La segregación de la Provincia Oriental: un triunfo perdurable de Inglaterra

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Geopolítica y hechos históricos

La Historia no es cuestión de interpretarla, sino de verla y dilucidar en sus claroscuros los complejos hechos que la cimentaron. La geopolítica influye poderosamente en los hechos históricos. Quien se tomara la molestia de mirar un mapa de la América del Sur, vería y palparía la existencia de una realidad geográfica innegable, que confirma la existencia de un común destino histórico de los pueblos que integran la cuenca del Rio de la Plata: Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay.

Así lo vio la sabia administración española al establecer con esa unidad geográfica un Virreinato.(1)

El esfuerzo productivo que miles de hispanoamericanos realizan desde el centro del continente sería mejor aprovechado si, dejando de lado los largos rodeos actuales, se encauzara por vías más cortas y naturales, eliminando el egoísmo fiscal de múltiples aduanas. Lo que, naturalmente, no podrá lograrse a través de un engendro mundialista y fenicio como el MERCOSUR. (2)

La Historia misma abunda en hechos que confirman nuestros asertos. Desde la Época de la revolución de Mayo, ella se ciñe alrededor de la figura de Artigas, y cuando el Caudillo se alejó del escenario de la Banda Oriental, sus ideas continuaron presidiendo los actos de los próceres auténticos. Artigas se negó a aceptar todo ofrecimiento de paz por parte del centralismo porteño basado en la segregación de la Banda Oriental de la gran unidad histórica a la que pertenecía (3), y los Treinta y Tres continúan gloriosamente esa tradición artiguista. La Declaración de la Asamblea de la Florida renueva en 1825 esos ideales.

En 1827, los Treinta y Tres, al frente de los cuales se hallaban Lavalleja y Oribe, al constatar que los principios establecidos por la Asamblea de 1825 eran desvirtuados por el centralismo absorbente de Buenos Aires, se presentan en el Durazno declarando caduca la Asamblea.

Esos ideales federativos de los Treinta y Tres son reconocidos por la autorizada opinión de Carlos María Ramírez, quien nos dice en su libro "Artigas": "Recordamos también el hecho para evidenciar que los Treinta y Tres profesaban en 1827 el ideal de la Federación, quedando así comprobado que todos los héroes de nuestra Emancipación definitiva habían recibido y aceptado el bautismo de la tradición artiguista. Todos eran federales y ese sentimiento indómito de la autonomía federal que el General Artigas supo inocular en nuestras masas, ha sido la fuerza más activa de la nacionalidad oriental".

Por otra parte, entre la correspondencia enviada por Ellauri desde España – se trata de la opinión de uno de los principales autores de la primera Constitución uruguaya, la de 1830 – se destaca una carta en la que reconoce el grave error que él contribuyera a cometer al sancionar jurídicamente la segregación, que sólo pudo producirse por la presión de circunstancias externas, más poderosas que la voluntad del Pueblo Oriental, voluntad firme de Confederación y no de separatismo.

En efecto, llegamos a agosto del año 1828 y aparece predominando en forma neta en la Convención Preliminar de Paz la figura del legista Lord Ponsomby, representante de Inglaterra, por cuya influencia se consuma la segregación. (4)

He aquí el comienzo de la intromisión inglesa en los destinos de nuestro país.

El Gobierno de Buenos Aires y el Imperio brasileño, a pesar de encontrarse debilitados por una guerra que se prolongaba ya demasiado, no se avenían, sin embargo, a concertar la paz. Aparece entonces la fórmula "salvadora", encarnada en la política inglesa, que ve entonces la oportunidad de establecer su ansiado dominio en el Sur, que fortalecería, cinco años después, con el atropello de las Malvinas.

Lord Ponsomby, representante de Inglaterra, es la eminencia gris de las tratativas de paz.

Eduardo Acevedo, en el cual no podemos presumir ninguna anglofobia, hace mención a una entrevista mantenida por D. José María Rojas, ex presidente del Congreso, con Lord Ponsomby: "En esta complicación inextricable de conflictos – dice J. Mª. Rojas- procuré tener una entrevista con Lord Ponsomby en casa de Don Manuel García. De buenas a primeras le dije :`Milord, la simpatía que se trasluce en Ud. a favor del Brasil en la reclamación injustificable de las presas hechas por nuestros corsarios, prueba que el objeto principal de Inglaterra, en su mediación, es la independencia de la Banda Oriental PARA FRACCIONAR LAS COSTAS DE LA AMÉRICA DEL SUR`. Era un hombre que aunque viejo, tenía pólvora en el cerebro. `Si señor – me contestó con viveza- ; el gobierno inglés no ha traído a América a la familia real de Portugal para abandonarla, y la Europa no consentiría jamás que sólo dos Estados, el Brasil y la República Argentina, sean dueños exclusivos de las costas orientales de la América del Sur desde más allá del Ecuador hasta el Cabo de Hornos`".

