como esta
ser la pena capital
la que a mí me fuera impuesta.

En venganza de las muertes
de que yo he sido homicida
de muy mala voluntad
ofrezco, Señor, mi vida.

Atropellando peligros
inconvenientes y atajos
esforcé contra la Patria
mis obras y mis trabajos.

Como supe conducirme
de mi mala indignación,
razón será que el desprecio
lleve yo en satisfacción.

Todos los hombres de bien
están conmigo agraviados,
y así no hay quien se conduele
de mis culpas y pecados.

La muerte más afrentosa
es aquella que me aplico,
porque es justo que yo muera
así como lo suplico.

En iguales circunstancias
se halla todo amigo mío,
mas les espera igual suerte
así como yo confío.

Me aproveché cuanto pude
mientras tuve autoridad,
porque yo en todo abusé
de vuestra suma bondad.

Por Señor Martín Cielito
mi amistad se precipita
al pedir por el maldito
misericordia infinita.

Esta y otra son la causa
del conflicto en que me veis,
y así no debo esperar
que me los perdonaréis.

Conocidos son de todos
mis allegados prosélitos,
más bien por su iniquidad
antes que no por los méritos.

Aunque mil víctimas hice
con injusticia horrorosa,
me quedé siempre sediento
de vuestra sangre preciosa.

Siendo como era Dorrego
intrépido, bravo y fuerte,
yo me debí complacer
en su pasión y en su muerte.

En la ruina de la Patria
puse toda mi eficacia,
por cuyo mérito espero
de que me darésis la gracia.

Tomen todos con razón
de mi ambición conocida,
que es mucha mi obstinación
para yo enmendar mi vida.

Ninguno de mí se fía
aún me atrevo a jurar,
que en la opinión de tirano
siempre he de perseverar.

Todo el mal que a mí se me haga
es un grande beneficio,
que la América conoce
por nuestro santo servicio.


Arriba muchachos

Arriba, muchachos,
Que las cuatro son,
y ahí viene Lavalle
con su batallón.

Déjalo que venga,
déjalo venir,
que a fuerza de balas
lo hemos de rendir.


Cuando Lavalle vino

Cuando Lavalle vino
a estos destinos
en el Quebracho Herrado
fueron vencidos.

Cuando Lavalle vino
a estos destinos
este baile dejaron
los correntinos.

Dicen que viene Lavalle
en un caballo rabón.
¡Qué chasco que se llevó
que se fue a comprar jabón!


En noviembre de 1840, Lavalle se dirigía a Córdoba seguido de cerca por las tropas comandadas por Oribe. El 28 fue alcanzado en Quebracho Herrado, y una parte de su ejército fue obligada a rendirse. La caballería que dirigía el mismo Lavalle fue dispersada.


Monte grande fue el destino

Monte grande fue el destino
último de los tiranos,
que, con la espada en la mano,
la venganza conseguimos.
Allí la muerte les dimos
a esos pérfidos traidores;
sólo se oían los clamores
por las armas federales.
Privan los patriotas leales,
valientes restauradores.


En Monte Grande o Famaillá, tuvo lugar el enfrentamiento entre Lavalle, a cargo del ejército "libertador", y Oribe, del ejército federal. A éste se habían unido fuerzas de Mendoza y San Juan, además de apoyarlo los santiagueños de Ibarra. Las fuerzas unitarias fueron derrotadas el 19 de setiembre de 1842; de esta manera, con la derrota de estos ejércitos apoyados por la llamada "coalición del norte", quedaba pacificado el interior.


En el Monte Grande

En el Monte Grande
halló buen lugar
y una gran batalla
ganó el federal.

El traidor Lavalle
disparó sin tino
ganándose el monte
con los correntinos.

Y de allí marchamos
para Tucumán
con el solo objeto
de a la plaza entrar.

De aquí a Salta
nos marchamos, vamos
a concluir la guerra
con los unitarios.

Los unitarios
no quieren paz.
¡Lanza con ellos!
¡Qué mueran más!


Cielito poco conocido, posiblemente inédito. Papel suelto publicado por Imprenta Republicana. Se encuentra en el archivo particular de Federico Vogelius.


Murió la unidad

Murió la unidad
sin decir Jesús,
y el jefe ha corrido
como un avestruz.

Cielito, cielo que sí,
cielito del desconsuelo:
En ocasión unitarios,
que hagais vosotros el duelo.

Una casaca amarilla,
de bayeta apolillada,
os corresponde por luto
de la que está ya enterrada.

Cielito, cielo que no,
cielito de la ventura:
Asistieron al entierro
los carros de la basura.

Con la pena que han tenido,
y con motivos no pocos,
entre diez mil unitarios,
los nueve mil están locos.

Cielito, cielo y más cielo,
cielito de la paciencia:
Unos irán al presidio,
y otros a la Residencia.

Haciendo los funerales
de su total destrucción,
llevarán en el pescuezo,
cencerros por esquilón.

Cielito, cielo, cielito,
cielito del cementerio:
Por veinte y cinco unitarios,
no hay ninguno que dé medio.

A la cabeza del duelo
llevarán al Protector,(1)
y detrás irá el verdugo
con el chicote y farol.

Allá va cielo, y más cielo,
cielito no está de más,
que les zurre la badana
el que viene por detrás.

En seguida irá Madrid,(2)
en una yegua amarrado,
y su suegro el comilón
pregonando lo robado.

Cielito, cielo, cielito,
cielito de la calera:
con el mejor de los dos,
cargue el diablo cuando quiera.

Desa y Videla Castillo,(3)
e igualmente Pedernera,(4)
costearán entre los tres
para el entierro, la cera.

Cielito, cielo que sí,
cielito del Monigote:
abundantes van de cara,
los que han llevado cerote.

El pobre tuerto Bedoya(5)
entre la cruz y el pendón,
irá delante de todos
cantando el Kirieleisón.

Cielito, cielo que no,
cielito de la cucaña:
se acabará la función,
bailando la media caña.

Lavalle en Montevideo,
y los demás Generales,
bailarán el montonero
con panderos y timbales.

Allá va cielo y más cielo,
cielito del coscorrón:
Dejemos a estos bribones
con su maldita opinión.

El Relámpago, por cierto,
sin disparar ningún rayo,
conservará la memoria
del último día de Mayo.

Cielito, cielo, cielito,
cielito del Cacaseno:
Sin relámpagos ni rayos,
estalló por fin el trueno.

Las unitarias en grupo,
con plumas en la cabeza,
irán diciendo entredientes,
me pesa, Señor, me pesa.

Cielito, cielo que sí,
cielito diremos nos:
Miserables unitarias,
tarde conociste a Dios.

Concluyéndose el entierro
de la difunta unidad,
juntos irán al infierno
por toda la eternidad.

Allá va cielo y más cielo,
vaya un cielo en despedida
ya que en Mayo la unidad,
ha concluido con su vida.


1) Referencia a José María Paz.

2) Gregorio Aráoz de Lamadrid.

3) Deheza y Videla Castillo integraban el ejército unitario de José María Paz, y participaron en la ocupación violenta de las provincias del noroeste y centro del país, que llevó a cabo el general cordobés en el año 1830.

4) Juan Esteban Pedernera luchó en las filas de Juan Lavalle.

5) José M. Bedoya fue uno de los enviados del general Paz a firmar el tratado de paz con las provincias del litoral. El objetivo perseguido por aquél era provocar una ruptura entre éstas y Juan Facundo Quiroga.

Cancionero de Juan Facundo Quiroga

Facundo Quiroga (1788-1835)

Juan Facundo Quiroga pertenecía a una familia de pequeños terratenientes riojanos. Como militar se inicia en las guerras de la Independencia en el Regimiento de Granaderos de San Martín. También colaboró con Belgrano y, más tarde, con los ejércitos del Alto Perú.

La política librecambista impuesta por la burguesía porteña empobrecía paulatinamente a las alejadas provincias del Noroeste que no poseían productos de exportación y cuya única riqueza era la explotación de las minas; de ahí la hostilidad y desconfianza que sentían por Buenos Aires, al mismo tiempo que exigían la organización del país con el objetivo de que el interior volviera a gozar de las rentas de la aduana y del tesoro nacional.

En lo que hace a La Rioja, ya, por los años 20, los ingleses intentaron obtener la explotación de la zona minera de Famatina. Bernardino Rivadavia, que trataba afanosamente de hacer negocios con el imperio británico, se autorizó así mismo "para promover la formación de una sociedad de Inglaterra, destinada a explotar las minas –léase cerro Famatina- de oro y plata que existían en el territorio de las provincias unidas". Pero, cuando los ingleses llegaron a La Rioja, encontraron a Facundo Quiroga al frente de la Casa de Moneda explotando los yacimientos. Sus hombres, que estaban preparados, utilizaron, llevando al frente la bandera "Religión o Muerte", todos los medios para expulsar a extranjeros y "extranjerizantes". Por ello derrotaron en El Tala, en octubre de 1825 a una parte del ejército presidencial, formado por Rivadavia inmediatamente después de su elección. Quiroga, intérprete de la voluntad de los paisanos, se transformará en el hombre de mayor prestigio político de la región. Debe llevar adelante una esforzada campaña contra Paz, cabeza del unitarismo, que a su regreso de la Guerra con el Brasil, había instalado su centro de operaciones en Córdoba.

La necesidad de eliminar a Paz –Rosas, ya gobernador de Buenos Aires era el principal convencido de ello- decidió la formación de los ejércitos aliados al mando de Estanislao López. Una vez que Paz es puesto fuera de combate por las fuerzas del caudillo de Santa Fe, Quiroga se encargó de "limpiar" de enemigos las provincias andinas y, más tarde, Tucumán y Salta.

El objetivo de Facundo era bien conocido: reunir un Congreso Constituyente; pero prevaleció la opinión de Rosas en el sentido de que no convendría elaborar una constitución hasta tanto las provincias no estuvieran pacificadas internamente.

Los unitarios vuelven a conspirar, pero ahora de manera más sutil, infiltrándose y creando recelos y desconfianzas mutuas. En el Norte, los gobernadores Heredia de Salta y Latorre de Tucumán se acusaban de participar en conspiraciones unitarias. Para actuar como mediador –previo acuerdo con Rosas-, viaja Quiroga a esa región en enero de 1835. Es el caudillo de mayor prestigio en las provincias y ostenta una insospechable conducta política. El tratado de unidad entre las provincias se firmó en Santiago del Estero y, más tarde, Facundo regresa a Buenos Aires.

Pendía una amenaza de muerte sobre él que se efectiviza en Barranca Yaco, en donde una partida al mando de Santos Pérez le da muerte junto con todos sus compañeros el 16 de febrero de 1835. Por cierto Santos Pérez no actuó por su cuenta. Detrás de él estaba la orden del gobernador de Córdoba, Vicente Reinafé, pero detrás de Reinafé ¿quién? ¿Acaso Estanislao López? El resultado del juicio por la muerte de Quiroga, realizado en Buenos Aires, y que tuvo como juez a Rosas –aunque la sentencia fue encargada a Manuel Maza- corta la cadena en los hermanos Reinafé, quienes fueron condenados a muerte, lo mismo que el ejecutor material del asesinato y algunos de los integrantes de la emboscada de Barranca Yaco.


Desde que perdió la acción

Desde que perdió Quiroga
esa acción de La Tablada,
vivo tan atribulada
que no encuentro diversión.
Toda mi conversación
es insulsa y desabrida,
si bailo estoy aburrida,
sin saber lo que he de hacer.
Para tanto padecer
¡caramba! que ya no hay vida.


La acción de La Tablada tuvo lugar el 22 y 23 de junio de 1829 en la provincia de Córdoba. El vencedor de Quiroga fue el general Paz. Los federales dejaron allí miles de muertos. Quiroga volvió a la sierra y luego a los llanos con el propósito de rehacer su ejército y volver a enfrentar a Paz.


En la puerta de mi casa

En la puerta de mi casa
tengo una silla dorada
pa’que se siente Quiroga
con la cinta colorada.

Quiroga me dio una cinta
y López me dio un cordón,
por Quiroga doy la vida,
por López el corazón.


Esta copla fue una de las preferidas del partido federal que solía cambiar, según la ocasión, los apellidos utilizados. Por ejemplo: Quiroga me dio una cinta / Rosas me dio un cordón, / por Quiroga doy la vida / por Rosas el corazón.


Lamadrid

Bolivia me valga
ella sea conmigo,
debo irme pronto
viene mi enemigo.

De la última guerra
que acabo de dar
hasta en los calzones
llevo material.

Aunque el mal olor
nos llegue a apestar,
estando en Bolivia
los podré lavar.

Y así de este modo
iba discurriendo,
después que Quiroga
me sacó corriendo.


¡Viva Dios, viva la Virgen!

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la cinta punzó!
¡Viva la celeste y blanca!
¡Viva la Federación!

El general Juan Facundo
ha sido hombre de su casa,
no le faltó contratiempo,
le sucedió una desgracia.

El capitán Santos Pérez
se ha portado de hombre malo,
le ha cortado la cabeza
y la ha colgado de un palo.

El general diz que ha muerto,
yo les digo: Así será,
¡tengan cuidado, magogos,
no vaya a resucitar!.


Importa recalcar cómo la imaginación popular otorga poderes sobrenaturales a la persona de Quiroga esperando su reaparición. El mismo Sarmiento recoge este sentimiento del hombre de la provincia en la introducción de Facundo.


Don Juan Facundo Quiroga

Don Juan Facundo Quiroga,
general del interior,
lleva banderas que dicen:
Muerte o Federación.

En el Córdoba mentado
mataron a Juan Facundo,
a Pérez encadenado
lo llevan al otro mundo.

Que le corten la cabeza
con un serrucho afilado,
causantes de tal desgracia
deben morir degollados.


Dicen que Quiroga viene

Dicen que Quiroga viene
sentadito en una silla
a darle los buenos días
al jetón de Echeverría.

Dicen que Quiroga viene
caminando por la escala,
dicen que vienen a hacer balas
de las barbas de Barcala.


Las menciones corresponden al coronel Echeverría, que defendía Río Cuarto de las tropas de Facundo por el año 1830, y al coronel Lorenzo Barcala que combatió contra Facundo.


Año de mil ochocientos

Año de mil ochocientos
treinta y cinco de año nuevo
Quiroga perdió la vida
el dieciséis de febrero.

Era un jefe ‘e tanto influjo
era un jefe ‘e tanto bando
que tenía muchos pueblos,
muchas líneas a su mando.

Se dirigió pa Santiago
como lo cuenta el autor;
tan sólo va procurando
que tengamos redención. (1)

Hizo bajar los gobiernos
rindiéndoles obediencia:
-Aquí estamos, señores.
-Aquí estamos vuecelencia
debajo de sus banderas,
rendido a vuestra presencia.

Los he hecho bajar – les dice-
en una misión verdadera,
para que se unan los pueblos
y nunca jamás haiga guerra.

Ya se dentran a sus planes
y en sus volcanas (sic) papeles (2)
y le trabajan un bando,
se lo dan a Santos Pérez. (3)

Que lo ha de dar asesinado.

Santos Pérez le responde:

-Sin firmas de vuecelencia
no lo puedo hacer, señores,
porque en el momento pierdo
mi crédito y mis honores.

