Batalla de Murrell Bridge

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Primeros combates

A fines de mayo de 1982, varios paracaidistas de la Compañía D de Patrullas (D Patrols Company) del Capitán Matthew Selfridge del 3er Batallón de Paracaidistas (3 Para), fueron transportados en vehículos Land Rover con el isleño y miembro del Falklands Island Defence Force (FIDF) Terry Peck hacia Estancia House para establecer bases de patrulla en la zona del Río Murrell.[1] Los hombres del Capitán Matthew Selfridge fueron pronto reforzados por los Ingenieros Paras del 9 Escuadrón de Paracaidistas bajo el mando del Capitán Robbie Burns quienes llegaron a pie.[2]

La Compañía B helitransportada del Mayor Oscar Ramón Jaimet tenía patrullas adelantadas alrededor de la cresta de The Saddle (La Silla) cerca del puente de Murrell y el 2do Pelotón de Fusileros del Subteniente Aldo Eugenio Franco pronto tuvo un intercambio de fuego confuso con los paracaidistas de Selfridge después de que uno de sus soldados descubrió la presencia de ellos.[3]

El Pelotón 4 del Teniente Ian Bickerdike del 3 Para estableció una base de patrullas cerca del Puente de Murrell durante la noche del 3 de junio, pero prontos fueron descubiertos al amanecer por el Capitán Carlos Alfredo López Patterson y los hombres del pelotón de fusileros del Subteniente Miguel Mosquera Gutierrez en Dos Hermanas Norte, quienes dispersaron a los paracaidistas con fuego de ametralladoras y apoyo de los morteros del Teniente Luis Carlos Martella.[4]Segun el Cabo Ned Kelly: El comandante del pelotón estaba a 300 metros al otro lado del puente, a unos 600 metros detrás de nosotros. Cuando le pedí que nos sacara, se negó, diciendo que el fuego enemigo no era efectivo. Le dije que debería traer su maldito culo adelante a nuestro lado del río y probarlo porque nos parecía bastante efectivo. Yo tenía una patrulla de seguridad a 500 metros de distancia en terreno muerto. Los argentinos empezaron a batirlos con morteros, persiguiéndolos a nuestras posiciones. Luego entró su artillería en acción.[5]

Con la retirada del entero pelotón de Bickerdike, los capitanes Selfridge y Burn marcharon con varios hombres a la zona del río Murrell para hacerse cargo del puente[6], estableciendo las patrullas del Sargento Ian Addle y Cabo Peter Higgs en el lugar junto con algunos Ingenieros Paras, quienes fueron reforzados en la noche del 6 al 7 de junio por las patrullas pertenecientes a los Cabos Peter Hadden y Mark Brown.[7]-Finalmente, casi 2 kilometros detrás del puente se hallaba la patrulla de seguridad a órdenes del Sargento John Pettinger protegiendo el pelotón de morteros del 3 PARA atrincherados en las afueras de Estancia House.

Para este tiempo el Mayor Jaimet, jefe de la posición anti-tanque en el valle entre los montes Longdon y Dos Hermanas, también venía informando de la presencia de tropas enemigas a lo largo del río Murrell. Eso hizo pensar a los jefes de las fuerzas especiales argentinas en Puerto Argenino, que había una buena oportunidad para llevar a cabo una incursión exitosa contra el Puente Murrell.

En vista de ello, el Mayor Mario Luis Castagneto resolvió enviar una patrulla de combate reforzada de la Compañía de Comandos 601 y Escuadrón de Gendarmeria Nacional de Fuerzas Especiales 601, con el objeto de llevar a cabo una emboscada contra los británicos. Para esa operación, fue convocado el Teniente 1º Fernando Garcia Pinasco a quien se le encargó cruzar el río Murrell antes de llegar al puente, para sorprender a los británicos donde menos lo esperaban. La operación se puso en marcha la noche del 6 de junio.