Cabe añadir que el mismo Brigadier General Don Manuel Oribe, oriental de verdad, fue de los que lucharon con más empeño por el triunfo de ese ideal rioplatense que hoy hacemos nuestro. Su alianza con el Ilustre Restaurador de las Leyes, Don Juan Manuel de Rosas, del cual fue el más brillante lugarteniente; sus luchas epopéyicas contra el extranjero invasor y contra sus aliados, los traidores unitarios, confirman nuestro aserto. De hecho Oribe, al aliarse con Rosas, estableció la unidad rioplatense, pues en la gesta emancipadora había sentido como nadie la realidad de la hermandad de los pueblos rioplatenses, afirmada por un común origen y un común destino.

Emancipación... ¿de quién?

Esto del origen común, naturalmente que tenía que ser ocultado y desfigurado por las potencias colonizadoras y sus agentes locales. Es así que todo el proceso de nuestra emancipación política de España ha sido mixtificado.

Se ha divulgado así la fábula de una revolución liberal reivindicadora de derechos que se pretenden vulnerados por una despótica administración peninsular. Esta es más o menos la palabra oficial al respecto, que se dice en escuelas y universidades. (5)

Aquellos acontecimientos tuvieron, sin embargo, una raíz más profunda. Mucho nos orientan, en tal sentido, las luminosas páginas del Dr. Ferreiro, llenas de valiosa documentación. No fue en lucha presidida por el odio que derribamos a virreyes y gobernadores. No fue aquello la rebelión de la libertad contra la opresión, ni el alzamiento de los demócratas contra los "reaccionarios". Por ese camino se ha llegado a adjudicar a nuestros próceres la paternidad de una democracia electorera de "comités" y de acomodos.

Nada tuvieron que ver nuestros caudillos con esa democracia. Y sí mucho con la otra, con la auténtica democracia patriarcal de los cabildos, la que hundía sus raíces en los Fueros: "Si ficieres derecho serás rey; si non ficieres non lo serás". Y al revés de lo que estampa el deshilvanado cronicón, los congresales de Tucumán –por ejemplo – eran rematadamente "reaccionarios" y se apresuraron a declarar la independencia total de los pueblos del Plata por miedo a que las minorías portuarias establecieran un Estado basado en el más puro racionalismo. Por otra parte, el sistema monárquico de gobierno los atraía poderosamente. (Veían en él, con los ojos de la época, unidad contra la demagogia anarquista que ya aparecía en Buenos Aires)

Sin embargo, aquel congreso de "reaccionarios" gestó una república que luego tomó patente de liberal.

Lo cierto es que en nombre de España, nos separamos de España. En nuestros primeros combates levantábamos pendones rojigualdas. Sobran documentos que prueban tales afirmaciones. No hubo en todo el continente hispanoamericano una rebelión esencialmente antiespañola y sí una lucha civil en la que por un lado se defendía la vieja solera hispánica. Los criollos llevábamos adentro al hidalgo, por ser descendientes de los conquistadores, y aquella vieja hidalga manera de ser perdía su eje, su sostén, sin los antiguos ideales de gloria terrena y ultraterrena que impulsaban nuestra acción. Cuando los Austrias dejaron el centro del imperio, no quisimos más coyunda con una corte de monarcas tarados y cobardes sirvientes de la mercantilista y borbónica Francia.

Lucha civil

No fue aquella una pelea bien definida entre españoles y criollos, como nos contaron en nuestro aprendizaje universitario. Tuvimos una guerra interna: guerra civil entre dos bandos. Si los criollos abundaban más en uno de ellos, no quiso decir esto que no se vieran acompañados de peninsulares. Lo mismo podemos decir de la segunda fracción. Como toda lucha civil, aquella tuvo su proyección fuera de fronteras. Factores ajenos a la cuestión que se disputaba irrumpieron en la escena.

Así fue como intervino Inglaterra astutamente para sacar tajada. Más tarde Francia; desde luego Norteamérica. Estas potencias, terciando y ahondando en nuestras disputas, bien pronto se buscaron el lado del bando extranjerizante que desde los albores de nuestra emancipación se mostró obsecuente con lo foráneo. (6) Con tan poderosos auxilios, la casta anticriolla se constituyó en clase dirigente de nuestros pueblos, y es la responsable de la explotación y la miseria de los pueblos de Hispanoamérica.