Ya se dentran a sus planes
y en sus volcanas (sic) papeles,
después de concluido estaba
se lo dan a Santos Pérez.

Vicente Reina le dice: (4)
-Ya te lo hemos ordenado
y si no lo haces así
tú eres el asesinado.

Reinafeses le decía:
-Tú eres un jefe de empresa
de Quiroga esperamos
que nos traigas la cabeza.

Salieron los tulumbianos (5)
sin que un punto se desliza
porque los van engañando
que es pa’hacer una pesquisa.

Enfrente de Ojo de Agua
una mujer le avisaba:
-Ha pasado Santos Pérez
con toda su tropa armada.

Enfrente del Totoral
una mujer le decía:
-Mire, señor general,
que hoy día pierde su vida.

No se dispuso él a creer
lo que le había ‘e suceder;
que le quitaran la vida
sin que él diera el porqué.

En la posta de don Hacha
le demoran el auxilio
dándole el trecho a los gauchos
que estuvieran prevenidos.

El postillón tenía un hijo
de la edad de siete años
que lo mandaba su padre
que volviera los caballos.

En la posta de Anteguasa (6)
le salían de emboscada
y los cargaban los gauchos
como perros en majada.

Quiroga tenía un loro
que en el discurso no falto
lo que veía esa gente
gritaba que hicieran alto.
-Al que gobierne esa gente
quiero conversar con él.

Atiendan, señores míos,
que esto les quiero contar,
no le hacían caso a la gente
¡Le han de hacer a un animal!

Allí se allegaba Santos
con unas palabras necias
y le decía a Quiroga
-Dese preso, vuecelencia.

Para que sirva de ejemplo
lo hizo acostar en el suelo
y lo degolló aquel hombre
como degollar cordero.


1) La difícil situación planteada en Buenos Aires debido a la negativa de Rosas a aceptar por segunda vez la gobernación de Buenos Aires, favoreció a los conspiradores unitarios, cuya influencia llegó hasta las provincias más alejadas del Norte. Los gobiernos de Tucumán y Salta se acusaban mutuamente de apoyar las conspiraciones unitarias. El gobierno de Buenos Aires creyó conveniente enviar un mediador que resultó ser Facundo Quiroga, por ese entonces en dicha ciudad. La reunión para solucionar el enfrentamiento se hizo en Santiago, el 3 de enero de 1835, y culminó con un tratado de compromiso entre Salta, Santiago del Estero y Tucumán el 6 de febrero de ese año.

2) Es probable que la versión correcta sea "ya se vuelcan a papeles".

3) El capitán Santos Pérez fue el jefe de la partida que asesinó a Quiroga. A pesar de la matanza general para evitar testigos, el correo Agustín Marín y un asistente del doctor Ortiz, acompañantes de Quiroga, que llegaron poco después, pudieron observar lo ocurrido. Estos, más tarde, acusarían a Santos Pérez y a las milicias cordobesas. Dirá Rosas: "el general Quiroga fue degollado en su tránsito de regreso para ésta (Buenos Aires) el 16 del pasado último febrero (…) ¿He conocido o no el verdadero estado de la tierra? Pero ni esto ha de ser bastante para los hombres de las luces y los principios. ¡Miserables! (…) Ya lo verán ahora. El sacudimiento será espantoso y la sangre argentina correrá en porciones".

4) Se refiere al coronel José Vicente Reinafé, gobernador de Córdoba en la época en que fue asesinado Quiroga. Junto con sus hermanos, fue juzgado en Buenos Aires y, encontrado culpable de haber ordenado la matanza de Barranca Yaco, fue ejecutado con sus hermanos y los demás integrantes de la partida.

5) La partida comandada por Santos Pérez estaba integrada por milicianos de Tulumba.

6) Inti-Huasi.


Desde que salió Quiroga

Desde que salió Quiroga
ausente de su familia
le anunciaron los vecinos
que había de perder vida.

Ya marchó para Santiago
como lo cuenta un doctor,
tan sólo iba procurando
que tengamos religión. (1)

En la posta de Piedrita
una mujer le avisó:
-No pase, mi general,
le han armao revolución.

Pedro, Pablo y Roque Juncos (2)
ellos fueron los espías,
los llevaban a una vista
en las postas que dormía.

En la posta del Chañar
le demoran el auxilio
dando tiempo a los gauchos
que estuvieran prevenidos.

En esa Barranca Yaco
donde se pierden los hombres
le pusieron de emboscada
una partida de herones (sic) (3)

¡A la carga! dijo Pérez
militares alvertidos
agora pierde la vida
un general asesino.

Ya el caballero le clama
siquiera un momento u hora,
que le salvara la vida
a Juan Facundo Quiroga.

Quiroga le pide tregua
pa’ poderse confesar,
quiere disponer su cuerpo
no morir como animal.

Santos Pérez le responde:
-Yo tregua no te he de dar
la tregua que te he de dar
es a golpes de un pedernal.

. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pa que sepa que es morir
aquel que supo matar.

Principian a degollar
a todos los postillones;
al morir uno de ellos
lloraban los corazones. (4)

-A Quiroga lo hemos muerto
lo tenemos a nuestro lado.
-Como Quiroga fue brujo
puede estar desfigurado.

Y le pega un puntapié
y lo tira boca abajo:
-A Quiroga lo hemos muerto
ya Rosas no ha’i dar trabajo.


1) La bandera de Quiroga era Religión o Muerte. Dice José María Rosa: "La bandera de Quiroga y las repetidas proclamas de los federales pueden hacer creer en una intolerancia religiosa (…) No era tanto una lucha religiosa como una afirmación nacionalista: se combatía a los gringos y a los masones por su exterioridad más visible, que era ser protestantes o volterianos".

2) Nombres de algunos de los implicados en el asesinato de Facundo.

3) La versión correcta puede ser leones.

4) Se refiere a un niño que acompañaba a los postillones en el trayecto de posta a posta.


Número el año cuarenta

Número el año cuarenta
treinta y uno el año nuevo (1)
Quiroga perdió la vida
¡un jefe de tanto grado!

Tenía sus tropas de línea
muchos pueblos asomando
donde tenía sus caudales.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Di una noche a la mañana
no por vengar un agravio
hizo una disposición
y dijo: -Voyme al Rosario.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Donde no faltan mentiras
pensaban que él iba en contra;
tratan quitarle la vida
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¡Así se pierden varones!
le pusieron de emboscada
una comisión de herones. (2)
Santos Pérez les decía:

-Maten curas y alcaldes,
maten clérigos y frailes,
sólo a los Rey los libran (3)
porque ellos dieron el mando.

Iba un clérigo padre
no se conseguía favor
y le pegaron dos tiros
por la puerta ‘el carretón.

Nu hi visto qué crueldad
para tener tanto agravio;
iba un ángel inocente:
el que arriaba los caballos.

En uno ‘e la comisión
quedó un valor poquitito:
le dijo a su superior
que no mate a ese angelito.

Ahí dijo el superior
y a todo el género humano
que él no haría favor
ni entre sus mismos hermanos.

Y el asesino de Santos
lo degolló con sus manos.

Se arrodilló el angelito
con el sentimiento grave…
que él era un solo hijo
¿quién atendiera a su madre? (4)

Hizo su gusto Santos Pérez
salía como dándose corte
y hizo una disposición d’irse
a las Méricas del Norte. (5)

Todos estaban conformes
y decían: "Un gaucho no hace falta"
dónde se fue a acomodar
en las fronteras de Salta.

El caso les había llegado.

Los que hicieron el asalto
lo que nunca habían pensado
la pagaron con lo mismo:
todos fueron fusilados. (6)


1) Ismael Moya señala que es probable que haya aquí interferencias de fechas –no olvidemos la transmisión oral del cantar- que llegaron a confundir la fecha exacta de la muerte de Quiroga.

2) Véase nota 3, cantar anterior.

3) Se trata de Reinafé

4) Véase nota 4, cantar anterior.

5) América del Norte.

6) La decidida acción de Rosas posibilitó el castigo de los culpables. El juicio tuvo lugar en Buenos Aires, adonde fueron conducidos tres de los cuatro hermanos Reinafé y otros integrantes de la partida. La sentencia estuvo a cargo de Manuel Maza, quien los condenó a muerte.


Marchó Quiroga p’abajo

Marchó Quiroga p’abajo
con toda su gente unida
que él iba a poner en paz
a los pueblos desavenidos. (1)

Luego que salió de allí
le anunciaron el destino:
que iba a perder la vida
de vuelta y en el camino.

De vuelta y en el camino
una mujer le avisó:
-No pase mi general,
le han armao revolución.

-Mucho te agradezco yo
mucho te he de agradecer
pero p’al mal que les hago
a mí ¿Qué me pueden hacer?

De allí sale Santos Pérez
con militares albertidos (2)
-Hoy le quitamos la vida
a un general asesino.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De allá Rosas contestó:
no es Quiroga el que ha muerto
es una disifración (sic) (3)

De allí sale Santos Pérez
y le tira boca abajo
-Quiroga es el que ha muerto
ya Rosas ni ha’i dar trabajo.


1) Véase nota 1 al cantar "Año de mil ochocientos".

2) Advertidos.

3) Véase nota 2, cantar "¡Viva Dios, viva la Virgen!". En este caso ni siquiera se cree que el caudillo riojano haya podido morir.


Cuando Quiroga salió

Cuando Quiroga salió
del seno de su familia
le anunciaron el destino:
que había de perder la vida.

Han visto rodar un coche
por el medio del camino
saltiadores y la muerte
hora y destino cumplidos. (1)

Marcos Juncos y Pedro Ayala (2)
ellos eran los bomberos (3)
los llevaban a una vista
pa’ llegar juntos con ellos.

Le ponen una emboscada
de una partida de herones (4)
lugar de Barranca Yaco
donde se consumen hombres.

Marcos Juncos le decía
-Lo pongamos boca abajo,
ya a Quiroga lo hemos muerto,
Rosas no nos da trabajo.


1) Esta cuarteta sintetiza los elementos más relevantes que protagonizaron el drama de Barranca Yaco.

2) Individuos complicados en la muerte de Quiroga.

3) Espías que siguen los pasos y observan los movimientos de los enemigos.

4) Véase nota 3 al cantar "Desde que salió Quiroga".


Si Quiroga murió fusilado

Si Quiroga murió fusilado
no murió por infame o traidor
murió con la espada en la mano
defendiendo la federación.
Abrase la tierra
vuélvase a cerrar,
ya murió Quiroga
tan buen federal.


Vámonos a la huella

Vámonos a la huella,
vamos a llorar,
que ya murió Quiroga
nuestro general.


Permiso mi Virgen Santa (1)

Permiso mi Virgen Santa,
madre de todos nosotros,
voy a contarles la historia
de aquel general Quiroga.

El mentado general
era hombre de mucho bando,
caballería de línea
y pueblos bajo su mando.

En los llanos de La Rioja
inició sus correrías;
gaucho firme y mano brava
Federación fue su guía.

Sale la Virgen y pide:
que no siga mi cantar,
por ser triste su memoria
no la deben de escuchar.

Quiroga en viaje llegaba
a Tucumán y Santiago; (2)
después de arreglarlo todo
emprende su viaje aciago.

En un monte cordobés
lo esperaba una partida,
mandada por Santos Pérez
para quitarle la vida.

Los verdaderos causantes
de aquella revolución,
son hombres de Reynafé
que han de matarlo a traición.

Dicen que al dejar Santiago
Quiroga lo sabe todo,
pero confiando en su nombre
piensan que le tienen miedo.

Pablo, Roque y don Benito
fueron los gauchos bomberos,
amalhaya, de alvertidos,
ahí iban junto con ellos.

Al pasar por Ojo de Agua
lo atajaron al puntero.
¿Adónde quedó Quiroga?
conteste pronto, aparcero.

El gaucho que hace correo
para evitarse otros males,
les contesta que en la posta
están mudando animales.

En ese Barranca Yaco
lo matarán a Quiroga
lo pasarán a degüello
y colgarán de una soga.

Virgen mía, no lo dejes
morir en Barranca Yaco;
mandalo para La Rioja
que vaya a picar tabaco.

Los gauchos de Santos Pérez
aguardan a cada lado,
con las armas en la mano
y el pedernal preparado.

A la carga, manda Pérez,
no ha de quedar uno vivo
sus paisanos alvertidos;
Quiroga ya está vencido.

Saca el general la cabeza
para gritar a su antojo
y Pérez le da un balazo
mesmo en el centro del ojo.

Santos Pérez les decía:
maten que no hay compasión,
no se ha de salvar ni el chico (3)
que sirve de postillón.

Mi Santa Virgen María
quiere vencer al pecado,
pero a Santos no lo vence
es criminal endiablado. (4)

Pronto a las sierras se alzó
disparando a la justicia
y en esa triste aflicción
lloraba por su desgracia.

Una noche tuvo ganas
de llegarse hasta el poblado,
para dormir con su dama
lo que andaba medio alzado.

La mujer era muy lista
y avisó a la policía,
todos fueron a prenderlo
porque miedo le tenían.

Al gaucho Santos dormido
en la cama lo pillaron
tan corajudo el bandido
rugió cuando lo rodearon.

Vaya tal hombre varón
y la leche que mamó;
al ver tanta policía
a las armas manotió.

Virgen mía, yo calculo
el valor de aquel paisano,
con tantas muertes encima
del tigre ha de ser su hermano.

Ya por fin lo aprisionaron
y lo engrilló el carcelero;
a Córdoba lo mandaron
para que cante el jilguero.

La Virgen llora de pena
la suerte del gaucho Santos.
Fue criminal, no lo niega
pero fue uno de los tantos.

El diablo metió la cola
y en Buenos Aires murió
dio muchas vueltas la rueda
miren qué lejos llegó.


1) Este cantar se conoce también como "El Canto de Juan Facundo Quiroga y del gaucho Santos".

2) Véase nota 1 al cantar "Año de mil ochocientos".

3) Véase nota 4 al cantar "Desde que salió Quiroga".

4) A partir de esta cuarteta el cantar desplaza la atención de Quiroga a Santos Pérez, a quien describe como el gaucho perseguido por la justicia.


Hoy este día Quiroga

Hoy este día Quiroga
pierde la vida y la plata
en un bosque cordobés
hay quien lo espera y lo mata.

Quiroga murió por cierto
no por vil, ni por traidor,
fue defendiendo la Patria
y la Santa Confederación.


Madre del Rosario

Madre mía del Rosario,
madre mía, mi señora,
voy a contarles la historia
de Juan Facundo Quiroga

Madre mía del Rosario,
madre mía del Luján,
voy a contarles la historia
que ha tenido el general.

Un día salió de viaje
ausente de su familia,
ya le anunciaba el destino
la desgracia de su vida.

Cuando venía de vuelta
le armaron revolución,
era uno de los Reinafé
para matarlo a traición.

Venía rodando el coche
por la huella del camino,
cuando para en Totoral,
a beber vaso de vino.

Roque Junco y Pablo Junco
fueron los gauchos bomberos,
amalhaya de alvertidos
ahí iban junto con ellos.

