Guerra de Invierno

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Conocido como la "Muerte Blanca" y actuando a temperaturas que oscilaban entre -20 y -40 °C, Simo Häyhä mató a más de 505 soldados soviéticos[1].

La Guerra de Invierno (en finés talvisota) estalló cuando la Unión Soviética atacó Finlandia el 30 de noviembre de 1939, tres meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Utilizaron como pretexto una operación de bandera falsa conocida como el Incidente de Mainila, donde los soviéticos dispararon su propia artillería contra civiles rusos y culparon de ello a Finlandia, como lo admitirían décadas mas tarde. Cuatro días después, el Ejército Rojo invadía Finlandia lo que provocó la expulsión de la Unión Soviética de la Sociedad de Naciones el 14 de diciembre.

Stalin había esperado conquistar el país entero para finales del año, pero la resistencia finlandesa frustró a las fuerzas soviéticas, quienes superaban en número a los fineses en tres a uno. Finlandia aguantó hasta marzo de 1940, cuando se firmó un tratado de paz cediendo cerca del 10% del territorio finés y el 20% de su capacidad industrial a la Unión Soviética.

Antecedentes

Stalin desde tiempos muy remotos, por experiencia en vida, odiaba a Finlandia. Durante la Revolución bolchevique, Vladimir Lenin lanzó la oferta de referéndum para las minorías en la URSS que quisieran independizarse. Stalin como Comisario de las Nacionalidades llevó a cabo este proyecto, en el cual Finlandia obtuvo la independencia. El problema es que no surgió un poder bolchevique en Finlandia, sino nacionalista, por lo que los soviéticos volvieron a invadir el país en 1918, siendo derrotados humillantemente por el general Carl Emil Gustav Von Mannerheim que organizó una exitosa guerra de guerrillas. Aquel período fue conocido como la Guerra Civil Finlandesa, ya que al mismo tiempo estalló una revolución bolchevique que también fue aplastada violentamente. Por ello, Stalin siempre juró venganza a Finlandia y en 1939 decidió a llevarla a cabo.

Desarrollo del conflicto

Movimientos iniciales de la guerra con la incursión del ejército rojo desde el Este.

El 30 de noviembre de 1939, las tropas soviéticas cruzaron la frontera finesa y marcharon hacia la línea Mannerheim, un sistema fortificado de 250 kilómetros de largo, situado frente a la frontera rusa, en el istmo de Carelia. En Europa se desató una campaña de simpatía hacia la Finlandia agredida y, el 14 de diciembre, la URSS fue expulsada de la Sociedad de Naciones.

Sin embargo, las tropas soviéticas fracasaban, acosadas por las guerrillas finlandesas que aprovecharon su familiaridad con el invierno ártico para atascar a 30.000 soldados enemigos, sin que pudiera modificar la situación el bombardeo de Helsinki. El ejército soviético era una masa mal organizada, con mandos desmoralizados por las purgas de 1937 y, llegado diciembre, ya había movilizado 30 divisiones sin lograr modificar la situación en su favor.

El día 10 de diciembre fracasó en su primer ataque contra la línea Mannerheim y, entre el 19 y el 22, llevó a cabo un segundo intento con igual resultado. A 50 grados bajo cero, los finlandeses cobraron ánimos, contraatacaron y, utilizando todos los medios y técnicas para moverse en la nieve, cayeron sobre los soviéticos, derrotándolos en Soumussalmi entre el 31 de diciembre y el 8 de enero.

La prensa occidental celebró la noticia, pero Stalin no pensaba renunciar. Había formado en Terijolki, un gobierno títere finlandés denominado República Democrática de Finlandia y envió otros 600.000 soldados al frente. Los finlandeses no podían contener tal avalancha y, el 1 de febrero, perdieron la primera posición de la línea Mannerheim. Entre el 10 y 18, los soviéticos rompieron el frente y lanzaron paracaidistas a retaguardia. El mariscal Mannerheim se retiró hacia Viipuri, que cayó el 2 de marzo.

Alarmados, Reino Unido y Francia habían enviado tropas a Noruega, a fin de evitar el avance soviético y bloquear el envío de mineral de hierro sueco hacia Alemania. Ante su presencia, Stalin suspendió la ofensiva de Finlandia a fin de aprovechar las ventajas obtenidas sin enfrentarse con los Aliados. La paz de Moscú, del 12 de marzo, concedió a la URSS el puesto militar de Hangö y las islas Aland, importantes posiciones en el Báltico, así como el derecho de paso por el territorio de Petsamo.

Resultado

El resultado de la guerra fue complejo. Si bien la mayoría de los historiadores le atribuyen la victoria a la Unión Soviética, la misma se logró a costa de grandes pérdidas humanas, materiales y estratégicas. Hubieron unos 23.000 muertos en el ejército finlandés y 127.000 en el soviético. Aunque los soviéticos pudieron finalmente atravesar la defensa finesa, ni la Unión Soviética ni Finlandia salieron ilesas del conflicto.

Las pérdidas soviéticas en el frente fueron tremendas y la posición internacional del país sufrió. Aún peor, la destreza combativa del Ejército Rojo fue puesta en entredicho, un hecho que contribuyó fuertemente a la decisión de Hitler de lanzar la Operación Barbarroja. Finalmente, las fuerzas soviéticas no cumplieron su objetivo primario de conquistar Finlandia. Sólo lograron una secesión de los territorios de Petsamo, Salla y la mayor parte de Carelia. Por su parte, los fineses retuvieron su soberanía y atrajeron considerable buena voluntad internacional.

Artículos relacionados

Enlaces externos

  • Simo Häyhä, el francotirador que aterrorizó a Stalin