En aquella gesta civil, pues, se hallaban los fermentos de los que saldrán luego dos bandos bien diferenciados, alrededor de los cuales girarán los sucesos políticos de nuestro continente. En este último se halla encuadrado el nacionalismo local, al que pertenecemos con honra y a veces con sacrificio – que es doble honra – queriendo retomar las rutas ideales de los hidalgos fundadores. (7)

El choque entre aquellos dos bandos fundamentales se repitió a lo largo de los años, luego de haber quedado España eliminada como factor de peso en la lucha. Aún subsiste actualmente. En el fondo es una pugna entre dos conceptos diferentes de la vida. Uno es la faz; el otro el revés. Por nuestra parte, afirmamos nuestro nacionalismo en principios inmutables, en un estilo eterno. Somos la prolongación de España. Sus caracteres se han impreso – como en la gelatina de una película fotográfica- en la tierra de América.

Todo es de España: lo grande y lo pequeño; lo bueno y lo malo. Nacido en la sufrida Nicaragua de Sandino, Rubén Dario ponía título a un canto suyo henchido de orgullo: Soy español. Nada da más nobleza al hombre que afirmar que es hijo de padres conocidos. No hemos brotado por generación espontánea, ni nuestra historia comienza en mayo de 1810. No podemos admitir la nada detrás nuestro, ni que sobre ese vacío teórico en múltiples y artificiosas causas su origen. La gestación sale de la unidad y crea unidad de características. El hijo de Pérez habrá de ser también Pérez, y si no conserva ese apellido puede dudarse de su origen con mucha razón. Ni dudamos nosotros del nuestro ni permitimos que nadie dude. No hubo celestina en nuestro parto, ni desliz que tapar. Si al lado nuestro otros hay que se adjudican paternidades que no les corresponden allá ellos. Si a la limpia España prefieren la hediondez de la Revolución Francesa, no les envidiaremos por cierto.

No hay casa sin cimientos ni nación sin tradición. Y si no se vive dentro de la continuidad que es la tradición, se cae fácilmente en la imitación. El que imita para ser lo que no es, hace vida artificial, lo cual equivale casi a la muerte. Vázquez de Mella apuntaba certeramente que el hombre se diferencia del animal en la tradición. Los animales no tienen tradición; los hombres sí.

El hermoso milagro

Admitiendo teóricamente que el bando extranjerizante pudiera arraigarse en Hispanoamérica (8) , tendría que vérselas con el idioma. Pablo Antonio Cuadra decía que a tales adversarios bastaba, al fin y al cabo, con hacerles lo que ciertos niños mal criados tienen por costumbre: sacarles la lengua... la lengua castellana. El idioma, que es herramienta de cada minuto de nuestra existencia. Uno de los elementos aglutinantes de pueblos más poderoso. Con la primera palabra de cada mañana estamos diciendo que somos hijos de España. Arturo Capdevilla sentía intensamente esta atadura : "Imposible no sentirse orgulloso ante una tal plenitud humana. Yo siento el orgullo de esta confraternidad sin fronteras y me sobrecoge el entusiasmo ante esa gigantesca extensión de que es capaz el espíritu... Pero ¿quién piensa nunca en esto? Vivimos en el seno del hermoso milagro. Por eso no conocemos el milagro".

Que es ligazón fundamental esta del idioma, bien lo sabían los descastadores del siglo pasado. Alberdi, Sarmiento, quienes la emprendían biliosamente contra nuestra lengua, la mas perfecta, pura y hermosa lengua que existe. Pero la realidad los vencía a cada paso. Tales denuestos los decían en buen castellano. Sus obras mejores fueron impresas en nuestra lengua por vez primera y casi siempre. Nunca llegaron a manejar con tal perfección ningún otro idioma.

Conclusiones

No he querido insistir admirativamente en el hecho único y sobrenatural de la civilización española, esencial para determinar quiénes somos los orientales y por qué somos hermanos legítimos de los restantes desmembrados pueblos del Virreinato. Hecho tan único y sobrenatural que está lleno de episodios casi increíbles. En trance semejante, Lope acudía a una cancioncilla castellana, ya antigua en su tiempo:

"Las cosas de admiración
non las cuentes,
que non saben las gentes
cómo son"

Aún hoy nos asombra el gesto de Cortés, la travesía del Amazonas por Orellana, Ponce de León marchando del Atlántico al Pacífico, y tantos otros.