El Mayor Ricardo Mario Cordón (segundo jefe del Regimiento 4) recibió la orden de apoyar a la fuerza de comandos y en la noche del 6 al 7 de junio, el Cabo Oscar Nicolás Albornoz Guevara junto con ocho soldados conscriptos (incluyendo Orlando Héctor Stella, el radio operador) de la Compañía C en Dos Hermanas, cruzaron el río Murrell y alcanzaron la retaguardia de la posición enemiga del Puente Murrell donde observaron varios vehículos británicos, pero la patrulla argentina pronto cayó bajo fuego de morteros enemigos y tuvo que retirarse.[8]

Intervención de los comandos argentinos

La operación se puso en marcha en la noche del 6 de junio. Ese día, después de después de estudiar el mapa y alistar el equipo, los comandos abordaron tres Land Rover y dos motocicletas y a las 22.00 horas, se pusieron en marcha, llevando al Capitán Rubén Teófilo Figueroa como oficial agregado del Puesto de Comando de la Compañía de Comandos 601. Al alcanzar las posiciones de la Compañía B del Mayor Jaimet, García Pinasco decidió dejar uno de los Land Rover a cargo del sargento Alarcón Ferreyra para que cumpliera funciones de oficial de enlace de la artillería argentina en Puerto Argentino.

El pelotón argentino se puso en marcha cuando se reiniciaba el cañoneo naval, que se fue haciendo más intenso a medida que se aproximaban a la compañía de Jaimet, tanto, que algunos proyectiles impactaron a menos de 200 metros de los Land Rover, poniendo a los comandos en situación de peligro. Los buques de guerra británicos, situados en una bahía al sur de la capital malvinense, bombardeaban las posiciones del Batallón de Infantería de Marina 5 y el Regimiento de Infantería 7.

Durante su desplazamiento, la sección de comandos, reforzada por efectivos del Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional, pudo escuchar claramente los silbidos de los proyectiles navales y las explosiones que se sucedían después, iluminando tétricamente Monte Tumbledown y Wireless Ridge.

Hacía mucho frío y lloviznaba cuando dejaron atrás la zona batida. Al llegar al puesto de comando entre los montes Longdon y Dos Hermanas, los comandos establecieron contacto con el Mayor Jaimet a las 00.45 horas, corroborando que no se había detectado movimiento enemigo sobre el objetivo y que la zona parecía despejada. Por esa razón, quince minutos después reemprendieron la marcha a través de un campo minado, guiados por el Teniente Marcelo Alejandro Anadón.

La sección fue bordeando el río hasta alcanzar un recodo que este formaba a tres kilómetros de las posiciones argentinas. En ese lugar, se dividió en dos, una patrulla de exploración integrada por el Teniente Anadón, el Sargento Primero Ramón Vergara y el Sargento José Rubén Guillén, que debería cruzar la parte baja en el río para seguir el desplazamiento por la orilla opuesta (la oeste) y el grueso de la tropa, que lo haría por la misma ruta, evitando constituir un blanco rentable ante posibles emboscadas.

Anadón intentó cruzar el río antes del recodo, pero las aguas estaban tan crecidas y torrentosas, que no lo logró. Al establecer comunicación con García Pinasco, que avanzaba detrás, éste le sugirió buscar otra alternativa y de ese modo, continuaron avanzando en plena obscuridad, separados uno otro por una distancia de cincuenta metros, hasta que de pronto, el viento y la lluvia cesaron y las nubes se disiparon dando paso a una luna brillante que iluminaba majestuosamente los alrededores. Al mismo tiempo, el clima se tornó misteriosamente agradable, algo raro para esa época del año.

