Ángel Gallardo

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Ángel Juan Pedro Gallardo Lebrero (19 de noviembre de 1867, Buenos Aires, Argentina - 13 de mayo de 1934, Buenos Aires, Argentina) fue un científico, funcionario y diplomático argentino, que en la década de 1920 estuvo vinculado a la Liga Patriótica Argentina y vindicó a la figura de Benito Mussolini.

Juventud

Gallardo nació en una familia partidaria del unitarismo, que apoyaba al gobierno de Bartolomé Mitre. Su hermano fue José León Gallardo Lebrero, joven apasionado por la música como su tío abuelo Juan Pedro Esnaola, que luego escogería seguir la carrera eclesiástica, llegando a convertirse en un sacerdote muy influyente en Roma.

Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y se formó como ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo su interés era la ciencia, a la que había empezado a explorar después de leer en su niñez a la obra de Julio Verne; a raíz de ello decidió estudiar ciencias naturales con el biólogo alemán Karl Berg, el cual le impartia lecciones personalizadas en el Museo de Historia Natural.

En 1889 participó de la fundación de la Unión Cívica de la Juventud, la cual al año siguiente constituiría la base de la Unión Cívica, organización que motorizó una revolución cívico-militar en contra del presidente Miguel Juárez Celman. Luego simpatizaría con la Unión Cívica Radical, pero terminaría por repudiarla en 1905 a causa de su desacuerdo con la estrategia política que desarrollaba.

Carrera científica

Poco antes de graduarse como ingeniero en 1894, Gallardo se convirtió en docente en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en la Universidad de Buenos Aires.

En 1895 vivió durante varios meses en Europa. En un seminario dictado por el botánico Philippe Van Tieghem en el Museo de Ciencias Naturales de París vislumbró su tesis de que la cariocinesis celular es un proceso producido por influencia electromagnética. Discutió sus ideas con el químico Léon Guignard, quien lo remitió al zoólogo Yves Delage, más interesado que él en las cuestiones teóricas de la biología. Delage lo alentó a emplear modelos matemáticos en su investigación, algo que todavía no era muy frecuente en su ámbito.

Al retornar a Buenos Aires se convirtió en miembro de la Sociedad Científica Argentina, entidad a la que llegó a presidir. Asesorado por el matemático Valentín Balbín, prosiguió con el desarrolló de su tesis, a la cual la expuso en París en abril de 1901, previas discusiones con los científicos Marcellin Berthelot, Alfred Giard, Félix Le Dantec y Gustave Loisel. El biólogo Louis-Félix Henneguy avaló sus conclusiones.

En 1902 la UBA le otorgó el doctorado en ciencias naturales por su trabajo Interpretación dinámica de la division celular, que resumía sus teorías sobre la cariocinesis. Sus ideas se emparentaban con las de Léo Errera, Ludwig Rhumbler y Marcus Hartog, quienes también sostenían que la mitosis era un proceso dinámico. Héctor Damianovich primero y Francesco Pentimalli después intentaron aportar pruebas experimentales que confirmasen la teoría de Gallardo. Pero fue el norteamericano Frank Rattray Lillie el que le facilitó nuevos datos desde su laboratorio, los cuales le sirvieron al científico argentino para reordenar sus ideas, que terminaron siendo expuestas en una serie de conferencias en París durante 1911.

Gallardo tuvo también mucho interés por la teratología vegetal y por la mirmecología. En relación a lo primero su investigación en torno a las mutaciones de las plantas lo llevó a descubrir la obra de Gregor Mendel, apenas unos años antes de que el mendelismo fuera revalorizado en Occidente. Sus contactos con Hugo de Vries lo alentaron a promover enérgicamente al estudio de la genética. En su libro Las investigaciones modernas sobre la herencia en biología de 1908 elogió a la bioestadística de Francis Galton y Karl Pearson, e intentó conciliarla con la obra de Mendel.

Por otro lado Gallardo cultivó desde niño un interés por las hormigas, lo que fructicó en la publicación del valioso estudio Las hormigas de la República Argentina entre 1916 y 1932, una obra que, aunque no llegó a completar el ambicioso plan de realización trazado, contribuyó a sistematizar el estudio de esos insectos.