Pero hora es ya de hacer hispanoamericanismo efectivo, de fortificar la unidad de la estirpe hispánica y contribuir a la más pronta recuperación de nuestro destino.

Todo lo cual constituye, del principio al fin, una tarea política. (9)

Notas (de Luis Noya)

1 – El Virreinato del Río de la Plata fue creado en 1776 por la administración española, por el crecimiento del pueblo de Buenos Aires y las zonas aledañas, y sus naturales puertos junto al de Montevideo que pudieron comerciar directamente con España prescindiendo de Lima, su antigua capital administrativa (en el Virreinato del Perú). Al introducirse la ganadería y tener un suelo fértil, atrajo la atención de la metrópolis que sabiamente crea esta nueva administración virreinal siendo su primer virrey Don Pedro de Cevallos.

2 – Creado por la oleada neoliberal que asoló nuestra región en la década de los noventa y que aún subsiste en el nuevo siglo XXI bajo la administración del brazo aliado marxista.

3 – dice Artigas: "..Si somos libres, si no queréis deshonrar vuestros afanes, cuasi divinos y si respetáis la memoria de vuestros sacrificios, examinad si debéis reconocer la asamblea por obedecimiento o por pacto. Esto ni por asomo se acerca a una separación nacional." (Referencia del Prócer en la asamblea la cual designaría diputados al Congreso de Buenos Aires)

4 – Sir Lord John Ponsomby, representante de la Masonería inglesa a favor de los intereses británicos y por ende del Imperio del Brasil, fue el causante, entre otras cosas, de la pérdida de las Misiones Orientales a manos del Brasil, que, por "derecho de conquista", exigía la evacuación de los orientales que se asentaban desde hacía tiempo allí y que en ese momento eran custodiados por las huestes de Rivera. Esas eran las condiciones de paz que proponía el inglés.

5 – En pleno siglo XXI y en aras de una perpetua y falsa democracia, se sigue enseñando en las escuelas como cosa sagrada e inviolable no ya aquellos valores que son eternos, sino los que surgen de la literatura democrática y liberal: la infinitud de la libertad individual aunque ésta pueda causar males al conjunto de la sociedad y al propio individuo, y por supuesto el "sacro santo" sufragio universal.

6 – Bando extranjerizante que formaría luego el Partido Colorado, sobre todo con la entrada en la escena política de José Batlle y Ordoñez; luego de la Primera Guerra Mundial entraría en el país la ideología degradante del marxismo que tomaría la posta del bando que enarbola las ideas del jacobinismo de la Revolución Francesa, fusionando la lucha de clases, la dictadura del proletariado y el racionalismo iluminista. Tanto hoy como ayer, dicho bando sigue administrando el poder.

7 – Honra y sacrificio, valores auténticos de un nacionalista de verdad como lo era Don Lebrato; hoy día somos pocos los que ostentamos un nacionalismo real y no de etiquetas para los medios de comunicación, y que tristemente pretenden engalanar la actuación de líderes y candidatos a presidentes llamándolos "nacionalistas" pero ante una mínima brisa de responsabilidad enseguida ellos mismos aclaran su condición de liberales llamando a su ideología "liberalismo igualitario".

8 – Nótese que se habla de Hispanoamérica y no del aforismo "Latinoamérica". El error se repite una y otra vez como la mentira que repetida cien veces se transforma en verdad. Latinoamérica es una denominación falsa pues, expresado en el sentido de una separación de la América anglosajona, no comprende las regiones del Québec, por ejemplo, que tienen también raíces latinas, sobre todo en su lengua. Sin embargo Hispanoamérica (o Iberoamérica para comprender al Brasil)significa y expresa la unidad geográfica integrada por países que poseen más que una lengua en común, un mismo origen, una misma filosofía de vida occidental, una misma religión y un mismo destino en lo universal.

9 – Tarea política que lo llevaría a Recaredo Lebrato a enfrentarse con el sistema y ser perseguido por sus ideas, tanto desde la izquierda como de la derecha. En toda la República no consiguió un solo abogado que se animara a defenderlo cuando fue acusado penalmente por los gobernantes de entonces por delitos de imprenta, consistentes en decir que el Parlamento no cumplía sus cometidos en bien de la población... Hoy permanece en el olvido tanto político como cultural, ostracismo perpetuado por agentes del sistema imperante. Sin embargo permanece en los corazones y mentes de algunos. Vaya entonces este pequeño homenaje.

Por don Recaredo Lebrato Suárez - (Homenaje a casi cinco años de su desaparición física)

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