Batalla de Berlín

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Batalla de Berlín (II Guerra Mundial)
Berlin.jpg
Soldados de la División Charlemagne defendiendo Berlín.
Lugar Berlín (Alemania).
Fecha 16 de abril de 1945 - 2 de mayo de 1945.
Resultado Decisiva victoria soviética.
Consecuencias Caída del III Reich.

Fin de los enfrentamientos en Europa.

La Batalla de Berlín fue una de las batallas finales de la Segunda Guerra Mundial entre la Alemania nacionalsocialista y la Unión Soviética, por el control de la capital alemana. El Ejército rojo que duplicaba en número a las fuerzas alemanas logró imponerse gracias a la superioridad aérea y abrumadora ventaja en tanques y piezas de artillería. A pesar de ello los soldados alemanes, los niños y adolescentes de las Juventudes Hitlerianas, los veteranos movilizados en la Volkssturm y los voluntarios extranjeros lucharon heroicamente y con una bravura sin igual, llegando a causar centenares de miles de bajas al invasor bolchevique.

Durante el transcurso de la Batalla de Berlín, el Ejército Rojo cometió actos atroces como la violación de mujeres, niñas y ancianas y su posterior asesinato.

El apocalíptico resultado de la batalla selló la destrucción de Alemania, el hundimiento de la civilización occidental y la victoria de las fuerzas del mal. No obstante, el heroísmo del pueblo alemán y de su Führer, que como el rey espartano Leónidas decidió combatir materialmente hasta el último hombre sin rendirse, a pesar de que se encontraba ante un enemigo con una aplastante superioridad numérica y morir en combate por su pueblo y por su patria ante el invasor del Este.

El comienzo del fin

Adolf Hitler había decidido quedarse en Berlín para compartir la suerte de su pueblo y combatientes, quienes en un desesperado intento tratan de evitar el cerco final de la ciudad. El último baluarte del Reich.

El 20 de abril, fecha del cumpleaños del Führer, Joseph Goebbels comunica al pueblo alemán en su último discurso: "Si la historia puede escribir que el pueblo de este país jamás ha abandonado a su jefe y que éste jamás ha abandonado a su pueblo, esto será la Victoria".

Heinrich Himmler, obedeciendo ordenes, abandona Berlín, para dirigirse al norte de Alemania, pero pide a su batallón de escolta, el "Begleit-Bataillon", integrado por veteranos combatientes de la Waffen SS, dirigirse a la capital del Reich para librar lo que será el último combate.

Los ejércitos de Koniev y de Zhúkov se juntan al Oeste de la Ciudad y el 23 de abril de 1945, soviéticos y americanos se han encontrado en el Elba. El mismo día, llega a Neustrelitz, un telegrama de la Cancillería, para que el General de Brigada Krukenberg tome el mando de la 11ª División de Granaderos SS Nordland con asiento en Berlín. En Neustrelitz, están los últimos sobrevivientes de la 33ª División de Granaderos SS Voluntarios Charlemagne, al mando de este General.

El Hauptsturmführer Henri F. enterado del telegrama, salta emocionado por la orden recibida. Krukenberg ha constatado el valor de los franceses en Pomerania y sabe que estos combatientes están entre los mejores de la Waffen SS. Franceses, ¡últimos defensores del Bunker del Führer!... La idea le atrae y decide llevarse consigo a los mejores. Al amanecer del 24 de abril de 1945, los voluntarios franceses embarcan en ocho camiones, pero dos de ellos se perderán en el camino y regresaran a la base. Luego de atravesar, por el puente, el "Sakron Paretzer Kanal", se apean y siguen a pie. Los hombres de la Charlemagne son unos doscientos y se constituyen en batallón, conservando su nombre original. Los hombres son armados para la lucha callejera: Panzerfaust y Sturmgewehr. Una vez que entran en el "Kessel de la muerte", el cerrojo ruso se cierra. Por la noche los franceses llegan al pie de los abetos del bosque de Grünewald.

El 25 de abril, Krukenberg toma el mando de la 11ª División de Granaderos SS Nordland con 1.500 hombres. En el barrio de Neukölln, al sudeste, la defensa está tambaleando y es allí donde son enviados los franceses. Deben atravesar Berlín de Oeste a Este. Un oficial francés grita: "¡Es preciso que los berlineses se acuerden de nosotros!" Unos muchachos de la Hitlerjugend, montados en bicicletas, siguen a este batallón. En Berlín no queda otra cosa que unidades dislocadas de la Wehrmacht y de la Luftwaffe, "reforzadas" por viejos del Volkssturm, zagales de la Hitlerjugend, bomberos y agentes de la Schupo. También grupos de muchachas con el Panzerfaust al hombro marchan en primera línea.