En esa Barranca Yaco
dice que lo han de matar,
la gente de Santos Pérez
y de Benito Guzmán.

A la carga, manda Pérez
militares alvertidos,
hoy aquí muere Quiroga
un general asesino.

Roque Junco les decía:
un error he cometido,
a Quiroga lo hemos muerto
y es nuestro padre querido.

Santos Pérez les decía:
para mí no hay salvación,
en el punto en que me hallo
ya no tengo salvación.


Cancionero de Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas, "comandante del pueblo armado de la campaña", es elegido por la Legislatura para el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829 y se le otorgan las facultades extraordinarias. Estaba claro una vez más que los unitarios se habían equivocado al pensar que con el asesinato de Dorrego se cortaría la cabeza al partido federal.

Rosas recibe el apoyo de diversos sectores sociales, pero será apoyándose en el sector ganadero de la provincia de Buenos Aires que afianzará su poder, consolidado sólo en 1835, es decir, después de su campaña al desierto con la cual, además de prestigio nacional, consiguió extender el poder de la clase a la que él mismo representaba. No obstante, contó desde el principio con la adhesión popular más calurosa, exteriorizada con frecuencia en las calles de Buenos Aires. Sin duda los sectores sociales más desposeídos reconocieron en Rosas al político de acción que creía en el pueblo y en su causa: el federalismo.

En lo inmediato, la llegada de Rosas al gobierno resuelve las discrepancias internas de la provincia, pero el resto del país aún permanecía convulsionado y la paz se veía lejana. Las conspiraciones unitarias no cesaban y tenían su promotor en el general Paz, que formaba una Liga de gobiernos interiores para enfrentar al litoral. Rosas entonces recurre al Pacto Federal -1831- por el cual logra un principio de unidad entre las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, además de la delegación de las Relaciones Exteriores en la segunda de las tres.

Distinto será el poder alcanzado por Rosas durante su segunda gobernación. Tras la muerte de Quiroga –febrero de 1835- y la repercusión del hecho en Buenos Aires le son otorgadas no sólo las facultades extraordinarias sino también la suma del poder público.

En cuanto a la política económica, el segundo gobierno de Rosas también difiere del anterior: ahora tenderá al proteccionismo. "La política nacional de Rosas consiste en la complementación con una industria nacional, del sistema económico ganadero de Buenos Aires. El esquema se traduce geopolíticamente en la aspiración de reconstrucción integral del Virreinato del Río de la Plata". (Ortega Peña y Duhalde en: Baring Brothers y la Historia Política Argentina).

La consecuencia inmediata de esta política económica es la Ley de Aduana, en diciembre de 1835. Las potencias europeas –Francia e Inglaterra- que desde hacía tiempo tenían los ojos puestos en Buenos Aires, vieron peligrar sus intereses. Sobreviene, tras un pretexto cualquiera, el bloqueo francés. Rosas mantiene una actitud intransigente y su voluntad de no ceder lo obliga a imponer a la ciudadanía un período de austeridad y sacrificio, mientras los sectores ilustrados se aliaban a los extranjeros "para liberar al país de la tiranía".

A esto debe sumarse la situación de los países vecinos, sobre todo de la Banda Oriental, en donde los unitarios exiliados estimulaban a Fructuoso Rivera, comandante de la campaña, para recuperar la zona mesopotámica, lo que concluiría en un enfrentamiento con Buenos Aires; por otra parte, en Bolivia el general Andrés Santa Cruz alentaba los desacuerdos internos, buscando la expansión y fortalecimiento de su propio país. Detrás de Santa Cruz estaban, como siempre, los intereses ultramarinos.

Finalmente, Francia e Inglaterra deciden la intervención conjunta, lisa y llana, en el Río de la Plata. El pueblo apoyó totalmente la gestión llevada a cabo por Rosas frente a la invasión: no acepta ser una colonia de las metrópolis europeas. El 20 de noviembre de 1845 se efectuó el ataque en la Vuelta de Obligado. Nuestras fuerzas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla, lucharon hasta el final pero los aliados forzaron el paso. No obstante, la importancia política del hecho fue singular pues dio mayor ímpetu a la resistencia en defensa de la soberanía nacional.

Puesto que la agresión europea directa había sido vencida, era necesario recurrir a otros medios para apoderarse nuevamente del país; la única forma era acabar de una vez por todas con el Restaurador de las Leyes. Se recurre entonces a una coalición, obra de la diplomacia brasileña, que utiliza a Urquiza, gobernador de Entre Ríos, como instrumento ejecutor de un plan concebido en el extranjero. Urquiza acepta. La Confederación Argentina estaba por declarar la guerra al Imperio. Es en esas circunstancias en que Urquiza firma un pacto con el Brasil y el gobierno de Montevideo para derrocar a Rosas. El 1º de mayo de 1851 se produce el pronunciamiento: quita a Rosas el ejercicio de las atribuciones delegadas y se reserva el derecho de entenderse con los demás países del mundo. En lo que resta del año 1851 se forma el ejército aliado que habrá de derrotar a Rosas en Caseros, el 3 de febrero de 1952.


Rodríguez y Rosas

Rodríguez le dijo a Rosas
legítimamente he sido yo
nombrado gobernador.
Y de un modo tumultuario
me han privado del bastón.
Si usté quiere respetar
a la Junta Soberana,
al puente de Las Barrancas
vendrá el día de mañana.

Muy pronto espero que usté
me dé la contestación
y si resuelve a venir,
sea con su división.

Juan Manuel leyó el oficio
y llamando a su ayudante
le dio orden de aprontar
la división al instante.

Yo señor Gobernador
le digo toda mi vida
he conocido en la Junta
legítima soberanía.
Ella lo nombró a usté
y con maldad lo ha sacado
yo estoy resuelto a volverlo
a su cargo custodiado.
Mañana estaré sin falta
donde ordena su gobierno
cuente con toda mi juerza
para salir de la emergencia.

Rodríguez se le unió a Rosas
cola caída como andaba
pues con cola ‘e pato el pobre
le habían ganao la parada.
Más bien parecía un lechero
que un señor Gobernador.
Pues cualquiera colorao
venía vestido mejor.

Con el Jefe a la cabeza
ansí a la ciudad marchamos
y al llegar a Las Barrancas
las guerrillas se toparon.
Hubieron algunos tiros
pero sin gran resistencia
ansí que pronto llegamos
a ocupar la residencia.

Rodríguez quedó repuesto
y el cuerpo de coloraos
del pueblo jué almiración
cuando lo vieron formao.
En la plaza nos tuvieron
como quien dice acampaos
y era lujo ver allí
el cuerpo de coloraos.

A Rosas le dieron orden
que marchara pal’ Salao
allá en la Guardia del Monte
con tuitos los coloraos.
Marchó con toda su gente
y al punto la licenció.
El se jué pa’ Los Cerrillos
y en la estancia se metió.


Diga usted que sí

Al santiagueño Ibarra
de Rosas gran adulón,
diga usted que sí
si el dice que no.

Los van a llevar los diablos
para taco de cañón.
Una espada al gaucho Rosas
le ha llegado del Japón.

Diga usted que sí
si él dice que no.
Para defender con ella
su Santa Federación.

Montado en un elefante
viene el fraile renegón,
diga usted que sí
si él dice que no.

Para defender con ella
su Santa Federación.
montado en un elefante,
viene el fraile renegón.

Diga usted que sí
si él dice que no.
Dio una feroz costalada
y se le rompió el cordón.


¡Viva la Patria!

Yo me llamo Juana Peña
y tengo por vanidad,
que sepan todos que soy
negrita muy federal.

Negrita que mando fuerza,
y no negrita pintora.
Porque no soy de las que andan
como pluma voladora.

Negrita que en los tambores
ocupo el primer lugar,
Y que todos me abren cancha
cuando yo salgo a bailar.

Negrita que no hago caso
de cualquier badulaque,
porque me sobran a mí
negritos lindos de fraque.

Y como también presumo
con mi hermoso peinetón
suelo hacerme de rogar
cuando llega la ocasión.

Pero ya que me han chiflado
por meterme a gacetera,
he de hacer ver que aunque negra,
soy patriota verdadera.

Por la Patria somos libres,
y esta heroica gratitud,
nos impone el deber santo
de darle vida y salud.

La Patria se ve amagada
de unos pocos aspirantes,
que quieren sacrificarla
por salir ellos avantes.

Opongamos a su intento
nuestros pechos por muralla,
y reunidos los negritos,
corramos luego a salvarla.

Esto aconsejar debemos
las mujeres al marido,
y las madres a sus hijos
en señal de agradecidos.

Yo por desgracia no tengo
hijos, padre, ni marido,
a quien poderles decir,
que sigan este partido.

Pero tengo a mis paisanos,
los negritos Defensores,
que escucharán con cuidado
estas fundadas razones.

A ellos dirijo mi voz,
y con ellos cuento yo.
Porque se que en siendo tiempo
no me han de decir que no.

Patriotas son y de fibra,
de entusiasmo y de valor,
defensores de las Leyes,
y de su Restaurador.

Solo por Don Juan Manuel
han de morir y matar,
y después por los demás,
mandame mi general.

Mandame mi general,
le han de decir al traidor
que los quiera hacer pelear
contra su Restaurador.

Mandame mi general
se lo dice Juana Peña,
mandame mi general.
Esa negrita porteña.

Hasta el domingo que viene
mandame mi general,
pues puede ser que después
no me mandes general.


Fue publicado en el año 1833 en el periódico La Negrita. Jorge B. Rivera atribuye la dirección de este periódico a Luis Pérez, quien probablemente sea también el autor de estos versos. Dice Vicente Rossi que los negros "consiguieron inmediata e incondicional libertad durante el gobierno de Rosas". A pesar del dictamen de la Asamblea de año 1813 que disponía la libertad de los esclavos, la situación continuó sin modificaciones, sobre todo en el interior del país. Es durante el gobierno de Rosas que se prohibe de manera definitiva el comercio de seres humanos. En uno de los versos menciona los sucesos que tuvieron lugar durante el gobierno de Balcarce –diciembre de 1832 a noviembre de 1833- con el propósito de desplazar a Tosas, que se encontraba, en ese momento, realizando la campaña del desierto. La participación, o al menos el consentimiento de Balcarce en tales hechos, provocó que los federales "netos" llevaran a cabo la revolución de los restauradores el 11 de octubre de 1833 que lo obligó a renunciar a su cargo.


Trágala, trágala

Trágala, trágala,
Federación
¡Viva el gran Rosas!
¡Muera el traidor!

El que no tenga
moño punzó
sufra la pena:
verga y jabón.

Si no le gusta
vaya al Quebracho
que allá Pacheco
da pa tabaco.


El trágala es una canción que utilizaban los liberales españoles y que los federales rosistas adaptaron a nuevas circunstancias. En Quebracho Herrado, Oribe dio alcance a Lavalle y lo derrotó el 28 de noviembre de 1840. Pacheco era el segundo del ejército federal de Oribe. Tuvo a su cargo la columna encargada de perseguir y derrotar definitivamente al general Gregorio Aráoz de Lamadrid.


Reciba mi don…

Reciba mi don…
cinta colorada y fuerte,
tiene el letrero que dice:
Federal hasta la muerte.

A los federales
les quisiera dar
huevitos hervidos
en agua de azahar.

A los unitarios
les quisiera dar
tártago molido
en agua ‘e solimán.


Carta de Pancho Lugares a Chanonga, (1) datada en El Colorado, a 15 de julio de 1833.

Primera carta

Permita el cielo, Chanonga,
que en recibiéndote de ésta,
mis hijos y también vos
gozen de salud perfecta.

Yo quedo güeno a Dios gracias,
y sólo con el pesar
de las noticias funestas
que me han dao de la ciudad.

¿Hasta cuándo mil demonios
nos querrán incomodar,
esos perros unitarios
que se han metio al torsal?

La culpa la tiene el Viejo,
que por su mucha bondad,
les perdonó a esos bribones
la que tenían que pagar. (2)

Si él en aquella ocasión
se los hubiese limpiado,
no eran ellos los que agora
hubiesen algorotado. (3)

Bastante le aconsejaron
El Tribuno, y sus aliados,
diciendo que era preciso
concluir con esos malvados.

Mas el Viejo se hacía el sordo
de purita compasión,
creyendo que se hacía un bien
con otorgarles perdón.

Bien agora se le emplea
lo que ellos hacen con él,
pues hasta quieren ahorcarlo
según lo dice un papel.

Y si ellos como lo dicen,
lo pudieran merecer,
según sus güenos deseos,
no lo dejarían de hacer.

Por verdugos no quedaba,
porque (hablando sin pasión)
hay más verdugos entre ellos
que viejas en un sermón.

Mas esos que agora gritan,
cuando llegue la ocasión,
han de venir de rodillas
a implorar de él su perdón.

Pero puede ser que entonces
no encuentren ya compasión,
y que sus lágrimas sirvan
para más indignación.

Ya escarmentado está el Viejo
de esos villanos traidores,
que provocan su venganza,
su justicia y sus rigores.

El los mira con desprecio,
y lleva su obra adelante,
pues tremola en los desiertos
de la patria el estandarte. (4)

El pabellón argentino
hoy lo miramos flamear,
donde jamás un cristiano
pudo en tres siglos llegar.

Las armas del Rey de España,
virreyes, gobernadores,
nunca pusieron las plantas
donde hoy los Restauradores.

Esta difícil empresa
es Rosas quién la ha allanado,
y en recompensa le pagan
con tratarlo de malvado.

Pero los que así lo agravian,
no son, no, los federales,
ni tampoco son porteños,
son tres o cuatro orientales.

Son hombres que por sus vicios
no tienen acogimiento,
y que andan de un lado a otro
como las nubes al viento.

Hombres que a todos partidos
se venden por su provecho,
pues lo que de honor les falta
tienen de sobre güen pecho.

Mas esos aventureros
cuando la tremenda llegue,
nos han de pagar por junto
lo que cada uno nos debe.

Y ansí diciles, Chanonga,
que hasta mejor ocasión,
pueden tomar por refrán,
no te aflijas, corazón.

Memorias a mis amigos
y a toitos los federales,
y vos recibí un abrazo
de tu don Pancho Lugares.


1) J. B. Rivera considera que Pancho Lugares es uno de los seudónimos utilizados por Luis Pérez.

2) Alude a los cismáticos que, durante la gobernación de Balcarce, intentaron acabar políticamente con Rosas.

3) Alborortado.

4)Referencia a la campaña de Rosas al desierto, intencionalmente desprestigiada por ciertos sectores del entonces gobierno de Buenos Aires.


Contestación de Chanonga a la carta de don Pancho Lugares (1)

Primera carta

Señor don Pancho Lugares,
pedazo del alma mía,
la carta que me has escrito,
me ha colmado de alegría.

En primer lugar, mi viejo,
por saber que te hallas güeno,
con muchas satisfacciones,
y también de gloria lleno.

Ya no tengo más pesar,
que el estar lejos de vos,
aunque en mis rezos, Lugares,
te encomiendo siempre a Dios.

En mis cortas oraciones
nunca olvido al General,
y a todos esos valientes
que nos dieron libertad.

Por ellos y por el viejo
hoy tenemos Patria y Leyes,
y no estamos bajo el yugo,
y tratados como güeyes.

