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Santiago de Liniers y Bremond
Sumario
Biografía
Nació en Niort, en la antigua provincia de Poitou, hoy capital de Deux-Sèvres, Francia, el 25 de julio de 1753. Su padre fue Santiago José Luis de Liniers, Subrigadier de Guardias Marinas y señor de Cran-Chaban; su madre, Enriqueta Teresa de Bremond. Ambos eran de puro linaje provinciano y pertenecían a la aristocracia militar. Recibió sus primeras letras de los padres del oratorio de Niort y, a los doce años, se decidió por la carrera militar, la que, según la tradición familiar, cursó en la Soberana Militar Orden de Malta, llamada también San Juan de Jerusalén.
El 3 de noviembre de 1776, zarpó de Cádiz integrando la escuadra que comandaba Pedro de Cevallos con destino al Río de la Plata. Liniers actuó a bordo del bergantín "Hoope", asistiendo a la toma de Santa Catalina, Maldonado, Montevideo, Colonia del Sacramento e Isla de San Gabriel. Ésa había sido la máxima experiencia de su carrera hasta entonces y le significó el ascenso a Alférez de Navío el 23 de mayo de 1778. Por sus méritos, en marzo de 1782 fue ascendido a Teniente de Navío.
Capitán
El 21 de diciembre del mismo año, fue promovido a Capitán de Fragata. En febrero de 1783, en Málaga, contrajo matrimonio con Juana Úrsula de Membielle y de esa unión nació su primogénito, llamado Luis de Liniers y Membielle.
Su nuevo destino fue el apostadero del Río de la Plata. Se embarcó con su familia en la isla de León, en septiembre de 1788; en diciembre, arribaron a Montevideo.
Se desempeñaría como segundo comandante de la Armadilla del Río de la Plata. Para entonces, la Corte alertaba al Virrey sobre el aumento de armamento de Inglaterra y la consecuente necesidad de reforzar las defensas en los puntos vulnerables de su jurisdicción. A ello obedecieron las obras que se iniciaron en Montevideo y el plan que elevó Liniers advirtiendo acerca de la necesidad de complementar esa línea defensiva con un adecuado apoyo naval.
El año 1790 fue de enorme pesadumbre para Liniers. Fallecieron su esposa, Juana Úrsula, y su pequeña hija. Liniers se instaló entonces en Buenos Aires, donde se casó, en julio de 1791, con la joven María Martina de Sarratea.
Al año siguiente, fue ascendido al grado de Capitán de Navío. Su nuevo destino fue el apostadero de la Real Armada de Montevideo. Durante algunos años, tuvo el mando de las lanchas cañoneras que patrullaban las costas para proteger los barcos de cabotaje del ataque de los navíos ingleses que solían merodear las aguas del Río de la Plata.
En octubre de 1802, del Pino lo designó interinamente gobernador político y militar de los 30 pueblos de las misiones guaraníticas. Previo a la partida, buscó asesoramiento sobre las características de su nuevo destino con el dominico Julián Perdriel. Ideó entonces un plan de defensa de los pueblos de las misiones para aplicarlo en caso de que se produjera una invasión portuguesa. En marzo de 1803, arribó con su familia a la Candelaria.
La precaria defensa de esos territorios frente a la expansión lusitana mereció todo su empeño. Observó y trató de subsanar también la falta de asistencia sanitaria para los pobladores y naturales, la explotación de éstos, su hambre y desnudez, la carencia de instrucción, etc.
Por entonces, en la capital crecía la amenaza de un inminente ataque inglés. El virrey Sobremonte dispuso algunas medidas precautorias, entre las cuales incluyó el armado de una flotilla a cargo de Liniers.
Ésta debía custodiar las costas y asegurar la libre navegación entre Montevideo y Buenos Aires. Comenzó entonces a protagonizar los hechos más trascendentes de su vida profesional y más caros a nuestra historia. El 25 de junio de 1806, desembarcó en las costas de Quilmes una fuerte expedición inglesa al mando de William Carr Beresford. Se dirigió a tomar la capital sin encontrar resistencia. Sólo Santiago de Liniers, al mando del fuerte de la Ensenada de Barragán, pudo detenerlos momentáneamente con un breve tiroteo.