Los franceses contactan con los daneses de la Nordland en la Hasenheide y ven que serán apoyados por algunos tanques, incluyendo a un poderoso Panzer VI Tiger, con su cañón del 88. Poco antes del amanecer del 26 de abril, los SS franceses avanzan sostenidos por los carros de combate. Los rusos reaccionan y sus ametralladoras entran en acción. Hay que saltar de puerta en puerta, de muro en muro, a través de las ruinas de las casas. La población civil, a medida que los SS avanzan, les recibe con alegría, con un vaso de agua o de té. No son pocos los que se asombran: "Unos SS franceses !Qué sorpresa!". Las noticias que llegan son malas, pues a pesar de que los franceses han repelido a los soviéticos, estos han avanzado por los flancos. Las explosiones se suceden una tras otra.

Los rusos se acercan

Tanques soviéticos se abren paso en la devastada Berlín.

El jefe de la Charlemagne tiene el pie atravesado de lado a lado. Los rusos están a cincuenta metros del Ayuntamiento de la Ciudad de Neukölln, donde se encuentra el puesto de Mando de la Charlemagne. Hasta ese momento los rusos han perdido más de treinta tanques. Los mensajeros llegan con malas noticias: "Los T-34 están llegando a la Hermannplatz". Los soviéticos están de esta forma a un kilómetro a la espalda de los defensores. Inútil es la defensa y deben replegarse por las dos únicas calles aun libres de enemigos. El "Tigre" cubre, con su cañon del 88, la retirada en orden de los SS, junto a una barricada de piedra, donde esperan el choque frontal con el enemigo. Pero también aparecen los Sturmgeschütze (cañones de asalto autopropulsados), que frenan el avance de los blindados rusos.

Llega la noche iluminada por cientos de explosiones. Llega una nueva orden de repliegue: hay que estrechar el dispositivo de defensa en torno a la Cancilleria. El batallon Charlemagne se toma un descanso en la cervecería Thomas-Keller, enfrente de la estación Anhalt. De las cuatro compañías al mando de Labourdette, Michel, Rostand y Weber, los efectivos, en su mayoría heridos, no llegan a cubrir numéricamente los de una sección. Entonces, en los subterráneos del Metro, en la Estación Stadmitte, F. y su joven oficial da ordenes para organizar su unidad en pequeños comandos cazadores de tanques. El Oberjunker de Lacazae trae de vuelta a los supervivientes de la compañía de Labourdette, partida en la víspera para reforzar otro sector. Krukenberg da la orden para que el Battallon sea enviado al sector de Belle-Allienceplatz, para impedir a los rusos el acceso a la Cancillería.

El 29 de abril, los carros de combate rojos, atacan con furia apoyados por su artillería. El Unterscharführer Albert Brunot logra destruir, él solo, en unos momentos, cuatro T-34. Una nueva orden de repliegue es recibida, a causa de la intensidad del bombardeo y es necesario cubrirse con una línea provocada de incendios. A pesar de no haber probado bocado y tomado nada desde su llegada, los franceses se baten endemoniadamente y sus camaradas de la Nordland les hacen llegar varias botellas de buen vino. Cuatro oficiales han caído ya, entre ellos el Oberjunker Protopopov, un ruso blanco alistado en la Legión en el año 1942. En medio de esta atmósfera de apocalipsis, no se trata de otra cosa que de resistir. Al amanecer del 30 de abril, los franceses ya se baten a centenares de metros del bunker de Adolf Hitler. Todo empeora cuando los rojos atacan con lanzallamas. Es preciso replegarse en las ruinas de la RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich).

Lucha cuerpo a cuerpo

El puesto de mando de la Charlemagne está ahora bajo tierra. A la luz de vela del solsticio, el Hauptsturmführer F. condecora personalmente a los mejores de sus hombres. Estos destruyeron más de sesenta T-34. Los sobrevivientes del batallón escapan de los rusos y conservan sus armas. Se deslizan por los subterraneos. Su jefe les anuncia: el Führer ha muerto. Los SS franceses van a la estación Potsdamerplatz, para intentar atravesar las líneas soviéticas por la noche.

Pero la mayor parte de los sobrevivientes seran descubiertos por una patrulla rusa y seran arrestados. Un soldado ruso al ver el escudo de la SS, de Albert Brunot le dispara sin miramientos un balazo en la cabeza. Sus camaradas deberan marchar hacia el cautiverio, atravesando Berlín, pero ellos son franceses y estos hombres no bajan la cabeza ante la presencia de los rojos y silban entre dientes la vieja canción que fue aprendida en tiempos, desde la llegada a los campos de instrucción de la Waffen SS: "Nosotros silbamos por montes y valles y el mundo entero puede a su placer maldecirnos o loarnos. ¡Como le plazca a cada uno!"