Más en recompensa de esto,
unos pocos sublevados
conspiran contra su vida,
y están en ello empeñados.

Cismáticos descontentos
se han metido al entrevero,
y muchos de los caudillos
unitarios del primero. (2)

Hasta aquellos más cangallas
que el movimiento auxiliaron,
están agora con ellos
después que por él libraron.

No hablo agora de esos otros
a quienes les dio galones,
y que se han mostrado ingratos
en premio de sus favores.

Pues al cabo estos brinones
la hilacha mostrar debieron,
y hacer ver que tal honor
en su vida merecieron.

Y ni siquiera agradecen
el saber que en el desierto,
tiene ya un barco fondeado
en donde nunca fue puerto.

Que él es quien ha descubierto
esos hermosos terrenos,
en donde sólo salvajes
habitaban, y eran dueños.

Esas valiosas montañas
en tan remota región,
y descubiertas agora
por ese nuevo Colón.

Esos campos prodigiosos
que causan admiración,
y que aumentan la riqueza
de la argentina Nación.

Esas indómitas tribus
que ya sin ferocidad,
hoy a la Patria por él
le sirven de utilidad.

Esas crecidas familias
que de cruel cautividad,
las ha sacado su brazo
en completa libertad. (3)

Esas madres que a sus hijos
hoy los güelven a abrazar,
cuando juntarse pensaban
si acaso en la eternidad.

En fin tantas mil ventajas,
que es escusado nombrar,
cuando todos bien conocen
su efectiva utilidad.

Pero unos pocos ingratos
envidiosos de sus glorias,
lo calumnian de tirano
para empañar su memoria.

Y aunque ellos nada consiguen
en su empresa criminal,
no se abstienen de agraviarlo
contra el voto general.

Mas el pueblo hace justicia
a su ilustre bienhechor,
y no olvida los servicios
de ese porteño de honor.

No te escribo más Lugares,
porque estoy de gacetera,
y me es preciso salir
a comprar una pollera.

Pero al cerrar esta carta
te ofrezco mi voluntad,
en señal de mi cariño,
y de firmeza y lealtad.


1)Se publicó el 23 de agosto de 1833. J. B. Rivera atribuye estos versos a Luis Pérez por la misma razón que en el caso anterior

2)Se trata de los unitarios que el 1º de diciembre de 1828 derrocaron al entonces gobernador Dorrego y colocaron en su lugar a Juan Lavalle.

3)Alusión a los blancos que, cautivos de los indígenas, recuperaron su libertad tras la campaña de Rosas.


Votos de la morena Catalina al regresar el libertador D. Juan Manuel de Rosas (1)

Grasis á Dioso, paisano,
que vino é Gobenadó:
Dioso lo conseba siempre
a mi amito y mi señó.

Pero mira, negran viejo,
¡se quemó mucho la cara!
¡pobrecita! que trabajo
pasaría en la campaña.

Esi Paz tiene la culpa: (2)
pero está bien asegurao.
Desile ahora que si ecape (3)
de ande lo tiene enserao. (4)

Po fini ya se acabó
esi guerra condenao; (5)
pues ya bobió á su gobieno
e Gobenedó desiao.

Vamos á juntá, moreno,
Y vamonos á bailá;
que hoy es día de Candombe
y no es día de lavá.


1) Se publicó el 5 de diciembre de 1831 en la Gaceta Mercantil.

2) La situación de Paz en Córdoba era difícil. Los ejércitos federales tenían casi rodeada la provincia. No pudo evitar el enfrentamiento con una partida del ejército de E. López y cayó prisionero, siendo conducido en calidad de tal a Santa Fe.

3) Escape.

4) Encerrado.

5) Condenada.


Como moscas a la miel (1)

Si los Cismáticos quieren (2)
voltear a don Juan Manuel,
hemos de cargar sobre ellos
como moscas a la miel.

Para quitarlo del medio
tal cual lo piensan hacer,
deben saber que hemos de ir
como moscas a la miel.

El viejo tiene opinión
porque es un hombre de bien,
y amigos que lo rodean
Como moscas a la miel.

Tiene gauchos decididos
a dar la vida por él,
y cargar en su defensa
como moscas a la miel.

Gauchos que nunca serán
a su bienhechor infiel,
y que irán cuando sea tiempo
como moscas a la miel.

Pero esta resolución
ellos la deben saber,
y esperamos de refuerzo
como moscas a la miel.

Para echarlos a patadas
a todos los que hablen de él,
hay gauchos en la campaña
como moscas a la miel.

Los escritores venales
que al viejo tratan de cruel,
se han de venir a humillar
como moscas a la miel.

Y entonces los ambulantes
con sus rollos de papel,
se marcharán a su tierra
como moscas a la miel.

Pero si acaso se turban
y nos dan con el bagel,
han de volver a la cárcel
como moscas a la miel.

Así pueden sosegarse
y reflexionarlo bien,
si no quieren que carguemos
como moscas a la miel.


1) Se publicó el 23 de agosto de 1833 en El Gaucho. J. B. Rivera atribuye la redacción de este periódico a Luis Pérez, quien probablemente sea el autor de estos versos.

2) Mientras Rosas llevaba a cabo la campaña del desierto, en el gobierno de Buenos Aires se preparan intrigas con el propósito de desprenderse de la tutela de aquél. El ministro de Guerra, Martínez, tiene la voz cantante en la nueva situación. El objetivo era desprestigiar la empresa de Rosas para lograr una división del partido del gobierno. Este sector triunfaría en las elecciones del 28 de abril de 1833 para renovar la Junta de Representantes, con el apoyo de sectores unitarios. Este fue el sector cismático o doctrinario opuesto al apostólico que contaba con el apoyo de doña Encarnación Ezcurra.


Cielo nacional. ¡Veinticinco de Mayo! (1)

Viva la Unión Federal,
y la argentina Nación,
a las que ha dado blasón
la gran Liga Litoral. (2)

Cielito, viva mi cielo,
insigne en obras grandiosas;
vivan, en bien de la Patria,
Quiroga, López y Rosas.

No hay que andar con agachadas,
ni a quien se saca la oreja:
cada cual es cada cual
y no es menos su pareja.

A no ser por estos tres,
cielito, cielo adorado,
decembristas y unitarios (3)
ya nos habrían fregado.

Con estos tres campeones,
en dulce vínculo unidos,
los argentinos tendrán
Patria y fueros conocidos.

Cielito, cielo del alma,
no quiera el Dios de la Unión,
que esos tres se desacuerden,
¡porque entonces, adiós Nación!

La Patria quiere sosiego,
y un orden consolidado,
y para esto es muy preciso
el olvidar lo pasado.

Cielo, cielito querido
procura ser generoso,
y con tus pobres hermanos
no seas, no, rencoroso.

Para que los pueblos tengan
Constitución general,
deben entrar ante todo
en su arreglo provincial.

Cielo mío, cuanto antes
procura arreglar tu casa;
que a otras cosas más sublimes
después con quietud se pasa.

También la Patria desea
recuperar la Asunción, (4)
que un déspota detestable
separó de la Nación.

Cielito, cielo guerrero,
es preciso con gran tino
recobrar la integridad
del territorio argentino.

Con todos estos arreglos
podremos formar Nación,
cual tienen otras secciones
del gran mundo de Colón.

Cielito, sí, sí, cielito,
nuestro nivel recobremos,
y a la faz del orbe entero
con dignidad nos mostremos.

Por sobre el hombro nos miran
los Estados colindantes:
por estar inconstituidos,
nos reputan vacilantes.

Cielito, mi cielo hermoso,
es preciso despertar
de este profundo letargo,
y salir a figurar.

No hay que andar con distinciones,
con negros ni colorados;
todos somos hijos de Eva,
y patriotas declarados.

En esta virtud, mi cielo,
desecha todo color,
y en sólo servir la Patria
haz que consista tu honor.

Viva el gran día de Mayo,
móvil de grandes acciones:
sacrifiquémosle, amigos,
nuestras innobles pasiones.

Allá va cielo, y más cielo,
cielito de mis paisanos:
en tal día sucumbieron
para siempre los tiranos.

Yo me despido con esto
de mis compatriotas todos:
no dirán que soy paisano,
que uso de malos modos.

Con Dios, te queda, mi cielo,
no premies a mi rival,
pues no es, como tu amante,
Argentino y Federal.


1) Se publicó el 28 de mayo de 1834.

2) La Liga Litoral o Pacto Federal se firmó el 4 de enero de 1831 entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. Por él, dichas provincias adoptaban la forma republicana, representativa y federal y establecían una alianza contra cualquier tipo de agresión.

3) Véase referencia (2) a "Contestación a Chanonga".

4) El cantar apunta a la necesidad de reintegrar Asunción, es decir, el Paraguay. Gaspar Rodríguez de Francia, cerró el Paraguay, lo replegó sobre sí mismo y lo hizo autosuficiente. Lo apoyaron aquellos sectores del pueblo no interesados en el librecambio y en el comercio con los Estados Unidos y Europa.


Quien quiera leer falsedades (1)

Quien quiera leer falsedades
y acostumbrarse a mentir;
el que quisiere vivir
de un tejido de maldades
y en religión ser ateo,
vaya hoy a Montevideo. (2)

Quien quiera ver a un caudillo
esclavo de los franceses, (3)
que sirvió a los portugueses
y que siempre ha sido un pillo
y protector del bloqueo,
vaya hoy a Montevideo.

Quien quiera fanfarronear
contando con aliados
para pagar sus pecados
si los llegan a pillar,
pues que los han de chasquear,
los Gabachos, según veo, (4)
vaya hoy a Montevideo.

Quien quiera ver osadía,
desfachatez, desvergüenza
con que hace sudar la prensa
la unitaria cofradía
que se encuentra allí en el día
reunida, como creo,
vaya hoy a Montevideo.

Quien quiera ver unitarios,
hombres de la nueva era
que siempre mudan bandera
de pobres y mercenarios,
que de puro visionarios
forman un gran cacareo,
vaya hoy a Montevideo.

Quien quiera hablar en francés,
en catalán, vascongado,
todo idioma arrevesado,
y que no sepa quién es,
y hallarse en un entremés
o en un extraño museo,
vaya hoy a Montevideo.


1) Este cantar fue escrito en respuesta a una letrilla unitaria que se publicó el 7 de diciembre de 1839.

2) Los unitarios, derrotados en Buenos Aires, se habían establecido en Montevideo y constituido allí una especie de gobierno paralelo que se llamó Comisión Argentina.

3) Se refiere a Fructuoso Rivera, caudillo de la Banda Oriental, instrumento de los franceses y candidato de los emigrados unitarios para crear conflictos por la pertenencia de Entre Ríos y Corrientes a la Banda Oriental, hecho que finalmente llevaría a un enfrentamiento con Rosas.


Con las mozas de mi pago

Con las mozas de mi pago,
sin contar con los muchachos,
sobran para rechazar
a cincuenta mil fortachos.

Cielito, cielo que sí,
cielito y ande la rueda,
y aunque se agregue de yapa
el guapo Frutos Rivera.

Si acaso el pardo se atreve
nos hemos de ver las caras,
y en el primer empujón
los levantaremos varas.

Cielito, cielo que sí,
cielito y sigan las danzas
hasta ver los unitarios
en la punta de las lanzas.

Qué diablos nos han de hacer
los unitarios morados,
si en todas las ocasiones
han salido revoleados.

Cielito, cielo que sí,
cielito de la victoria,
no ha de quedar de esa raza
ni siquiera la memoria.

Dicen que allá en la ciudad
los han parado en rodeo
porque siguen embrollando
con los de Montevideo.

Cielito, cielo que sí,
cielito y viva el Gobierno,
que al unitario traidor
le hace ver el quinto infierno.

Que viva el Restaurador
y los federales fieles,
revienten los unitarios
echando bofes y hieles.

Cielito, cielo que sí,
cielito y viva el amor,
más tratándose de unitarios
lo mejor es el rigor.

Y con esto me despido
hasta que vuelva a cantar.
Que viva la Independencia
y el sistema Federal.

Cielito, cielo que sí,
cielito, siga la empresa,
porque a nadie le tememos
con Rosas a la cabeza.


Federales argentinos

Federales argentinos:
la guerra se ha declarado:
a favor de los malvados
los franceses han venido; (1)
los franceses atrevidos.
¡Mire que les ha’i pesar!
porque hoy tenimos que hablar
tengalón por entendido
que a nuestro país argentino
jamás lo han de gobernar.

Pero por fin, compatriotas,
no permitamos jamás
que a nuestro país general
venga una nación remota.
Prevengamos a las tropas
para poder defender,
y Rosas, don Juan Manuel,
él, en su Patria constante,
hacia un federal amante
hasta morir o vencer.

Pero por fin, argentinos,
empuñemos los aceros
y gritemos, compañeros:
-franceses ¿a qué han venido?
El gran Rosas ha sabido
y les quiere averiguar
y qué han venido a buscar
en nuestro país argentino
así, conforme han venido,
pronto se manden mudar.

Los franceses revolcados
van saliendo a la angostura,
van viendo su sepultura
ande han de ser sepultados;
si no les gusta el agrado
prevénganles a su rey,
que no les niegue la ley
que pasarán a otra cosa.
Si no saben, que lo sepan,
hoy el que gobierna es Rosas.


1) Desde los primeros años posteriores a la independencia, Francia tenía interés en el Río de la Plata, pues necesitaba ampliar su comercio exterior. No obstante, debía encontrar una excusa aceptable para su intervención, sobre todo, para no chocar con Inglaterra. Esa excusa fue la prisión de seis franceses, unos por delitos comunes y otros por no haber accedido a cumplir servicios como guardias nacionales en 1838. Como el gobierno de Rosas no aceptara la posición del francés, que exigía la libertad de los detenidos, el contralmirante Leblanc declaró el bloqueo a Buenos Aires. Los franceses no estaban solos, contaban con el apoyo de la generación de intelectuales románticos, que se aliaron a los sitiadores creyendo que "había que echarse en manos de Francia, para salvar la civilización europea, instituciones, hábitos e ideas en las orillas del Plata". Contraria fue la actitud de las clases populares, que apoyaron incondicionalmente a Rosas y lo ayudaron a consolidar su poder.


Todo hombre de mal hacer (1)

Todo hombre de mal hacer
debe de ser fusilado
porque el corazón dañado
nunca deja de tener;
por eso don Juan Manuel
esto debe corregir
al saberse dirigir
con sus guapos federales
para que muera Lavalle
muera Rivero y Madrid. (2)


1) Olga Fernández Latour indica que este cantar fue compuesto inmediatamente después del pronunciamiento del general Lamadrid en Tucumán. Enviado a esa provincia por Rosas con el objeto de recuperar material de guerra, aprovecha esa oportunidad para pronunciarse contra Rosas, y actuar, aparentemente, de acuerdo con los unitarios Avellaneda y Piedrabuena. Su conducta no fue clara. El mismo Lamadrid se ve obligado a explicarlo: "yo no formé jamás la idea de traicionar esa confianza (de Rosas…). Más, hecho ya el pronunciamiento no me juzgué en el deber de retirarme (…) y es por esto que siguiendo el voto de la mayoría me pronuncié por él.