Brigadier
Organizó la "Reconquista" desde Montevideo y, con aproximadamente 1.300 hombres, desembarcó en Tigre y avanzó, con el apoyo popular, hacia Buenos Aires. Intimó al enemigo rendición, la que se produjo el 12 de agosto. Dos días después, se supo que el virrey Sobremonte acudía desde Córdoba en auxilio de la ciudad, ya libre. En tanto, se reunió un cabildo abierto que decidió pedir al Virrey que delegara en Liniers el mando militar del virreinato. Este reconocimiento general del gran desempeño de Liniers llegó a la Corona, que lo nombró Brigadier de la Armada.
De inmediato, comenzaron los preparativos para poder enfrentar una nueva invasión. Se organizaron batallones y compañías separados por castas y provincias y se designaron oficiales con la aprobación de las tropas. En pocos meses, se movilizaron más de 8.000 hombres, se organizó la maestranza, se construyeron baterías y se disciplinó a la tropa.
A comienzos del año siguiente, los británicos tomaron Montevideo y, entrado el invierno, dirigieron un nuevo ataque a la capital del virreinato. El centro de la resistencia fue la Plaza Mayor. Toda la población se unió a las tropas y participó de la encarnizada lucha que se libró en las calles de la ciudad. El 6 de julio, Whitelocke capituló, aceptando el ofrecimiento de Liniers.
Virrey y Conde
En ese mismo año, Liniers fue designado virrey en forma provisoria; meses después, fue confirmado. En virtud de la real orden del 13 de febrero de 1809, Liniers se hizo acreedor al título de conde de Buenos Aires, de una elevada pensión y de la propiedad de tierras que heredarían sus hijos y sucesores; de esa manera, la Junta Central premiaba los méritos y el desempeño que Liniers había alcanzado como virrey. Los acontecimientos revolucionarios de mayo de 1810 lo sorprendieron en Córdoba, en viaje ya de Tucumán a la península.
En Córdoba, las autoridades, con excepción del deán Funes, habían decidido desconocer a la Junta de Mayo y exhortar a los gobiernos dependientes (La Rioja y Cuyo) a tomar la misma actitud. Liniers, por su parte, solicitó refuerzos a Perú y Montevideo, los cuales no le fueron remitidos. Desconfiando de las tropas cordobesas, trató entonces de marchar al Perú con los pocos leales a la Corona que todavía quedaban y organizar allí un ejército para someter a los rebeldes de Buenos Aires.
La Junta Provisoria, convencida de que los responsables del conato ponían en grave peligro a la revolución, resolvió castigarlos severamente. Sólo permanecían junto a Liniers 28 oficiales, en su mayoría europeos, por lo que no le quedó ya más recurso que la fuga. El Coronel Antonio González Balcarce, a la cabeza de 300 hombres, fue comisionado para perseguirlos y los alcanzó en los bosques que rodeaban el camino a Córdoba y Santiago del Estero. La Junta dispuso que los prisioneros fueran pasados por las armas; destacó al doctor Castelli y a los comandantes French y Juan Ramón Balcarce para cumplimentar la orden. El lugar de la ejecución fue un pequeño bosque llamado Monte de los Papagayos, distante dos leguas de la posta Cabeza de Tigre.
Su muerte
Salvo el obispo de Córdoba, Rodrigo Antonio de Orellana, beneficiado con un perdón de último momento en mérito a su jerarquía eclesiástica, fueron arcabuceados Santiago de Liniers, Juan Gutiérrez de la Concha, el Coronel Allende, el Oficial Real Joaquín Moreno y el doctor Victorino Rodríguez. Inhumados primeramente en la iglesia de Cruz Alta, los restos de Liniers fueron más tarde trasladados a Cádiz, donde descansan en el mausoleo del Panteón de los Marinos IIustres de San Carlos.