Emboscada

Después de una hora y media de marcha, el Teniente Anadón alzó el brazo derecho y sin pronunciar palabra, ordenó hacer alto porque a lo lejos, en medio de la obscuridad, parecía brillar algo. Atentos y preparados, los hombres de la avanzada escrutaron la obscuridad en espera de algún movimiento, sin alcanzar a percibir nada. Guillen comentó que podía tratarse del reflejo de la luna en el agua y una exhaustiva inspección del Sargento Vergara con sus visores nocturnos, pareció corroborar la suposición. Por medio de la radio se le comunicó a García Pinasco la novedad e inmediatamente después, reanudaron la marcha, ignorando que estaban siendo observados por los paracaidistas.

El brillo en cuestión era el reflejo de la luna sobre el poncho impermeable de un soldado paracaidista. Así llegaron al puente del Río Murrell, comprobando que se trataba de una construcción de madera, muy sólida aunque sin barandas, en cuyo extremo oriental decidieron esperar al grueso de la 2ª Sección, que al poco tiempo se hizo presente. García Pinasco intentó apostar a un grupo de hombres detrás de unas piedras de gran tamaño que se veían a cierta distancia porque consideraba que desde allí podían dominar el puente cuando el el enemigo retornase.

Figueroa, por su parte, designó a cuatro comandoss para que cruzasen el río y se apostasen del otro lado a modo de avanzada, dejando detrás al escalón de asalto y el de reserva. García Pinasco se opuso a la idea por considerar que aquella gente iba a quedar al descubierto y completamente aislada, pero Figueroa se hizo responsable y sin decir más, cruzó el puente y se ubicó con sus hombres detrás de un montículo de tierra que les serviría de protección. Después regresó y le ordenó a Anadón que se les uniese.

El oficial obedeció y seguido por el Sargento Primero Vergara llegó donde se encontraba la avanzada. Por su parte, García Pinasco y el Sargento Guillen, se encaminaron hacia las mencionadas piedras, a la izquierda del puente y desde allí hicieron puntería con sus fusiles, comprobando que se trataba de una buena ubicación.

Cuando los argentinos menos se lo esperaban, dio comienzo el combate. En plena obscuridad, los paracaidistas del Capitán Matthew Selfridge abrieron fuego desde la elevación rocosa que ocupaban a 70 metros, delante del puente, obligando a la gente de García Pinasco a arrojarse cuerpo a tierra y responder. Eran las 06.45 horas.

Hubo un primer momento de sorpresa pero una vez superado, se generó un violento intercambio de fuego que saturó de trazadoras el lugar. El Sargento Ayudante Rubén Poggi, García Pinasco y el Sargento Primero Miguel Ángel Tunini cruzaban el puente a todo correr, cuando Poggi fue alcanzado por un disparo en la pierna y cayó herido.

Mientras Tunini intentaba socorrerlo, el Sargento Guillen disparaba con su ametralladora MAG mientras sus compañeros lo hacían desde diferentes posiciones. Eso distrajo la atención de los británicos que forzados por la situación, cambiaron la orientación de sus armas intentando neutralizarla, cosa que alivió la situación de los comandos adelantados, quienes se hallaba peligrosamente expuesto, permitiéndoles mejor cobertura.

Contraemboscada

Los fogonazos de las ametralladoras y las balas trazadoras resplandecían de manera espeluznante alrededor del puente, rebotando contra las rocas. Anadón comprobó por la radio, que todo el personal se encontraba bien y mucho más aliviado, se desplazó junto al Sargento 1º Ramón Vergara hacia otra leve ondulación del terreno, desde donde disparó una granada de fusil PDF que cayó en medio de la posición principal británica.

En ese preciso instante, las dos ametralladoras británicas dejaron de disparar y la defensa británica parecía haber llegado a punto de ruptura, aunque el fuego de varios fusileros continuaba. Utilizando el aparato de radio, Anadón solicitó a García Pinasco una contraemboscada porque estaba seguro que el enemigo estaba apunto de replegarse y quería capturarlos, pero su superior se negó por considerar aquello extremadamente arriesgado y porque los británicos podían llegar a barrerlos con facilidad con sus ametralladoras.

