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Fritz Haber
Fritz Haber (nacido 9 de diciembre de 1868 en Breslau, Prusia, y fallecido el 29 de enero de 1934 en Basilea, Suiza) fue un químico judío de Alemania famoso por haber desarrollado la síntesis del amoniaco a partir del hidrógeno y nitrógeno del aire. Recibió su Premio Nobel de Química en 1918.
Es en gran parte responsable de la elaboración y uso de los gases tóxicos durante la Primera Guerra Mundial, por esta razón es llamado "el padre de la guerra química". Además creó el Zyklon B, que se utilizó para matar los piojos producto del tifus en los campos de concentración.
Gases mortales de la Primera Guerra Mundial
La idea de Haber era bastante simple. Aprovechando la tecnología conocida a partir de los métodos de licuación del aire, se licuaría cloro en contenedores apropiados. La guerra se desarrollaba según el clásico modelo de trincheras móviles. Al oeste estaba la línea de trincheras francesas, y al este la línea de trincheras alemana. La táctica consistía en disponer un conjunto de contenedores de cloro a lo largo de la línea de combate y, cuando soplase un viento fuerte del Este, abrirlos simultáneamente para que el viento actuase como vector del gas. Haber y el poder económico de la industria química convencieron al alto mando para que autorizase una prueba en el campo de batalla. Emil Fisher, quien previó la proliferación de armas químicas como una consecuencia inevitable de lo que sería su primer uso, rogó por el fracaso de la prueba “desde el fondo de mi patriótico corazón”.
El 14 de abril de 1915, en el frente de Ypres, un soldado alemán llamado August Jaeger, desertó y se entregó ante los franceses. En el interrogatorio contó que el ejército alemán había enterrado cilindros con gas asfixiante y que al día siguiente iban a lanzar un ataque con esos gases. Ese mismo día, un agente belga informó que “los alemanes intentan hacer uso de tubos con gases asfixiantes puestos en baterías de 20 tubos cada 40 metros frente al Cuerpo XXVI.”A la mañana siguiente desertó otro soldado, Julius Rap sahl, quien declaró que les habían dado barbijos de algodón "para protegerse de un ataque de los ingleses con gases asfixiantes". Los mandos aliados dieron el alerta, pero fueron transcurriendo los días y como nada sucedía, los oficiales franceses y británicos supusieron que toda esa “información” era parte de una campaña psicológica. Lo que realmente sucedió, fue que entre el 14 y el 21 de abril, en Ypres el viento soplaba hacia el Este.
El 22 de abril comenzó a soplar un fuerte viento hacia las trincheras francesas. Inspeccionado por Haber en persona, comenzó el operativo para gasear a las tropas contrarias. Se hizo una señal con humo blanco y a lo largo de 6 kilómetros de la línea alemana se abrieron 5700 cilindros que liberaron a la atmósfera 167 toneladas de cloro. El gas fue transportado a las trincheras opuestas por el largamente esperado viento, dejando alrededor de 5000 heridos, entre ellos unos 1000 fueron alemanes, alcanzados por un arma que era, intrínsecamente imprecisa. El ataque fue repetido dos días después, bajo condiciones de viento más favorables, causando otras 1000 heridos y 4000 muertos. El 26 de abril de 1915 el New York Times informó:
Haber sostuvo que el primer uso de armas químicas era un jalón importante en “el arte de la guerra” y consideró su efecto psicológico como clave: “todas las armas modernas, aunque apuntan aparentemente a causar la muerte del adversario, en realidad deben su éxito al vigor con el cual ellas rompen temporalmente la entereza psicológica del adversario”. El vaticinio de Emil Fischer comenzó a cumplirse a fines de 1915 cuando los ejércitos aliados comenzaron a emplear su propio arsenal químico. El “efecto psicológico” dejó de ser un factor favorable a Alemania y, lo único que lograron los agresivos químicos fue incrementar el sufrimiento de las tropas, en su gran mayoría reclutas. Se calcula que, durante la guerra, hubo unas 90.000 muertes y más de un millón de lesionados por agresivos químicos a ambos lados del frente.
El éxito inicial del uso de armas químicas no hizo sino estimular la investigación en este campo. En 1916, y a iniciativa de Haber, se creó la Fundación Kaiser Guillermo para las Ciencias Técnicas y Militares (en alemán Kaiser Wilhelm Stitung für Kriegstechnische Wissenschafen) que en 1917 pasó a depender del Ministerio de la Guerra. Esta organización no tenía instalaciones de investigación propias; su propósito era promover y coordinar trabajos relacionados con la guerra, realizados en instituciones universitarias o en laboratorios de los KWIs.
Estando en su KWI de Berlín, Haber se ocupó de desarrollar otros agresivos químicos, tales como el fosgeno y el veneno de contacto LoSt, —llamado así por sus colaboradores Lommel y Steinkopf. Haber introdujo el procedimiento del Bunteschiessen (bombardeo multicolor) que consistía en desplegar primero “Maskenbrecher” (rompedor de máscaras) que consistía en irritantes, —como la adamsita, a base de compuestos orgánicos de arsénico— que podían penetrar en todos los filtros disponibles forzando a la persona atacada a quitarse la máscara para después bombardearlo con fosgeno o LoSt, (que luego sería mejor conocido como gas mostaza o yperita). El fosgeno es un agente letal más potente y mortífero que el cloro. Si bien los síntomas derivados de la exposición al gas tardaban 24 horas o más en manifestarse, lo que permitía a las víctimas seguir combatiendo, el edema pulmonar que generaba era irreversible. El gas mostaza es un agente vesicante que provoca irritaciones y ampollas en la piel. Fue empleado por el ejército alemán en septiembre de 1917, antes de la Tercera Batalla de Ypres, disparándolo mediante piezas de artillería.
En 1917, en el KWI de Dahlem, Haber manejaba un presupuesto 50 veces superior al que había dispuesto antes de la guerra. Dirigía todo un batallón de trabajadores que se ocupaban del tema: 1.500 personas, de las que 150 eran científicos. Allí se desarrollaron nuevos agresivos químicos. El método de dirigir los gases químicos contra el enemigo utilizando el viento como fuerza motriz fue abandonado, optándose por proyectiles lanzados desde piezas de artillería. En esos años, el KWI de Dahlem, desarrolló la obtención industrial de bromoacetona, usado en 1916 como irritante y lacrimógeno, de difosgeno, que fue empleado a partir de 1916. El difosgeno atacaba al carbón de los filtros de las máscaras antigas y liberaba fosgeno. También produjo a-clorotolueno, usando como lacrimógeno en 1917, difenilcloroarsina (Clark I) usado como irritante y estornutatorio en 1917, etildicloroarsina, empleado como vesicante en 1918, difenilcianoarsina (Clark II) sustancia irritante y vomitiva y otros agresivos químicos.[1]