En abril de 1912, tras haber retornado de su estadia en Europa, asumió la dirección del Museo de Historia Natural de Buenos Aires, ocupando el puesto que había dejado vacante Florentino Ameghino tras su muerte. En ese cargo Gallardo se ocupó de plantear la necesidad de crear un nuevo edificio para exhibir las colecciones del museo, ya que, según su opinión, ello no sólo colaboraría con la difusión de la ciencia en la Argentina sino que además le mostraría al mundo que el país era capaz de hacerle valiosos aportes a la humanidad.

Gallardo fue miembro de la Academia Nacional de Medicina, de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Organizaciones de científicos de Chile, Perú, Uruguay, Brasil, México, Cuba, Inglaterra, Italia y Francia le otorgaron diversos reconocimientos por sus investigaciones biológicas. Participó también de la fundación del Instituto Popular de Conferencias. Sus trabajos fueron publicados en las páginas de Revista de Matemáticas Elementales, Anales de la Sociedad Científica Argentina, Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, L'Enseignement Mathématique, La Agricultura Nacional, Revue Générale de Botanique, Revista de Derecho, Historia y Letras, Botanisches Literaturblatt, Bulletin de la Societé Entomologique de France, Revista del Museo de La Plata, Revista de la Universidad de Buenos Aires, El Libro, L'Année Biologique, Archiv für Entwicklungsmechanik der Organismen, Anales de la Sociedad Rural Argentina, Physis, Anales de Zoología Aplicada, Revista del Jardín Zoológico de Buenos Aires, Revista del Centro de Estudiantes de Agronomía y Veterinaria, Circular Informativa y El Monitor de la Educación Común entre otras publicaciones.

Funcionario durante la presidencia de Yrigoyen

Con el ascenso a la presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1916, Gallardo presentó su renuncia a la dirección del Museo de Historia Natural, argumentando que era lo que correspondía luego de haber sido nombrado en el cargo por un gobierno de signo contrario (el científico, de hecho, era afiliado al Partido Autonomista Nacional y había integrado el colegio electoral que proclamó la presidencia del conservador Roque Saénz Peña en 1910).

De todos modos Yrigoyen lo convocó para que asumiese la presidencia del Consejo Nacional de Educación, una institución encargada de supervisar al sistema escolar argentino. Hubo quien objetó el nombramiento, dado que la tradición imponía que el que ocupase ese puesto debía ser un maestro normal nacional. Sin embargo Gallardo no sólo se había destacado como docente secundario y universitario al renovar los métodos tradicionales de enseñanza de las ciencias naturales, sino que además había sido asesor del Ministerio de Agricultura, colaborando con Ricardo Huergo y Tomás Amadeo en la transformación de la educación rural. Por ese motivo creyó que, aunque no estuviese familiarizado con el normalismo, podía aportarle su mirada transformadora a la escuela argentina, y en consecuencia asumió el cargo ofrecido.

En el Consejo Nacional de Educación conoció a Juan P. Ramos, con quien trabaría una duradera amistad. Empecinado con la idea de erradicar al analfabetismo, impulsó la multiplicación de escuelas a lo ancho y largo del terriorio argentino. Sin embargo también procuró imponer la tesis de entender a las escuelas como fábricas de nacionalidad. Ello lo llevó a implementar un juramento de lealtad a la patria que todos los docentes debían realizar para ingresar como trabajadores al sistema escolar. En caso de no hacerlo -o de hacerlo e incumplirlo después- se inhabilitaba al educador a seguir ejerciendo su oficio.

La nueva disposición despertó la ira de los maestros normales, un sector infestado por izquierdistas. Sin embargo Yrigoyen aprobó lo planteado por Gallardo, ya que la Semana Trágica había alimentado el temor de que la subversión se apoderara del país, razón por la cual debían tomarse todas las medidas preventivas posibles para evitar otra insurrección de los rojos.

Fue gracias a esas demostraciones de una profunda conciencia nacional que la Liga Patriótica Argentina lo invitó a sumarse a sus filas.

Carrera como diplomático

Gallardo renunció al Consejo Nacional de Educación en septiembre de 1921 y al mes siguiente se instaló en Italia para oficiar como representante diplomático de su país. Yrigoyen le había ofrecido cumplir con el mismo papel en Brasil, pero Gallardo prefirió irse a Europa para reencontrarse con su hermano.

Estando en Roma contempló el ascenso de Benito Mussolini, coronado con la histórica marcha sobre la capital italiana. Gallardo vio en el caudillo a un líder capaz de regenar a su país. En una reunión con él, le comentó sobre el juramento de lealtad a la patria que había impuesto en la Argentina, algo que probablemente inspiró a Mussolini a implementar su propia versión en Italia.