2) Rivera.


Tucumán, Salta y La Rioja

Tucumán, Salta y La Rioja, (1)
Santa Fe con Chilecito,
todos vienen uniditos
a pelear contra La Rioja (sic) (2)
sólo San Juan y Mendoza
con su misión la cumplieron,
porque toditos creyeron
que Lavalle entraría
y en Buenos Aires pasaría
a toditos a degüello.

Hoy es tiempo, federales,
que empeñéis vuestras espadas
y hagáis que sean respetadas
por los pérfidos rivales
que son plagas infernales
que tratan de devorar
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
vuestra religión preciosa
ya es tiempo ‘e morir por Rosas
¡viva un bravo federal!


1) Tucumán y Salta primero, a las que más tarde se unieron La Rioja, Catamarca y Jujuy, firmaron un acuerdo que se llamó la coalición del Norte. En virtud de este acuerdo quitaron a Rosas la representación de las relaciones exteriores, esperando el éxito de las tropas de Lavalle que estaba a punto de invadir Buenos Aires.

2) En lugar de La Rioja, Olga Fernández Latour propone leer "La Rosa", nombre que se daba frecuentemente al Juan Manuel de Rosas|Restaurador de las Leyes. Con esta lectura el cantar mantendría coherencia.


Soy de los escoltinos

Soy de los escoltinos (sic) (1)
que llevó Francia,
voy volviendo a mi tierra (2)
sin esperanza.
Soy de los escoltinos
de don Juan Manuel,
donde clavo mi lanza
revienta un clavel.

El general Lavalle
y el correntino (3)
en el Quebracho Herrado
fueron vencidos.
Al general Lavalle
y al presidente (4)
no le sirvió de nada
toda su gente.


1) Los que hacen escolta.

2) Véase nota 1 a "Federales Argentinos".

3) Se trata del gobernador correntino Pedro Ferré, cuyas fuerzas regulares participaron junto con las de Lavalle en Quebracho Herrado.

4) El presidente es el de la República Oriental del Uruguay, Fructuoso Rivera.


De la otra banda mandaron

De la otra banda han mandado
los de la ira venenosa
una caja de regalo
a quitar la vida a Rosas (1)
y Rosas considerado
la recibe muy atento.
Pero les dice al momento
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Esta caja se ha de abrir
cuando le llegue su tiempo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Dice doña Manuelita:
-"treinta de marzo; al momento
abra la caja, porque es
día de mi nacimiento".
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La abrió de un modo suave
pero se falseó la llave
por eso le falló el tiro.

Ocurre toda la gente
a ver esto que pasaba.
La caja les presentaba
de un gran Rosas, continente.
Dicen todos permanentes
con palabras ofertosas:
-¡Qué caja tan venenosa
han mandado estos malditos
con dieciocho cañoncitos
a quitar la vida a un Rosas!
El clama su Independencia
tiene su patria segura
por eso a Rosas ayuda
un dios de la providencia,
unitarios traicioneros
que siempre han de ser rivales.
¡En vano gastan dinero
en contra ‘e los federales!


1) El cantar alude a la inquietud que despertara entre los allegados a Rosas una caja que le enviaron como regalo el 26 de marzo de 1841 y que tenía como fin acabar con su vida. Se trataba de una bomba de las denominadas "caja infernal" , destinadas a explotar al ser abiertas.


El ilustre federal

El ilustre federal,
Restaurador de las Leyes,
colocó en su nuevo muelle
la piedra fundamental. (1)
Donde fueron a firmar
los de la plaza mayor,
en prueba de la intención
que tuvo don Juan Manuel,
con su intentado (sic) saber
y sabia disposición.
Sin federación no hay patria,
sin virtud no hay religión
-pues todas serán desgraciadas-;
el cuida con eficacia
a nuestra patria querida,
hoy semilla florecida,
ayer gimiendo se vio
porque la ruina sufrió,
y salvó la patria mía.
Rosas es un centinela,
muy celoso militar,
que con ansia singular
por su patria se desvela;
tan sólo salvarla anhela
de los rigor (sic) del tirano,
con el fusil en las manos
que si duerme se despierta
y les grita: -¡Alerta! ¡alerta!
A sus nobles ciudadanos.


1) Es probable que este cantar se refiera, según indica Olga Fernández Latour, a la inauguración del paseo público en la barranca del río en 1844. Se extendía desde el monumento a Juan de Garay hasta la calle Sarmiento.


¿Por qué desprecias, Urquiza?

¿Por qué desprecias, Urquiza,
a vuestra causa sagrada?
Contra un Restaurador,
¿por qué levantas tu espada? (1)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rosas eterno, inmortal,
por la causa te lo pido,

castigar todo atrevido
hasta verlo sepultado.
Castigar todo malvado,
que brille más nuestra espada.
Que las armas respetadas
las miren con más recato.
No miren con desacato
a vuestra causa sagrada.'
'
Urquiza se ha figurado
que las provincias son dél, (2)
que lo han de favorecer
por ser constitucionario.
No es razón de que un voltario
tenga carácter de honor.

¿Por qué con tanta inrazón
a las leyes has faltado?

¿Por qué te habrás sublevado
contra un gran Restaurador?


1) Este cantar puede ser fechado después del pronunciamiento de Urquiza el 1º de mayo de 1851. El Brasil y los emigrados lo habían elegido como el instrumento para enfrentar y, eventualmente, derrotar a Rosas y a la Confederación. Por el decreto del 1º de mayo, declaraba que asumía el ejercicio de las atribuciones delegadas en el gobierno de Buenos Aires y que se entendería con los demás gobiernos del mundo hasta tanto se constituyera la República.

2) Los gobiernos provinciales, exceptuando el de Corrientes, rechazaron el pronunciamiento de Urquiza y ratificaron su confianza en el Restaurador.


¡Al arma, argentinos!

¡Al arma, argentinos!
¡cartucho al cañón!
que el Brasil regenta
la negra traición. (1)
Por la callejuela,
por el callejón,
que a Urquiza compraron
por un patacón.

Triunfará de Rosas
la negra traición
cuando la naranja
se vuelva limón.
Por la callejuela,
por el callejón,
que a Urquiza compraron
por un patacón.


1) La fecha de este cantar es posterior al pronunciamiento de Urquiza. Brasil había dado garantía de ayuda a Urquiza en el caso de un levantamiento. El 29 de mayo se firmó un tratado entre el Imperio, el gobierno de Montevideo y el de Entre Ríos, de alianza ofensiva y defensiva que llegaría hasta el enfrentamiento con Buenos Aires.


Arriba muchachos

Arriba muchachos
que las ocho son
y ya viene Urquiza
con su batallón.

Déjalo que venga,
déjalo venir,
que a fuerza de palos
lo haremos salir.


Carta de una negra

Hacemi favol, ño Pancho,
de esplicalmi tu papeli
polque yo sol bosalona
y no lo puedo entendeli.

Yo quisiela que me diga
lo que ti quelí decí,
polque tío Juan, mi malido,
quiele también escribí.

El es neglo bosolona
pelo neglo fedelá,
y agradecido a la Patlia
que le dio la libeltá.

Esi neglo cada noche
sueña con don Juan Manuel,
y luego, de mañanita,
otla vesi hablando de él.

Como esti gobelnádola
me dice, e niño tan güena,
e pleciso, Catalina,
que el Señol nos lo conselva.

Ya vistes en el candombe
cómo glitan los molenos:
"¡Viva nuestlo padle Losas,
El gobelnadol más güeno!".


Que vivan los federales

Que viva la Virgen Santa
y nuestra Federación.
Que viva el paisano Rosas
y la divisa punzó.

Que vivan los federales
que viva don Juan Manuel
que viva doña Manuela
y López amigo fiel.

En la puerta de mi casa
tengo abierto un corazón,
con un letrero que dice:
viva la Federación.

Viva la Patria Bendita
Viva la cinta punzó,
viva la celeste y blanca,
viva la Federación.

A la Santa Federación
la llevaron a enterrar,
le echaron poquita tierra
y ha vuelto a resucitar.

Viva el gaucho surero
que es como cuadro,
cuando le aprieta las paibas
al unitario.

Que viva la santa causa
y don Juan Manuel.
Que viva su ilustre hija
y la escrebida Ley.

En la puerta de mi casa
tengo una cinta punzó,
con un letrero que dice:
Viva la Federación.

Salta el sol, salta la luna
salta la flor del peral.
Viva la muchacha que ama
a un muchacho federal.

Ay negra del alma mía,
negrita y suelo natal
que viva don Juan Manuel
y el partido federal.

Viva Dios, viva la Patria,
viva la flor del pepino,
viva la moza que tenga
amor con un argentino.

Un gaucho lindo cantaba
con su guitarra, a caballo,
vivando la Patria grande
y el 25 de Mayo.

En la puerta de mi casa
tengo un letrero de plata,
y a todos está diciendo
que siempre viva la Patria.

Negrita, negra querida,
negra de Puente de Márquez,
no andés comiendo chatasca
que están podridos los charques.


Los salvajes unitarios II

Los salvajes unitarios
andan malevo por ahí;
si el federal los agarra
les hai tocar el violín.

Que vivan los federales,
y viva el Restaurador,
y viva doña Manuela
Viva la Federación.

Muera el salvaje Lavalle
y el Guarda-Chanchos (1)
Que ni pa’ pasto sirven
de los caranchos.

Que viva la santa causa
y don Juan Manuel
Que viva su ilustre hija
y la escribida Ley.


1) Se refiere al rey de Francia.


Canción del violín (1)

A los federales
de composición,
que con los salvajes
forman reunión,
verga por los lomos
sin cuenta y razón;
y si se resisten,
violín y violón.

El que con salvajes
tenga relación,
la verga y degüello
por esta traición:
que el santo sistema
de Federación
le da a los salvajes
violín y violón.

Paz con los salvajes
no habrá nunca, no,
mientras viva Rosas
El Restaurador:
así los esclavos
del vil pardejón
tendrán como su amo
violín y violón.

Sigamos a Rosas
El Restaurador
fiel a los principios
que nos enseñó;
y a los enemigos
de nuestra nación,
démosle los netos
violín y violón.

Coro

Federales fieles
al Restaurador,
con los gambeteros
violín y violón.


1) Las batallas entre unitarios y federales solían ser muy cruentas, casi siempre los pocos sobrevivientes del ejército derrotado eran ejecutados, luego se les cortaba la cabeza y se la exhibía como escarmiento. Ambos bandos acostumbraban a castrar a sus enemigos, a cortarles la lengua, las orejas o arrancarles la barba con piel. Mas allá de las exageraciones de los relatos, abundaban las cabezas decapitas enviadas como obsequio, y la pasión por el degüello quedó reflejada en este cancionero federal.


Himno de los Restauradores

¡Oh gran Rosas! tu pueblo quisiera
mil laureles poner a tus pies;
mas el gozo no puede avenirse
con el luto y tristeza que ves.
¡Aguilar y Latorre no existen
Villafañe el invicto, murió
y a tu vida tal vez amenaza
de un malvado el cuchillo feroz.

De discordia la llama espantosa
a el país amenaza abrasar
y el audaz demagogo se mira
la orgullosa cerviz levantar.
¿No los ves como ledos conspiran?
¿cual aguzan su oculto puñal?
¿cual meditan la ruina y escarnio
del intrépido y buen federal?

Esa horda de infames ¿qué quiere?
sangre y luto pretende ¡qué horror!
empañar nuestras nobles hazañas
y cubrirnos de eterno baldón.
¡Ah! cobardes temblad es en vano
agoteis vuestra saña y rencor.
Que el gran Rosas preside a su pueblo,
Y el destino obedece a su voz.

¡Asesinos de Ortiz y Quiroga!
de los hombres vergüenza y borrón,
a la tumba bajad presurosos
de los libres temed el furor.
Esos mismos que en Márques vencieron
en San Luis, Tucumán y Chacón,
con la sangre traidora han jurado
de venganza inscribir el padrón.

Del poder la Gran Suma revistes,
a la patria tu debes salvar;
¡que a tu vista respire el honrado
y al perverso se mire temblar!
La ignorancia persigue inflexible
al talento procura animar
¡Y ojalá que tu nombre en la historia
una página ocupe inmortal!

Coro

Alza ¡oh Patria! tu frente abatida,
de esperanza la aurora lució:
tu Adalid valeroso ha jurado
restaurarte a tu antiguo esplendor.


Canción para Manuelita

En el Prado de Palermo
hay esbelta y olorosa
entre nardos una rosa
que es de carmín su color;
de su cáliz purpurino
que al que se acerca consuela
se ve salir a Manuela
simbolizando el candor.

Coro

Cantad argentinos
el día dichoso
natal venturoso
de un ángel de luz.

Cancionero de Angel Vicente Peñaloza

Angel Vicente Peñaloza, estanciero y general del ejército de la Confederación llegó a ser el hombre clave del Noroeste, centrando su poder en las provincias de La Rioja y Catamarca, en las que las clases sociales más oprimidas fueron su punto de apoyo para enfrentar al ejército de Mitre y los intereses económicos, por él representados, de la burguesía portuaria y del imperialismo británico.

Distintas etapas pueden señalarse en la vida del Chacho, desde aquella en que se destaca luchando junto a Quiroga contra las fuerzas unitarias encabezadas por el general Paz, hasta la que se inicia en 1861 cuando, de vuelta de su exilio chileno, lo encontramos nuevamente transformado en el patriarca de Los Llanos. Debe entonces encabezar un movimiento contra los liberales que derrocaban a los gobernadores urquicistas. Desde Catamarca se lo llama y el Chacho con sus llaneros empuña las armas una vez más para desalojar a los usurpadores. La ausencia de Peñaloza es aprovechada por el Ejecutivo Nacional para ocupar La Rioja en febrero de 1862 y para impedir que el caudillo regrese. El general Paunero es el encargado de la acción. Ante la posibilidad del retorno de Peñaloza, la situación de los invasores se hace muy inestable, sobre todo si se agrega a esto la aparición de otros caudillos populares, con su forma de lucha no ortodoxa, desconcertante para los ejércitos regulares. Son ellos: Severo Chumbita, Felipe Varela, Fructuoso Ontiveros. Se firma entonces la paz en La Banderita y Peñaloza queda a cargo del control de la provincia. Pero la paz será momentánea.

En abril de 1863 dirá Peñaloza: "Después de la guerra exterminadora no se ha cumplido las promesas hechas tantas veces a los hijos de esta desgraciada patria. Los gobernantes se han convertido en verdugos de las provincias, atropellan las propiedades de los vecinos y destierran y mandan matar (…) a ciudadanos respetables por haber pertenecido al partido federal". A esto debe agregarse la difícil situación económica provocada por la nacionalización de la deuda de Buenos Aires, que significaba responsabilizar a las provincias del pago de ella para beneficiar finalmente a los intereses de la Alta Banca Británica.

Frente a la injusticia y la maniobra financiera, la única respuesta de Peñaloza es la guerra y una proclama –el grito de Guaja- dirigida a sus llaneros y a su pueblo. Esperaba además que Urquiza finalmente diera su apoyo a esa lucha. No tomó en cuenta que el caudillo de Entre Ríos estaba ligado por sólidos intereses económicos a la burguesía porteña y a sus aliados extranjeros.