Lamentablemente García Pinasco no pudo establecer contacto radial con el Land Rover de enlace y por esa razón se perdió la oportunidad de cortar la retirada enemiga con fuego de artillería. En vista de ello, Figueroa le gritó a sus hombres, que se preparasen para asaltar porque estaba seguro de que los británicos se estaban por replegarse.

De esa manera, los comandos argentinos se lanzaron al contraataque, en primer lugar Figueroa, que enardecido por la adrenalina inició una carrera extremadamente temeraria, sin dejar de disparar, seguido por García Pinasco, Anadón y detrás de ellos, Vergara, Suárez, Quinteros y dos comandos de la Gendarmería Nacional, Sargento Ayudante Natalio Jesús Figueredo y Sargento Miguel Víctor Pepe.

Los comandos se lanzaron a la carrera hacia las posiciones de ametralladoras enemigas, gritando para darse ánimo mientras que los conscriptos del Teniente Martella en Dos Hermanas Norte abrieron fuego efectivo con sus morteros contra los paracaidistas ahora en retirada.[9][10] En la corrida, Anadón superó a sus compañeros y fue el primero en alcanzar la posición británica que para entonces, había sido abandonada.

Segun el Cabo Mark Hunt: "Vimos bastante gente en el valle que venía hacia nosotros y los enganchamos. Tenían un apoyo masivo de fuego con ametralladoras calibre .50 y 7.62mm y nos reventaron, llovía balas y nos vimos obligados a retirarnos."[11]

Efectivamente, el lugar estaba abandonado. Se trataba de un montículo en el que los paracaidistas, a excepción del armamento, habían abandonado mucho equipo, ocho bolsas de dormir, igual número de mochilas, dos cascos de acero, una boina con las insignias del 3 Para, una máquina fotográfica con su rollo a medio usar, una radio PRC-351 encendida y lo mejor de todo, una Union Jack (bandera británica), que se presentarían a los corresponsales de guerra argentinos en Puerto Argentino, como prueba de su incursión victoriosa.

Ocupado el campamento, el Teniente Anadón, como oficial de comunicaciones, pasó la frecuencia al suboficial de enlace y este hizo lo propio con la capital, estableciendo contacto con el Capitán Pablo Llanos. Y fue el mismo Llanos quien les informó que minutos antes se había captado un desesperado pedido de auxilio, a través del cual, el enemigo solicitaba de manera urgente la presencia de un helicóptero para evacuarlos.

Los comandos no tardaron en corroborar la información ya que a poco de cortar, vieron a lo lejos una bengala blanca y casi enseguida a un Sea King que se posaba en tierra para evacuarlos inmediatamente después pero no sin antes que un miembro de la patrulla de Hadden abriera fuego erróneamente contra los hombres del Sargento Pettinger.[12]

La persecución de aquellos paracaidistas a través de un terreno casi desconocido y en plena penumbra hubiese significado un esfuerzo inútil; quedare allí representaba un serio peligro porque era más que seguro que los británicos iban a bombardear el lugar con fuego de artillería. Por esa razón, resolvieron cargar el equipo capturado y se retiraron a una distancia de 500 metros, donde hallaron un grupo de rocas que les proporcionó refugio seguro.

Excitados aún, necesitados de descargar tensiones, dieron cuenta de las raciones tomadas al enemigo (chocolates, pasas de uva, compota de diferentes gustos, galletas y nueces), no sin descuidar la vigilancia, pese a la certeza de que los británicos se habían retirado y que no había enemigos en varios kilómetros a la redonda.

Había sido una acción extenuante y frenética, plena de peligros y por esa razón, algo más relajados, se echaron a descansar necesitados como estaban de bajar la adrenalina y disminuir la aceleración.

Después de apostar una guardia, García Pinasco, Anadón y Tunini regresaron la zona del combate para recorrer sus alrededores en busca de heridos y algún otro material abandonado. Pero no hallaron nada, clara evidencia de que el helicóptero enemigo había evacuado al total de los integrantes de la patrulla adelantada y que la zona se hallaba desierta.

