Miguel Etchecolatz

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Miguel Osvaldo Etchecolatz Santillán (1 de mayo de 1929, Azul, Argentina - 2 de julio de 2022, San Miguel, Argentina) fue un policía argentino que sirvió a su patria durante 32 años, siendo muy destacada su participación en la guerra contra la subversión en Argentina.

Carrera policial

Hijo de un matrimonio de campesinos bonaerenses, durante su adolescencia Etchecolatz fue pupilo del Colegio San Antonio, donde recibió una sólida formación cristiana que lo influiría durante el resto de su vida.

En 1947 ingresó en la Escuela de Policía Juan Vucetich, en donde luego sería instructor. Hizo una larga carrera como oficial en la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Gracias a su paso por la Escuela Superior de Policía pudo ascender en la jerarquía policial.

Fue designado comisario en la localidad de Avellaneda en 1967, brillando por su estilo de liderazgo. Seis años después asumió la jefatura de la Brigada de Investigaciones de Lanús, importante organismo que tenía jurisdicción sobre un conflictivo territorio ubicado al sur de la ciudad Buenos Aires.

Ramón Camps, en marzo de 1976, lo promovió a la Dirección General de Investigaciones Criminales de la Policía de la Provincia Buenos Aires, para darle la responsabilidad de liderar al Comando de Operaciones Tácticas, un cuerpo especial cuya misión fue combatir al terrorismo marxista que azotaba a la Argentina. De ese modo Etchecolatz actuó enérgicamente para llevar a su país al triunfo y restaurar la paz. En octubre de 1976 sobrevivió a un atentado con explosivos realizado en su contra por Montoneros, quedando después de ello con problemas de audición. Ello no impidió que, tras recuperarse, encabezara numerosos operativos para capturar a delincuentes subversivos (la mayoría de los cuales incluían enfrentamientos armados).

Condecorado con la Orden de San Miguel Arcángel y el Premio Pro-Patria, pasó a retiro en 1979 con el rango de Comisario General.

Vida posterior

Etchecolatz fue contratado por la empresa Bunge y Born para hacerse cargo de su sistema de seguridad.

En 1983, amenazado de muerte por grupos marxistas reconvertidos en promotores de la democracia, le pidió a los directivos de la empresa para la que trabajaba que lo reubicasen junto a su familia en la sucursal de Brasil. De todos modos regresó al año siguiente para asumir su responsabilidad ante las acusaciones que se le hacían por el supuesto delito de violación de los derechos humanos. Quiso atestiguar en el Juicio a las Juntas pero no se lo permitieron.

Por esa época estuvo vinculado al Movimiento Policial, una organización sindical que actuaba en defensa de oficiales y suboficiales.

En 1986 fue condenado a la pena de 23 años de prisión por las acusaciones que pesaban sobre él. Durante el jucio no se le permitió vestir su uniforme policial, pese a su expreso deseo de hacerlo para que quedase en evidencia que se estaba juzgando a un servidor de la patria. De cualquier manera al año siguiente, luego del primer alzamiento carapintada, se sancionó la Ley de Obediencia Debida, a la que Etchecolatz se amparó para quedar en libertad.

Condujo durante algunos años a la firma ME Seguridad y en 1997 publicó el libro La otra campana del Nunca Más. Allí explica que la guerra argentina contra la subversión no fue una guerra civil sino una defensa de la soberanía nacional ante la agresión de fuerzas extranjeras que actuaban financiando a los ejércitos marxistas. Señala también que la policía fue obligada a combatir a una fuerza militar sin el respaldo de un marco legal adecuado, por lo que el golpe militar de 1976 fue una necesidad táctica. Y denuncia que la CONADEP no tenía autoridad moral para actuar en su contra. Dedica también una parte del libro a dejar en evidencia lo viciado que estuvieron los procesos judiciales contra militares y policías, y otra a recordar a las víctimas que fueron asesinadas por el terrorismo marxista.

La obra sirvió para poner en discusión a la historia oficial acerca de lo acontecido en la Argentina durante la década de 1970, pero la prensa, en general, cuestionó su posición.

Entre 1998 y 2004 fue sistemáticamente hostigado por la organización izquierdista H.I.J.O.S., la que varias veces vandalizó su hogar y lo agredió física y verbalmente. Miembros de la Agrupación Custodia, de militancia nacionalista, se ofrecieron para defenderlo.

Bajo el gobierno de Néstor Kirchner fue nuevamente procesado por los supuestos delitos de lesa humanidad. En 2006 se convirtió en uno más de los presos políticos que tiene la Argentina. Ese año se orquestó una campaña para responsabilizarlo por la desaparición de Julio López, un hombre que había atestiguado en su contra y que probablemente se extravió a causa de su senilidad.

Pese a haber obtenido el privilegio de la prisión domiciliaria a causa de su avanzada edad y su frágil estado de salud, no pudo ejercerlo debido a que miembros de H.I.J.O.S. -ahora convertidos en funcionarios y empleados estatales- organizaron marchas y escraches para repudiarlo en su hogar de Mar del Plata.

Bibliografía

  • La otra campana del Nunca Más. Buenos Aires: Autoedición, 1997.

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