La represión de la montonera fue rápida y encargada nada menos que a Domingo F. Sarmiento, gobernador de San Juan y uno de los más encarnizados enemigos. La insurrección en el oeste fue total: La Rioja y Catamarca estaban en manos de los federales; en San Juan y Mendoza se llevaban a cabo acciones rápidas y efectivas.

Finalmente el Chacho se decide a entrar en San Juan para vencer allí a Sarmiento, pero es derrotado y vuelve a Los Llanos para refugiarse y lo hace en casa de un amigo en Olta. Por una delación, una partida del ejército nacional al mando del comandante Vera lo encuentra y el 13 de noviembre –o antes según José Hernández- es asesinado por el coronel Irrazábal de un lanzazo en el vientre, cuando ya se había entregado. Su cabeza será expuesta en la plaza de Olta para aleccionar a sus compañeros. El parte de guerra confeccionado por Sarmiento dirá que murió en pelea.


Alto y ¿quién vive?

Alto y, ¿quién vive?
La Patria.
¿Qué gente?
Paisana.
¡Viva Chacho con su gente!
¡Viva Pueblas el valiente!


Juan Gregorio Pueblas, teniente del general Peñaloza, tuvo a su cargo partidas de montoneros que actuaban en San Luis. Intervino también en el sitio a la ciudad de La Rioja, que culminó en junio de 1862. La ciudad se encontraba dominada por el general Paunero, quien se había atrevido a ocuparla debido a la ausencia del Chacho.


¡Achalay! ¡Que linda rosa!

Federales
¡Achalay! ¡qué linda rosa!
Chumbita con Peñaloza.
Unitarios
¡Achalay! ¡qué lindo encanto!
Taguada (sic) con cura Campo.


Severo Chumbita fue un caudillo que apoyó al Chacho hostilizando a las fuerzas gubernamentales, una vez que éstas ocuparon la ciudad de La Rioja en 1862. Manuel Taboada fue gobernador de Santiago del Estero y José María Campo fue gobernador de Tucumán impuesto en el cargo por los hermanos Taboada.


La buena sementera

Es buena la sementera
cuando el terreno es ladera.
Es fiero para querer
cuando la gente es autera.

¡Viva Dios, Viva la Virgen!
¡Viva la cinta punzó!
¡Muera la celeste y blanca!
¡Viva la Federación!

¡Viva Dios, Viva la Virgen!
¡Viva la estrella mayor!
¡Viva Peñaloza y Puebla
con todo su batallón!

¡Viva Dios, Viva la Virgen!
¡Viva la flor del peral!
¡Viva la mujer que tenga
trato con un federal!.


Sin patria no hay religión

Sin patria no hay religión,
sin religión ya no hay patria,
sin Peñaloza, opinión,
ya todo será desgracia.

Yo soy militar constante
cargado de munición;
para que a nuestra bandera
no la ultrajen con rigor.

Gracias a Dios que he oído un tiro
a favor de nuestro pueblo.
Esta no es revolución
sino por cambiar gobierno.


El pago "Las Lomas Blancas"

El pago "Las Lomas Blancas"
¡qué pago tan desgraciado!
El día menos pensado
ya salimos derrotados.

En veinticinco de Mayo,
cuando las balas lloraban,
Varela nos repetía
que no se rindan por nada.


En abril de 1863, el Chacho lanza una proclama, "El Grito de Guaja", "a los hombres todos, (quienes) no teniendo ya más que perder en la existencia, quieren sacrificarla (…) en el campo de batalla, defendiendo sus libertades, sus leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente". Busca el apoyo de Urquiza, pero antes que nada llama a la insurrección general. Los pueblos, guiados por sus caudillos, se levantan por sus reivindicaciones económicas, su libertad y la soberanía de su tierra contra el ejército de Mitre y los intereses británicos por él representados. La represión es tremenda. El Chacho libra una batalla sangrienta en Lomas Blancas, Los Llanos, contra el coronel Sandes, herido en la batalla, pero debe retirarse a Córdoba donde es recibido con aclamaciones por el pueblo.


Venía el coronel Sandes

Venía el coronel Sandes (1)
al frente de los porteños
y el general Peñaloza
no lo tuvo, ni en el sueño.

Al frente de los porteños
venía el coronel Sandes,
p’al general Peñaloza
¡ay! ¡qué desgracia tan grande!

Con la venida ‘e los porteños
los Llanos ¿qué pensarían?
¡Que Rioja tan desgraciada!
¡ay, amada patria mía!

Al paso que va la guerra
la provincia se ha’i perder.
No quedará qué ensillar
ni tampoco qué comer.

El encuentro lo tuvieron
en el campo ‘e Lomas Blancas (2)
y a Sandes de un lazazo
lo sacaron de las ancas.

Entró el coronel Sandes
a esta acción en su yegua
y recibió un lanzazo
de un muchacho poncho i jerga.

Peñaloza diz que es muerto,
no hay duda que así será.
Tengan cuidado, magogos, (3)
no vaya a resucitar.


1) El coronel Ambrosio Sandes fue uno de los invasores de La Rioja. Había sido enviado por el gobierno de Mitre y debió encargarse de la represión de la montonera federal del noroeste. Luchó contra el Chacho en Lomas Blancas.

2) Véase nota al cantar anterior.

3) Demagogos.


El año sesenta y cuatro

El año sesenta y cuatro, (1)
mil ochocientos sesenta,
murió nuestro general
con las mayores afrentas. (2)

Don Vicente Peñaloza
confiado en su bienestar,
no se quiso retirar
de una casa peligrosa.
Fue su muerte aventurosa
por sus amigos ingratos,
que son unos insensatos
en su modo de pensar,
que lo supieron matar
el año sesenta y cuatro
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
mil ochocientos sesenta.
Dicen que en el lugar de Olta
le han cortado la cabeza
pillándolo de sorpresa
una partida de flota. (3)
Así ha corrido la nota,
no sé si será verdad.
Mas como el hombre es mortal
no se sí he de persuadir,
casi estoy a consentir:
murió nuestro general.
Con los mismos compañeros
diz que lo han hecho matar;
el uno voy a nombrar
por ser el más traicionero,
que fue Francisco el Minero, (4)
en esta muerte violenta,
como le dure la venta
siempre ha de vivir conforme
y así no se mata a un hombre
con las mayores afrentas.


1) La muerte del Chacho ocurrió en noviembre de 1863 y no en el año que constata el cantar. En cuanto al día del asesinato, las versiones son contradictorias.

2) El general Peñaloza fue asesinado por el coronel Irrazábal de un lanzazo en el vientre, una vez que había entregado sus armas. Luego le cortan la cabeza que es expuesta en la plaza de Olta. El parte oficial dirá que fue fusilado. Este fue confeccionado por Sarmiento, Director de la guerra, que además ascendió a Irrazábal y al comandante Vera, responsable de la partida.

3) Multitud.

4) Francisco el minero, o Pancho, había sido hecho prisionero junto con una partida de hombres del Chacho. Aquél se prestó para llevarlos hasta el lugar en que se encontraba el caudillo riojano.


Dicen que al Chacho lo han muerto

Dicen que al Chacho lo han muerto,
yo digo que así será.
Tengan cuidado magogos
no se valla a levantar.

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la flor del melón!
¡Muera la celeste y blanca!
¡Viva la federación!

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la flor del nogal!
¡Viva la mujer que tenga
¡tratos con un federal!

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la flor del melón!
¡Viva el general Paunero
en la boca de un cañón!

¿Qué es aquello que relumbra
debajo de aquella mesa?
Son ojos de los salvajes
que están haciendo promesa.


Estas cuartetas aparece repetidas en varios de los cantares que refieren la muerte del Chacho.


Los salvajes unitarios

Los salvajes unitarios,
amigos del interés,
esclavos del federal,
aunque no quieran han de ser.

Qué es aquello que relumbra
debajo de aquella mesa,
los ojos de los magogos
que están haciendo promesas.

Dicen que el general es muerto
yo digo que así será.
¡Tengan cuidado magogos
Que el muerto resucitará!

¡Ay! jué pucha mundo ingrato,
pérfido, ingrato y traidor,
con lo que pagas finezas
que tu jefe te brindó. (1)


1) La alusión es sin duda a Pancho el minero (Véase nota 4 al cantar: "El año sesenta y cuatro").


En la plaza venden sandías

En la plaza venden sandías,
en la recova, melones,
en las barbas de Paunero (1)
hacen nido los ratones.

El general Peñaloza
andaba muy descuidado,
cuando salió para afuera
se halló de gente rodeado.

El general Peñaloza
no tuvo más que decir:
-Perdón le pido a mi Dios,
como que voy a morir.


A la bandera de Mitre

A la bandera de Mitre,
a ella no m’hi y rendir.
Si viviera Peñaloza
por él sí he de morir.


En las sierras y en los llanos

En las sierras y en los llanos
está la sangre corriendo
de los chachinos que han muerto.
Los vivos andan huyendo.


Ya se ha muerto Peñaloza

Ya se ha muerto Peñaloza,
solito se va a la gloria
todavía sigue la guerra
Pueblas con doña Victoria. (1)


1) Victoria Romero de Peñaloza luchó junto a su marido contra el ejército regular que respondía a las órdenes del gobierno de Mitre. Después de la muerte del Chacho fue llevada, por orden de Sarmiento, encadenada a San Juan. Allí se la obligaba a barrer la plaza.

Cancionero de Felipe Varela

Felipe Varela (1819-1870)

Felipe Varela, estanciero en La Rioja y coronel del ejército del Chacho, había participado en las montoneras de este último hasta su muerte, en 1863.

Durante su exilio en Chile se vinculó con la Unión Americana comprendiendo que "las secciones aisladas de América serán siempre entidades políticas insignificantes (…) unidas se bastarán a sí mismas para la defensa de su autonomía e independencia".

Al enterarse del tratado de la Triple Alianza decide cruzar la cordillera para pelear, junto con emigrados argentinos y algunos chilenos, que suman alrededor de 200, contra el gobierno nacional de Mitre. Su propósito era continuar la lucha del Chacho.

Inmediatamente, el 6 de diciembre de 1866, lanza su proclama. En ella afirma: "Desde que aquél (Mitre) usurpó el gobierno de la nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser patrimonio de los porteños, condenando a los provincianos a cederles hasta el pan que le reservara para sus hijos (…) Esta es la política de Mitre".

A pesar de que el gobierno de Mitre no quiere dar mayor trascendencia al resurgimiento de la guerrilla del Noroeste, para circunscribir la insurrección, él mismo abandona el frente del Paraguay con 3.500 hombres para controlar la situación interna. Pero ya Varela cuenta con 4.000 hombres detrás de su bandera: "¡Federación o muerte! ¡Viva la Unión Americana! ¡Viva el ilustre Capitán General Urquiza! ¡Abajo los negreros traidores a la patria!". También Varela, como el Chacho unos años antes, esperará que Urquiza se ponga a la cabeza de la insurrección, mientras en éste pesaban los intereses que lo ligaban al Banco de Londres y a la continuación de la Guerra con el Paraguay. En nada coincidirá su pensamiento con "nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada y el orden común, la paz y amistad con el Paraguay".

La proclama de Varela era clara. Sabe a quién esconden los enemigos visibles: al Imperio Británico que, en sutil maniobra, tiende a hacer depender económicamente a todo el continente sudamericano de él y conseguir así importantísimas ganancias. Por eso dice: "¡Compatriotas a las armas!... es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos. ¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores a la patria! ¡Abajo los mercaderes de cruces en la Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre argentina y oriental! ¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias, en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente!".

Pero, a pesar del apoyo de los pueblos de las provincias, el poder de las montoneras era muy inferior: con sus lanzas no podían enfrentar las nuevas armas que poseían los Paunero, los Arredondo o los Taboada.

Un duro golpe es para Varela la batalla del Pozo de Vargas, en abril de 1867. Los nacionales después de largas horas de combate lo obligan a retirarse con sus tropas maltrechas. Sin embargo, no obstante el desastre sufrido, pocos meses después se encuentra en condiciones de tomar Salta con mil de sus hombres. La ciudad estuvo en su poder durante unas pocas horas y, aunque mucho se ha mencionado el atropello de la montonera, nadie pudo atestiguar el saqueo. Finalmente, Varela se dirige a Jujuy, seguido de cerca por Navarro, del ejército mitrista, y se ve obligado a refugiarse en Bolivia.

En 1868, al enterarse del asesinato de Aurelio Zalazar, vuelve Varela con sus gauchos. Pero es vencido y debe exiliarse definitivamente en Chile, adonde marcha enfermo y con una veintena de hombres. Muere en Copiapó el 4 de junio de 1870. La repatriación de sus restos se efectuó en febrero de 1974.

"¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará el enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro coronel y amigo, Felipe Varela". Estas eran las últimas palabras de su proclama.


Dicen que Varela viene

Dicen que Varela viene
con su infantería riflera
a cortarle la otra oreja
a ese pilón de Paunero.

Dicen que Varela viene
levantando polvareda,
y don Juan viene detrás
como flor de primavera.

Dicen que don Juan se viene
con toda la chilenada.
Empezaron los salvajes
a ganarse en la Rinconada.

¿Veis aquello que relumbra
en la esquina de la plaza?
El cuello de los salvajes
que se derriten de grasa.

¿Veis aquello que relumbra
debajo de aquella mesa?
Los ojos de los salvajes
que están haciendo promesas.


El general Wenceslao Paunero fue nombrado interventor federal en Mendoza por Marcos Paz, vicepresidente de la República a cargo del poder ejecutivo, pues Mitre se encontraba en la Guerra el Paraguay. En Mendoza había estallado una revolución que se definía como federal y que alarma a gobernadores liberales de las provincias limítrofes: San Juan, San Luis y La Rioja. En los versos hay también una referencia a Juan Sáa, que regresa de Chile para unirse a los revolucionarios de Cuyo. Sáa derrota a Paunero y ocupa luego el gobierno de San Luis. En la Rinconada del Pocito, el 5 de enero de 1867, el ejército que respondía al gobierno nacional es derrotado por Videla, que operaría más tared sobre San Juan.


¡Viva el general Varela!

¡Viva el general Varela
por ser un jefe de honor!
¡Que vivan sus oficiales!
¡Viva la Federación!

La República Argentina
siempre ha sido hostilizada
porque los que gobernaban
en su mala fe caminan.
Ahora el que viene encima
levantando su bandera, (1)
la gloria y la primavera
florecen por los caminos.
Gritemos los argentinos:
¡Viva el general Varela!

Los hombres que han gobernado
no son los inteligentes,
porque al que bien se ha portado,
lo han marchado al contingente.
Nada vale ser prudente
ni amistoso en la ocasión,
el pobre con más razón,
porque ni razones tiene.
Hoy Varela nos conviene
por ser un jefe de honor.

En Córdoba se ha ganado,
San Luis, Mendoza y San Juan,
sólo falta Tucumán,
pero está desamparado. (2)
Campos solito ha quedado, (3)
muriendo en sus propios males,
estos son actos formales
de verse desprotegido.