El único comando argentino herido fue el Sargento Ayudante Ruben Poggi, a quien evacuaron en moto a la retaguardia donde fue atendido por el capitán médico Pablo Llanos.

La patrulla de comandos argentinos permaneció en el lugar toda la mañana, observando el movimiento enemigo entre los Montes Kent y Estancia.

En vista de ello, los hombres del capitán Figueroa solicitaron fuego de artillería para batir las posiciones enemigas y el fuego argentino cayó alrededor del pelotón de Royal Marines del Teniente Andy Shaw del Batallón de Comandos 45, los que fueron enviados a poner en marcha un jeep ligero Land Rover atrapado por la nieve, estancado en Monte Kent. [13]Los hombres del Teniente Shaw se vieron obligados a abandonar al vehículo cerca de la cima del Monte Kent al caer bajo el fuego de la artillería argentina.[14]

La patrulla de soldados conscriptos del Cabo Oscar Nicolás Albornoz Guevara, había logrado infiltrar las posiciones avanzadas del pelotón de morteros del 3 PARA, con el apoyo coordinado de fuego de morteros del Regimiento 4 en el Cerro Dos Hermanas, aunque debieron abandonar la posición pocas horas mas tarde para no quedar atrapados en la zona de Estancia House.[15]

Poco después del anochecer, la 3ª Sección Asalto bajo el mando del Capitán Jorge Jándula se hizo a cargo de la posición del puente Murrell y estableció otra emboscada en la noche del 7 al 8 de junio. Durante su periodo ahí, los comandos argentinos descubrieron otra posición británica evacuada, que había escapado la atención de los hombres de Figueroa.[16]

Consecuencias

Con la captura de la radio PRC-351 intacta del pelotón británico y códigos―gracias en gran parte a la confusión generada por la incursión de los hombres del Cabo Oscar Nicolás Albornoz Guevara en la zona de Estancia House―La 10ª Brigada Mecanizada Infantería 'Teniente General Nicolas Levalle' pudo interceptar toda la información que entraba y salía del puesto de comando del 3 PARA en la granja Estancia House hasta el 9 de junio[17],permitiendo al Mayor Carlos Carrizo Salvadores en Monte Longdon desplegar sus armas pesadas correctamente para hacer frente al Río Murrell en vez de un desembarco anfibio de Berkely Sound.

El Capitán Matt Selfridge (a cargo de la defensa del puente de Murrell) murió, sospechosamente en un accidente de paracaidismo en Weston-on-the-Green el 17 de julio, tan sólo 10 días después de su regreso de las Guerra de las Malvinas.[18]