Hordas de "infrahombres" asiáticos

Los tanques soviéticos que fueron destruídos por los alemanes superaron todos los cálculos realizados, debido a la eficaz utilización del Panzerfaust, que no fue suficiente para detener el avance blindado sobre la capital. La tenaz resistencia alemana fue quebrada al acabarse las municiones y las tropas.

Los soviéticos informaron de unos 155.000 muertos en Berlín, así como 250.000 heridos o enfermos. Por su parte unos 45.000 alemanes murieron, incluyendo los civiles. Una característica de la invasión comunista soviética de Alemania fueron las violaciones masivas de mujeres como castigo por la guerra, pese a no ser ellas responsables. En Berlín fueron violadas 100.000 mujeres del total de 2.000.000 de alemanas agredidas sexualmente.[1][2][3]

Hubo un ensañamiento muy fuerte en los días posteriores a la conquista, llegando a violar hasta 70 veces a la misma mujer.[4][5]

El historiador británico Antony Beevor describió a las tropas soviéticas como "hordas de infrahombres asiáticos". En su libro "Berlín 1945 - La caída" se cita lo siguiente:
"Los temas centrales de esta obra -no por el lugar que ocupan en ella, sino por su amplitud- son cabalmente las brutales atrocidades cometidas por los soldados y oficiales soviéticos contra la población alemana, la resurrección de la imagen de las "hordas asiáticas", que la propaganda alemana martilleó en las cabezas de los alemanes, así como más tarde lo hizo un pequeño grupo de historiadores neonazis, de los que Alemania se separó ya hace tiempo. La principal conclusión del libro, a partir de la cual el autor conduce la totalidad de sus discusiones sobre el tema de las brutales atrocidades cometidas por los militares soviéticos, y especialmente las violaciones de mujeres alemanas, se resume en este párrafo: "La imagen de soldados portando antorchas en llamas encima de rostros de mujeres refugiadas en un bunker, seleccionando a sus víctimas, es característica de la totalidad de los ejércitos soviéticos que participaron en la batalla de Berlín."[6]

Los últimos deseos de Hitler, ordenaban que el almirante Karl Dönitz se convirtiera en Presidente del Reich, mientras que Joseph Goebbels sería el nuevo Canciller de Alemania. Sin embargo el suicidio de éste último, junto con toda su familia, dejó a Dönitz con la responsabilidad de la guerra. Finalmente, el 8 de mayo de 1945, el Alto Mando Alemán se rindió incondicionalmente a Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética finalizando la guerra en Europa.

Última resistencia

Tras la caída de Berlín, numerosos soldados de las SS y miembros del Ejército Alemán se fueron al último reducto del Tercer Reich, que era la ciudad de Praga, donde los alemanes esperaban continuar la contienda sabiendo que iban a perecer frente al Ejército Rojo. Esta decisión por parte de numerosos alemanes era que preferían morir antes de que los capturaran los soldados bolcheviques.

Los soldados alemanes lucharon con gran bravura en la ciudad de Praga, pero muchos antes que entregarse frente a los bolcheviques prefirieron suicidarse o entregarse al Ejército estadounidense.

Referencias

  1. Helke Sander and Barbara Johr. BeFreier und Befreite. Krieg, Vegewaltigung, Kinder Fischer Taschenbuch Verlag (2005)
  2. Franz W. Seidler and Alfred M. de Zayas. Kriegsverbrechen in Europa und im Nahen Osten im 20. Jahrhundert Hamburg-Berlin-Bonn (2002), (German)
  3. Dokumentation der Vertreibung der Deutschen aus Ostmitteleuropa, 5 Bde, 3 Beihefte, Bonn 1953-1961
  4. Antony Beevor, Berlin: The Downfall 1945, Penguin Books, 2002
  5. William I. Hitchcock The Struggle for Europe The Turbulent History of a Divided Continent 1945 to the Present.
  6. Beevor, Antony. Berlín 1945 - La caída, pág. 326.

Artículos relacionados

Enlaces externos

Videos

Mientras el frente alemán del Oeste se derrumbaba ante la superioridad material, en el Este las fuerzas del III Reich enfrentaban el ataque masivo soviético. En Yalta, los aliados ya establecían sus futuras "zonas de influencia", por lo que el asalto a la capital del Reich, Berlín, quedaba para las fuerzas de Stalin. La última batalla comienza a orillas del río Oder. Desde allí hasta el perímetro de Berlín, los ejércitos soviéticos deben forzar varias líneas defensivas, pasando luego a la lucha dentro de la ciudad, casa por casa, metro a metro, hasta la toma de la Cancillería. Un documental inédito realizado en base a material fílmico original de todas las partes beligerantes. Comentarios en español.