El presidente Marcelo T. de Alvear le ofreció la conducción del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, lo que aceptó a partir de octubre de 1922, siendo junto a Manuel Domecq García y Vicente Gallo uno de los hombres de la Liga Patriótica Argentina en el gabinete de gobierno. Antes de irse de Italia, Gallardo organizó la realización de un homenaje a Manuel Belgrano en Génova, ciudad de la que provenían los antepasados del prócer argentino.

Como ministro una de las primeras cosas que hizo fue anunciar que el Pacto ABC no sería refrendado. Eso provocó la crítica de Lisandro de la Torre y Carlos Ibarguren, que acusaron al nuevo gobierno de esconder intenciones belicistas y por ello negarse a garantizar la paz en Sudamérica.

Otra situación relevante que vivió Gallardo como ministro fue el conflicto que se desató con la Iglesia Católica Apostólica Romana, iniciado cuando el gobierno propuso al sacerdote Miguel de Andrea para que fuese designado Arzobispo de Buenos Aires, siendo un candidato que no contaba con el aval del Papa.

También le tocó lidiar con los parlamentarios izquierdistas que pedían romper relaciones con Italia como modo de repudio a Mussolini. Gallardo, muy por el contrario, sostuvo que eso sería inaceptable y hasta dejó que el Partito Nazionale Fascista operara en el interior de la comunidad de italianos en la Argentina sin ninguna traba ni impedimento. Al mismo tiempo se encargó de bloquear todos los intentos de hacer que la Argentina reconociera la legitimidad de la URSS, confiando en que así podía debilitar al comunismo internacional.

Su último encuentro con Mussolini ocurrió en 1928, en el marco de una gira por Europa en la que el ministro visitó Italia para presenciar la inauguración del monumento a Manuel Belgrano en Génova que había dejado en construcción seis años antes.

Últimos años

Al concluir la presidencia de Alvear, Gallardo decidió jubilarse y alejarse de la vida pública. En 1930, tras el fallecimiento de su esposa, comenzó a redactar sus memorias.

De todos modos en 1932 fue convocado para asumir el rectorado de la Universidad de Buenos Aires. En ese cargo buscó despolitizar a la institución y promover la idea de que los académicos tenían la obligación de servirle a la patria.

En 1933 fue incorporado como miembro a la Academia Argentina de Letras.

Falleció en 1934 poco después de haber renunciado a su cargo en la UBA.

Gallardo fue padre de varios hijos, entre los que se destacan el arquitecto Ángel León Gallardo, el historiador Guillermo Gallardo y el agricultor Luis F. Gallardo.

Varias calles y plazas fueron bautizadas con su nombre, como así también una estación del subterráneo de la ciudad de Buenos Aires y un lago en la provincia de Neuquén.

Bibliografía

  • Proyecto de instalación para una fábrica de cal común. Buenos Aires: Coni e Hijos, 1894.
  • Flores é insectos. Buenos Aires: Coni e Hijos, 1895.
  • Multiplicación de las células: la carioquinesis. Buenos Aires: Coni e Hijos, 1896.
  • Semillas y frutos. Buenos Aires: Coni e Hijos, 1896.
  • Interpretación dinámica de la division celular. Buenos Aires: Coni e Hijos, 1902.
  • Notas de teratología vegetal. Buenos Aires: Alsina, 1903.
  • La herencia biológica. Buenos Aires: Moen, 1908.
  • Las investigaciones modernas sobre la herencia en biología. Buenos Aires: Guidi Buffarini, 1909.
  • Zoología. Buenos Aires: Estrada, 1909.
  • Compendio general de zoología. Buenos Aires: Estrada, 1912.
  • Conferencias sobre la herencia biológica. San Miguel de Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1915.
  • Las hormigas de la República Argentina: subfamilia dolicoderinas. Buenos Aires: Coni, 1916.
  • Las hormigas de la República Argentina: subfamilia dorilinas. Buenos Aires: Ministerio de Agricultura, 1920.
  • Los hormigas de la República Argentina: subfamilia ponerinas. Buenos Aires: Ministerio de Agricultura, 1920.
  • Las hormigas de la República Argentina: subfamilia mirmicinas. Buenos Aires: UBA, 1932.
  • La contribución del gobierno nacional al sostenimiento de la Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires: UBA, 1932.
  • Memorias para mis hijos y mis nietos. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1982.

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