¡Viva el jefe que ha venido!
¡Que vivan sus oficiales!
Es pretensión de un Varela
que ha venido en feliz día
a sacarnos de la anarquía
levantando su bandera.
Unirse con la chilena,
para hacer su pretensión,
y hacer la constitución
con la república hermana, (4)
y en esa paz soberana,
¡Viva la Federación!


1) Felipe Varela se encontraba en Chile en 1866 y, al enterarse del tratado de la Triple Alianza, decide deshacerse de sus bienes y armar a un grupo de hombres, integrado por argentinos y chilenos que creían como él en la Unión Americana. Cruza la cordillera y dirige a sus compatriotas la famosa proclama. El cantar muestra cuáles eran las expectativas del pueblo al enterarse del suceso.

2) Se refiere a la revolución de los "colorados" en Mendoza que se extendió, rápidamente, a las provincias limítrofes.

3) Es probable que se trate del entonces ministro del gobierno en Tucumán, José M. Campos.

4) "Nuestro programa es (…) el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas", dice Varela en la proclama de 1866.


Viva la Patria Argentina

¡Viva la patria Argentina!
¡Viva el Cabildo mayor!
¡Viva el general Varela,
hombre de tanto valor!

El miércoles por la mañana
¡Viva el general Varela!
una espada en cada mano,
en una ¡Viva la Patria!
en la otra ¡Muera el tirano!

Yo haré que del cielo baje
agua para sus tinajas,
para que tome Varela
con todos los de su casa.

¡Viva la Patria Argentina!
¡Mueras los hombres tiranos!
Viva el general Varela
con sus leyes en las manos.


Atiendan señores míos

Atiendan señores míos
les voy a formar un cuadro,
les voy a cantar la letra
de Varela el desgraciado.
Los hace marchar de a pie,
militares y oficiales
ya perecían de sed.

Al llegar al Pozo de Vargas (1)
el enemigo encontramos,
antes de formar las líneas
un cañonazo tiramos.

Dice el coronel Medina: (2)
-Vamos a jugar el juego
porque llevo tres toritos:
Lizondo, Guallama y Cuello. (3)

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la estrella de guía!
¡Viva el coronel Medina
con toda su infantería!

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la estrella mayor!
¡Viva el coronel Medina
con todo su batallón!

¡Viva Dios, viva la Virgen!
¡Viva la estrella saliente!
¡Viva el coronel Medina
con sus argentinos valientes!

Ya salimos todos juntos, (4)
todos juntos como hermanos,
al pobrecito Varela
lo dejan en un pantano.

Ya salimos para arriba
con una marcha ligera
llegamos a Tucumuno
por ser la finca primera.

Ya salimos para arriba
con una marcha ligera;
por ser la finca segunda
llegamos a Cruz de Piedra.

Ya salimos para arriba
con una marcha muy al trote,
por ser la tercera finca
llegamos pues a San Roque.

Ya salimos para arriba
con marcha muy ligerón
por ser la tercera finca
llegamos al dicho Rincón.

Ya salimos para arriba
con una marcha muy sencilla
por ser el cuarto distrito
ya llegamos a la Villa.

Reciban señores míos,
ya’stá hecho lo que ha mandado,
aquí se acaba este verso
de Varela el desgraciado.


1) En abril de 1867, Varela debe enfrentar al general Antonio Taboada y al ejército nacional. El lugar del encuentro será cerca de La Rioja. Taboada busca, por todos los medios, evitar que la montonera se abastezca de agua y obligar así a Varela a recurrir al Pozo de Vargas, en una zona fortificada por el ejército nacional. La batalla librada en torno al jagüel de Vargas fue muy difícil. Al anochecer, Varela decidió la retirada, pues había sufrido pérdidas irreparables. Momentáneamente no podía volver a la lucha. Por su parte, Taboada se dedicó a saquear La Rioja.

2) Estanislao Medina, jefe chileno que acompañó a Varela desde el cruce de la cordillera.

3) Santos Guayama, Sebastián Elizondo y Avelino Chumbita junto con Felipe Varela habían derrocado al gobierno liberal de La Rioja el 8 de febrero de 1867, lo que motivó la intervención de Taboada.

4) A partir de esta estrofa, el cantar refiere con minuciosidad la retirada de la montonera, pero los pasos indicados no son los seguidos inmediatamente después de la derrota sino a partir de la llegada a Tucumuno (San Juan).


A la carga, a la carga (1)

A la carga, a la carga,
dijo Varela,
salgan los laguneros
rompan trinchera.
Rompan trincheras ¡sí!
dijo Elizondo,
carguen los laguneros
de dos en fondo.
De dos en fondo ¡sí!
dijo Guayama, (2)
a la plaza, muchachos,
tengamos fama,
Lanza contra fusiles,
¡pobre Varela!
¡Qué bien pelean sus tropas
en la humareda!


1) Esta es la letra riojana de la zamba de Vargas.

2) Véase nota 3 al cantar anterior.


El día doce de mayo

El día doce de mayo
yo me ausenté de mi tierra,
juntamente mi familia,
por andar en la carrera.

Salimos de Guandacol
con gran gusto y alegría,
fuimos a tirar las riendas
al punto de La Resina.

Salimos de La Resina
con mayor gusto y esmero,
tiramos de nuevo riendas
al llegar a Cerro Negro.

Estando ya en El Condado,
al punto de mediodía,
llegó al punto la noticia
que el señor Charra venía. (1)

Luego de llegar el parte
que la comisión mandaba
supimos que el enemigo
en las Bateas se hallaba. (2)

Y luego llegó un bombero,
muy clarito nos decía:
-Ya se están atrincherando
todas las infanterías.

Ya salió la descubierta,
con orden, que el jefe daba:
si lo encontraban a Charra
no se rindiesen por nada. (3)

Ese coronel Medina,
dueño de la artillería,
daba valor a su gente
y a toda la infantería.

Ya salió la descubierta
con orden que el jefe daba:
si lo encontraran a Charra
que no se rindan por nada.

Ya salimos de "El Condado"
y pasamos a la playa,
allá se tiran las líneas
con orden que el jefe daba.

El Jefe entonces envió
a Yánez, a su ayudante,
con el resto de la gente
para que alce los infantes.

-¡A la carga! ¡A la carga!
Manda Medina.
Yo no temo a las balas
ni al "Seis de Línea".

Ese coronel Medina
manda con toda porfía
que prendan fuego a los cercos,
a ver si así no salían.

Al cuento de la pelea,
más valiera no contarle:
en la Ciénaga Redonda
se vieron caras mortales.

¿De qué le serviría a Charra,
que traiga gente de línea,
si en la Ciénaga Redonda
me lo derrotó Medina?

Nos mandan en comisión
de entrar al Paso de Lamas,
y encontramos la noticia
que se fueron por Alaya.


1) El cantar hace referencia a Martiniano Charra, comandante del ejército nacional.

2) Las Bateas era el lugar en el que estaba atrincherado Charra. La montonera de Varela lo sorprende y lo obliga a retirarse hasta Ciénaga Redonda donde recibe un refuerzo pero, a pesar de ello, fue derrotado.

3) Véase nota 2 al cantar "Atiendan señores míos".


Compañeros federales

Compañeros federales
pongan firmes sus banderas,
y viene el gaucho Linares, (1)
levantando polvaredas.


1) El comandante José Linares fue derrotado por Varela en Guandacol, La Rioja. Poco tiempo después y tras una nueva derrota, fue ejecutado por orden de Estanislao Medina.


De Chile salió Varela

De Chile salió Varela (1)
y vino a su patria hermosa,
aquí ha de morir peleando
por el Chacho Peñaloza.

¡Que viva el general Varela
por ser un jefe de honor!
¡Qué vivan sus oficiales
y viva la Federación!


1) Véase nota 1 al cantar "Viva el general Varela".


Los santiagueños vienen

Los santiagueños vienen
¡Pozo de Vargas!
Tienen fusiles, y tienen
las uñas largas. (1)


1) Se refiere al saqueo a que fue sometida La Rioja de parte de Taboada y sus tropas, después de la batalla de Pozo de Vargas.


La República Argentina

La República Argentina
siempre ha sido hostilizada,
porque quienes gobernaban
con mala fe caminaban. (1)

Ahora que se viene encima
la gloria y la primavera
gritemos los argentinos
¡Viva el general Varela!.


1) Este cantar muestra el sentimiento popular hacia quienes querían que en la Argentina nada se opusiera a los planes de los inversionistas británicos.


Marchamos del Cerro Negro

Marchamos del Cerro Negro
el lunes de Carnaval;
allá al Río Colorado,
allá fuimos a parar.

Al otro día de mañana
salimos haciendo guías
llegando a Copacabana
pasado de medio día.

Salimos de Tinogasta (1)
gritando ¡viva! ¡que viva!
cuando el general Medina
le toman la infantería.

Cuando enfrentamos al Alto
estaban las líneas tiradas
a tirotear la vanguardia
que la mandaron atacar.

Por el costado izquierdo
comenzamos a seguir,
a Córdoba le volteamos: (2)
se comienzan a rendir.

Compañeros guerrilleros,
carguen ligero y den fuego,
que estos pícaros salvajes
¡Miren que son ventajeros!.

Estos pícaros salvajes,
¿por qué se han rebajado?
Porque el maldito no han andado (sic)
la guerra la hemos ganado.

Cuando fuimos a San Juan
lo dicen las sanjuaninas:
-Allá vienen los valientes
preguntando por Medina.
Cuando fuimos a Jáchal
lo dicen las jachalleras:
-Allá vienen los valientes
preguntando por Varela.

Vamos allá, compañeros,
tomen la espada en la mano,
entren al campo ‘e batalla,
denle la muerte al tirano.

Como señal distintiva
cinta colorada y fuerte
con un letrero en la frente:
Federal hasta la muerte.


1) En la batalla librada en Tinogasta –Catamarca-, las fuerzas del ejército nacional fueron derrotadas por las del montonero Estanislao Medina en marzo de 1867.

2) Melitón Córdoba comandaba las fuerzas enemigas.

Breve cancionero tradicional

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La refalosa

Mirá, gaucho salvajón,
que no pierdo la esperanza,
y no es chanza,
de hacerte probar qué cosa
es Tin tin y Refalosa.
Ahora te diré cómo es:
escuchá y no te asustés;
que para ustedes es canto
más triste que un viernes santo.

Unitario que agarramos
lo estiramos;
o paradito nomás,
por atrás,
lo amarran los compañeros
por supuesto, mazorqueros,
y ligao
con un maniador doblao,
ya queda codo con codo
y desnudito ante todo.
¡Salvajón!
Aquí empieza su aflición.

Luego después a los pieses
un sobeo en tres dobleces
se le atraca,
y queda como una estaca.
lindamente asigurao,
y parao
lo tenemos clamoriando;
y como medio chanciando
lo pinchamos,
y lo que grita, cantamos
la refalosa y tin tin,
sin violín.

Pero seguimos el son
en la vaina del latón,
que asentamos
el cuchillo, y le tantiamos
con las uñas el cogote.
¡Brinca el salvaje vilote
que da risa!
Cuando algunos en camisa
se empiezan a revolcar,
y a llorar,
que es lo que más nos divierte;
de igual suerte
que al Presidente le agrada,
y larga la carcajada
de alegría,
al oír la musiquería
y la broma que le damos
al salvaje que amarramos.

Finalmente:
cuando creemos conveniente,
después que nos divertimos
grandemente, decidimos
que al salvaje
el resuello se le ataje;
y a derechas
lo agarra uno de las mechas,
mientras otro
lo sujeta como a potro
de las patas,
que si se mueve es a gatas.
Entretanto,
nos clama por cuanto santo
tiene el cielo;
pero ahí nomás por consuelo
a su queja:
abajito de la oreja,
con un puñal bien templao
y afilao,
que se llama el quita penas,
le atravesamos las venas
del pescuezo.
¿Y qué se le hace con eso?
larga sangre que es un gusto,
y del susto
entra a revolver los ojos.

¡Ah, hombres flojos!
hemos visto algunos de éstos
que se muerden y hacen gestos,
y visajes
que se pelan los salvajes,
largando tamaña lengua;
y entre nosotros no es mengua
el besarlo,
para medio contentarlo.

¡Qué jarana!
nos reímos de buena gana
y muy mucho,
de ver que hasta les da chucho;
y entonces lo desatamos
y soltamos;
y lo sabemos parar
para verlo refalar
¡en la sangre!
hasta que le da un calambre
Y se cai a patalear,
y a temblar
muy fiero, hasta que se estira
el salvaje; y, lo que espira,
le sacamos
una lonja que apreciamos
el sobarla,
y de manea gastarla.
De ahí se le cortan orejas,
barba, patilla y cejas;
y pelao
lo dejamos arrumbao,
para que engorde algún chancho,
o carancho.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Conque ya ves, Salvajón;
nadita te ha de pasar
después de hacerte gritar:
¡Viva la Federación


Amenaza de un mazorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo dirigida al gaucho Jacinto Cielo, gacetero y soldado de la Legión Argentina, defensora de aquella plaza.


Cielito de los orientales

Cielito, cielo que sí
cielito de los orientales,
donde pisa el gaucho Artigas,
hasta se erizan los trigales.

Portugueses y españoles,
a las corridas están,
ni porteños ni traidores,
lo pueden sobornar.

Cielito, cielo que sí,
cielito de la verdá,
no ofende ni teme Artigas,
al proclamar la Libertad.

Suscriben la Independencia,
los congresales en Tucumán,
los Pueblos Libres lo hicieron
trece meses atrás.

Desde junio del quince, Artigas
ha jurado la Independencia,
¡esa fecha es el inicio,
de nuestra gloriosa existencia!

Cielito, cielo que sí
cielito del gran Artigas,
junto a Belgrano y San Martín,
nuestros Padres de la Vida.


Cielito de Montevideo (1)

Flacos, sarnosos y tristes,
los godos acorralados
han perdido el pan y el queso
por ser desconsiderados.

Cielo de los orgullosos,
cielo de Montevideo,
piensan librarse del sitio
y se hallan con el bloqueo.


1) Cuando a principios del siglo XIX gauchos, jornaleros y vecinos establecidos, sitiaron la ciudad de Montevideo para expulsar al gobierno impuesto por el imperio español, ni siquiera se imaginaban en que culminaría el fruto de sus acciones. Cuentan documentos de época que abrigados bajo la oscuridad de la noche, osados guerreros se deslizaban con guitarras hasta las murallas de la ciudad-puerto, donde cantaban un nuevo estilo musical, el cielito.


Los chanchos de Vigodet (1)

Los chanchos que Vigodet
ha encerrado en su chiquero
marchan al son de una gaita
echando al hombro un fungeiro.

Cielito de los gallegos
¡ay!, cielito del dios Baco
que salgan al campo limpio
y verán lo que es tabaco.

Vigodet en su corral
se encerró con sus gallegos,
y temiendo que lo pialen
se anda haciendo el chancho rengo.

Cielo de los mancarrones ¡ay!, cielo de los potrillos ya brincarán cuando sientan las espuelas y el lomillo.


