Crisis de los rehenes en Irán

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Rehenes estadounidenses exhibidos por el gobierno iraní.

La crisis de los rehenes en Irán fue el secuestro durante 444 días, de personal de la embajada de Estados Unidos en Irán por parte de una turba controlada por el nuevo gobierno surgido de la revolución islámica en 1979. Tras un fallido intento de rescate, Estados Unidos negoció secretamente con los secuestradores y cumplió, como después se supo, con muchas de sus demandas hasta lograr la liberación. El secuestro se desarrolló en el contexto de la década los setentas, cuando todavía esta clase de acciones antiimperialistas (hoy en día consideradas terrorismo) eran vistas con simpatía por algunos gobiernos y sectores políticos.

Desarrollo

La crisis comenzó cuando el 4 de noviembre de 1979, el gobierno iraní recién surgido de la revolución islámica, secuestró a 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidense en la embajada de ese país en Irán. La crisis duró hasta el 20 de enero de 1981 (444 días). El presidente estadounidense Jimmy Carter ordenó a sus asesores pensar en opciones militares, entre ellas una misión de rescate. Diez días después, el informe estaba en su escritorio. Se propuso bombardear algunas instalaciones petrolíferas de Irán, bloquear el país por mar y llevar a cabo ataques aéreos. Pero, tras la entrada del Ejército Rojo en Afganistán en diciembre de 1979, la Administración no lo consideró oportuno, máxime, recordando que una de las razones que llevó al Ejército soviético a Afganistán fue el temor a una intervención directa de EE.UU. en Irán. Optaron por la opción con menos bajas colaterales. Autorizó a la unidad antiterrorista Luz Azul a planear y entrenarse para la misión, la cual acabó en fracaso debido a fallos técnicos en los helicópteros y aviones emplazados para la misión, con un saldo de 8 muertos. Mientras Jimmy Carter se negó a ceder al chantaje, su sucesor, Ronald Reagan, optó por negociar y cumplir muchas de las demandas de los secuestradores hasta lograr la esperada liberación que capitalizó sacando rédito político[1]. Dichas concesiones incluyeron el envío encubierto de armas a Irán, medida por la cual fue duramente criticado al descubrirse la maniobra[2].

Armas a cambio de rehenes

El ex secretario de estado norteamericano, George Shultz, explica en su libro de memorias que el presidente George Herbert Bush (padre del también presidente George Walker Bush) conocía las negociaciones para vender armas a Irán a cambio de la liberación de los rehenes estadounidenses y que participó en ellas cuando era vicepresidente de la Administración de Ronald Reagan[3].

El vicepresidente (Bush) estuvo al menos en una de las reuniones, el 7 de enero de 1986, y no se opuso a la propuesta de vender armas a Irán con el objetivo de conseguir la liberación de los rehenes.
—George Shultz, Confusión y Triunfo: Mis años como Secretario de Estado

Según el relato, Shultz se quejó a Nicholas Brady, ayudante de Bush, al ver cómo el vicepresidente declaraba en una entrevista en televisión que para él era inconcebible la idea de vender de armas a cambio de rehenes.

Shultz, según su versión, le dijo a Brady que el entonces secretario de Defensa, Caspar Weinberger, y él mismo fueron las únicas voces que disintieron en aquella reunión. Bush descargó a Weinberger de toda culpa sobre el asunto en diciembre de 1992, en una de sus últimas decisiones como presidente.

En sus memorias Shultz dice que Ronald Reagan no estuvo bien informado de lo que ocurría y que el fallecido director de la CIA, Willian Cassey, fue uno de los cerebros de la operación.

Referencias

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