Referencias

  1. Citation for Capt Matthew Selfridge, June 1982
  2. "Ahead of the main body, 2 Troop under Captain Robbie Burns was already ashore and had completed the long walk to Port Stanley with 3 Commando Brigade 2 Troop claims to be the only 3 Commando Brigade unit to walk all the way to Stanley." The Paratroopers, Ashley Brown, Jonathan Reed, p. 124, National Historical Society, 1990
  3. Aldo Franco (Misión Malvinas Banda de Hermanos)
  4. "Habían venido durante la noche, inclusive habíamos escuchado un motor, porque vinieron en unos vehículos parecidos a jeeps ... Habíamos escuchado el ruido de los motores y no los habíamos podido ver. .... Fue un rechazo total a esa infiltración que era de doce a quince personas. En realidad, eran más porque había muchos con otros vehículos, un poco más atrás." Así lucharon, Carlos M. Túrolo, p.66, Editorial Sudamericana, 1982
  5. The Scars of War, Hugh McManners, pp. 162-163, HarperCollins, 1993
  6. Don't Cry for Me, Sergeant-Major, Robert McGowan, Jeremy Hands, Futura, 1997
  7. "On 6 June two patrols under Corporals Brown and Haddon rendezvoused 200 yards north of the Murrell Bridge and observed an enemy patrol crossing the skyline to the east of the river. As the men of 3 PARA watched, two enemy troops checked the bridge before being joined by the others. At that point the patrols opened fire, killing five Argentinians. As the remainder fled, they immediately came under mortar and artillery fire from an enemy base on Mount Tumbledown and were forced to beat a hasty retreat, abandoning their their packs and radio but avoiding any casualties. The position was searched two days later by 3 PARA but there was no sign of the equipment." Task Force, David Reynolds, p. 179, Sutton, 2002
  8. Volveremos!, Jorge R. Farinella, p. 125, Editorial Rosario, 1984
  9. Sunderland Falklands veterans remember the Battle of Mount Longdon
  10. "El jefe de los comandos era el mayor Castagneto, y la compañía la 601. Estos comandos pasaron a través de nuestra posición, para consultarnos sobre el lugar exacto. Esa noche nosotros estábamos atentos a la operación. Serían las dos o tres de la mañana cuando vimos que se producía el encuentro. Si bien estaban lejos, tres o cuatro kilómetros, vimos el encuentro, los tiros, la munición trazante que es visible durante la noche. ... Entonces empezamos a apoyar desde nuestras posiciones con ametralladoras antiaéreas y morteros de 81. ... Ellos iban en realidad a ese puente sobre un pequeño arroyo que se encontraba a tres o cuatro kilómetros de nuestra posición..." Así lucharon, Carlos M. Túrolo, Editorial Sudamericana, 1982
  11. The Falklands War: Paratrooper close enough to Argentine troops he heard them talking before attack
  12. He was patrolling with Corporal Pete Hadden when another group of men emerged from the gloom. A no-go corridor had been agreed to avoid blue-on-blue incidents, but Terry had led Hadden's group across it. Recognising the approaching patrol, Sergeant John Pettinger told his team to hold its fire. But Terry was not so cautious and fired several rifle rounds at the 'enemy'. Invasion 1982: The Falkland Islanders' Story, Graham Bound, p. 189, Casemate Publishers, 2007
  13. The Landrover was eventually found by 2 Troop and the code books and radios were recovered and duly returned to their owners. The rations and the booze that they also found were not. The Landrover was peppered with shrapnel and there were around 10 shell holes in the surrounding area, and it was clearly still under observation because the patrol came under accurate artillery fire as they withdrew. The Yompers: With 45 Commando in the Falklands War, Ian Gardiner, Pen & Sword, 2012
  14. The errant Landrover was a Brigade Air Squadron vehicle that had inadvertently been planted on the forward slopes of Mount Kent, in full view of the Argentine positions in Stanley. The Argentines were very quick to react, bringing an immediate artillery barrage down on the vehicle, although the helicopter got away unscathed. The Yompers: With 45 Commando in the Falklands War, Ian Gardiner, Pen & Sword, 2012
  15. Volveremos!, Jorge R. Farinella, p. 125, Editorial Rosario, 1984
  16. "Sin otra novedad, por la tarde fueron relevados por la tercera sección mandada por el teniente primero González Deibe, a quien acompañaba el capitán Jándula, para mantener la emboscada. Quedaron estos últimos hasta el día siguiente —martes 8 de junio—, pero sin más ocurrencia que el hallazgo por parte del teniente Elmíger de otra posición para observación construida en la otra margen del río Murrell, delatada por paquetes de alimentos envasados alli existentes." Comandos en Acción, Isidoro J. Ruiz Moreno, Emecé, 1986
  17. "Los equipos de comunicaciones capturados a los ingleses —claves y códigos, frecuencias, indicativos de llamada, cartografía— fueron un elemento valiosísimo que permitió hacer una importante escucha del Ejército Británico." Comandos en Acción, Isidoro J. Ruiz Moreno, Emecé, 1986
  18. CAPTAIN MATTHEW R SELFRIDGE

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