1) En 1811 Artigas produce el primer Sitio a Montevideo. Quienes forman el grueso de este ejército rebelde, son: hombres negros esclavos que ven en la revolución una manera de escapar a sus amos, gente perseguida por la ley, contrabandistas y nativo americanos semieuropeizados. El poeta rioplatense Bartolomé Hidalgo es absorbido por esa masa popular eufórica y en armas; el funcionario público se transforma en gaucho, y su arte también. Comienza a producir cielitos militantes, atrevidos y desnudos de todo vuelo poético.


¡Qué tiempos tan desgraciados!

¡Qué tiempos tan desgraciados!
¡Vida tan sin esperanza!
Con tanta revolución
sólo el que muere descansa.

Ya no hay rey, ya no hay corona,
no hay hombre que nos defienda,
nadie es dueño de su hacienda,
ni menos de su persona.
Y las milicias de ahora
todo, todo han sublevado
no hay oficial no hay soldado
que se quiera persignar.
¡Hasta a Dios quieren negar!
¡Qué tiempos tan desgraciados!

Causa una gran confusión
ver la milicia del día,
no hay premio no hay garantía,
ya no se oye a la razón
ya no hay juez de apelación
sólo reina la venganza,
arbitrariedad y mudanza,
toda ley está perdida…
ya no parece ser vida
¡vida tan sin esperanza!

Los tiempos van muy cambiados
según se distingue ahora:
La Iglesia es auxiliadora,
los diezmos son del Estado.
Los pueblos se han desatado
con tanta contribución.
Ya no hay leyes ni razones
no hay hombre que no nos deje;
hasta los curas son jefes
con tantas revoluciones.

Si un hombre quiere evitar
los perjuicios de esta vida
de un lado mira la envidia
y del otro la iniquidad.
Un hombre que se iba a ahorcar
con rabia y con desconfianza,
uno iba con la esperanza
otro dijo: -Voy perdido.
Por fin dijo, de aburrido:
-Sólo el que muere descansa.


Mi adorada compañera

Mi adorada compañera:
Te escribo desde mi rancho,
que por defender la patria
aún estamos en el campo.

Acompañamos a Urquiza
con constancia sin igual,
defendiendo la divisa
de la causa federal.

Cuando me pongo a pensar,
mirando mi malacara,
sólo me queda exclamar:
¡Que suerte tan triste y rara!

Algún día ha’e querer Dios
que volvamos a Entre Ríos
para estar junto con vos
y con mis hijos queridos.

Te encargo el lobuno viejo
y la yunta de bragados,
que no pierdo la esperanza
de verlos bien apareados.

Es preciso que guardéis
las leyes del matrimonio.
Es todo lo que te encarga
tu marido, Juan Antonio.


Si bien el cantar tiene como punto de partida un hecho histórico –campaña de Urquiza contra Rivera en la Banda Oriental-, lo que más interesa es el sentimiento que el soldado en campaña experimenta frente a la realidad, que acepta pero que no comprende.


¡Ay, año sesenta y uno!

¡Ay, año sesenta y uno,
principio de tantos males:
ya los hombres no conocen
sus propias iniquidades!

Ya parece que llegamos
al determinado colmo:
que hemos de ver hecho polvo
el falso bien que gozamos.
¡Oh, qué engañados estamos
en lo que es ceniza y humo!
Al que tuvo porque tuvo
su fin le está amenazando.
Debemos decir temblando,
¡Ay, año sesenta y uno!

El robo, principalmente,
enarbola su estandarte;
la envidia, por otra parte,
saca la cara de frente.
Silva la antigua serpiente
en los míseros mortales
dando señales fatales
del último desengaño.
¡Cómo no ha de ser este año
Principio de tantos males!

Todo lo bueno se acaba:
virtudes y devociones.
Dan el grito las pasiones,
y alza el capricho la espada,
¡Ay, época desgraciada,
de castigos tan atroces!
Ya no se atiende a las voces
de justicia y de verdad,
porque ni su propio mal
ya los hombres no conoce.

Corre la sangre en San Juan,
tiembla la tierra en Mendoza,
y, entre llamas horrorosas,
arde el suelo en Tucumán.
Y según los tiempos van,
crecen las calamidades;
y al compás de las maldades,
se concluye todo bien,
porque los hombres no ven
sus propias iniquidades.


Un año ha que te venero

Un año ha que te venero
sin pensar en otra cosa.
Sólo en ti deidad hermosa,
puse mi amor verdadero.

Para mi no hay tiempo alegre:
soy un deshojado lirio,
que los golpes del martirio
secaron mis hojas verdes.
Pero espero que me llegue
mi esperanza por enero.
Y me responde febrero:
-En marzo has de descansar:
Así, dile a tu deidad:
Un año ha que te venero.
Llega abril, y llora más
mi corazón en desmayo;
y mi llanto llegó a mayo
siempre en el mismo compás.
Junio me esperaba atrás.

Daré el último suspiro
allá por diciembre entero,
y estos mi ayes postreros
con su estación tan penosa;
no me fue dificultosa
porque en deveras te amé,
todo este tiempo pasé
sin pensar en otra cosa.

Siempre en la misma manera,
me halló julio en agonía,
aunque agosto me ofrecía
su florida primavera.
Dije, en septiembre: quisiera
gozar tus fragantes rosas,
tan bellas, tan deliciosas,
que yo sólo las miraba,
porque mi pensar estaba
sólo en ti, deidad hermosa.

Al fin, en octubre espero
que les des fin a mis penas,
antes que noviembre venga
y me halle siempre cautivo.
Publicarán lo que has hecho,
porque en tu inclemente pecho
puse mi amor verdadero.


El día menos pensado

El día menos pensado
has de desaparecer
de este mundo en que tú vives,
y en polvo te has de volver.

Reiteradas ocasiones
nos enseña la experiencia
que somos una apariencia,
como sombras y visiones,
como sueños e ilusiones,
como el arco iris formado,
como el verde y colorado,
que brilla y se pierde allí:
esto ha de pasar en ti
el día menos pensado.

Muriendo no has de llevar,
los intereses que ves,
porque lo que del mundo es
en el mundo ha de quedar;
y no tienes que dudar
que así te ha de suceder.
Al fin, ya no te han de ver
los que te ven al presente,
porque ya precisamente
has de desaparecer.

Muchos mueren de repente,
andando sanos y buenos,
robustos, de salud llenos,
y caen impensadamente.
Son lecciones de la muerte,
que a cada paso recibes.
Acuérdate y no te olvides
de lo que voy a decir:
que al fin te has de despedir.

De este mundo en que tú vives,
pensando sólo en vivir,
te afanas en trabajar;
al fin todo has de dejar
cuando te toque morir.
De nada te han de servir
bienes que has de perder,
pobre te han de sepultar.
Allí tapado has de estar,
y en polvo te has de volver.


Un unitario que estaba

Un unitario que estaba,
como muchos escondido,
muy confuso y afligido
de este modo se expresaba:
"Si voy a casa de tía,
temo hallar la Policía.
Si voy a la Lotería,
allá está la Policía:
por la mañana saldría,
mas temo la Policía;
si de noche y no de día,
temo hallar la Policía.
¿A dónde diablos yo iría,
sin hallar la Policía"
Que no era la Policía
su temor está probado,
que su conciencia al malvado
era lo que le argüía.


Federales atención

Federales, atención
y mirad un fiel retrato
de un unitario que es
tan pedante como fatuo.

Mirábase un unitario
al espejo de mañana,
y engreído con su figura
de esta manera exclamaba:
"Soy el joven más dichoso,
pues la fortuna me halaga
para disfrutar del mundo
lo que me gusta y agrada.

Si alguna niña me mira
se queda de mí prendada.
Tan sólo con observar
mi personita agraciada.
Si por divertir el tiempo
me dedico a visitarlas,
locas se vuelven por mí
y quedan enamoradas,
pues mi elegante figura
y dulcísimas palabras
son flechas que les penetran
sus corazones y almas.

Comodidas me sobran,
gasto sin regla la plata
porque el crédito me suple
a todo lo que me falta.
Si algún acreedor me cobra,
como suele, de mañana,
le digo: "vuelva a la una,
que será la deuda paga".
Mas al punto me perfumo,
me aprieto bien la corbata,
y más lindo que un Adonis
salgo a pegar otra trampa"
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Así acabó su discurso
este joven o fantasma,
y su criado que lo oía
le dirigió estas palabras:
"No hay duda que sos feliz
si esta vida no se acaba,
y si a la cárcel un día
por holgazán no te mandan.
Que es lo que espero suceda
si no cambias en tu marcha
y le prestas obediencia
al Gobierno que hoy nos manda".


¿A dónde está el Protector? (1)

¿A dónde está el Protector?,
un curioso ha preguntado
y otro curioso responde,
tiempos há que lo han boleado. (2)

Cielito, cielo que sí,
cielito del palomar:
la mejor ocupación
es aprender a bolear.

Para bolear unitarios,
estamos ya preparados.
Porque son unos baguales
y como tales boleados.

Cielito, cielo que no,
cielito de andar, andar:
es mejor que se sostenguen,
y que dejen de pintar.

Bien pueden desengañarse
de su impotencia tenaz,
si no quieren ser boleados
como su caudillo Paz.

Cielito, cielo, cielito,
cielito de la ribera:
¿Dónde diablos estarán
La Madrid y Pedernera? (3)

¿Estarán en los infiernos,
o andarán como baguales,
metidos entre los montes,
o entre algunos carrisales?

Allá va cielo y más cielo,
cielito de los limones:
¿Qué julepe no tendrán
estos pícaros bribones?

Con la plata que han robado
mil cuentas irán haciendo,
mientras está el Protector
triste, lloroso y gimiento.

Cielito, cielo que sí,
cielito del ladronicio,
en hablando de ladrones,
no hay en ellos desperdicio.

Basta decir unitario
para saber que es ladrón,
y por eso es que se empeñan
en sostener su opinión.

Allá va cielo y más cielo,
cielito del unitario,
son capaces de robar
a la Virgen, el Rosario.

Están ya tan conocidos
en la ciencia de robar
que no hay entre ellos ninguno
que no tenga habilidad.

Cielito, cielo, cielito,
cielito de la conquista:
¿Hasta cuándo estos tunantes,
quieren enredar la lista?.

En tantas se han de meter,
que al cabo la han de pagar,
y en un cerrar y abrir de ojos
a alguno lo han de bolear.

Cielito, cielo que sí,
cielito del andaluz,
puede ser que no les valga
el correr como avestruz.

¿Pensará el guacho Madrid,
que llegando a Tucumán,
comerá por superior,
sólo por hijo de…Adán?

Cielito, cielo que no,
cielito del pensamiento;
puede ser que vaya alegre
y que salga descontento.

Sus paisanos lo conocen,
y saben que es un bribón,
que siempre tiene a su patria
en continua agitación.

Allá va cielo y más cielo,
cielito por despedida:
como llegue a pestañar
ha de pagar con su vida.


1) Cielito poco conocido, posiblemente inédito. Papel suelto publicado por Imprenta Republicana. Se encuentra en el archivo particular de Federico Vogelius.

2) Alude a José M. Paz que cayó prisionero de una partida del ejército de Estanislao López, por haber sido boleado su caballo. Este hecho privó al ejército unitario de la figura militar de mayor relieve.

3)En este verso se menciona a dos figuras claves del ejército unitario: Gregorio Aráoz de Lamadrid, sucesor de Paz en el mando una vez que éste cayó prisionero, y Juan Esteban Pedernera, integrante de ejército de Lavalle.


Coplas de la montonera

En mis pagos me llaman
el mozo guapo,
porque tengo una lanza
pa’ chuciar sapos.

De Los Ranchos vengo yo
buscando la montonera,
a Lamadrid se le nota
de lejos la polvareda.

Dicen que de la sierra
viene Guayama,
con su tropa de gauchos
buscando fama.

Buscando fama, sí
ay vida mía,
de la sierra pa’ abajo
se lo quería

Ay juna, ay juana
Potrillo y Guayama,
donde relincha el peludo
y cacarea la iguana.

Ellos traen caballería
de bigote retorcido,
pronto vendrán contra el suelo
cuando demos un silbido.

A la huella, a la huella,
huella de tira y afloja,
entre las bolas y el lazo
amigo don Justo escoja.


El fusilado

Una vez iba un riojano
que lo iban a fusilar,
sale una mujer gritando:
con él me quiero casar.

El riojano que la mira
llorando su triste suerte
y al verla tan fea, grita
vamos, prefiero la muerte.


Santiagueños y cordobeses

El cura anda cabizbajo
porque cree que habrá friega,
parece que los de abajo
vencerán la montonera.
En el valle está lloviendo
en las sierras garugando,
si le preguntan por mí,
digales que estoy peleando.
Los santiagueños llegaron
con sus flechas y arcabuces.
Mil cordobeses mataron
y en el cerro están las cruces.


Llegará la montonera

Los que sean de su partido
ya se pueden disparar,
ya llega la montonera
pronto la van a pagar.

Cuando salga mi aparcero
a la plaza a retozar,
yo voy a dirme con él
porque me gusta pelear.

Esto va por despedida
y por despedida va.
Gutiérrez nunca dispara
y siempre su cara da.

Al perder la montonera
fui a dar entre perdularios,
cuando no encuentre guanacos
he de boliar unitarios.


Dijo el mayor Escribano

Un viernes era por cierto
mis lágrimas hacen barro,
no me quisiera acordar
lo que sucedió en Navarro.

Dice el mayor Escribano
hoy vamos a tener guerra,
se viene la montonera
haciendo bramar la tierra.

Dijo el mayor Escribano
dónde están que no los veo,
y le preguntó a un soldado
cómo estás che Dositeo.

Me bandiaron de un chuzazo
al topar la montonera,
pero no me duele nada
y ando con la tripa ajuera.

Dijo el mayor Escribano
hablando de esta manera,
se me ha muerto el hombre más bravo
se acabó la montonera.

Bájese, pues amiguito;
saque el fuego, pitaremos.
No tenga miedo a las balas
después lo degollaremos.

Fuentes

  • Blomberg, Héctor Pedro - Cancionero Federal - Buenos Aires (1934)
  • Carrizo, Juan Alfonso – Cancionero popular de Catamarca – Buenos Aires (1987).
  • Chávez, Fermín - Juan Manuel de Rosas, su iconografía - Buenos Aires (1970).
  • Draghi Lucero, Juan – Cancionero popular cuyano – Mendoza (1938).
  • Fernández Latour, Olga – Cantares Históricos de la tradición argentina – Buenos Aires (1960).
  • Lanuza, José Luis – Cancionero del tiempo de Rosas – Buenos Aires (1941).
  • Moya, Ismael – Romancero – Buenos Aires 81941).
  • Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.
  • Rivera, Jorge B. – La primitiva literatura gauchesca – Buenos Aires (1968).
  • Rosa, José María – Historia Argentina.
  • Soler Cañas, Luis – Megros, gauchos y compadres en el cancionero de la Federación – Buenos Aires (1958).
  • Terrera, Guillermo Alfredo - Cantos tradicionales argentinos - Buenos Aires (1967)
  • Turone, Gabriel Oscar - Cantares de la Federación - Buenos Aires (2008).
  • Vignolo, Griselda y Nuñez, Angel – Cancionero Federal – Buenos Aires (1976).

Enlaces externos